lunes, 6 de mayo de 2024

 Excepcional concierto de Juan Pérez Floristán y Tobías Volkmann con la Filarmónica


PRECISIÓN, DINAMISMO Y VERSATILIDAD


Martha CORA ELISEHT


El Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) no sólo

se ha transformado en una atracción para deleite del numeroso público -tanto local

como extranjero- que asiste al Teatro Colón los sábados por la noche, sino también en la

carta de presentación de una generación de nuevos artistas. Prueba de ello ha sido el

concierto ofrecido el pasado sábado 4 del corriente, bajo la dirección del brasileño

Tobías Volkmann y la participación del pianista español Juan Pérez Floristán como

solista para brindar el siguiente programa:

- Concierto n°1 para piano y orquesta en Re bemol mayor, Op.10- Sergei

PROKOFIEV (1891-1953)

- Rhapsody in Blue- George GERSHWIN (1898-1937)

- “El Mar” (tres bocetos sinfónicos para orquesta)- Claude DEBUSSY (1862-

1918)

Llama la atención la inclusión en el programa de dos obras para piano de

compositores tan disímiles como Gershwin y Prokofiev, dado a que el único común

denominador de las obras comprendidas en el mismo es el siguiente: sus autores

vivieron entre el siglo XIX y el XX y las tres fueron compuestas a principios del último

siglo (La Mer, entre 1903 y 1905; el concierto n°1 de Prokofiev, en 1911 y la célebre

Rapsodia de Gershwin, hace un siglo, en 1924). No obstante, las tres marcaron un punto

de partida por su originalidad y fueron el marco perfecto para que tanto director como

solista hicieran su debut sobre el escenario del Colón. Asimismo, el título de esta

crónica resume las tres características principales del concierto: precisión, dinamismo y

versatilidad.

El Concierto n°1 en Re bemol mayor, Op.10 fue compuesto cuando Prokofiev tenía

20 años y todavía era estudiante en el Conservatorio de San Petersburgo. Se estrenó en

1912 con el compositor como solista y llamó la atención por su marcado sarcasmo, su

ironía y estilo vertiginoso de composición, marcando un nuevo estilo y un lenguaje

pianístico diferente. Sus tres movimientos (Allegro brioso/ Andante assai/ Allegro

scherzando) se ejecutan sin interrupción y está escrito en forma sonata, donde la

introducción se repite luego de la exposición y regresa al final. El bellísimo Andante

assai central ofrece calidez y está considerado un cuasi medio movimiento, que

desemboca en el Allegro scherzando final, donde regresa a la tonalidad inicial y expone

en forma de scherzo los motivos fundamentales descriptos en el movimiento inicial.

Pérez Floristán deslumbró por ser un pianista joven, dinámico, enérgico, con una muy

buena pulsación y una digitación veloz, que le permitieron resolver con una asombrosa

precisión los arpegios, trinos, arabescos, cadencias y pasajes a gran velocidad. Por su

parte, Tobías Volkmann resultó ser un director versátil y sumamente preciso, que se


destacó por una impecable marcación en las entradas de los diferentes instrumentos. Su

labor se vio coronada por numerosos aplausos y vítores por parte del público.

Tras un breve intervalo y la afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier

Inchausti, ambos intérpretes tomaron sus puestos sobre el escenario para interpretar la

celebérrima rapsodia de Gershwin, la obra más conocida del compositor estadounidense

y la que lo catapultó a la fama como compositor sinfónico. Su estreno tuvo lugar en el

Aeolian Concert Hall de New York en 1924 con el mismo Gershwin al piano. La obra se

inicia con un bellísimo glissando a cargo del clarinete solista que, precisamente, es la

única parte de la rapsodia que Gershwin no escribió, sino que lo tomó del clarinetista

Ross Gorman. Posteriormente, la fanfarria a cargo de los trombones, clarinete y

trompetas con sordina previa a la entrada del piano sonó sumamente precisa de la mano

de Jonathan y Matías Bisulca, al igual que Mariano Rey en el solo de clarinete inicial,

que sonó con su característico tinte jazzístico. La versión ofrecida por la Filarmónica fue

de gran jerarquía y sorprendió por su versatilidad, sonando como si fuera una auténtica

orquesta estadounidense. Por su parte, el solista hizo gala de su pulsación y digitación

en los pasajes que combinan la sucesión de arpegios con trinos y síncopa, ofreciendo no

sólo una versión magistral, sino que también hizo alguna improvisación en los solos con

la melodía del Preludio para piano n°2 del mismo compositor. Tal así fue, que el Colón

estalló en aplausos y vítores tras su interpretación. Posteriormente, se dirigió al público

para demostrar su agradecimiento tocando un bis: la Segunda Danza Argentina de

Ginastera, que sonó auténticamente vernácula.

Claude- Achille Debussy compuso La Mer (tres bocetos sinfónicos para orquesta)

en 1903 como consecuencia de la estancia del compositor en Eastbourne (Canal de la

Mancha) entre 1903 a a1905, fecha de su estreno en París por la orquesta Lamoreux,

bajo la dirección de Camille Chévillard. Debido a su gran complejidad orquestal, no fue

bien recibida al principio, pero con el correr del tiempo, se transformó en una de las

obras más conocidas y ejecutadas del genio de Saint Germain en- Laye. Tal como su

nombre lo indica, se trata de tres impresiones sobre el mar (Del alba al mediodía en el

mar (Très lent), en Si menor/ Juegos de olas (Allegro), en Do sostenido menor y

Diálogo entre el viento y el mar (Animé et tumultueux), en Do sostenido menor) que, si

bien su autor las denominó “tres bocetos sinfónicos”, posee la estructura de una

sinfonía, que permite que se luzcan todas las secciones de instrumentos y los principales

solistas de cada una de las mismas. Una ha escuchado innumerables versiones de este

clásico del impresionismo francés -desde Daniel Barenboim con la Orquesta de París o

la magistral versión de Serge Baudo junto a la Filarmónica en 1980-, pero la versión

de Tobías Volkmann fue excelente. Una vez más, la agrupación sinfónica demostró su

versatilidad y pasó a sonar como una auténtica orquesta europea. Hacía rato que una no

escuchaba una versión tan perfecta de esta magnífica obra por parte de una orquesta

argentina y el Colón volvió a estallar en aplausos y vítores tras su ejecución.

Es muy interesante poder apreciar un auténtico semillero de artistas muy jóvenes y

talentosos que están formando parte del Ciclo de Abono de la Filarmónica en la presente

temporada y que poseen un futuro muy promisorio. La orquesta crece en calidad de

sonido y versatilidad en forma exponencial para reafirmar su bien ganado prestigio.

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