lunes, 4 de septiembre de 2023

 Buena reposición de “LUISA MILLER” con algunos altibajos por CLÁSICA DEL SUR


NO ALCANZA SÓLO CON BUENAS INTENCIONES

Martha CORA ELISEHT


Tras casi 60 años de ausencia de los escenarios porteños, la compañía de ópera

independiente LÍRICA DEL SUR decidió reponer uno de los grandes títulos de Giuseppe

Verdi: LUISA MILLER, compuesta en 1849 con libreto de Salvatore Cammarano

basado, a su vez, en la obra de teatro de Schiller Kabale und Liebe (Intriga y amor). Las

funciones correspondientes a la presente producción se están llevando a cabo en el

Auditorio Oscar Smith (Teatro Luz y Fuerza de la Capital Federal) entre los días 11 de

Agosto hasta el 16 de Septiembre inclusive y cuentan con la dirección musical de César

Tello, dirección escénica de Gabriel Villalba y producción artística de Juan Carlos

Montamat y Miguel Alberto Balea. Además, cuenta con la siguiente ficha técnica:

escenografía de Zacarías Gianni, vestuario de Teresa Pasquini, María Teresa Martínez y

Norma Dudan; iluminación de Guido Lombardo y utilería de Juan Carlos Montamat.

Participan Lidia Forastieri y Mariana Roccatagliata como asistentes de dirección

artística y musical.

Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del pasado sábado 2 del

corriente, con el siguiente reparto: Eugenia Coronel Bugnon (Luisa Miller), Marcelo

Iglesias Reynes (Sr. Miller), Federico Rosales (Rodolfo), Augusto Nureña Santi (Wurm),

Bruno Sciaini (Conde Walter), Mónica Koggionis (Duquesa Federica), Natalia Vivas

(Laura) y Tomás Eckart (Mensajero). Participaron la orquesta y el coro de la compañía,

cuya coordinación estuvo a cargo de Lidia Forastieri y Daniel Malandrino.

A pesar de toda la adversidad económica que atraviesa el país, es notable

apreciar la avidez que tiene el público por ver una de las óperas menos representadas de

Verdi en todo el mundo – 14° lugar en Italia y se dio por última vez en el Metropolitan

Opera House de New York en 2018-. El auditorio Oscar Smith posee una platea para

aproximadamente 500 asistentes y estaba cubierta hasta la mitad de su capacidad. La

producción contó con traducción simultánea al castellano y proyección de video como

escenografía. Una vez más, se demuestra que se puede montar una ópera con escasos

recursos, pero bien administrados: en este caso, con algunos elementos de utilería (un

banco de piedra en el jardín de la casa de Miller, una mesa, dos sillas y un candelabro de

pie para las escenas en el castillo del Conde Walter y el interior de la casa de Luisa) para

brindar el marco escénico. Un marco móvil adornado con guirnaldas sirvió

perfectamente bien para el desarrollo de la primera escena del 1° acto, donde tiene lugar

el cumpleaños de la protagonista. Lamentablemente y, por desperfectos mecánicos, los

cambios de escena se hicieron a telón abierto. Cabe destacar la muy buena labor

desempeñada por Teresa Pasquini, Norma Dudan y María Teresa Martínez al elaborar

un vestuario de época para los protagonistas e integrantes del coro (tanto de aldeanos

como de cortesanos), que constituyó uno de los puntos más altos de la presente

reposición.


En cuanto a las voces, el coro actuó como un protagonista más, muy bien

preparado, pese a que -como en todo coro de compañía independiente- hubo

preponderancia de voces femeninas por sobre las masculinas. No obstante, sonó muy

bien, al igual que los roles secundarios y los protagonistas. La sorpresa de la noche fue

la mezzosoprano Mónica Koggionis como Federica, con una muy buena actuación y

caracterización de su personaje. Fue una de las más aplaudidas en el duetto junto a

Rodolfo (“Della parola amara perdona al labbro mio”) y en el duetto junto a Luisa del

2° acto. Quienes también tuvieron una muy buena actuación fueron Augusto Nureña

Santi y Bruno Sciaini encarnando a Wurm y el Conde Walter respectivamente. Este

último se lució en sus arias principales (“Il mio sangue la vita darei”) y ambos

descollaron en el dúo del 2° acto (“L’alto retaggio non ho bramato”), siendo

sumamente aplaudidos. Por su parte, el barítono Marcelo Iglesias Reynes también tuvo

una muy buena actuación como el padre de la protagonista desde su primera aria

(“Sacra la scelta é d’un consorte” y “¡Ah! Fu giusto il mio sospetto”), siguiendo con

las escenas de mayor intensidad dramática hasta el dúo junto a su hija (“La figlia vedi,

pendita”) y el trío final (“O figlia, o vita del cor paterno”), donde tuvo una muy buena

actuación junto a la protagonista y Rodolfo. El tenor Federico Rosales -quien debió

reemplazar a Gabriel García- posee una voz bella, bien timbrada, con buenos matices,

pero despareja. Sonó algo apagada en el dúo inicial (“T’amo d’amor ch’esprimere”) y

fue creciendo en intensidad a medida que se iba afianzando en el rol. No obstante, no le

alcanzó para el aria más célebre de esta ópera (“Quando le seré al placido”), donde se

lo notó exigido. Estuvo mejor en su interpretación en el último acto (“¡Ah! Tu perdona

il fallo mio”) hasta el parlamento final donde mata a Wurm (“La pena tua mira”) antes

de morir envenenado.

En cuanto a la protagonista, Eugenia Coronel Bugnon encarnó el rol principal de

manera impecable del principio al fin. Posee una voz caudalosa, con buenos matices,

línea de canto, brillo y coloratura en los pasajes. Sus dotes histriónicas le sirvieron para

ofrecer una muy buena interpretación de la doliente Luisa, quien pasa en un solo día de

ser amada (“Lo vidi e ‘l primo palpito”) a ser traicionada mediante un ardid urdido por

el malvado Wurm, quien está enamorado de ella y a quien detesta (“A brani, a brani, o

pérfido”). Fue sumamente aplaudida luego del aria del 2° acto (“Tu puniscimi, o

Signore”) y del 3° (“La tomba e un letto sparso di fiori”), antes del dúo junto a Rodolfo

tras haber bebido el veneno (“Ah, piangi il tuo dolore”) y en el trío final, donde yace

moribunda en brazos de su padre (“Padre, ricevi l’estremo addío”). Desde ya, fue

ovacionada al final. No puede decirse lo mismo de la dirección musical a cargo de César

Tello, donde la orquesta sonó -por momentos- muy desafinada y con numerosos

desacoples, lo que opacó una función que tuvo un gran desempeño vocal. Una pena.

Una celebra que se repongan obras de esta envergadura o títulos que faltan desde

hace mucho tiempo en las temporadas oficiales; sobre todo, cuando intervienen

profesionales de calidad, y más aún, cuando se cuenta con escasos recursos. Es muy

meritorio y loable por parte de la compañía, pero no alcanza solamente con las buenas

intenciones. Es preferible hacer menos funciones, pero donde todo suene perfecto.

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