Espléndida actuación de la Sinfónica Juvenil Gral. San Martín en el Palacio Sarmiento
UNA AUTÉNTICA EXPLOSIÓN DE TALENTO JUVENIL
Martha CORA ELISEHT
Para celebrar sus 31 años de existencia dentro de la presente temporada, la
Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador Gral. San Martín” cuenta con
directores y solistas invitados de primer nivel. El pasado fin de semana se produjo un
intercambio de directores: el titular de la agrupación -maestro Mario Benzecry- fue
invitado a dirigir a la Orquesta de UCASAL (Universidad Católica de Salta), mientras
que la Juvenil fue dirigida por Jorge Lhez -titular de la mencionada orqueta salteña- en
un concierto que tuvo lugar en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento
el pasado domingo 2 del corriente. En esta ocasión, participó el violinista Nehuel
Aguirre como solista y se interpretaron las siguientes obras:
- Fantasía para orquesta (estreno)- Juana ZAPATA
- Concierto en Re mayor para violín y orquesta, Op.35- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
- Cuadros de una exposición (orquestación de Maurice Ravel)- Modesto
MUSSORGSKY (1839-1881)
En esta ocasión, participó como concertino Santiago Bravo, quien tuvo a su
cargo la afinación de instrumentos antes de la entrada del director para iniciar el
concierto con un estreno: la Fantasía para orquesta de Juana Zapata, quien se
desempeñó como trombonista hasta fines del año pasado “en la orquesta que me vio
nacer”, según sus palabras. Actualmente, se dedica a la composición y su estilo es
tonal, armónico, de línea melódica agradable. La fantasía se inicia con un tema lento en
tono menor a cargo de los instrumentos graves (fagotes, contrabajos), seguidos por las
cuerdas y las maderas hasta la entrada de toda la orquesta. Posteriormente, los metales
ejecutan una fanfarria que retoma la melodía original y las cuerdas responden en
contrapunto hasta la introducción de un segundo tema de carácter triunfal y heroico por
parte de las maderas. Ambos temas se engarzan y se desarrollan en forma alternada
hasta el solo de trompeta, que marca la introducción de un tercer tema con
reminiscencias españolas por las cuerdas. La fanfarria en los metales vuelve a retrotraer
el primer tema en tono mayor, desarrollado por toda la orquesta previamente al final.
Fue muy bien recibida por parte del público y se invitó a la compositora a subir al
escenario.
El célebre Concierto para violín y orquesta en Re mayor fue el único que
Tchaikovsky compuso para dicho instrumento en 1878 durante su estadía en Clarens
(Suiza), donde se encontraba trabajando en la composición de una sonata para piano
luego de sufrir una depresión como consecuencia de su fallido matrimonio con
Antonina Miliukova. Por dicho motivo, carecía de suficiente inspiración hasta que
recibió la visita de uno de sus alumnos de composición: el violinista Iósif Kotec, quien
le propuso tocar una transcripción para violín y piano de la Sinfonía Española de
Édouard Lalo (1823-1892). Tchaikovsky quedó tan fascinado con la obra, que decidió
suspender la composición de su sonata y la reemplazó por su concierto para violín bajo
asesoramiento de Kotec. Estuvo listo en tan sólo un mes y quería que Kotec lo
estrenara, pero éste no se sintió lo suficientemente seguro como para poder hacerlo. En
consecuencia, se lo ofreció al talentoso Leopold Auer, pero lo rechazó considerándolo
“intocable”, motivo por el cual hubo que buscar otro solista. Finalmente, Adolf
Brodsky lo estrenó en 1881en Viena, pero la crítica fue adversa por falta de ensayo y
por su extrema complejidad. Recién en 1888, la obra gana popularidad merced a la
memorable interpretación de Karel Haliř y, a partir de ahí, forma parte del repertorio
habitual de los programas de conciertos.
Alumno de Rolando Prusak, Nehuel Aguirre es un joven violinista de un talento
excepcional. Fue concertino de la Libertador Gral. San Martín y actualmente integra la
fila de primeros violines de la Sinfónica Nacional. Su versión de este famoso concierto
fue descollante: impecable fraseo, excepcional musicalidad en las cadencias y pasajes
en cascada en las notas agudas de extrema dificultad técnica en el Allegro moderato
inicial. El acompañamiento y el diálogo por parte de la orquesta fue estupendo, al igual
que la correspondencia entre solista y director. El violinista se destacó por brindar un
sonido netamente romántico y puro en el 2° movimiento (Canzonetta: Andante), muy
preciso y con numerosas sutilezas, para pasar de manera attaca súbito (sin interrupción,
de golpe) al impetuoso Allegro vivacísimo final, donde Tchaikovsky inserta una drushba
como tema principal hasta la introducción del 2° tema (Poco meno mosso), que luego
crece en intensidad a medida que el solista acelera el tiempo (Poco a poco stringendo)
hasta la monumental coda final, donde hubo un más que perfecto diálogo entre solista y
orquesta. Si se tiene en cuenta que una escuchó la excepcional versión de este célebre
concierto ofrecida recientemente por Pilar Policano, puede decirse que, prácticamente,
Nehuel Aguirre no se quedó atrás y estuvo en un nivel similar. Su interpretación se
caracterizó por su virtuosismo y pureza de sonido. El público lo ovacionó al finalizar su
interpretación y Aguirre provechó para hacer un bis: parte de la sonata n°4 para violín
de Eugène Ysaÿe, que sonó sumamente precisa, brillante y romántica. Una nueva
ovación para este joven y talentosísimo intérprete.
Compuesta originalmente en 1874 como una suite para piano, Cuadros de una
Exposición de Mussorgsky se basa en una exhibición póstuma de 10 pinturas de su
amigo y artista plástico Viktor Hartmann (1834-1873) organizada por el crítico de arte y
asesor del Grupo de los Cinco Vladimir Stásov (1824-1906). Posteriormente, Maurice
Ravel realiza su célebre orquestación en 1922 por encargo de Sergei Kusevitski, quien
era director de los Concertes Symphoniques de París. Forma parte del repertorio
habitual de toda orquesta sinfónica y está integrada por los siguientes cuadros: Gnomos,
El viejo castillo, Tullerías, Bydio (cabeza de ganado), Ballet de los polluelos en sus
cáscaras, Samuel Goldenberg y Schmuyle, El mercado de Limoges, Catacumbas, La
cabaña de Baba Yaga (sobre patas de gallina) y La gran puerta de Kiev. A esto se le
suma el motivo conductor (Promenade), donde el visitante entra al salón donde se
exhiben los cuadros. Escrito en estilo diatónico, este pasaje describe la acción y crea la
tensión. Luego de la quinta repetición del motivo, da la impresión que el visitante se
ensambla con los cuadros y forma parte del universo pictórico. La suite posee dos tipos
de armonización: la diatónica, para los cuadros poéticos, y la cromática, mediante
escalas de tonos enteros, octatónicas y yuxtaposición de pasajes para los cuadros de
tono fantástico y misterioso. En cuanto a la orquestación, intenta mantenerse fiel a la
estructura original. La única licencia que toma es la de eliminar la quinta Promenade
que precede a El mercado de Limoges y en El viejo castillo, Ravel hizo que el fagot y el
saxofón compartieran una melodía apaciguada y melancólica con el acompañamiento de
las cuerdas. La versión ofrecida por Jorge Lhez al frente de la Juvenil fue sublime:
desde el impecable solo de trompeta y trombón bajo iniciales en la Promenade que abre
la obra hasta la colosal coda y capitulación final en La gran puerta de Kiev. Se lucieron
todos los solistas de los principales grupos de instrumentos, destacándose Uriel Romano
(tuba), Mariel Caño (saxofón) en El viejo castillo, Lázaro Martín (clarinete) y Esteban
Panchi (fagot). Una versión fantástica, donde la orquesta se lució en toda su plenitud
merced al impecable equilibrio sonoro y la marcación impuestos por el director, quien
previamente al inicio de la obra, invitó al público a apreciarla como “un paseo desde el
dolor” como elemento que aparece en todos los cuadros, caracterizado por los matices
dramáticos y las variaciones en acordes en tono menor de la Promenade. Una mirada
diferente y otra manera de apreciar esta colosal composición, que es un auténtico
“caballito de batalla” de toda orquesta sinfónica de prestigio. La muchachada se puso
las pilas y la tocó con la maestría habitual, la enjundia y el sonido brillante de fuste a la
que tiene acostumbrada a la audiencia. A su término, una ovación de vítores y aplausos
coronó la labor de todos. Otro logro más de la larga lista de éxitos de la Sinfónica
Juvenil Libertador Gral. San Martín y una auténtica explosión de talento.
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