sábado, 2 de septiembre de 2023

 


                                          Creditos: Liliana Morsia para Mozarteum Argentino


Sublime concierto de la Sinfónica de Lucerna en el Colón por el Mozarteum


BRILLANTE DE PUNTA A PUNTA


Martha CORA ELISEHT


La Temporada 2023 es deslumbrante por varios motivos: la enorme cantidad de

espectáculos que se dan lugar en múltiples ámbitos, la calidad de intérpretes

internacionales invitados y la unánime participación del público, donde muchas veces se

encuentra con el cartel de “LOCALIDADES AGOTADAS” al entrar en la página web

del Teatro Colón para tratar de adquirirlas. No obstante, debido a la difícil situación

económica imperante en el país, es una temporada donde se observa la escasa

participación de orquestas extranjeras. Afortunadamente, mediante un enorme esfuerzo

por parte de las autoridades del Mozarteum Argentino, la Orquesta Sinfónica de

Lucerna hizo su presentación el pasado lunes 28 del corriente sobre el escenario del

Teatro Colón bajo la dirección de Michael Sanderling, con la participación del

violoncelista inglés Steven Isserlis como solista.

El programa estuvo integrado por las presentes obras:

- Obertura “Egmont”, Op.84, n°1- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

- Concierto para violoncello y orquesta en La menor, op.129- Robert

SCHUMANN (1810-1856)

- Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

A diferencia de otras visitas de Michael Sanderling a la Argentina, esta vez contó

con una formación con menor cantidad de músicos en virtud del repertorio que se iba a

ejecutar. Pero su maestría se notó desde los primeros compases de la celebérrima

obertura de Beethoven, compuesta en 1809 por encargo del Teatro de la Corte Imperial

de Viena como música incidental para el drama Egmont de Goethe. Ésta, a su vez, se

basa en el tramo final de la vida del Conde de Egmont -noble holandés que se opuso al

régimen de terror impuesto por la Santa Inquisición española en 1561, motivo por el

cual fue condenado a muerte-. El poeta alemán construyó sobre la vida del conde un

personaje heroico que lucha por la justicia y la libertad. Beethoven compartía los

mismos ideales que Goethe y decidió crear su célebre obertura, que traduce

musicalmente la opresión y el terror con sus acordes iniciales en modo menor.

Posteriormente, la valentía y el coraje de Egmont se traducen en la célebre melodía en

modo mayor, que representa la libertad y la esperanza. La calidad de los músicos de la

Sinfónica de Lucerna y la impecable dirección de Sanderling hicieron que esta

famosa obertura sonara auténticamente beethoveniana.

Tras prácticamente más de 30 años de ausencia de los escenarios porteños, Steven

Issserlis volvió a tocar sobre el escenario del Colón (vino a la Argentina en 1992,

invitado por el Mozarteum). Y su regreso se colmó de gloria al ejecutar un concierto tan

complejo y difícil como el de Schumann. No sólo lo hizo de memoria, sino que logró

una interpretación magna cum laude (porque decir sublime es quedarse corto). Quien

escribe pudo apreciarlo desde su ubicación en el palco y notó que la expresión de su

rostro irradiaba la misma pasión y sentimiento con los cuales tocaba el cello. Su

excelente fraseo, su versatilidad y una soberbia profundidad de sonido en los tres

movimientos que componen esta obra (Nicht zu schnell (No demasiado rápido) /

Langsam (Lento) y Etwas lebhalter- Sehr lebhalt (Algo más animado- Muy animado) y

que se interpretan de modo attaca (sin interrupción) enamoraron al público. Unido esto

a un perfecto acompañamiento por parte de la orquesta, fue una versión memorable,

sumamente aplaudida por el numeroso público que se dio cita esa noche en el Colón.

Tal así fue, que Isserlis no sólo estaba contento y feliz por el recibimiento del público,

sino que, además, ofreció un bis, que sonó de manera elegante y sutil: la Sarabande de

la Suite n°3 en Do mayor, BWV 1009 de Johann S. Bach. Tras esta auténtica

demostración de virtuosismo, el Colón estalló en aplausos.

“¿Puede haber otra obra de Beethoven que confirme todo esto en mayor grado que

su indescriptiblemente profunda y magnífica sinfonía en Do menor?... En un clímax que

sube sin cesar, esta maravillosa composición lleva al oyente imperiosamente para

entrar en el mundo de los espíritus infinitos”. Las palabras de E.T.A.Hoffmann son la

mejor definición de la célebre Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67, compuesta entre 1804

y 1808, cuando el genio de Bonn tenía 40 años y estaba sumamente preocupado por su

sordera. Sólo con 4 notas elaboró el motivo inicial, que se repite a lo largo de los 4

movimientos que la integran (Allegro con brio/ andante con moto/ Scherzo- Trío-

scherzo/ Allegro- Presto). La versión ofrecida por la Sinfónica de Lucerna fue

brillante desde todo punto de vista: impecables solos instrumentales, sonido compacto

cuasi prístino, soberbia labor por parte del director y, por sobre todas las cosas, con todo

el ímpetu y la pasión característicos del espíritu beethoveniano. Una de las mejores

versiones de este clásico de clásicos que esta cronista escuchó en su vida y otra ovación

de aplausos para la orquesta y el director, quienes decidieron ofrecer un bis: una versión

descollante de la archiconocida Danza Húngara n°5 de Brahms, que sonó

auténticamente gitana. No obstante, el público quería más: por dicho motivo, Michael

Sanderling anunció el siguiente bis: NIMROD de las Variaciones ENIGMA, de Sir

Edward Elgar. Otra interpretación sublime, llena de finura y sutilezas, que sació el

apetito sonoro de la audiencia y que culminó con otra lluvia de aplausos y vítores.

Una vez más, el Mozarteum Argentino lo hizo posible. Volvió a marcar su nivel

brindando la excelencia y la calidad de los intérpretes invitados en la presente

Temporada. Y. como siempre, es sumamente difícil para el periodista especializado

encontrar las palabras necesarias cuando todo ha salido perfecto al momento de escribir

una nota. En este caso, brillante de punta a punta.

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