Gran actuación de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación
TODO ES TALENTO ANTE LOS OJOS DE DIOS
Martha CORA ELISEHT
Dentro del Ciclo de Conciertos ofrecidos por la Orquesta de Cámara del
Congreso de la Nación, el pasado lunes 28 del corriente tuvo lugar un concierto
temático denominado “JERUSALÉN DE ORO” en el Salón de los Pasos Perdidos del
Congreso Nacional, cuyo repertorio estuvo integrado por obras de compositores judíos.
Bajo la dirección de Esteban Rajmilchuk y la participación de la violoncelista Mariana
Levitin en calidad de solista, la agrupación brindó el siguiente programa:
- “Kaddish” (estreno argentino)- David KORENCHENDLER (1948-2021)
- “Un americano en París” (suite de Claudio Torris)- George GERSHWIN
(1898-1937)
- Kol Nidrei para violoncello y orquesta, Op.47- Max BRUCH (1838-1920)
(transcripción de José Bragato)
- Intermezzo, Op.8- Franz SCHREKER (1878-1934)
- Sinfonía n°12 para cuerdas en Sol menor- Félix MENDELSSOHN (1809-1847)
Nacido en 1948 en Río de Janeiro, David Korenchendler ha sido un compositor muy
prolífico. Hijo de sobrevivientes del Holocausto emigrados a Brasil, estudió piano con
Lúcia Branco y Arnaldo Estrella y, posteriormente, se dedicó a la composición. Su obra
comprende 7 sinfonías, música coral sacra y secular, conciertos para piano y orquesta,
violín y orquesta y la Suite- concerto alla brasileira para oboe. Su obra Kaddish se
representó en calidad de estreno argentino y alude al típico lamento que realizan los
judíos ante la pérdida de un ser querido, donde el violoncello lleva la melodía -muy
buena labor de Paula Pomeraniec-. También se destacaron los violinistas Catriel Galván
y el concertino Pablo Pereira en la ejecución de sus solos.
Seguidamente, se presentó una suite para orquesta de cuerdas de Claudio Torris
sobre la celebérrima Un americano en París de Gershwin. El compositor
estadounidense quedó impresionado por la vida cotidiana y la vorágine de la capital
francesa, hacia donde se dirigió en 1928 para perfeccionarse con Nadia Boulanger. La
presente versión contiene los principales temas de la obra, donde las violas y los
violines reemplazan al solo de trompeta y los primeros violines toman la cadencia del
swing con contrapunto en violas, violoncellos y contrabajos, al igual que la muy buena
cadencia en trémolo de los violoncellos previa al final. Estuvo muy bien logrado y fue
sumamente aplaudida.
A continuación, la violoncelista Mariana Levitin se dirigió al público para explicar
el significado religioso del Kol Nidrei, Op.47 de Max Bruch. Es una melodía que se
interpreta en el Día del Perdón (Iom Kipur), donde se invoca a Dios por la concesión del
perdón y de las promesas no cumplidas, donde el cello imita la voz del cantor que
ofrece la liturgia en la sinagoga. Fue compuesta y estrenada en Berlín en 1881 y es la
obra más conocida de Bruch luego de su Concierto n°1 para violín y orquesta. En este
caso, se usó una transcripción para cuerdas de José Bragato, donde Mariana Levitin se
lució como solista, abarcando todo el registro del instrumento con un perfecto dominio
de trinos y fraseo. Se retiró ovacionada por el numeroso público que se dio cita en el
Salón de los Pasos Perdidos esa noche y recibió el consabido diploma que se les da a
todos los invitados de parte del Dr. Daniel Abate -Director de Cultura del Senado- y
Andrea Barbieri -Secretaria de Cultura de la Cámara de Diputados-, al igual que
Esteban Rajmilchuk en calidad de director invitado. Posteriormente, la violoncelista
volvió a tomar su lugar dentro de la orquesta en calidad de solista guía para completar la
primera parte del concierto con el Intermezzo, Op.8 del compositor austríaco Franz
Schreker, cuya música cayó en el olvido luego de la Segunda Guerra Mundial y que se
ha apuesto nuevamente en vigencia. Compuesto en 1900, posee dos temas: uno, de
carácter elegíaco y el otro, de estilo romántico, que fueron interpretados de manera
exquisita y sutil.
La obra de cierre fue la Sinfonía para cuerdas n°12 en Sol menor, la penúltima de
una serie de 13 sinfonías compuestas entre 1820 y 1823 cuando tenía entre 12 a 14 años
en calidad de ejercicios de composición. Su duración es de aproximadamente 20
minutos y posee tres movimientos: Fuga: grave- Allegro (Sol menor, 4/4); Andante (Mi
bemol mayor, 6/8) y Allegro molto (Sol menor, 4/4). Suena de manera romántica, pero,
a su vez, solemne desde el Grave inicial (de impronta händeliana) al cual, sigue una
fuga escrita a 4 voces que fusiona magistralmente el contrapunto barroco con la
polifonía clásica. La orquesta brindó una excelente versión, con gran profundidad
sonora. El Andante central en 6/8 se sitúa en la misma línea divisoria entre
Romanticismo y Clasicismo y la orquesta lo interpretó de manera sutil y refinada desde
los primeros compases. El Allegro molto final retoma el tema inicial y está compuesto
en forma sonata, al mejor estilo del concerto grosso representativo del barroco alemán,
donde el concertino Pablo Pereira se lució en el solo de violín. La marcación y
conducción de Esteban Rajmilchuk fueron muy precisas y se logró una excelente
versión, que fue muy aplaudida por parte del público.
Si bien la mayoría de las obras comprendidas en el programa fueron compuestas por
músicos de origen judío, hubo uno que era protestante (Max Bruch) y otro, convertido
al protestantismo (Mendelssohn). Todos han dejado piezas de una belleza sonora
incomparable y es un placer no sólo escuchar un estreno, sino también, descubrir la obra
de compositores muy poco conocidos en el medio local. Al fin y al cabo,
independientemente de la religión que se profese, todos son talentosos ante los ojos de
Dios.
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