Créditos: Prensa del Teatro Colón, Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli
UNA EMBAJADA ARTISTICA
PARA UN IMPORTANTE ACONTECIMIENTO
Teatro Colón,
temporada 2023. Función Extraordinaria. Actuación de The Geidai
Philarmonia Orchestra Tokyo, Director: Kazuki Sawa. Solista: Eitetsu Hayashi
(Wadaiko [Tambor Japones]). Programa: Obras de Smetana, Matsushita y Brahms. 06
de Diciembre de 2023.
NUESTRA OPINION: BUENO
Durante el corriente año, el Imperio Japonés y la República
Argentina celebran el 125º aniversario del establecimiento de relaciones
diplomáticas. Dícese que los primeros inmigrantes nipones de los que se tenga
constancia en Ntro. territorio fueron ubicados allá por 1886. Varios hitos
mutuos tuvieron lugar hasta el presente, pero el más significativo es el
tratado de migración de 1961 firmado en Tokyo durante la gira del Presidente
Constitucional Argentino Dr. Arturo Frondizi, cuya entrada en vigor tuvo lugar
en 1963. Por ambas partes se registraron visitas de artistas, deportistas,
delegaciones comerciales e incluso militares (En 1903 Argentina adquirió a
Japón dos acorazados de la época aquí conocidos como Moreno y Rivadavia. En
recuerdo del primero hasta se compuso una célebre marcha militar). Para
celebrar esta feliz circunstancia, se ofreció un concierto en el Teatro Colón de Buenos
Aires en el que se presentó la Geidai Philarmonia Orchestra Tokyo, agrupación originada en la Universidad de Bellas Artes y Música de
Tokyo, en 1898 (También cumple 125 años) en la Tokyo Music School, la que luego
viró hacia la actual universidad. Para tener una idea cabal, esta orquesta
estrenó en Japón las sinfonías Nºs. 5 y 9 de Beethoven y la Nº 6 “Patética” de
Tchaickovsky. La agrupación se presentó
bajo la dirección del Mtro. Kazuki Sawa, quien además de Director de Orquesta
es Violinista, reconocido músico de
cámara y actualmente es profesor emérito de la Universidad de las Artes, tras
haber sido Presidente de la misma y Decano del Departamento de Música.
La programación ofrecida la constituyeron dos
obras de “punta” conocidas por todos: “El Moldava” (integrante del ciclo “Ma
Vlast” [de mi Patria]) de Bedrich Smetana y la 4ª Sinfonía en Mi menor, Op. 98
de Johannes Brahms, mientras que en el centro se produjo un estreno absoluto en
la Argentina cual es “Hi-Ten-Yu” para Tambor japonés y Orquesta de Itsao
Matsushita. Llamó poderosamente la atención la ausencia de música argentina, en
momentos en que cada vez con mayor frecuencia las orquestas de primer nivel
mundial ofrecen obras de Alberto Ginastera y Astor Piazzolla (máxime en el caso
de este último con la devoción que los japoneses profesan por el tango). Así
como en los últimos tiempos van ganando más protagonismo nombres como Osvaldo
Golijov y Esteban Benzecry (En el caso de este último su mono-opera “Garasha”
inspirada en una historia en el Japón del 1500 se estrenó en tierra nipona con
rotundo éxito). También el hecho de que el programa de mano recibido, tanto
como la gacetilla de prensa, tuvieron carencia total de comentarios, sobre todo
de la obra japonesa ofrecida en estreno, en momentos en que un público
mayoritariamente neófito, integrado fundamentalmente por japoneses y
descendientes de los mismos, seguramente pisaba el Colón por vez primera. Me provocó
mucha pena esta situación. Además debería observarse el hecho que traer una
agrupación de arriba de 75 músicos con un traslado aéreo que como mínimo debe
haber insumido al menos 36 horas de viaje y con una diferencia horaria de 12
horas por un solo concierto sin la posibilidad de ofrecer al menos uno más es
un verdadero despropósito.
Entrando de lleno en la música escuchada, se
apreció una interesante lectura de “El Moldava” de Smetana a partir de la
elegancia originada en los gestos del Mtro. Sawa, haciendo honor a sus
conocimientos surgidos como instrumentista y desde la música de cámara, hecho
que motivó una excelente respuesta de las cuerdas del conjunto. Sin embargo se
apreció un sonido excesivamente “forte”
en el timbal, característica que se mantuvo en casi todo el concierto y que por
momentos conspiró con todo lo bueno desarrollado por el resto del conjunto.
El punto más alto de la noche se produjo con
la interpretación de “Hi-Ten-Yu” para tambor japonés de Isao Matsuyita con la
participación del solista Eitetsu Hayashi.
De lo poco que se ha hallado sobre el compositor es que es un vasto creador de
canciones las que han llegado a los registros grabados. Aquí parte con un
instrumento que es empleado en la música tradicional japonesa. Eitetsu Hayashi
es un profesional de vastísima trayectoria, el que por muchos años formó parte
del conjunto soporte del Ballet “Kodo”, el que años atrás se presentó en el ciclo
del Mozarteum Argentino en el Teatro Coliseo en tiempos del Colón cerrado por
el “Masterplan” y del cual el tambor
Wadaiko es fundamental en la música que se emplea en las danzas. Este solista
muestra una condición física envidiable, ya que la interpretación surge desde la
entrega física, la música parte de los planos más bajos hasta estallar un “fortísimo”.
La orquesta se integra como sostén con una intervención uniforme, hasta que
tras un grito emanado desde lo gutural por parte del solista estalla el
conjunto todo atacando una melodía por momentos demoledora, tras lo cual
retorna la calma y la música tanto desde el solista como de la orquesta se va
extinguiendo de manera paulatina. Debe decirse que el Colón “rugió” con el final
de la obra aclamando a los intérpretes y a la tercera salida se produjo la
aparición del solista junto a otros dos jóvenes instrumentistas para abordar
otra obra de similares características en la que la energía domina y la entrega
de los solistas fue total. Tras largas ovaciones se llegó al intervalo.
La parte final nos trajo una apenas correcta
versión de la Cuarta de Brahms en donde llamaron mi atención algunas pifias y
el hecho de que más allá de los gestos del director que pedía enfatizar las
sutilezas, estas quedaron por alguna razón a mitad de camino. Más allá de que
la idea de la obra era la correcta, la misma no se plasmó por completo en esta
versión. Sin embargo, el público sostuvo
el aplauso y tras varias salidas del Mtro. Sawa al escenario, este concedió un
único bis: la “Rapsodia para Orquesta” de Yuzo Toyama, la que seguramente se
escuchó por primera vez en la Argentina por intérpretes netamente japoneses con
un brillante despliegue de energía que hizo delirar a la sala, para que todos,
Orquesta, Director y Solistas visiblemente conmovidos salieran una última vez a
agradecer el fervor de la gente.
Donato Decina
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