martes, 13 de junio de 2023

 

Soberbia actuación de la Orquesta de cámara del Congreso de la Nación en el CCK

 

LA MEJOR MANERA DE FESTEJAR

Martha CORA ELISEHT

 

…” Cuando el músico es sincero/ toca trozos de su vida”

                                                                                       (Juan Carlos BAGLIETTO)

            Los versos de una de las estrofas de este hit que alguna vez supo inmortalizar Silvina Garré hacen alusión a lo acontecido el pasado domingo 11 del corriente en el Auditorio Nacional (Sala Sinfónica) del Centro Cultural Kirchner (CCK), donde la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación se presentó bajo la dirección de su titular -Sebastiano De Filippi- con la participación de Mariano Rey como solista invitado, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Tres miniaturas argentinas- Héctor IGLESIAS VILLOUD (1913-1988)

-          Concierto para clarinete y cuerdas, Op.184- Eduardo GRAU (1919-2006)

-          Allegro tangabile- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

-          Serenata para cuerdas en Do mayor, Op.48- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

Ante una Sala Sinfónica prácticamente llena y, luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Pablo Pereira, el maestro De Filippi hizo su presentación en el escenario provisto de un micrófono para anunciar las obras y realizar una breve reseña sobre las mismas, dado la carencia de programas de mano. Asimismo, anunció que la primera parte del concierto estaba compuesta por obras de compositores argentinos, mientras que la segunda, por la mencionada obra de Tchaikovsky. De paso, aprovechó la ocasión para solicitar al público el ejercicio de una sana costumbre: no aplaudir entre movimientos, sino hacerlo al final de la obra. Una excelente oportunidad para educar al público y volver a una tradición que -lamentablemente- se está diluyendo con el correr del tiempo. Acto seguido, tuvo lugar la interpretación de las Tres piezas argentinas de Iglesias Villoud (Canción de cuna/ Bailecito/ Huayno), donde hubo una perfecta marcación de tempi, un estupendo pizzicato inicial en el Bailecito a cargo de los violines seguido de un muy buen fraseo por el resto de las cuerdas, al igual que un muy buen efecto strapatta (golpes de percusión sobre la madera del contrabajo) en el Huayno final. Una muy buena versión de esta breve y bella obra, que no forma parte habitual del repertorio de cámara - a menos que se interprete dentro de un concierto formado exclusivamente por obras de compositores vernáculos-.

El Concierto para clarinete y cuerdas de Eduardo Grau consta también de tres movimientos: Moderato assai/ Lento contemplativo/ Allegro scherzando y sigue el esquema de escritura A-B-A, donde A corresponde a la orquesta junto con el solista y B, al instrumento solista en sección central. En su presentación, el maestro De Filippi se refirió a su “exhumación”, ya que no se tocaba desde la década del ’80, fecha en la cual fue compuesto. Su línea melódica es clásica, con buen diálogo entre la orquesta y el instrumento solista en toda su extensión y que, a la vez, permite el lucimiento del clarinete en sus solos centrales. En el caso particular de un virtuoso del instrumento como Mariano Rey, la ejecución de los glissandi y trinos fue perfecta, con un muy buen ensamble a cargo de las cuerdas en el 1° movimiento. El Largo central abre con un solo de clarinete que fue ejecutado con suma precisión y maestría, al igual que su homónimo de violín por Pablo Pereira. El movimiento final abre con un pizzicato en cuerdas en ritmo de chacarera hasta la introducción del solista, siguiendo la estructura anteriormente mencionada. No sólo sonó bellísimo, sino también, majestuoso. El público lo ovacionó unánimemente mediante un aluvión de aplausos y vítores, tras los cuales, Mariano Rey interpretó junto a la orquesta el Allegro tangabile de Astor Piazzolla en adaptación de Cristian Zárate, quien se encontraba presente en el auditorio. Otra versión magistral del compositor argentino más famoso internacionalmente, que sonó auténticamente piazzoliana y que desencadenó un cálido y sostenido aplauso. Esto motivó a que Mariano Rey hiciera dos bises: una transcripción para clarinete solo de Petroushka de Stravinsky, donde el músico se lució en una auténtica demostración de virtuosismo. El público no paraba de aplaudir y Rey ofreció una versión para clarinete solo de Oblivion de Astor Piazzolla, donde bajó desde el escenario subiendo las escaleras hacia ambos sectores del Auditorio Nacional mientras tocaba tan célebre pieza, ya que quería compartir junto al público “esta versión tan íntima”, según sus propias palabras. Esto le valió otro alud de aplausos y se retiró sumamente ovacionado.

Compuesta en 1880, la Serenata para cuerdas en Do mayor, op.48 de Tchaikovsky consta de 4 movimientos: Pezzo in forma di sonatina: Andante non troppo-Allegro moderato/ Vals: moderato- Tempo di valse/ Elegía: Larghetto elegíaco/ Finale (tema ruso): Andante- Allegro con spirito. Se estrenó en privado en Diciembre de ese mismo año y su primera ejecución pública fue al año siguiente en Moscú, bajo la dirección de Eduard Napravnik. El tema inicial del 1° movimiento actúa como leitmotiv o hilo conductor, que posteriormente, se repite no sólo al final del mismo, sino también, de la obra, otorgándole un carácter cíclico. La versión ofrecida por la Orquesta de Cámara del Congreso fue muy compacta, versátil y, al mismo tiempo, temperamental, con un muy buen desempeño de los violines y violas en las dobles cuerdas de la introducción, mientras que la labor de los cellos y las violas se destacó en el cantábile de la Elegía, de corte netamente rusa. Lo mismo sucedió con el tema folklórico que el compositor introduce en el 4° movimiento, donde el pizzicato en violines sonó en bloque, mientras las violas, cellos y contrabajos ejecutan la melodía hasta volver al tema de la introducción. Naturalmente, el Auditorio Nacional estalló en aplausos hacia el final para culminar una muy buena labor por parte de los músicos.

Casualmente, el concierto coincidió con el cumpleaños de Mariano Rey, quien decidió festejar su aniversario haciendo lo que más le gusta: tocar. ¿Qué mejor para un músico que celebrar su cumpleaños dentro del ámbito de una sala de conciertos?... Para cualquier persona que posea sentido común, representa la mejor manera de festejar. No existe mayor recompensa para un artista que el cariño y el aplauso de su público.   

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