sábado, 20 de septiembre de 2025

 

Acerca del estreno de “EL RETABLO DE LA JESENSKÁ” en el Teatro EMPIRE

 

SE HIZO JUSTICIA A LA MEMORIA DE UNA GRAN OLVIDADA

Martha CORA ELISEHT

 

            Hubo infinidad de mujeres que hicieron historia por sus contribuciones a la Humanidad en materia de artes, ciencias y escritos, mientras que otras se destacaron por su heroísmo y valentía. Y no porque fueran guerreras en materia de estrategia militar, sino porque se atrevieron a denunciar las atrocidades cometidas en tiempos de guerra o simplemente, por ponerse del lado de los más débiles en momentos sumamente difíciles a costa de arriesgar sus propias vidas. Por dicho motivo, en muchas ocasiones la historia las ha olvidado injustamente.

            Una de estas valientes mujeres fue la escritora y periodista checa Milena Jesenská (1896-1944), quien pasó a la historia como “la enamorada de Franz Kafka”, ya que no solamente tradujo al checo obras de este gran escritor como El Proceso, El Fogonero y La Condena -escritas en alemán-, sino que, además, ambos mantuvieron una nutrida correspondencia epistolar. Nacida en Praga en el seno de una familia aristocrática -su padre era médico y Profesor en la Universidad local-, estudió en el prestigioso instituto para niñas Minerva de su ciudad natal y, obedeciendo los deseos de su padre, comenzó a estudiar Medicina, pero abandonó sus estudios al poco tiempo para contraer matrimonio con el escritor austríaco de origen judío Ernst Pollack. Ambos se establecieron en Viena desafiando la voluntad paterna. Allí busca independizarse de su esposo dando clases de checo y toma contacto directo con las condiciones de vida que sufría la clase trabajadora. Comenzó a escribir una serie de reportajes y relatos sobre la vida cotidiana como corresponsal para el diario Tribuna de Praga y adquiere una conciencia de izquierda, que la marcaría por el resto de su vida. 

            En 1919 solicita autorización a Kafka para traducir al checo El Fogonero (Der Heizer) y, a partir de allí, comienza un fluido intercambio epistolar entre 1919 y 1922 que culminará con dos encuentros: uno de 4 días en Viena, y el otro, en Gmünd. A partir de 1920 comienza a ser reconocida como periodista y colaboradora de los periódicos checos Tribuna y Národni Listy e importantes revistas de Praga. Tras la muerte del escritor en 1924, Milena publicó en Viena una nota fúnebre para el diario Národni Listy  resaltando sus virtudes. Luego de 1920, salieron publicados tres de sus libros escritos en vida: Las Recetas de Milena, El camino a la simplicidad y El Monje hace al hábito. Mientras que el primero era una recopilación de recetas enviadas por sus oyentes, los dos últimos fueron recopilación de sus reportajes. Se divorció de Pollack y se trasladó a Praga, donde se casó con el arquitecto checo Janomir Krejcar y dio a luz a su hija Jena en 1928. Ambos eran miembros del Partido Comunista Checo y su esposo viajó a la Unión Soviética, de donde volvió desencantado de las arbitrariedades y crímenes de Stalin.

            Allí comenzó una etapa de profundo crecimiento profesional para Milena, pero también, trágica. Se hizo adicta a la morfina, se divorció de su marido y, si bien todavía colaboraba con la prensa comunista, denunció las purgas y la traición del régimen soviético a militantes comunistas judíos, al igual que brindaba ayuda a refugiados del régimen nazi. Luego de la ocupación de Praga, se incorporó a la lucha clandestina contra los ocupantes y, si bien no era judía, se colocó la estrella de David amarilla en señal de protesta. Escondía a judíos y a muchos soldados checos con ayuda del médico Joachim Von Zadwitzowi, quien los llevaba cerca de la frontera polaca.

Durante los años 1938 y 1939 editó el importante semanario cultural y político Presencia (Přítomnost), publicado en Praga por Ferdinand Peroutka, cuyos reportajes, artículos y reflexiones son una muestra de una mirada original y del espíritu feminista que figuran entre las mejores páginas del periodismo checoslovaco de preguerra. Sin embargo, fue detenida por la Gestapo en 1939 y recluida en el campo de concentración de Ravensbrück, donde fallece como consecuencia de una infección renal en 1944. Durante su detención, no sólo animaba a las prisioneras a resistir, sino que trabó amistad hasta su muerte con Margarete Buber- Neumann, con quien intercambió opiniones sobre literatura, refiriéndose a ella como “el espíritu que constituye una isla pequeña, pero segura, en el medio de un mar lleno de miseria y desolación”. Hoy en día, un asteroide (6441) lleva su nombre en su memoria y en 1995 fue reconocida por el gobierno israelí con el título de “Justa entre las Naciones”.

La vida de esta mujer extraordinaria fue rescatada del olvido por la escritora Ana Arsoumanian, cuyo libro (“La Jesenská”) sirvió como fuente de inspiración para Pedro Santiago Chotsourian, quien compuso una ópera-suite de madrigales denominada “EL RETABLO DE LA JESENSKÁ” cuyo estreno se produjo en el Teatro Empire el pasado jueves 11 del corriente  y cuyas representaciones tendrán lugar en dicha sala los días 25 y 28 de Septiembre próximo, con dirección musical y acompañamiento al piano del propio compositor y la presencia de las siguientes cantantes: Sofía Drever (soprano), Julieta Schena (soprano), Andrea Maragno (mezzosoprano) y Silvina Suárez (soprano). La producción cuenta con la siguiente ficha técnica: libreto, dramaturgia y puesta en escena de Pedro Santiago Chotsourian; escenografía y vestuario de Eli Di Bussolo; iluminación de Pedro Barletta; asesoría coreográfica de Yamil Ostrovsky y dirección de actores de Ana María Rozzi de Bergel, con producción general de César Mathus.

Quien escribe asistió a la representación que tuvo lugar el pasado sábado 13 del corriente, donde actuaron Sofía Drever, Julieta Schena y Andrea Maragno, La música es de carácter absolutamente tonal y la obra se desarrolla rapsódicamente en un espacio escénico dividido en tres planos, que corresponden a los tres registros de la voz, la mirada y el lenguaje de la protagonista en sus diferentes facetas, que son recitadas por las tres cantantes desde el inicio. Las voces estuvieron muy bien ensambladas para narrar los diferentes episodios de la vida de la protagonista descriptos anteriormente-tanto en las arias, el trío y el canon- y cada una de las tres recibe una carta en diferentes momentos del relato. Andrea Maragno se destacó por la interpretación del final de su parte a bocca chiusa, mientras Julieta Schena puso su voz al servicio de la narración de los sucesos en Berlín y Praga durante el inicio del Reichstag, logrando un muy buen efecto vocal al igual que Sofía Drever cuando se niega a traducir al alemán por ser el idioma del invasor. Lo mismo sucedió cuando los nazis invaden Checoslovaquia, donde las tres cantantes lucen sobre su pecho la estrella de David que identificaba a los judíos, mientras deciden destruir pruebas e incorporarse a la resistencia. Previo al final, se hace alusión al traslado de Milena Jesenská al campo de concentración de Ravensbrück y su amistad con Margarete Buber- Neumann mediante un canon a dos voces, donde se alude a la literatura como “esa isla pequeña, un refugio seguro en medio de un mar de miseria y desolación”. Todo esto ocurre en 45 a 50 minutos de música, con una muy buena labor de Santiago Chotsourian en acompañamiento al piano, mediante una producción escénica sumamente efectiva con recursos sencillos y un vestuario en blanco y negro que alude a los diferentes aspectos de la protagonista. Tras su interpretación, la audiencia estalló en aplausos y vítores para todos los participantes y la escritora, quien se hizo presente sobre el escenario.

No sólo ha sido gratificante presenciar un estreno desde el punto de vista escénico y musical, sino también, el hecho de haber descubierto a partir de esta obra a una mujer extraordinaria, que supo ser un grito de rebeldía en una época donde atreverse a desafiar todo aquello que estaba estrictamente prohibido era una osadía y que representó la voz de aquellos que no tenían voz. Una heroína injustamente olvidada por la historia y un digno tributo a su memoria a través de una suite de madrigales.       

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