Muy buen concierto de la Orquesta
de Cámara del Congreso en el Espacio del Molino
CON
LO MEJOR DEL ALMA GUARANÍ
Martha
CORA ELISEHT
Uno
de los atractivos de programa de conciertos de la Orquesta de Cámara del
Congreso de la Nación es organizar conciertos temáticos en los cuales, no sólo
se representa música de compositores nacionales, sino también de compositores
de países limítrofes. En este caso, le tocó el turno a la hermana República del
Paraguay en el concierto ofrecido por dicha agrupación el pasado viernes 30 de
Junio, titulado “PARAGUAY ORQUESTAL” bajo la dirección de Diego Sánchez
Hasse y que contó con la presencia del guitarrista Sergio Puccini como invitado
para ejecutar el siguiente programa:
-
“Piezas infantiles” (orquestación
de Nahuel Valle)- Alberto GINASTERA (1916-1983)
-
“Confesión, página de
álbum” (orquestación de José Bragato)- Agustín
Pío BARRIOS (1885-1944)
-
“La Catedral” (orquestación
de José Bragato)- Agustín Pío BARRIOS (1885-1944)
-
Variaciones guaireñas
sobre un tema paraguayo- Diego SÁNCHEZ HASSE
(1970)
-
“Karaú jeroky” (Danza
del karaú) (estreno mundial)- Diego SÁNCHEZ
HASSE (1970)
-
Sinfonía para cuerdas (versión
orquestal del Cuarteto para cuerdas en Sol mayor, Op.3)- Emilio BIGI
(1910-1969)
En
vez de hacerlo en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional, en esta
ocasión se utilizó el Espacio del Molino, cuya sala posee una muy buena
acústica. Tras el ingreso de los músicos y la tradicional afinación de
instrumentos a cargo del concertino Pablo Pereira, Diego Sánchez Hasse
hizo su presentación en el podio para comenzar con la mencionada obra de
Ginastera con motivo del 40° aniversario de su fallecimiento. Son tres
miniaturas compuestas originalmente para piano en 1942 sobre temas infantiles (Antón
Pirulero/ Chacarerita/ Arroz con leche) y en esta ocasión se utilizó un
arreglo para cuerdas de Nahuel Valle, que sonó muy bien y muy compacto desde su
inicio con un pizzicato a cargo de los violoncellos y contrabajos hasta
que los violines y violas toman el tema principal. Este motivo se repite en el Arroz
con leche, mientras que la Chacarerita es una miniatura basada en
dicho ritmo folklórico de noroeste argentino. Tras los aplausos, el director
guaraní se dirigió al público para realizar algunos comentarios sobre los
compositores de su tierra natal.
Oriundo
de San Juan Bautista de las Misiones, Agustín Pío Barrios -conocido
popularmente como Mangoré- fue un compositor emblemático de la música
paraguaya y un guitarrista eximio. No en vano recibió el apodo de “el mago
de la guitarra” y, por lo tanto, la mayor parte de su obra está escrita
para dicho instrumento. Estudió en Corrientes y Buenos Aires en 1912 y,
posteriormente, en Uruguay, Brasil (1916) y Chile hasta su retorno a Paraguay
en 1922. Dentro de sus obras más notables compuestas en esta etapa de su vida se
encuentran La Catedral (1921), Las Abejas (1921), Estudios y
Preludios y Confesión, página de álbum (1923). El músico argentino
José Bragato realizó el arreglo para guitarra y orquesta de cuerdas de las
obras comprendidas en el siguiente programa, que le fueron entregadas al
maestro Sánchez Hasse durante una de sus visitas a Buenos Aires. La primera es
una obra de neta impronta romántica, con bella línea melódica, que permite el
lucimiento del solista en el punteo y el cantábile tras la introducción
de la melodía por parte del violoncello -muy buena labor de Mariana Levitin-.
Por su parte, la orquesta tuvo una buena profundidad y equilibrio sonoro, con
un muy buen desempeño por parte del contrabajo en el contrapunto. La segunda
fue compuesta originalmente para guitarra en 1921 y hace alusión a la Catedral
de Villarrica. Posteriormente, Barrios la revisa en 1939 y consta de tres
movimientos: Preludio/ Andante religioso/ Allegro solemne, que fueron
ejecutados perfectamente por Sergio Puccini. El arreglo de Bragato permite el
lucimiento de la guitarra al poner las cuerdas en pianissimo en el Andante
solemne final en 6/8, sonando de manera ondulante.
Para
finalizar la primera parte, Diego Sánchez Hasse presentó la primera de las dos
obras de su autoría: Variaciones guaireñas sobre un tema paraguayo,
compuestas en Villarrica en 2003 en homenaje a otro gran compositor guaraní: Félix
Pérez Cardozo (1908-1952), nacido en Hyaty (Guairá) y fallecido en Buenos
Aires. No sólo fue un gran arpista, sino también el autor de la célebre melodía
Pájaro Campana, sobre la cual se basa la obra de Sánchez Hasse-
casualmente, también oriundo de dicha región-. La versión original es para
orquesta sinfónica, pero, en este caso, se realizó una transcripción para
orquesta de cuerdas con una particularidad: primero, se escuchan las
variaciones, y luego, se desemboca en el tema principal (Pájaro Campana). Además
de las variaciones a cargo de las cuerdas, la obra es ejecutada por la guitarra
como acompañante. Al entrar en el tema principal, se escucha un efecto strappata
(golpes de percusión sobre la madera) en violoncellos y contrabajos en
contrapunto con la guitarra. Muy buena labor de la agrupación y el solista al
respecto, que fue aplaudida por el público.
La
mayoría de las composiciones de Diego Sánchez Hasse se basan sobre temas
históricos y leyendas de su país. En esta ocasión y, en calidad de estreno
mundial, se presentó la Danza del Karaú (Karaú jeroky), compuesta
durante el transcurso del corriente año y basada en la leyenda homónima de esa
ave de la selva paraguaya, que se caracteriza por presentar un canto triste al
atardecer. Según el relato, Karaú era un joven cuya madre estaba muy
enferma y salió a buscar remedios para ella. Como le gustaba mucho bailar, en
el camino encontró una fiesta y se puso a bailar con Yerutí, la mujer
más hermosa de la fiesta. Aparece un forastero, quien le avisa que su
madre se está muriendo y que debe abandonar la fiesta lo antes posible, a lo
cual, Karaú le responde “el que se murió ya está muerto, y el vivo
sigue vivo. Ya habrá tiempo para llorar”. El forastero regresa trayendo la
triste noticia: la madre de Karaú ha muerto. La orquesta se prende fuego
y, herido por el dolor y el remordimiento, el joven comienza a llorar
amargamente. Por ser un mal hijo, el dios Tupä lo transforma en un
pájaro negro, condenado a llorar al borde de los arroyos y esteros. En la
versión orquestal, Karaú está representado por el solista guía de
segundo violín; Yerutí, por el primer violín, y el forastero, por
la viola. Comienza con un efecto chicharra en violines y violas, al cual
se le suma posteriormente el resto de la orquesta hasta la introducción del
protagonista -excelente labor de Catriel Galván al respecto, al igual que Pablo
Pereira como Yerutí y la violista Mercedes Sánchez como el forastero-.
Otros efectos que brindan colorido a la obra son el strappata en
todos los instrumentos y el pizzicato borto en violines y violas hacia
el final. Una obra muy buena, donde la labor del director y los músicos se vio
coronada por numerosos aplausos y vítores; especialmente, en el caso de los
solistas.
Otro
compositor paraguayo emblemático -e injustamente olvidado en su tierra natal- fue
Emilio Bigi, quien estudió en Asunción y se perfeccionó en Buenos Aires. No
sólo compuso canciones folklóricas y populares, sino que también sobresalió en
el ámbito de la música académica con Renacer guaraní, Aires Nacionales,
Poema Sinfónico y su obra más emblemática: el Cuarteto para cuerdas n°3
en Sol mayor, que fue la obra de cierre del presente concierto y de la cual
se presentó una versión para orquesta de cuerdas. Consta de tres movimientos: Allegro
moderato (en ritmo de polka) / Lentamente (rondó en ritmo de guarania)
y Allegro (en ritmo de polka). Su línea melódica es netamente
litoraleña, con rico cromatismo tonal y cuya versión fue ejecutada de manera estupenda
por la orquesta. Un rescate muy valioso por parte de la orquesta y una gran
labor de Sánchez Hasse al podio, que se tradujo en numerosos aplausos y vítores
por parte del público.
Independientemente
de los lazos históricos y la frontera compartida con Paraguay, también existe
una hermandad en la música entre ambos países. La mayoría de los compositores
paraguayos -tanto del ámbito popular como del académico- han estudiado,
trabajado y vivieron muchos años en Argentina y, tal como se pudo apreciar en
esta crónica, muchos de ellos también se han perfeccionado en nuestro país. Por
lo tanto, este concierto posee el gran mérito de rendir un homenaje a una
nación hermana rescatando lo mejor de su música, tan bella como injustamente
olvidada.
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