UN BAILE DE MASCARAS CON SORPRESAS.
Un Ballo in Maschera, Opera de G. Verdi, con libreto de A. Somma.
Elenco: Nicolás Sánchez Bongiovannni
(Riccardo),Omar Carrión (Renato),Haydeé Dabusti (Amelia),Anabella Carnevali
(Ulrica),Natalia Quiroga Romero V (Oscar),Alejandro Schijman (Samuel),Gustavo
Vita (Tom),Hugo Negrete Blanco (Silvano).Coro: Orfeón San Ignacio con dirección
de Víctor Betinotti , Ambientación:
Mariela Daga/ Lizzie Waisse, Vestuario: Mariela Daga, Mascaras: Sergio
Schoeder/ Nuria Alarcón, Bailarinas de la Corte: Compañía de Danza de Teresita
Campana Dirección Escénica: Lizzie Waisse, Dirección Musical: Ronaldo Rosa De
Scalzo. Función del24 de septiembre de 2017, Teatro Avenida, Compañía
Melodramma.
Lo primero que debe
señalarse es que se trata de una producción “off Colón”, por lo que las
expectativas deben adaptarse a esa realidad. Es decir, sabemos que tendremos
una orquesta y un coro acotados en cuanto a número, un escenario de dimensiones
que no permiten grandes artilugios escenográficos, etc. Por ello, cuando se asiste a una producción de esta
naturaleza, lo que ha de juzgarse es, básicamente, la calidad musical y la
imaginación en la puesta y en la ambientación.
En el caso de Un Ballo in Maschera, en la visión de
Melodramma, es de destacar la calidad de las voces, que hicieron que el
espectador pasara por alto la
circunstancia de encontrarse ante una puesta que, más que ello, merecería
llamarse un espectáculo semimontado.
La ausencia de escenografía,
la que se intentó reemplazar con algunos elementos de utilería es la primera de
las características que salta a la vista ante la “puesta“de Waisse. Esta visión
pobre, con ambición minimalista, se constituyó en un obstáculo para apreciar
algunas de las ideas originales que la regista desarrolló, con éxito relativo.
Waisse, pone el acento en las “
mascaras” del título de la Obra, destacando, en primer plano, dos figuras enmascaradas
y cubiertas con túnicas doradas, cuya presencia
en el escenario no se entiende sino hasta que se lee en el escueto programa
de mano que representan los conceptos de “ Vida “
y “Muerte” . Pero más allá de lo que podría suponerse esta información no
surge de una nota en que la regista aclare aspectos de su visión, sino de del
cast, en el que se incluye al realizador.
Otra idea que no he podido comprender
es la duplicación de los Óscares. Así, además del Oscar original, muy bien
cantado por Natalia Quiroga Romero, a su lado aparece siempre un segundo paje, vestido
con idéntico ropaje y que repite los
gestos del original, bailando permanentemente y creando una sensación de “dilema”.
Tampoco se comprende la razón
por la cual, en esta visión, Ulrica es ciega. Ningún otro dato o detalle orienta
la compresión del espectador.
Finalmente y siempre en la
visión de Waisse, parecería que, por tratarse, Un Ballo en Maschera, de una ópera suntuosa, que se desarrolla,
mayoritariamente, en lujosos salones, la falta de artilugios escenográficos que
ambienten la puesta, ha sido reemplazado por profusas e innecesarias coreografías,
llevadas a cabo por cuatro bailarinas, las que, por momentos sólo contribuyen
aun desprolijo amontonamiento de gente en el escenario.
Pero los defectos de la
puesta han sido suplidos y se hacen
tolerables a la luz de las interpretaciones vocales de los cantantes.
Haydee Dabusti compone
aquí una Amelia madura y melodiosa. Su voz parece adaptarse perfectamente a los
requerimientos del rol. Inclusive, su tendencia a la sobreactuación está aquí
minimizada y logra que su personaje sea creíble y emocione, especialmente en el
Segundo Acto. En suma, en mi opinión personal, esta Amelia que vi en el teatro Avenida, es, por lejos, el mejor
trabajo de la soprano.
El Renato de Omar Carrión
plasma el profesionalismo del barítono, quien compone el personaje con absoluta solvencia.
Párrafo aparte merece el
debutante, Nicolás Sánchez Bongiovanni,
quien afronta el difícil y agotador rol de Riccardo como si fuera un veterano
en estas lides. El joven tenor, poseedor de un material de primera, musicalidad y expresión, ha cantado magníficamente
el rol, llegando al final sin que se revele agotamiento alguno.
Una excelente
Ulrica, en la voz de Anabella Carnevali y
la eficiente faena de Natalia Quiroga Romero como Oscar, completan un
elenco que destacó por lo acertado de su enfoque y la excelencia de las voces y
en el que no discordaron los personajes secundarios.
En armonía, el desempeño
del Coro Orfeón San Ignacio, dirigido por V. Bettinotti, con especial destaque
de las voces masculinas.
La orquesta,
dirigida por el maestro Ronaldo Rosa, acompañó dignamente a los cantantes.
En suma, el espectáculo resultó muy bueno.
MÓNICA ROSSI
La puesta fue austera pero de buen gusto. Los bailarines fueron un acierto y se entend´jia muy bien el significado de las máscaras. Ulrica, Amelia, Oscar y Renato y los conspiradores muy buenos, el tenor no existe
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