domingo, 26 de octubre de 2025

 Por Jaime Torres Gómez

En el marco de la 49° edición del Concurso de Ejecución Musical Dr. Luis Sigall de Viña

del Mar, se contó para la jornada de inauguración con la presencia de la legendaria

cellista Christine Wallevska, muy cercana a Latinoamérica, y en particular con

Argentina y Chile, aprovechándose su venida como integrante del jurado para la

presente versión de dicho certamen.

La importante trayectoria de Christine Wallevska ha sido ampliamente reconocida en

sus presentaciones a lo largo de varios continentes más su importante discografía para

Philips, con versiones de referencia de los Conciertos para Cello de Dvorak, Haydn N°

1 y 2, Kachaturian, Schelomo de Ernst Bloch, Saint-Saëns N° 1 y 2, Vivaldi, asimismo

una reciente y aclamada reedición de grabaciones en vivo a lo largo de más de

cincuenta años de carrera.

La relación de Christine con Chile es de larga data, comenzando a mitad de la década

de los sesenta con varias visitas a la entonces Filarmónica de Chile (antecesora de la

Filarmónica de Santiago), como puede apreciarse en un formidable registro del

Concierto N° 1 de Saint-Saëns en el Teatro Municipal de Santiago de 1966, y

disponible dentro del set de 8 discos recientemente puestos a la venta.

Posteriormente, el vínculo continuó junto a la Sinfónica Nacional de Chile con

legendarias presentaciones del Concierto de Dvorak en 1987, magistralmente dirigido

por el destacado maestro Guillermo Scarabino (de los más impactantes

acompañamientos presenciados en esa obra), y luego, en 1993, en el emblemático

Schelomo de Bloch, también notablemente dirigido por el titular de entonces, maestro

Agustín Cullell, prestigioso director y de gran recuerdo. Y desde 1981, en

ininterrumpidas visitas como jurado a las versiones de Cello del Sigall, recordándose su

gran participación al inaugurar la versión del 2001 con la Filarmónica Regional junto a

su recordadísimo titular, maestro Miguel Patrón Marchand, con el Concierto N° 1 de

Saint-Saëns.

De particular impronta sonora y expresiva, Christine Wallevska posee un especial valor

agregado -claro y distinto-, y, por lo tanto, con escaso parangón. De cálido timbre,

vigoroso sonido, más una cautivante musicalidad, ora apasionada, ora reflexiva, hacen

de Wallevska una artista cabal, situándose al estadio de las grandes cellistas de

nuestro tiempo…

Su reciente presentación en el patrimonial Teatro Municipal de Viña del Mar junto a la

Orquesta de Cámara de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV),

dirigida en calidad de invitado por el maestro Álvaro Gómez, Director Artístico del

Concurso Sigall, contempló un cuarteto de arreglos de piezas para cello y cuerdas que

le son afines y que la han acompañado por décadas.

Sin embargo, dada la envergadura de la solista, se lamenta no haber dispuesto de una

orquesta de mayor orgánico, y así haber podido hacer alguno de los conciertos que la

han hecho famosa, como el Dvorak o algunos de los de Haydn o Saint-Saëns, esto, en

el entendido de un contexto mayor como es la inauguración de un Concurso de la

relevancia del Sigall. Asimismo, se lamenta el diseño del programa de mano, con una


imagen que no hacía alusión a la presentación misma, apareciendo en portada un

director distinto a quien dirigió…, y además sin darle relevancia a la misma maestra

Wallevska con una reseña biográfica o alguna foto ad-hoc…

Como primera obra, una sobrecogedora versión del Arioso de la Cantata 156 de J.S.

Bach. Con honda profundidad interpretativa, impresionó la calidez de texturas,

hermosos fraseos y el gran manejo del rango dinámico del instrumento.

Seguidamente un tríada de estupendos arreglos de obras de los argentinos José

Bragato, Astor Piazzolla y Ennio Bolognini, varios de ellos especialmente dedicados a

Christine.

Así, y con un comprometido apoyo del director invitado junto a los camaristas porteños,

se ofrecieron idiomáticas versiones de “Milontan”, de José Bragato, estilísticamente

ideal como antesala al arrebatador “Adiós Nonino”, de Astor Piazzolla (en arreglo de

José Bragato), y terminando con la “Plegaria de un Violoncello”, de Ennio Bolognini

(en arreglo de Leo Arnauld). Con incuestionable oficio, Christine dio una lección de arte

a toda prueba, con versiones de honda poesía y profundas asimilaciones. Sólo

lamentar no haber incluido la “Serenata del Eco” del mismo Bolognini, máxime al ser la

maestra Wallevska una comprometida difusora de la obra de este compositor, este

último, en su momento, uno de los más grandes cellistas del mundo, y recordándose

vivamente la antológica interpretación de esta pieza por Christine en 1987 en el Aula

Magna de la Universidad Santa María en Valparaíso.

El resto del programa contempló atractivas obras como la Sinfonietta para Orquesta

de Cuerdas, de Albert Roussel, de formidable tratamiento contrastante y gran manejo

contrapuntístico, el “Allegro Bárbaro”, de Béla Bartók (original para piano y en un

excelente arreglo para cuerdas de Bob Lipton), la Sinfonía para Cuerdas N° 10 de

Felix Mendelssohn y la Sinfonía Simple, de Benjamin Britten, dando cuenta de

certera imaginación programática y en versiones de calibrado esmero, siendo

fundamental el trabajo de Routa Kromouvitch como concertina invitada, logrando

producir mayor presencia en sonido global.

En suma, el regreso de una gran artista como Christine Wallevska a Viña del Mar,

ciudad donde ha forjado una historia con grandes huellas…

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