sábado, 2 de noviembre de 2024

 Gran actuación de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación


TODO ES TALENTO ANTE LOS OJOS DE DIOS


Martha CORA ELISEHT


Dentro del Ciclo de Conciertos ofrecidos por la Orquesta de Cámara del

Congreso de la Nación, el pasado lunes 28 del corriente tuvo lugar un concierto

temático denominado “JERUSALÉN DE ORO” en el Salón de los Pasos Perdidos del

Congreso Nacional, cuyo repertorio estuvo integrado por obras de compositores judíos.

Bajo la dirección de Esteban Rajmilchuk y la participación de la violoncelista Mariana

Levitin en calidad de solista, la agrupación brindó el siguiente programa:

- “Kaddish” (estreno argentino)- David KORENCHENDLER (1948-2021)

- “Un americano en París” (suite de Claudio Torris)- George GERSHWIN

(1898-1937)

- Kol Nidrei para violoncello y orquesta, Op.47- Max BRUCH (1838-1920)

(transcripción de José Bragato)

- Intermezzo, Op.8- Franz SCHREKER (1878-1934)

- Sinfonía n°12 para cuerdas en Sol menor- Félix MENDELSSOHN (1809-1847)


Nacido en 1948 en Río de Janeiro, David Korenchendler ha sido un compositor muy

prolífico. Hijo de sobrevivientes del Holocausto emigrados a Brasil, estudió piano con

Lúcia Branco y Arnaldo Estrella y, posteriormente, se dedicó a la composición. Su obra

comprende 7 sinfonías, música coral sacra y secular, conciertos para piano y orquesta,

violín y orquesta y la Suite- concerto alla brasileira para oboe. Su obra Kaddish se

representó en calidad de estreno argentino y alude al típico lamento que realizan los

judíos ante la pérdida de un ser querido, donde el violoncello lleva la melodía -muy

buena labor de Paula Pomeraniec-. También se destacaron los violinistas Catriel Galván

y el concertino Pablo Pereira en la ejecución de sus solos.

Seguidamente, se presentó una suite para orquesta de cuerdas de Claudio Torris

sobre la celebérrima Un americano en París de Gershwin. El compositor

estadounidense quedó impresionado por la vida cotidiana y la vorágine de la capital

francesa, hacia donde se dirigió en 1928 para perfeccionarse con Nadia Boulanger. La

presente versión contiene los principales temas de la obra, donde las violas y los

violines reemplazan al solo de trompeta y los primeros violines toman la cadencia del

swing con contrapunto en violas, violoncellos y contrabajos, al igual que la muy buena

cadencia en trémolo de los violoncellos previa al final. Estuvo muy bien logrado y fue

sumamente aplaudida.

A continuación, la violoncelista Mariana Levitin se dirigió al público para explicar

el significado religioso del Kol Nidrei, Op.47 de Max Bruch. Es una melodía que se

interpreta en el Día del Perdón (Iom Kipur), donde se invoca a Dios por la concesión del

perdón y de las promesas no cumplidas, donde el cello imita la voz del cantor que


ofrece la liturgia en la sinagoga. Fue compuesta y estrenada en Berlín en 1881 y es la

obra más conocida de Bruch luego de su Concierto n°1 para violín y orquesta. En este

caso, se usó una transcripción para cuerdas de José Bragato, donde Mariana Levitin se

lució como solista, abarcando todo el registro del instrumento con un perfecto dominio

de trinos y fraseo. Se retiró ovacionada por el numeroso público que se dio cita en el

Salón de los Pasos Perdidos esa noche y recibió el consabido diploma que se les da a

todos los invitados de parte del Dr. Daniel Abate -Director de Cultura del Senado- y

Andrea Barbieri -Secretaria de Cultura de la Cámara de Diputados-, al igual que

Esteban Rajmilchuk en calidad de director invitado. Posteriormente, la violoncelista

volvió a tomar su lugar dentro de la orquesta en calidad de solista guía para completar la

primera parte del concierto con el Intermezzo, Op.8 del compositor austríaco Franz

Schreker, cuya música cayó en el olvido luego de la Segunda Guerra Mundial y que se

ha apuesto nuevamente en vigencia. Compuesto en 1900, posee dos temas: uno, de

carácter elegíaco y el otro, de estilo romántico, que fueron interpretados de manera

exquisita y sutil.

La obra de cierre fue la Sinfonía para cuerdas n°12 en Sol menor, la penúltima de

una serie de 13 sinfonías compuestas entre 1820 y 1823 cuando tenía entre 12 a 14 años

en calidad de ejercicios de composición. Su duración es de aproximadamente 20

minutos y posee tres movimientos: Fuga: grave- Allegro (Sol menor, 4/4); Andante (Mi

bemol mayor, 6/8) y Allegro molto (Sol menor, 4/4). Suena de manera romántica, pero,

a su vez, solemne desde el Grave inicial (de impronta händeliana) al cual, sigue una

fuga escrita a 4 voces que fusiona magistralmente el contrapunto barroco con la

polifonía clásica. La orquesta brindó una excelente versión, con gran profundidad

sonora. El Andante central en 6/8 se sitúa en la misma línea divisoria entre

Romanticismo y Clasicismo y la orquesta lo interpretó de manera sutil y refinada desde

los primeros compases. El Allegro molto final retoma el tema inicial y está compuesto

en forma sonata, al mejor estilo del concerto grosso representativo del barroco alemán,

donde el concertino Pablo Pereira se lució en el solo de violín. La marcación y

conducción de Esteban Rajmilchuk fueron muy precisas y se logró una excelente

versión, que fue muy aplaudida por parte del público.

Si bien la mayoría de las obras comprendidas en el programa fueron compuestas por

músicos de origen judío, hubo uno que era protestante (Max Bruch) y otro, convertido

al protestantismo (Mendelssohn). Todos han dejado piezas de una belleza sonora

incomparable y es un placer no sólo escuchar un estreno, sino también, descubrir la obra

de compositores muy poco conocidos en el medio local. Al fin y al cabo,

independientemente de la religión que se profese, todos son talentosos ante los ojos de

Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario