lunes, 13 de mayo de 2024

 

LO NUEVO, LO INFRECUENTE Y LO VIGENTE

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2024. Concierto. Director Invitado: Carlos David Jaimes. Solista: Lilia Salzano (Piano). Programa: Obras de Figueiras, Saint-Säens y Tchaikovsky. Auditorio Nacional, 10 de Mayo de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Una nueva presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional tuvo lugar el pasado Viernes 10 del Cte. La Dirección de este concierto le cupo al Mtro. Carlos David Jaimes, joven conductor quien se desempeña al frente de la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires y la participación solista  a cargo de la siempre muy solvente pianista santafesina Lilia Salzano.

 

  En el  inicio se pudo apreciar el estreno mundial de “Durante el Crepúsculo” de Juan Carlos Figueiras, acaso uno de los más prolíficos compositores de los últimos años, quien viene estrenando obras con mayor asiduidad. La estructura es muy parecida a  su más reciente estreno, “La Frontera”, cuya opinión sobre la misma fue vertida en la crónica correspondiente al concierto celebratorio del trigésimo aniversario de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional “Libertador General San Martín” hacia quién fuera dedicada, al igual que a su titular, Mario Benzecry. Obra de un gran discurso inicial, con una sección central de corte “camarístico” en donde las maderas tienen un rol fundamental y una recapitulación del primer tema en donde tanto como al inicio, la trompeta tiene participación preponderante. Como también ocurre mayoritariamente en la producción de Figueiras, la obra está compuesta en forma tonal y el público la recibió gratamente con un cerrado aplauso a modo de rubrica con el compositor llamado al escenario.

 

Hay que reconocerle a Lilia Salzano su capacidad y tesón para preparar obras lamentablemente poco frecuentadas en los programas de concierto. En esta oportunidad, la gran intérprete santafesina cautivó al auditorio con una esmeradísima versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 5 “Egipcio” de Camille Saint-Säens. El gran creador galo, invitado por la corte del país del Nilo, halló en la música  y en las maravillas naturales del lugar suma inspiración que logró plasmar en el pentagrama en el segundo movimiento en donde las inconfundibles melodías del medio oriente son el vehículo con el cual Saint-Saëns  ofrece instantes de suma vibración, expresividad y magnífico manejo de la paleta orquestal. En tanto los dos movimientos “de punta” son mucho más reconocibles  en cuanto a los manejos melódicos y la intensidad de su música. Salzano desplegó un verdadero trabajo de orfebrería tanto en la seguridad de su digitación, precisión en los ataques, verdaderas sutilezas en el difícil segundo movimiento y un total entendimiento con el Mtro. Jaimes y la Orquesta, quienes a su vez brindaron un muy buen acompañamiento.  Todo esto se vio coronado con una sostenida ovación del público entre el cual pudo percibirse la presencia de habitués del Teatro Colón quienes no siempre concurren a los conciertos del Auditorio Nacional, lo que  habla a las claras de la importancia que la velada tuvo entre los melómanos de fuste.

 

  Sabido es que es parte fundamental del repertorio de Lila Salzano la obra pianística de Don Carlos Guastavino. En un bis no podía estar ausente entonces una obra de este gran creador y fue la Cantilena Nº 1 vertida por la intérprete con sensibilidad a flor de piel.

 

 

  La parte final estuvo reservada e la cuarta sinfonía en  fa menor Op. 36 de Tchaikovsky, la misma que 24 horas más tarde de manera inexplicable también interpretaría la Filarmónica porteña a 15 cuadras en línea recta en la Usina del Arte. Jaimes logró una correcto empaste sonoro a lo largo de la obra, sostuvo la tensión obtuvo muy buenas respuestas en maderas y cuerdas, mantuvo en equilibrio a los bronces y solo hubo que notar algún desborde de percusión que los propios maestros de ese sector deberían analizar, si es que hay algún registro disponible. De cualquier forma la versión fue aceptable y el público se retiró sumamente conforme luego de este verdadero “Oasis” para el alma.

 

Donato Decina

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