La Sinfónica en consolidado retorno a Las Condes…
Por Jaime Torres Gómez
La continuidad de actividades del Teatro Municipal de Las Condes cada vez
valida su indispensable presencia en la oferta de espectáculos en Santiago.
Con una inteligente línea curatorial ante lo diverso, se ha logrado
fidelizar un amplio espectro de público. Y en este contexto, se destaca la creciente
demanda por presentaciones de música docta.
Dentro de las alianzas con diversas instituciones, exitoso ha sido el convenio con
el CEAC de la Universidad de Chile, facilitando la presencia sistemática de
la Sinfónica Nacional, dependiente de dicha casa de estudios.
La última presentación en el TMLC -con una alta afluencia de público, como es
recurrente en las presentaciones de la Sinfónica en dicho espacio- contempló el
retorno del talentoso director español Francois López Ferrer, a quien no se le
veía hacía varios años luego de haber sido Director Asociado de esta agrupación.
Con una sólida formación musical, López Ferrer ostenta una interesante carrera
como invitado en orquestas europeas y norteamericanas, siendo del todo
interesante verlo ahora con mayor experiencia.
La función presenciada correspondió a la segunda, no jugando a favor el apoyo
acústico Constellaton del Municipal lascondino -puntualmente en la primera parte
del programa-, con una desbocada intensidad sonora y no adaptada al
carácter propio de las obras (de mayor intimidad), no proveyendo debidos
balances más dificultades en percibir texturas y matices, traducido en
distorsionadas versiones del maestro invitado…
Los últimos resultados del Constellation en el TMLC (a diferencia del año pasado,
con espléndidas experiencias), instan a reenfocar las pruebas acústicas previas, al
ser cada obra un mundo en sí mismo, ameritando un tratamiento específico (no
estandarizado) que propenda hacia un buen resultado artístico.
No obstante la limitación señalada, pudo calibrarse, en lo macro, la entrega de
las Tres Tonadas del destacado compositor nacional Pedro Humberto
Allende (1885-1959) como en la Quinta Sinfonía de Franz Schubert.
En el caso de las escasamente ofrecidas Tonadas de Allende, son parte de las 12
originales para piano, de las que el compositor orquestó algunas para cuerdas. En
el caso de las ofrecidas, correspondieron a las N° 10,11 y 12, al parecer también
orquestadas por el mismo Allende. Y no obstante su densidad orquestal, se da un
refinado manejo de texturas y transparencias, sin duda influenciadas por la
estética impresionista subyacente, propia de buena parte de la producción
allendina. La versión de López Ferrer, de correcto armado, aunque difícil asimilarla
mejor ante los “inmisericordes decibeles” del Constellation, no favoreciendo una
adecuada percepción de balances, acentos y voces internas…
Luego, una conceptualmente acertada versión de la Quinta de Schubert, obra de
cautivante amabilidad y atípica en la producción del genial compositor austríaco
(de “económico orgánico” al prescindir de clarinetes, trompetas y timbales, e
incluso sin mayor requerimiento de cuerdas). Si bien López Ferrer brindó
amabilidad de discurso global, no fue ideal ocupar un excesivo contingente de
cuerdas, máxime al verse inorgánicamente amplificado por la mala aplicación del
Constellation, traduciéndose en una versión de grueso espesor, no obstante una
idiomática adopción de tempi y musicales fraseos.
Feliz y “milagrosamente”, la segunda parte subsanó ciento por ciento las
“aberraciones” sonoras de marras, presenciándose, sin alteraciones, las bondades
de una formidable versión de la Misa Solemne a Santa Cecilia, de Charles
Gounod. Del todo oportuno haber programado esta magnífica obra luego de
muchos años de ausencia. Y como es recurrente en Gounod, esta Misa es de una
honestidad de contenido de irrefrenable audición ante su belleza y enjundia
melódica, notable manejo de la armonía más la íntima correlación texto-música, a
pesar del “jocoso” agregado final del Himno “Domine Salvum”, aludiendo al
emperador Napoleon III, de prosopopéyico carácter, aunque reemplazado luego
por una oración por la Patria…
La versión firmada por López Ferrer, absolutamente triunfal en todo orden,
obteniendo lo mejor de la Sinfónica en carácter, balances, texturas, matices y
belleza de sonido, asimismo gran entrega del Coro Sinfónico de la Universidad
de Chile (dirigido por Juan Pablo Villarroel) y del excelente trío de solistas con la
soprano Andrea Aguilar, el tenor Felipe Gutiérrez y el barítono Arturo Jiménez,
todos hoy en día en sus mejores momentos de sus carreras. Gran y justo
reconocimiento del numeroso público a la gran entrega.
En suma, una nueva y consolidada presentación de la Sinfónica Nacional en el
Teatro Municipal de Las Condes, con un entusiasta y numeroso público fidelizado,
más una buena oportunidad para apreciar los avances de un director con gratos
recuerdos de su residencia como Asociado de la decana orquestal del país…
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