viernes, 15 de agosto de 2025

 


Xavier Inchausti, Marcelo Balat y José Antonio Araujo, los integrantes del Trío Ginastera ante el público de los "Conciertos del Mediodía", la gran creación del Mozarteum Argentino, en la "Sala Argentina" del Palacio Libertad. Fotografía de la autora del presente comentario.


Excepcional actuación del Trío Ginastera en la Sala Argentina del Palacio Sarmiento


ALTA CALIDAD, FIEL A SU ESTILO


Martha CORA ELISEHT


Fundado en 2016, el Trío Ginastera se caracteriza no sólo por ser uno de los

mejores grupos de cámara del país, sino también por la difusión del repertorio

camarístico nacional y universal con presentaciones de alta calidad y jerarquía artística.

La agrupación formada por Xavier Inchausti (violín), José Araujo (violoncello) y

Marcelo Balat (piano) se presentó dentro del Ciclo Conciertos del Mediodía del

Mozrteum Argentino el pasado miércoles 13 del corriente en la Sala Argentina del

Centro Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento para ofrecer el siguiente programa:

- Trío para violín, violoncello y piano n°1 en Do menor, Op.8 (“Poema”)- Dmitri

SHOSTAKOVICH (1906-1975)

- Trío para piano, violín y violoncello en La menor, Op.50 (“A la memoria de un

gran artista”)- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)


A raíz de cumplirse recientemente el cincuentenario del fallecimiento de

Shostakovich, el ensamble decidió homenajearlo con una bellísima -y brillante-

interpretación de su Trío n°1 en Do menor, Op.8 (“Poema”), compuesto en 1923

durante unas vacaciones del músico en Crimea para reponer fuerzas luego de una

enfermedad grave. Tenía sólo 17 años y fue su primera pieza de música de cámara. Allá

conoció a Tatiana Glivenko, de quien se enamoró y quien fuera su musa inspiradora. El

conjunto no sólo se lució por la calidad de un sonido homogéneo, compacto y

resplandeciente, sino que cada uno de sus integrantes también lo hizo en sus solos y

variaciones. En el caso de Marcelo Balat, con un perfecto dominio de trinos y

arabescos – particularmente, en el tema romántico-, mientras que Xavier Inchausti y

José Araujo se destacaron por un fraseo impecable en sus respectivos instrumentos y

por un notable manejo de matices, texturas y sutilezas.

Dentro de la extensa producción de música de cámara que dejó Tchaikovsky, el Trío

para violín, violoncello y piano en La menor, Op.50 fue el único escrito para dicho

ensamble instrumental y fue compuesto en 1882 con motivo de cumplirse un año de la

muerte de Nikolai Rubinstein, quien fuera su amigo y un eximio pianista. De ahí

proviene la dedicatoria (“A la memoria de un gran artista”) y fue estrenado al

cumplirse un año de su muerte en el Conservatorio de Moscú, donde su hermano Anton

era profesor. Debido a que Tchaikovsky se encontraba de viaje en el exterior, no pudo

estar presente en el estreno, llevado a cabo por el pianista Sergei Taneyev, el violinista

checo Jan Hřimaly y el violoncelista Wilhelm Fitzenhagen -quien estrenó también las

Variaciones Rococó en 1877-. Consta de dos movimientos: Pezzo elegiaco (Pieza

elegíaca): Moderato assai- Allegro giusto y Tema con variazioni. A su vez, este último

movimiento está compuesto por 12 variaciones sobre un Andante introducido por el

piano y desarrollado por el resto de los instrumentos. Asimismo, la última variación


(Variazione finale e coda) actúa como un tercer movimiento y se divide en tres partes:

Allegro risoluto e con fuoco- Andante con moto- Lúgubre, cerrando con el tema inicial

del extenso primer movimiento, introducido por el violoncello y seguido por el violín en

forma de allegro de sonata hasta la intervención del piano, que asume un rol

protagónico. El ensamble brindó una versión exquisita, sutil y refinada de esta

hermosísima obra, con entradas y cadencias muy precisas por parte de los tres

instrumentos desde los primeros compases del Pezzo elegíaco inicial, con un perfecto

diálogo y donde los crescendi y diminuendi estuvieron muy bien marcados. La labor de

Marcelo Balat en el andante inicial del segundo movimiento -sobre el cual se van a

desarrollar las variaciones- fue sublime, con un perfecto manejo de cadencias y

glissandi que contrastó con el fraseo del violín y violoncello. Mientras que en la primera

variación (Andante) predomina el piano, la segunda (piú mosso) está a cargo del

violoncello y en la tercera (allegro moderato), el piano logra un perfecto contraste

llevando la melodía mientras las cuerdas la desarrollan en pizzicato. La cuarta y quinta

(L‘istesso tempo: allegro moderato- carrillón) permitieron una espectacular versión a

cargo del binomio Inchausti/ Araujo, al igual que la sexta (tempo di valse), que sonó

sublime merced a la maestría de los intérpretes, cosa que también sucedió en la séptima,

octava y novena (Allegro moderato/ Fuga: allegro moderato/ Andante flebile, ma non

tanto). La apertura de la décima (Tempo di mazurka) está a cargo del piano y,

posteriormente, se unen las cuerdas: en este caso, para brindar una versión magistral, al

igual que en la undécima (Moderato). Por último, la variazione finale e coda final no

pudo ser mejor: muy bien lograda, con perfecto dominio de tempi y vuelo instrumental

en su conjunto con un sonido prístino – característico y propio de la formación- para

cerrar con el tema inicial del primer movimiento. El auditorio estalló en aplausos y

vítores tras la brillante interpretación de este monumental trío, que obligó a los

intérpretes a saludar muchas veces.

En esta ocasión, no hubo bises, pero tampoco eran necesarios. Cuando se ofrecen

versiones de esta calidad con intérpretes de tan alta jerarquía, los encore están de más.

Es preferible culminar un concierto donde la interpretación siga permaneciendo en los

oídos del público y que se la recuerde como tal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario