Un homenaje con genuina servicialidad…
Por Jaime Torres Gómez
La nutrida temporada de la Sinfónica Nacional de Chile ha tenido buen desarrollo,
destacándose una programación transversal y focalizada hacia públicos tradicionales
como a nuevas audiencias, traducida en repertorios conocidos (en algunos casos,
excesivamente recurridos…) como estrenos relevantes y piezas poco frecuentadas.
En este contexto, el reciente programa se enmarcó en la celebración de los 200 años
de nacimiento del gran compositor austríaco Anton Bruckner, fundamental en la
historia de la música de tradición escrita. Asimismo, y luego de dos años de ausencia,
contó como invitada a la destacada maestra chilena Alejandra Urrutia.
Inexactamente denominado “Dramatismo”, lo principal de esta presentación no fue la
primera obra contemplada, sino la Cuarta Sinfonía bruckneriana, que de ninguna
manera tiene alguna dimensión “dramática”…, como en el caso de los notables
Preludios Dramáticos del compositor chileno Domingo Santa-Cruz (1899-1987) -
clave en el desarrollo de la actividad musical del país-, que abrió el programa.
Con gran oficio, estos preludios se alejan algo de la característica estética
santacruziana, en cuanto al tratamiento contrapuntístico como en el manejo polifónico
neoclásico a lo Hindemith, y ante todo, a la profunda asimilación de la música de
Bach, de la que Santa-Cruz fue devoto…, mutando, en este caso, hacia una estética
post romántica e impresionista, encontrándose directos ecos wagnerianos y
ravelianos, e incluso honnegerianos. El desgarro expresivo alcanza umbrales de gran
visceralidad al inspirarse por los veinte años del fallecimiento de la esposa del
compositor, reflejados en sus tres partes: Presentimientos - Desolación - Preludio
Trágico. Notable dominio de la armonía, del color y la orquestación. Sin duda, una
obra de culto, lamentando lo poco que se ha ofrecido localmente en los últimos treinta
años...
La versión de la maestra Urrutia, de eficaz claridad auscultadora de una obra en sí
compleja. Excelente trabajo de texturas en Presentimientos (notable respuesta de los
cellos y violas al inicio), como una calibrada introspección en Desolación, aunque en
exceso contenido en el Preludio Trágico final. Formidable respuesta de los sinfónicos.
Y la segunda parte, adhiriendo al Año Bruckner, su Cuarta Sinfonía “Romántica”,
sin duda la de mayor popularidad. Al respecto, insoslayable consignar los cicateros
homenajes locales, evidenciando el exiguo cultivo local del repertorio bruckneriano, y
a la vez inexcusable en el caso de la Sinfónica… a diferencia de la Filarmónica, esta
última, en su momento, habiendo ofrecido la mayoría de las sinfonías de este
compositor…
De ora ascético, ora terrenal cometido, esta sinfonía es fiel reflejo de la estética
bruckeriana, respondiendo a un genuino sentido contemplativo de lo evocado por la
naturaleza, aunque en función de una sentida alabanza a Dios. De elíptica
construcción, como es recurrente en Bruckner, se plasma un cíclico discurso con
macizos trazos sonoros sintetizando terrenalidad y trascendencia, asimismo, con una
amabilidad (y calidez) de texturas de cautivante efectividad para “conectar” a oyentes
no necesariamente conocedores de este repertorio.
Sólida interpretación de la maestra invitada (versión Nowak), de conmovedora
servicialidad, dejando discurrir el torrente sonoro con entera naturalidad y claridad.
Estupendo trabajo en texturas, balances y manejo de las intensidades (debido control
de los característicos tutti, no incurriendo en destemples), amén de una acertada
adopción de tempi. Y no obstante una cabal compresión de la inmanencia discursiva,
en algunos pasajes faltó un mejor tratamiento de las dinámicas, aunque no afectando
el resultado global. Los sinfónicos, en estado de gracia, respondieron con total
profesionalismo y alta cohesión como conjunto.
En suma, una importante presentación de la Sinfónica Nacional, dando cuenta de la
solvencia de Alejandra Urrutia para un merecido homenaje a Anton Bruckner,
inapelablemente, de los más grandes compositores de la historia de la música…
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