Muy buen concierto del Festival Holst- Orff a cargo del Ensamble Lírico Orquestal
INTERESANTES VERSIONES ESCENIFICADAS DE OBRAS
MAESTRAS
Martha CORA ELISEHT
Fundado en 2002, el Ensamble Lírico Orquestal es una de las instituciones más
importantes del país en materia de producciones independientes de ópera y conciertos
sinfónico- corales. Esta vez, la entidad dirigida por Gustavo Codina y Cecilia Layseca
decidió montar un espectáculo escenificado con obras de dos de los compositores más
representativos del siglo XX: Gustav Holst (1874-1934) y Carl Orff (1895-1982), que se
representó en Julio del corriente año y, a pedido del público, se realizó una función
extraordinaria el domingo 1° del corriente en el Auditorium de Belgrano, donde se
brindó el siguiente programa:
- “LOS PLANETAS” (versión original para dos pianos)- Gustav HOLST (1874-
1934)
- “CATULLI CARMINA” (Ludi Scaenic)- Carl ORFF (1895-1982)
La producción contó con la participación de los siguientes artistas:
LOS PLANETAS:
- Gustavo CODINA y Esteban DE BARDECI (pianos)
- Compañía CABA (Ballet): Ángeles Moar, Carolina Auce, Felipe Werbach,
Lucas Papalardo, Laura Gerolimetti, Miel Solda, Pablo Iván Sandoval, Rocío
Juri.
- Coreografía: Luciano GABUIO
- Diseño visual: Gabriela BALDONI
CATULLI CARMINA:
- Matías TOMASETTO (Catulo)
- Pamela ROSENSTOCK (Lesbia)
- Coral Ensamble y Coro Polifónico de la Universidad de Morón
- Gustavo CODINA y Esteban DE BARDECI (pianos)
- Grupo de percusión: Israel López, Juan Tesone, Leandro Palma, Mauricio
Vilche, Nahuel Domínguez, Ruth Palacio.
- Bailarines: Carolina Auce, Laura Gerolimetti, Lucas Papalardo, Miel Solda,
Pablo Iván Sandoval.
- Diseño visual: Mariano LONGO
- Dirección musical: Guillermo TESONE
Por otra parte, la producción contó con la siguiente ficha técnica: puesta en escena,
diseño espacial y de vestuario de Raúl Marego; vestuario a cargo de Diana Fiaschi y
dirección escenotécnica de Gonzalo Berdes.
Debe ser una de las pocas ocasiones donde se ha escuchado la versión original para
dos pianos de LOS PLANETAS. Holst la compuso entre marzo y abril de 1913 durante
un viaje en Mallorca en compañía de su amigo y benefactor Henry Gardiner, el
compositor Arnold Bax y su hermano, el escritor Clifford Bax. A causa de una
discusión sobre astrología, Holst demostró su interés por el tema y se transformó en un
perfecto intérprete de horóscopos. Luego de este viaje, escribió: “Sólo estudio cosas
que me sugieran música. Luego, recientemente, el carácter de cada planeta me sugirió
muchas cosas y estudié astrología bastante de cerca”. En aquel entonces, Holst estaba
preocupado por una neuritis crónica que padecía su padre en el brazo derecho y, por lo
tanto, le costaba mucho poder componer una sinfonía. Por lo tanto, el hecho de
componer una suite sobre los 7 planetas conocidos hasta aquel entonces (Mercurio,
Marte, Venus, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) con un personaje separado para cada
movimiento fue para él una fuente de inspiración. Precisamente, es en esta versión para
dos pianos donde se aprecian los detalles que darán lugar a la monumental orquestación
que posee esta obra (198 páginas). Y, pese a que Mercurio es el planeta más cercano al
Sol, decidió comenzar la suite con Marte para elaborar mejor y más dramáticamente el
material musical. Para ello, contó con la ayuda de dos colaboradores: Vally Lasker y
Nora Day, quienes eran sus colegas en St. Paul´s Girl School, donde se desempeñaba
como director de música. Le tomó dos años componerla y su estreno tuvo lugar en
Londres en 1918 bajo la dirección de Adrian Boult en un concierto íntimo para 250
personas. Hubo que esperar hasta 1920 para que se representara en forma completa con
el autor al podio, transformándose rápidamente en un suceso rotundo hasta la
actualidad. Se la considera la fuente de inspiración para el desarrollo de música de
películas relacionadas con los viajes al espacio -La guerra de las galaxias, entre otras,
que posee la misma cadencia que el inicio de Marte-.
La presente versión contó con proyección de video y escenificación mediante una
coreografía con muchos elementos de danza contemporánea, que representaban los
subtítulos de los diferentes planetas: Marte (portador de la guerra), por guerreros y
doncellas vestidos de rojo; Venus (portadora de la paz), vestida de blanco y echando un
manto de piedad a los caídos durante la guerra. La bailarina solista lo ejecutó con una
esfera -en alusión a la paz en el mundo-, mientras que Mercurio (el mensajero alado)
permitió mayor expresividad de movimientos a las bailarinas por tratarse de un
allegretto grazioso, mientras que el bailarín solista de Júpiter (portador de la alegría)
descolló por su plasticidad, gracia y soltura sobre el escenario, acompañado de una
pelota de colores. En Saturno (portador de la vejez) el bailarín solista tuvo que actuar
moviéndose lentamente -por momentos, cayendo en la espasticidad-, mientras que
Urano (el mago) también permitió que los bailarines se luzcan en el allegretto grazioso
que lo caracteriza. Por último, Neptuno (el místico) fue interpretado por un niño
jugando con una pelota, impecablemente vestido de blanco, rodeado de bailarinas (en
reemplazo del coro femenino característico de este movimiento). La interpretación de
los dos pianistas fue perfecta, al igual que la proyección de video -que condecía con los
colores de los vestidos y los elementos utilizados en cada movimiento-. Una versión
diferente de lo que una está acostumbrada a escuchar y con una puesta en escena muy
efectiva, que fue muy aplaudida por el público.
A raíz del éxito obtenido con CARMINA BURANA, en 1941 Carl Orff decide
componer CATULLI CARMINA sobre textos del poeta latino Cayo Valerio Catulo (84-
54 AC), que forma parte del tríptico Trionfi junto a CARMINA BURANA (1937) y El
Triunfo de Afrodita (1953). Se trata de una cantata escénica para dos solistas, coro
mixto, cuatro pianos y un ensamble de percusión que narra el amor de Catulo por
Lesbia (Clodia, esposa de un cónsul romano), que experimenta con la sucesión de frases
y ritmos sincopados -al igual que en su predecesora-, pero llevando ese juego aún más
lejos. En la presente versión, sólo se usaron dos pianos, abundante percusión y la
escenificación se completó mediante participación del coro, bailarines y una proyección
de video con traducción simultánea del latín al castellano. Se inicia con un preludio
(Praelusio) donde los jóvenes desean oír los poemas de Catulo. El coro flirtea sin pudor
con palabras sexualmente explícitas, acompañados por los pianos y la percusión.
Posteriormente, se representa Odi et Amo (Te odio y te amo) en 3 actos, donde los
solistas actúan junto al coro a capella; es decir, sin música. En el 1° acto, Catulo canta
su amor por Lesbia, pero ésta no le corresponde con fidelidad. En el 2° acto, mientras el
protagonista duerme, Lesbia tiene juegos lascivos con amigos comunes. Esto provoca el
rechazo por parte del protagonista al despertar de su sueño en el 3° Acto. Por último, el
coro cierra la obra con el epílogo (Exodium), donde vuelve a entrar el acompañamiento
musical y retoma el tema inicial. Mientras los jóvenes insisten en hablar de amor, los
viejos versan sobre la inmadurez y mencionan que, independientemente del resultado,
siempre se debe experimentar en materia amorosa. Muy buenas actuaciones de los
solistas Marcos Tomasetto y Pamela Rosenstock como Catulo y Lesbia
respectivamente, mientras que tanto el cuerpo de baile, el ensamble instrumental y -
sobre todo- la actuación de los coros fue soberbia, con un muy buen equilibrio vocal. El
mejor momento estuvo a cargo de los bajos en el 2° acto marcando el sermón
anteriormente mencionado. La proyección de video mediante escenas románticas – por
momentos, eróticas- estuvo muy bien lograda, sin caer en lo vulgar. La excelente
dirección y marcación de Guillermo Tesone completó una producción sumamente
cuidada en todos los detalles, que valió un notorio aplauso al final. Cecilia Layseca
aprovechó la oportunidad no sólo para agradecer la presencia del público, sino también
al cuerpo técnico que hizo que este espectáculo de alta calidad fuera posible.
Siempre es muy bueno concretar este tipo de proyectos con obras de grandes autores
que quizás no sean tan conocidas por el común del público ni tan representadas, pero
que son sumamente interesantes. Cuando se cuenta con una producción muy cuidada y
con intérpretes de gran jerarquía, la magia se hace realidad.
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