Diferentes instantes del concierto brindado por el Coro Polifónico Nacional el oasado día Miércoles 03 de Julio en el Auditorio Nacional.
Espléndido concierto con obras de Fauré por el Coro Polifónico Nacional en el CCK
MUCHO MÁS QUE UN MERECIDO HOMENAJE
Martha CORA ELISEHT
El 2024 es un año donde se rinde homenaje a compositores ilustres de la música
clásica y la ópera con motivo del bicentenario de su nacimiento (Anton Bruckner) o
sesquicentenario de su natalicio (Arnold Schönberg). Además de cumplirse el
centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini, durante el transcurso del corriente año
también se conmemora el de Gabriel Fauré (1845-1924), motivo por el cual se realizó
un concierto en su homenaje a cargo del Coro Polifónico Nacional el pasado miércoles
3 del corriente en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la
dirección de Antonio Domeneghini. Participaron como solistas la soprano Laura
Delogu, el barítono Alejandro Spies y, como pianista y organista acompañante, Claudio
Santoro para ofrecer el siguiente programa:
- Pavana en Fa sostenido menor, Op.50 (sobre texto de Robert Montesquiou-
Fézensac)
- Cantique de Jean Racine, Op.11
- Réquiem en Re menor, Op.48 (versión para solistas, coro y órgano)
El concierto se dividió en dos partes: en la primera parte, la mitad de los integrantes
del Polifónico cantó la mencionada Pavana en Fa sostenido menor y luego, la otra
mitad ingresó al escenario del Auditorio Nacional mientras el resto se iba retirando para
interpretar el Cantique de Jean Racine. Ambas obras fueron acompañadas
magistralmente por Claudio Santoro al piano. La Pavana, Op.50 fue compuesta
originalmente para pequeña orquesta en 1887 y dedicada a la condesa Elisabeth
Greffulhe, famosa por su belleza y elegancia. Precisamente, fue ella quien le sugirió que
compusiera un texto para coro mixto a 4 voces. Inmediatamente, Fauré se contactó con
su primo -Robert Montesquiou- Fézensac-, quien compuso el texto que hoy se conoce.
El estreno de esta versión tuvo lugar durante un concierto de la Societé Nationale en
1888 y ha servido como fuente de inspiración para diversos compositores; entre otros,
Maurice Ravel, cuya Pavana para una infanta difunta está basada en la homónima de
su maestro (Ravel era alumno de Fauré en el Conservatorio de París). El Polifónico
estuvo muy bien preparado, con un perfecto equilibrio entre las voces y la versión se
caracterizó por ser precisa y exquisita.
A diferencia del Réquiem y la Pavana, el Cantique de Jean Racine, Op.11 es una
obra de juventud sobre la paráfrasis del himno pseudo ambrosiano “Verbe égal au Très-
Haut”, escrita por Racine (1639-1699) para los maitines del martes (Consors paterni
luminis). Fauré la compuso entre 1864 y 1865 cuando todavía era estudiante en la École
Niedermeyer a los 19 años y ganó el primer premio. Su estreno tuvo lugar al año
siguiente y se inicia con un canon a 4 voces (bajos/ tenores/ altos/ sopranos), donde el
coro puede estar acompañado por el piano o el órgano. En este caso, se utilizó el piano y
la intervención del Coro también fue magistral; sobre todo, en los pianissimi, con un
gran desempeño.
El plato fuerte del concierto fue el Réquiem en Re menor, op.48 (“Petit
réquiem”), compuesto cuando el músico se desempeñaba como organista de la Iglesia
de La Madéleine en París en 1887 y estrenado en dicho templo en 1888. Posteriormente,
la obra sufrió una evolución que duró 13 años y se publicó su última revisión en 1900
con las siete partes que lo componen (Introit et Kyrie/ Offertoire/ Sanctus/ Pie Jesu/
Agnus Dei/ Libera me/ In Paradisum). La genialidad de Fauré consiste, precisamente,
en omitir el Dies Irae de este tipo de misa y añadir el responsorio In Paradisum,
proveniente del oficio de difuntos. Por lo tanto, desaparece el horror apocalíptico de la
ira de Dios y ofrece una visión más plácida del reino de los cielos, lo que le brinda un
toque mucho más romántico.
Con respecto de su obra, el compositor escribió lo siguiente: «Se ha dicho que
mi réquiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado "un
arrullo de la muerte". Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz
liberación, una aspiración a una felicidad superior, antes que una penosa experiencia.”
…” quizás también he querido yo escapar del pensamiento más habitual, ¡después de
tantos años acompañando al órgano servicios fúnebres! Me lo sé todo de memoria. Yo
quise escribir algo diferente». Originalmente, se compuso para órgano, coro, violines,
timbales y arpa, pero en la presente versión, el órgano Kreis brindó el marco de
majestuosidad que un Réquiem necesita. El acompañamiento de Claudio Santoro fue
sublime, al igual que todas y cada una de las intervenciones del Coro. Por su parte,
Laura Delogu brindó una angelical versión del Pie Jesu merced a su muy buen dominio
de los pianissimi, mientras que Alejandro Spies puso su voz al servicio de la melodía en
el Offertoire y Libera Me de manera celestial. De más está decir que Antonio
Domeneghini posee un profundo conocimiento de la obra, logrando una versión que
será recordada por su excelencia y calidad debido al ensamble perfecto entre solistas,
coro y acompañamiento. La ovación de aplausos y vítores fue unánime, pese a que no se
contó con una afluencia masiva de público.
Durante el transcurso del concierto, sucedieron dos eventos: se dedicó en homenaje
a la memoria del maestro Guillermo Opitz -fallecido recientemente- y tuvo lugar la
despedida del bajo Adolfo Mughdessian con motivo de su jubilación, quien fue
largamente aplaudido por parte de sus compañeros. Ha sido una de las mejores
versiones que una pudo apreciar de este célebre Réquiem y mucho más que un simple
homenaje a uno de los grandes compositores que Francia ha brindado a la humanidad,
auténtico exponente del romanticismo tardío.
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