sábado, 4 de mayo de 2024

 Excelente concierto de Pablo Saraví al frente de la Orquesta de Cámara del Congreso


UN REPERTORIO DE ALTA GAMA Y DE ALCURNIA

Martha CORA ELISEHT


Debido a los actuales sucesos de público conocimiento, la Orquesta de Cámara

del Congreso de la Nación tuvo que trasladar su ciclo de conciertos el pasado lunes 29

del corriente a otro ámbito de alcurnia: el impactante Salón Dorado de la Casa de la

Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (ex sede del diario La Prensa), que

brindó el marco propicio para que esta prestigiosa agrupación -ganadora por tres años

consecutivos el Premio de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina como

mejor orquesta de cámara del país- ofreciera un concierto denominado “VIENA

SOÑADA” bajo la dirección de Pablo Saraví, con participación del concertino Pablo

Pereira en calidad de solista.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Adagio y Fuga en Do menor, K.546- Wolfgang A. MOZRT (1756-1791)

- Concierto para violín y orquesta n°1 en Do mayor, Hob.VII a/l- Franz Joseph

HAYDN (1732-1809)

- La muerte y la doncella en Re menor, D.810 (transcripción para orquesta de

cuerdas)- Franz SCHUBERT (1797-1828)

Una vez ubicado el público y repartidos los programas, los integrantes de la

orquesta -esta vez, bajo la guía de Florencia Ciaffone- tomaron sus puestos sobre el

escenario bajo la dirección de Saraví para interpretar la primera de las obras

comprendidas en el programa. Se trata de una transcripción para cuerdas sobre la Fuga

en Do menor para dos pianos, KV426, compuesta en 1786 e inspirada en el estilo

contrapuntístico de Johann S. Bach. El Adagio fue incorporado posteriormente y la

pieza que se interpretó tal como hoy se la conoce fue estrenada en Viena en 1788.

Mientras que el Adagio está escrito en ¾, la fuga, en alla breve en Allegro. Se escuchó

una versión con sonido muy compacto y preciso, al igual que en el canon de la fuga

introducido por los contrabajos, violoncellos y repicado por los segundos y primeros

violines. Bien es conocida la maestría de Pablo Saraví como violinista y ex concertino

de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, al igual que como músico de cámara,

logrando una excelente dirección. Seguidamente, Pablo Pereira hizo su presentación

para ejecutar el mencionado concierto n°1 en Do mayor de Haydn, compuesto entre

1760 y 1765 y dedicado a Luigi Tomasini, quien fuera concertino de la orquesta del

príncipe Esterházy (fatto per il Luigi). Posteriormente, la partitura se perdió y no se

recuperó hasta mediados del siglo XX gracias a unas ocho copias de manuscritos que

estuvieron en poder de algunos violinistas hasta su publicación. Escrito en forma

sonata, consta de tres movimientos: Allegro moderato/ Adagio/ Finale: Presto, que

fueron ejecutados por Pablo Pereira de manera exquisita e impecable, haciendo gala de

su fraseo e interpretación; sobre todo, en el bellísimo Adagio central. Naturalmente, se

logró una interpretación magistral y una perfecta correspondencia entre solista y


orquesta, que se vio coronada por un estallido de aplausos y vítores, que motivó al

solista a ofrecer un bis: el 1° movimiento de la Sonata n°2 para dos violines de Jean

Marie Leclaire junto a Pablo Saraví. Los dos violinistas formaron un dúo de fuste y

brindaron una magnífica versión de una obra poco conocida para el público general.

Para la segunda parte del concierto, se eligió una transcripción para cuerdas del

Cuarteto para cuerdas en Re menor, Op.14 (“La muerte y la doncella”) de Schubert,

inspirado en su lied homónimo con texto de Matthias Claudius, compuesto en 1817 y

que se incluye en el 2° movimiento. Al igual que muchas otras de sus obras, no tuvo

éxito y no pudo encontrar editor. Se publicó póstumamente en 1832 y alcanzó la fama

mundial gracias a David Oistrach, quien fuera el principal difusor de muchas de las

obras del compositor vienés. Consta de 4 movimientos: Allegro/ andante con moto/

Scherzo: allegro molto/ Presto, que narran el enfrentamiento de una joven moribunda y

la muerte, que se le presenta para acompañarla a dormir el sueño eterno. En este caso, se

optó por la clásica formación de cámara: el director, a la derecha del concertino y los

violines y violas, de pie, mientras los violoncellos y contrabajos permanecieron

sentados. La obra sonó perfecta desde su violenta apertura al unísono del 1°

movimiento, que muestra una carrera por parte de la doncella a través del dolor, la

angustia y la resignación, que culmina con un acorde agonizante en Re menor. En

cambio, el Andante con moto es de carácter apacible y representa a la muerte, donde el

concertino, el solista guía de segundos violines, la segunda viola y el primer violoncello

se lucen en espléndidos solos, como sucedió en esta ocasión por parte de Pablo Saraví,

Catriel Galván, Federico Butera y Mariana Levitin respectivamente. El poderoso

Scherzo -que, por momentos, remeda el leitmotiv del descenso al Nibelheim en EL ORO

DEL RHIN- culmina con un trío que muestra un carácter más lírico para desembocar en

el vibrante Presto final en ritmo de tarantela, que era la danza que protegía tanto de la

locura como de la muerte, ejecutado con una maestría y precisión absolutas. Tal así fue,

que el auditorio estalló en aplausos y vítores tras su interpretación. Por lo tanto, la

orquesta tuvo que volver a interpretar dicho scherzo en calidad de bis para poner punto

final al agradecimiento del público.

No faltaron los diplomas para Pablo Saraví en carácter de director invitado por parte

de las autoridades de la Comisión de Cultura del Senado y de la Honorable Cámara de

Diputados de la Nación ni los agradecimientos correspondientes. Fue un concierto de

excelencia con un repertorio de alta gama, pero también, de alcurnia.

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