jueves, 31 de octubre de 2019




LA O.N.M.A., ESPACIO DEFINITIVMENTE GANADO

Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, Directora: Natalia Salinas. Solistas: Mercedes García Blesa-Patricia Andrada (Sopranos), Matea Musso (Mezzosoprano), María Laura Antonelli (Piano y Medios Electroacústicos), Coro Nacional de Jóvenes, Sub Director a cargo: Pablo Banchi. Programa: Obras de Mainetti, Gerszenson y Antonelli. CCK-Auditorio Nacional, 30 de Octubre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Hasta hace algunos años la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” desarrollaba una actividad centrada en música popular (mayoritariamente tango y folcklore). El Teatro Nacional Cervantes era la sede de sus conciertos a los que se sumaba alguna actividad fuera de sede (generalmente se efectuaba en clubes u otro tipo de entidades similares). Era muy poco lo que podía hacerse en materia de música erudita. Una “patriada” muy grande fue el hecho de que este organismo participara como soporte musical  dentro del Plan Federal de Opera y Ballet en las funciones de “El Matrero” de Felipe Boero que se realizaran en el Cervantes en el paso por la Capital Federal de ese trabajo. Luego con la llegada de Luís Gorelik como Director Titular y Ciro Ciliberto como programador artístico, la Orquesta tuvo un despegue definitivo hacia el repertorio de los compositores clásicos argentinos. Se comenzó con los creadores de las primeras épocas hasta llegar a Ginastera, potenciado esto con la apertura del CCK y la asignación de la Sala Argentina para sus actividades y, en algunos casos, la llegada al hoy Auditorio Nacional para compromisos de mayor envergadura. Hoy sobre la base del trabajo de Gorelik y con la persistencia de Ciro Ciliberto, la O.N.M.A. ha ampliado su repertorio clásico. Los conciertos que el Mtro. Lucio Bruno Videla ha efectuado con rescate de obras (ópera y sinfónicas) de compositores olvidados (algunas de ellas exhumaciones), la presencia de notables directores a su frente (el propio Gorelik, Carlos Vieu, Pablo Boggiano y Mariano Chiacchiarini son la prueba más elocuente)- Intérpretes y solistas de jerarquía ( Antonio Formaro, Graciela de Glyndenfeldt, Leonardo López Linares entre otros) y todo esto sin renunciar a su raíz de música popular (la incorporación del rock al repertorio popular con el inolvidable concierto homenaje a “Almendra” y la próxima participación de Juan Carlos Baglietto más intérpretes de tango y folcklore de primer nivel). Por lo cual, estamos ante un organismo de increíble “versatilidad” (Un caso similar se registra en el Reino Unido con la Orquesta de Conciertos de la B.B.C.), muy elástico, que cuenta en su formación con bandoneones, guitarra (criolla y eléctrica) y hasta charango, que interactúa con otros organismos estables (los cuatro coros y los reconocidos solistas que aportan el Polifónico Nacional y el Nacional de Jóvenes) más solistas de la Sinfónica Nacional, sumados a la presencia de figuras populares el que va superándose en cada presentación.

  Este nuevo concierto estuvo integrado por tres estrenos de creadores argentinos. Bienvenido sea también esto ya que es otra posibilidad que se abre en un panorama harto difícil para difundir los nuevos trabajos. La dirección recayó en la joven santacruceña Natalia Salinas a quién elogié en la recordada página del “Opera Club” en ocasión de su participación en el primero de los cursos dictados por el Maestro Pedro Ignacio Calderón, en el que se desarrolló la Quinta Sinfonía de Mahler y que resultara elegida para conducir ante el público los dos primeros movimientos haciéndolo con suma solvencia. Se inició con “La música que nos llega” para coro mixto y orquesta de Pablo Mainetti, reconocido interprete y compositor de música ciudadana, basada en textos de Evaristo Carriego, uno de los cuales da el nombre a la obra. Es un trabajo muy personal, el que nos muestra a un compositor con ideas propias, sin influencia de otros creadores, en donde los bandoneones actúan más como soporte que como generadores de melodías, lo que estuvo reservado a cuerdas y vientos. El Coro interviene en pasajes en los cuales la melodía va desde la zona central hacia las notas más altas. Si bien su emisión fue homogénea, hubo algunos pequeños problemas de dicción. Incomprensiblemente no hubo subtitulado, inaugurado el Viernes anterior en el Concierto de la Sinfónica Nacional (¿Por qué?). Natalia Salinas destacó todos los planos sonoros e integró a las voces con suma pericia. La orquesta mostro un total ajuste con un sector de cuerdas excelentemente trabajado.

  Desde hace casi tres décadas conozco los trabajos de Andrés Gerszenson, uno de los más prolíficos creadores del medio local. En esta ocasión musicalizó cinco poemas de otro gran poeta: Oliverio Girondo. En la orquestación empleó todas las posibilidades que la Filiberto le brindó, desde  bandoneones hasta un fragmento solo reservado al charango. Dentro de las actividades realizadas por el compositor, se destaca el trabajo que llevó a cabo con la Orquesta y el Coro de la U.B.A., en donde la música antigua y el barroco eran puntales de sus programaciones. Por eso no es de extrañar que las partes vocales fueron reservadas a voces de un timbre “blanco” y el tratamiento de ellas sea de corte madrigalista, de ahí que la elección de las solistas recayó en las sopranos  Mercedes García Blesa y Patricia Andrada y en la mezzosoprano Italiana radicada en la Argentina Matea Musso quienes son poseedoras de esas características que he señalado. Los dos fragmentos de punta fueron reservados al trio en su totalidad y los tres del centro uno a cada solista. En los pasajes de trío, hay canon de voces el que va desarrollando el texto, hasta momentos de tutti instrumental en el que la orquesta interviene con fuerza, tal vez conspirando con la emisión de las voces. Aun así es bienvenida la originalidad del trabajo que Gerszenson pudo plasmar en el pentagrama.  Y otro tanto cabe para los pasajes individuales. A “El Puro No” y “Porque me cree su perro” que abren y cierran respectivamente esta obra, se suman “Mi Lumía”, en donde Mercedes García Blesa salió airosa de la escritura de Girondo, ya que este adrede deforma las palabras para darle otro efecto (aquí se volvió a notar la necesidad se subtitulado). Patricia Andrada lució con su timbre cristalino cantando acompañada solo por el charango de Rolando Goldman en “Responso en blanco vivo” (el más reflexivo de los fragmentos) y Matea Musso hizo alarde de su muy buena técnica en “Balalúa”. Salinas mostró su jerarquía para concertar este trabajo de largo aliento y volvió a ir a fondo con la orquesta.

  El cierre le cupo al mejor de los tres trabajos presentados: “Infernadero”. “Seís piezas para Orquesta con Piano y Gritos Olvidados” de María Laura Antonelli, con la propia compositora como solista en piano y medios electrónicos. Está dividido en seis pasajes: “Los Pianos de Marfil”, “Embrujo”, “Dejar Morir”,   “Esqueletos de Barcos y Gritos Olvidados”, “Infernadero” y “Caballos Imaginarios”. Tiene intensidad, pinta a la ciudad de Buenos Aires como pocas obras lo han hecho, es muy original y a partir del cuarto fragmento, la electrónica da vida a un sonido sostén semejante a grito y ya en los dos momentos finales (el que da título a la obra más “Caballos Imaginarios”) da paso a los verdaderos gritos: los pregones de diarieros, botelleros, vendedores ambulantes, gritos de políticos en la tribuna, simpatizantes y hasta de hinchadas de futbol. Todo ello impecablemente intercalado con la música, en la que como solista, la compositora tuvo un total dominio de medios, construyendo así una obra en donde la orquesta (aprovechada integralmente) marca el pulso, el caos y hasta la agresividad del medio. Antonelli logra así lo que se propuso y se muestra como una excelente creadora.
Salinas hizo un excelente trabajo de concertación y le extrajo a la Filiberto todo lo mejor con una total conexión con la Solista/Compositora, llevando a lo más alto al organismo musical. Posteriormente Antonelli brindó una “yapa”, consistente en un trabajo para piano solo,  en el que además empleo el encordado  interpretado con rasguidos, llegando a las más bajas sonoridades y demostrando una vez más su capacidad.

  Entiendo que esta temporada marca el ingreso definitivo de la O.N.M.A. “Juan de Dios Filiberto” al grupo de las orquestas de primer nivel del medio musical argentino. Ahora corresponderá sostener su actividad y fomentar una mayor cantidad de estrenos de Ntros. creadores. Todo ello será muy bienvenido.

Donato Decina

miércoles, 30 de octubre de 2019




LA VIGENCIA DE UNA DUPLA EXTRAORDINARIA

Teatro Colón, Temporada 2019, Ciclo: “Colón Contemporáneo”. Concierto a cargo del dúo de pianos Katia y Marielle Labeque, acompañadas por David Chalmin (Electrónica, Sintetizador y Guitarra Eléctrica). Programa: Obras de Dessner, Glass, Chalmin y Yorke. 29 de Octubre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Desde hace alrededor de treinta años las hermanas Katia y Marielle Labeque recorren juntas el mundo con su arte. Los más importantes escenarios, las más importantes orquestas con los mejores conductores se abrieron para ellas. Compositores que les han dedicado trabajos. Actuaciones con artistas de otros géneros. Todo ello da por resultado una carrera extraordinaria, un mutuo entendimiento que va más allá del lazo de familia y, para el público, conciertos de resultados formidables.

  Sorprendió y mucho la decisión de Martín Bauer de programar esta propuesta basada en el minimalismo. Y el hecho de que haya sostenido esa decisión, más allá del gusto y disgusto que la forma cosecha por igual, es sumamente saludable y más si se tiene en cuenta que se ha hecho en una programación compuesta tan solo por tres conciertos, de los cuáles uno fue compartido con el abono de la Filarmónica para presentar “El Baile” de Oscar Strasnoy. Las  presencias de Beat Furrer y Georg Friederich Haas, el citado estreno de “El Baile” y las obras incluidas en este recital (todas compuestas en la última década), dan cuenta de un compromiso con las creaciones más recientes y la amplitud  de visión respecto a los estilos actuales del que el único beneficiario es el público, el que en este caso produjo un lleno de casi el 80 % de la sala mayor del Colón.

  Las hermanas Labeque incluyeron para esta ocasión “El Chan” para dos pianos, obra del año 2016 en estreno argentino,  inspirada en un ser mítico de México, del que se dice que resguarda el gran lago llamado “El Charco del Ingenio”, ubicado en el cañón desértico de San Miguel del Allende. Son siete pasajes independientes que conforman el trabajo, muy intensos y cambiantes entre sí en lo que hace a intensidades. Las melodías son penetrantes, no hay excesos en los “forte” y mientras uno de los pianos es sostén, el otro desarrolla cada melodía. Aquí la mutua compenetración y entendimiento fue la constante y el pulso de ambas, magnífico.

  También conocimos como compositor e interprete al francés David Chalmin quien es además  multiinstrumentista y que aborda por igual trabajos de corte popular y clásico. De él se escuchó en el final de la primera parte “Distant Places” de año 2018, en el cuál una intervención eléctrica da un sostén musical, junto a la participación de la Guitarra eléctrica, a una melodía muy intensa.  Ambos pianos desarrollan dicha melodía en diferentes variantes. Muy conciso, y contundente, este trabajo fue del gusto del público, el que con sostenidos aplausos recibió la versión.

  Del británico Tom Yorke, integrante además del grupo de rock “Radiohead”, se conoció “Don’t Fear The Light” de este año en estreno absoluto para toda América. Cuenta con intervención de electrónica y de un sintetizador modular. Contiene tres movimientos de los que no se indica característica alguna.  Los dos primeros son solo para dúo de pianos y remite a un desarrollo de un tema cada uno, ambos de mucha intensidad. Ya en el tercero se incluye la electrónica en una nota sostén y el sintetizador, el que pareciera  “latir”. Fue una versión estupenda y muy intensa. Pareciera que ha habido un sector del público que concurrió atraído por la realización de esta obra del líder de “Radiohead”. El remate fue contundente y la labor de conjunto, extraordinaria.

  Los dos exponentes más notorios del minimalismo son John Adams y Phillip Glass. Y de este último se incluyeron: Para Piano Solo: “Estudio Nº 18”, el que fue interpretado por Marielle y “The Poet Acts”, interpretada por Katia, la que inició su trabajo a partir de la última nota de la obra abordada por su hermana. Conforma esta última página la banda sonora de la película “Las Horas”.  Son dos momentos complejos en desarrollo, muy bien sorteados ambos por las hermanas. Concisos y contundentes ambos trabajos los que impresionaron muy favorablemente. Y en el cierre del concierto se apreció “Cuatro movimientos para dos pianos” del año 2008 en estreno latinoamericano.   Son piezas plenas de intensidad en las que se puedan intercalar el rol de primer y segundo piano. Fueron muy bien llevadas, son algo extensas en duración y demandan total entrega por parte de las intérpretes.

  Cabe reiterar la total compenetración de ambas. El entendimiento con Chalmin en las obras con electrónica, guitarra y sintetizador. La técnica que las dos poseen es formidable y el sonido de ellas es exquisito, por lo que se tuvo un programa minimalista muy amplio, actual e interesante, abordado por un dúo número uno a nivel mundial.

  Tres bises que salieron de ese estilo remataron una faena memorable. El primero, una versión antológica de “Le Jardin Feerique” con el que cierra “Ma mere l’oye” de Maurice Ravel,  seguida por una pieza de corte jazzitica en la que se percibió la melodía de inicio de “West Side Story” de Leonard Bernstein,  muy intensa que prendió muy fuerte en el público.  Y un “valseado” muy simpático y conciso que cerró de modo magistral una noche extraordinaria.

Donato Decina

martes, 29 de octubre de 2019


Maravillosa  presentación de Joyce Di Donato junto a “IL POMO D’ORO” en el Colón

BRILLANTE FINAL DE CICLO
         Martha CORA ELISEHT

            Como la mayoría de los Ciclos de Conciertos a esta altura del año, el Mozarteum Argentino concluyó el suyo con un espectáculo de alta jerarquía: la presentación de la talentosa mezzosoprano estadounidense Joyce Di Donato junto al Ensemble de Música Barroca “IL POMO D’ORO” dirigido por Maxim Emelyanychev el pasado lunes 28 del corriente en el Teatro Colón, con la participación del bailarín y coreógrafo argentino Martín Palazzo y bajo la dirección escénica de Ralf Pleger, con iluminación a cargo de Hemming Blum, diseño de video de Yousef Iskander y vestuario de Vivianne Westwood y Lasha Rostobaia, quienes confeccionaron los trajes para Joyce Di Donato y Martín Palazzo, respectivamente.
            Fundado en 2012, este conjunto se caracteriza por sus presentaciones dinámicas de óperas y otras obras del barroco y clasicismo. Está formado por músicos no sólo sumamente talentosos, sino también, especialistas en la materia. Utilizan instrumentos de época (clavecín, violín barroco, viola da gamba, oboe d’amore, tiorba, flauta de pan, flautín y cornetto), que suenan maravillosamente bien. Desde 2014 hasta la fecha, el ruso Maxim Emelyanychev  es el director musical del conjunto y cuenta con una numerosa discografía, a tal punto que fue galardonado con el Premio Echo Klassik 2017. No sólo se presenta en los principales teatros europeos, sino que viene realizando una gira internacional junto a Joyce Di Donato desde 2016 por los grandes escenarios del mundo para presentar su último disco: In War and Peace: Harmony through Music  (En Guerra y Paz: Armonía a través de la Música), espectáculo con el cual se presentó sobre el escenario del Colón.
 El mismo se divide en dos partes: Guerra y Paz y comprende una conjunción de obras de diferentes autores: Georg Frederich Häendel (1685-1759), Leonardo Leo (1694-1744), Emilio De Cavalieri (1550-1602), Henry Purcell (1659-1695), Carlo Gesualdo (1566-1613) y Arvo Pärt (1935). El resultado final es un monumento a la exquisitez y el buen gusto, maravillosamente actuado, con recursos de luminotecnia exactos y precisos para ilustrar las diferentes piezas que componen el espectáculo, pero resaltando el claroscuro característico del barroco.  En cuanto al vestuario, fue sencillo y práctico. El bailarín aparece con el torso desnudo, ataviado solamente con una pollera larga, que le permite amplitud de movimientos, mientras que Joyce Di Donato lució dos vestidos clásicos en color negro (Guerra) y gris plomo (Paz), luciendo como accesorio un amplio chal haciendo juego. Y al mejor estilo de una tragedia griega, cantó descalza sobre el escenario que tantas veces la vio brillar.  Tanto la mezzosoprano como el bailarín se  desplazaron con posturas simétricas en escena, resaltando el hilo conductor. Y una vez más, Joyce Di Donato demostró poseer una coloratura soberbia, con matices oscuros y brillantes, impostando la voz en las arias más dramáticas (Scenes of Horror, Scenes of woe del oratorio Jefté de Häendel, Prendi quel ferro, o bárbaro! de Andrómaca, de Leonardo Leo y el célebre Lamento de Dido de DIDO Y ENEAS, de Purcell) y brindando excelentes matices en los pianissimi y en las arias lentas (Lascia ch’ío piango de la ópera Rinaldo, de Häendel).. Su voz cálida, melodiosa y potente sobresalió en todo momento por su excelencia interpretativa y sus magníficas  dotes histriónicas. Según opinión personal de quien escribe, ha sido la mejor actuación de la diva estadounidense sobre el escenario del Colón.
            La soberbia y magistral dirección de Maxim  Emelyanychev sorprendió a todos los presentes –en su calidad de director musical y clavecín solista- . Y llegó al summum cuando ejecutó un magnífico solo de cornetto en la Sinfonía de la Representatione dell’anima e di Corpo, de Emilio De Cavalieri. Lo mismo sucedió a continuación, con la colosal interpretación de la célebre Chacona para tres violines y bajo continuo de Purcell a cargo de la concertino Zefira Valova, los violinistas Nicholas Robinson y Daniela Nuzzoli y la contrabajista Anna María Bator. La tiorba –instrumento antiguo de cuerdas similar al laúd,  a cargo de Gianluca Geremia- sonó magistralmente en el contrapunto de notas graves, mientras que Ana Fusak tocó un magnífico solo de flauta dulce y flautín en el aria del oratorio Susana de Häendel (Crystal stream in murmjurs flowing), imitando el sonido de los pájaros. Esta última formó parte de la segunda parte (Paz), donde la iluminación se dio gradualmente con tonos claros, predominando el brillo del sol y el hecho que los protagonistas –mezzosoprano y bailarín- arrojaran pétalos de flores. Luego del interludio orquestal con la música de Arvo Pärt Da pacem, Domine, Joyce Di Donato se lució en las dos arias finales del espectáculo: Augeletti, che cantato de la ópera Rinaudo de Häendel y Doppa Notte de Ariodante, del mismo compositor. Allí se lució Martín Palazzo mediante una  fouette y un solage magistrales, haciendo gala de su plasticidad, además de usar elementos de técnica Graham durante el resto de la coreografía (contracción, relajación, giros).
            Al terminar el show, el público aplaudió de pie a los intérpretes en forma unánime y sostenida, motivo que obligó tanto a Joyce Di Donato como a Martín Palazzo a tomar los micrófonos y dirigirse al público – mitad en castellano, mitad en inglés, con traducción simultánea-  para explicar el propósito de la obra con la siguiente pregunta retórica: ¿cómo encontrar la paz, en medio del caos?... E invitó al público a dejar su opinión por escrito en unas tarjetas –especialmente diseñadas para tal efecto- que se repartieron con los programas. Y dio otra muestra de su enorme generosidad antes del cierre: cantó una transcripción para instrumentos barrocos de Morgen (La mañana) de Richard Strauss. Tanto ella como los integrantes de Il Pomo d’Oro se retiraron ovacionados y sumamente complacidos. Un broche de oro para un brillante final de ciclo, digno del Mozarteum.

domingo, 27 de octubre de 2019


Maravilloso concierto de la Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner

LA MEJOR ORQUESTA MARCA SU NIVEL
Martha CORA ELISEHT

            Sin lugar a dudas, la Orquesta Sinfónica Nacional es la mejor del país. No sólo por su consabida excelencia sonora y artística, sino además por el repertorio que abarca y por la jerarquía en la interpretación de las obras. Por algo resultó ser la flamante ganadora del Premio Konex de Platino a la mejor orquesta sinfónica del país. Y prueba de ello ha sido el concierto ofrecido en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado viernes 25 del corriente, bajo la dirección de Mariano Chiacchiarini, quien brindó el siguiente repertorio: Triste Noche de Daniel Sprintz (estreno mundial), el  Concierto para piano y orquesta en Re menor (para la mano izquierda) de Maurice Ravel (1875-1937), con la participación de Alexander Panizza como solista y el estreno latinoamericano del oratorio Nagasaki para mezzosoprano, coro y orquesta del compositor ruso- alemán  Alfred Schnittke (1934-1998), con la participación de Alejandra Malvino como solista y el Coro Polifónico Nacional, dirigido por José María Sciutto y preparado por Fernando Tomé. Además, en la presente función se contó por primera vez con traducción simultánea del ruso al castellano. .
            Daniel Sprintz es un compositor argentino radicado en España y su obra Triste Noche está basada sobre el poema homónimo del uruguayo Hugo Mujica. Lleva una orquestación profusa (piano, celesta, dos arpas, percusión, glockenspiel, vibrafón, 3 cornos, 3 trombones, tuba y 3 trompetas) y consta de tres temas concatenados entre sí –acorde al número de estrofas del poema-. Inicia con una melodía ondulante en tono grave con caña percutida, contrabajos y trombón bajo, al cual se le suman un glissandi en xilofón y contrafagot –dando el clima de la noche- , con una combinación de tiempo y ritmo que incluye múltiples efectos sonoros no convencionales (caricia al parche del bombo, arcos frotados bajo el puente de los contrabajos, rasgueo de guitarra por parte de los seis primeros violines). Para lograr una mayor profundidad sonora, el flautín se halla intercalado entre las dos flautas, mientras que el piano y los instrumentos de percusión (celesta, vibrafón, glockenspiel) se ubican junto con las arpas hacia el fondo. El contrapunto efectuado por estos instrumentos logra la atmósfera nocturna que hace honor al título de la obra. Y luego de numerosos tutti y fortissimi, cierra con la melodía inicial en pianissimo, con el solo de caña percutida que inicia la misma. La dirección y marcación de Chiacchiarini fueron soberbias y recibió un aplauso prolongado al igual que el compositor, quien estaba presente en el estreno mundial de su obra y subió al escenario.
            Seguidamente, la dupla formada por Mariano Chiacchiarini y Alexander Panizza brindó una estupenda versión del mencionado Concierto para la mano izquierda de Ravel. Fue compuesto especialmente para el pianista austríaco Paul Wittgenstein (1887-1961), quien perdió su brazo derecho en batalla durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, continuó tocando el piano con su única mano y muchos compositores de la época (Prokofiev, Hindemith, Korngold, Britten y Richard Strauss) compusieron obras especialmente para él. Si bien Ravel no estuvo presente durante el estreno de su obra en Viena en 1931, no estuvo conforme con la interpretación de Wittgenstein y creyó que había alterado su partitura. Tras un desagradable altercado, finalmente, ambos se pusieron de acuerdo y la obra se ejecutó en París con el compositor en el podio y Wittgenstein al piano en 1933. Consta de un solo movimiento, dentro del cual se presentan dos temas opuestos (Lento/ Allegro) que alternan constantemente. Comienza con una atmósfera lúgubre con los cellos, contrabajos y contrafagot, mientras la orquesta toca un breve pianissimo que da paso a un inmenso fortissimo. Luego del mismo, el piano entra con un poderoso virtuosismo en forte, tras el cual, mediante una serie de cadencias en crescendo y descrescendo  finaliza en un glissando que da lugar a la aparición de la orquesta con temas alternantes (fortissimo/mezzopiano). Todo esto se repite en forma alternada sin abandonar la tónica en Re mayor, mediante una serie de escalas disonantes. Prosigue con los arpegios y glissandi del piano, mientras la orquesta toca en sforzatto. Finalmente, el piano acaba en forte sforzatto. Si bien al comienzo Alexander Panizza pudo haber hecho un uso exagerado del pedal, ofreció –no obstante- una versión soberbia, caracterizada por la pureza del sonido en un perfecto diálogo con la orquesta. En el scherzo se destacaron los instrumentistas Ernesto Imsand y Florencia Fogliatti (fagot) y los cornistas Lucio Maestro, Melina Ramírez y Silvia Lanzón, mientras que Diego Armengol lo hizo en contrafagot. Hacia el final de la obra, el público presente estalló en un merecido y prolongado aplauso, que obligó a Alexander Panizza –ahora, con las dos manos (SIC)- a bisar un fragmento de En blanc et noir (En blanco y negro) de Debussy. El público aplaudió acaloradamente, dada la complejidad de ambas piezas y destacando el mérito del solista.    
            La obra principal de la noche fue el estreno latinoamericano de Nagasaki, oratorio compuesto en 1958 por Alfred Schinittke como obra de graduación en el Conservatorio de Moscú, a los 25 años de edad. Según referencia de Mariano Chiacchiarini –quien tomó el micrófono para brindar al auditorio una somera explicación de las obras-, Schnittke no quería componer sobre ese tema, pero su profesor –Evgeni Golubev- le sugirió que así lo hiciera. Consta de 5 movimientos, basados sobre la tragedia causada por la explosión atómica sobre dicha ciudad japonesa en 1945 y escritos por el poeta de propaganda soviética Anatoly Sofronov (1°, 3° y 5° movimientos) y por dos poetas japoneses: Töson Shimazaki (2° movimiento) y Yoneda Eisaku (4°  movimiento). A su vez, este último fue sobreviviente de dicha tragedia.  Los textos fueron traducidos al ruso y su estreno tuvo lugar en 1959 con la Orquesta Sinfónica de Radio Moscú, que grabó la obra. Posteriormente, se grabó en Japón, pero al no publicarse la partitura, se dio por perdida hasta que apareció en 2006 en Sudáfrica y fue reestrenada en su versión original por la Orquesta Filarmónica de Cape Town ese mismo año, bajo la dirección de Owain Arwel Hughes. El 1° movimiento (Nagasaki, ciudad del dolor) inicia con un tema de hondo contenido dramático a cargo de la orquesta y el órgano (Andante) en tono menor, haciendo alusión a una ciudad devastada y en ruinas hasta la entrada del coro. En este caso, la voz actúa como un instrumento más y realiza un perfecto contrapunto entre las tres flautas –en sucesión de escalas ascendentes y descendentes- , que es repicado por las trompetas hasta el solo de bombo y timbal, que cierra con un acorde en fff.  En cambio, el 2° movimiento (La mañana) arranca en tono mayor, con ribetes que recuerdan a la cantata Alexander Nevsky de Prokofiev y a obras de Stravinsky hasta la entrada del coro (Gloria) con una melodía suave a cargo de las contraltos, la cual es contestada en canon por las sopranos y el resto de las voces. Las trompetas y los trombones tienen a su cargo glissandi –que ilustran musicalmente el brillo del sol- y, posteriormente, el coro cierra en pianissimo hasta la entrada de la tuba, que anuncia un tono trágico en fortissimo. Posteriormente, los contrabajos, los cellos (en tono grave) y el timbal dan el efecto de la explosión atómica.
El 3° movimiento (En ese fatídico día) es un Allegro con fuoco escrito en 4/4, donde la entrada del corno en fff alude a la bomba atómica y se amalgama con el resto de la orquesta. Mientras los cornos tocan una melodía japonesa trágica, la orquesta ejecuta un contrapunto hasta el llamado del coro. Tras el mismo, el movimiento cierra con un pianissimo a cargo del piano, las arpas y la flauta. El 4° movimiento (Sobre las cenizas) abre con una melodía lenta (piano), que alude al desastre causado por la explosión hasta la entrada de la mezzosoprano, donde narra el dolor de una madre por haber perdido a su hijo. Este efecto dramático se apoya en el clarinete bajo hasta la entrada del órgano, haciendo énfasis con una excelente labor de Sebastián Aschenbach a cargo de dicho instrumento. Alejandra Malvino cantó de forma exquisita un aria caracterizada por ser, precisamente, dramática. Logró estupendos matices y una impecable línea de canto. Y la dirección de Chiccchiarini fue magistral en todos los aspectos: marcación, énfasis, entusiasmo en los forti y suavidad en los pianissimi, en una obra caracterizada por su profusa orquestación y difícil ejecución.
Además de los instrumentos ya mencionados y el coro –estupendamente bien preparado por Fernando Tomé e Irene Amerio como maestros de repertorio-, la orquesta lleva vientos por 4, 8 cornos, 2 tubas, piano, percusión numerosa, celesta, carrillón, vibrafón, campanas, glockenspiel, gong y refuerzo en las cuerdas. El 5° movimiento (El sol de la paz) abre con un tema lento, donde el coro murmura a bocca chiusa hasta que el órgano marca la entrada de la orquesta con el tema inicial del 1° movimiento en tono mayor, dando señal de esperanza y resurrección luego de la tragedia. Posteriormente, el coro invoca a los pueblos del mundo para que jamás olviden el drama de Nagasaki y evitar que suceda nuevamente. La estructura musical es similar a los compases finales del Poema del Éxtasis de Alexander Scriabin (fortissimo- fff/ piano/ in crescendo/ fff finale), para cerrar con una capitulación brillante en tono mayor. El público estalló en aplausos ante la monumentalidad de la obra y el tremendo esfuerzo realizado tanto por parte del director como los músicos, la mezzosoprano y el coro, que se retiraron ovacionados.
            A pesar de los consabidos carteles con la frase #Sinfónica Nacional en crisis previamente a la ejecución del concierto y ante las circunstancias de veda política, esta vez los delegados no hicieron mención alguna a las autoridades y sólo pidieron al público disfrutar del espectáculo. Y pese a todos los contratiempos –al igual que NAGASAKI- , la orquesta es capaz de renacer y resurgir de sus cenizas, como el Ave Fénix. No sólo vuela alto sino que, además, marca su nivel.      

sábado, 26 de octubre de 2019




MARIANO CHIACCHIARINI  EN UNA ACTUACION CONSAGRATORIA

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019, Director: Mariano Chiacchiarini Solistas: Alexander Panizza (Piano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano). Coro Polifónico Nacional, Preparador Invitado: Fernando Tomé. Programa: Obras de Sprintz, Ravel y Schnittke. CCK-Auditorio Nacional, 25 de Octubre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Esta velada sirvió para confirmar que estamos ante uno de los mayores talentos que ha dado la Argentina en los últimos tiempos al que solo le cabe aguardar desafíos y superaciones mayores. Mariano Chiacchiarini condujo a la Sinfónica Nacional en un  programa de envidiable exigencia. Extrajo todo lo mejor del conjunto, contó con la participación de dos solistas de excepción y obtuvo el concurso de una de las mejores agrupaciones corales del país, el Polifónico Nacional, quien también deslumbró en otra de sus muestras de versatilidad y valía. 

  Una vez más los delegados sindicales de la primera orquesta de Ntro. país mencionaron al público las vicisitudes ampliamente conocidas, recordando la distinción que le otorgó la Fundación Konex como Mejor Orquesta Argentina de la Década y que en cuanto se los cite concurrirán al diálogo para solucionar de la manera más perentoria posible el conflicto. Como era de esperar el sostenido aplauso del público dejó implícito el aval de Este.  En todo momento se evitaron menciones de tinte político, acorde con la veda electoral vigente. Estuvo sabiamente expresado el planteo.

  El concierto se inició con el estreno mundial de “Toda Noche” del argentino Daniel Sprintz, residente en Badajoz (Extremadura, España), quien es seguidor de la obra literaria de Hugo Mujica y que ha puesto música a varios de los trabajos de este último. Basado en las estrofas del poema homónimo del notable escritor, Sprintz se nos revela como hábil orquestador, da a la orquesta un tratamiento diferente a través de efectos sonoros en el sector de percusión, al igual que en los metales en donde los cornos soplan sin la boquilla mientras la sección de contrabajos interpreta el inicio con sus arcos muy por debajo de la boca de resonancia de los mismos. Gran parte de la composición está en “pianissimo”, daría la impresión de abrevar en dos trabajos de grandes compositores que de igual modo refirieron a la noche, el primero es Bruno D’Astoli y su “Encantamiento de las Estrellas” de 1983, basada en Alan Watts y el otro Gerado Gandini y su colosal “Eusebius”, la serie de cinco nocturnos para Orquesta de 1985. Si así no fuese, le cabe por igual la inclusión. La obra va virando progresivamente hasta llegar a un decisivo forte y retornar al tema que la inicia. Es un muy interesante trabajo, muy bien interpretado por Chiacchiarini quien preparó a la Nacional de modo estupendo y quisiéramos escuchar alguna obra más de Sprintz para un mayor conocimiento.  

    Otro motivo de interés lo concitó la presentación de Alexander Panizza para abordar el Concierto para Piano y Orquesta en Re mayor "Para la mano izquierda” de Maurice Ravel. Obra de exigencias notorias sumada a la complejidad de tener que ser interpretada por una sola mano, ya que el dedicatario de la misma perdió la diestra en acción de guerra durante la primera conflagración mundial, encontró en Panizza a un notable interprete, desplegando talento y energía para alcanzar el justo punto interpretativo y a un Chiacchiarini que no se limitó a acompañar, sino que por el contrario le extrajo a la Sinfónica todos los matices y detalles que la página contiene para redondear ambos una faena para el recuerdo, el que se extenderá al notable Debussy que el intérprete rosarino  ofreció a posteriori como “bis” en donde se encontró en su salsa, logrando enfervorizar aún más al auditorio.

  La parte final estuvo reservada al estreno iberoamericano del Oratorio”Nagasaki” del compositor ruso-alemán Alfred Schnittke, bien conocido aquí por su Opera “La Vida con un Idiota” que los cuerpos rusos ofrecieran en los noventa en el Colón con Valery Gergiev al frente en doble programa con “La Nariz” de Dimitri Shostakovich.

  Es un trabajo de gran aliento para una orquesta de grandes dimensiones más voz solista, coro y órgano. Fue compuesta por Schnittke a sus 24 años como tesis final en el Conservatorio de Moscú en 1958 y estrenada al año siguiente por la hoy Orquesta Tchaickovsky de Moscú (Ex Sinfónica de la Radio Televisión Rusa). Su guía de tesis,  Evgueny Golubev, le sugirió este trabajo empleando para ello textos de Anatoli Sofronov. Viendo el carácter de los mismos y teniendo en cuenta que en ese momento se hallaba en pleno desarrollo la llamada “Guerra Fría”, no es de extrañar que se trató de insertar estos textos en una obra de alto impacto, máxime que su contenido encierra una fuerte crítica a los ejecutores del ataque y poseedores de tan letal arma: Estados Unidos, por lo que no es de extrañar que la inclusión de dos pomas de autores nipones en su sección central hayan obedecido al deseo del compositor de mostrar el lado más humano de quienes padecieron tan terrible agresión. Y lo logra alcanzando los picos más emotivos del trabajo colocando las más justas melodías a los sabios poemas de Shimazaki Toson (2da. Parte) y Eisaku Shoneda (4 ta. Parte), tal vez este el más profundo de los dos, reservado para voz de mezzosoprano sola. La construcción deja entrever las influencias de Prokofieff en cuanto a estructura (Similar a “Alexander Nevsky”) y del Dimitri Shostakovich de más frondosa orquestación (Sinfonías 11 [1905] y 12 [1917]) pero también del más reflexivo (Sinfonía Nº 13 “Babi Yar”), recordando que este último aún estaba vivo y en plena etapa de creación de estos trabajos mencionados. Los jurados obligaron al compositor a rehacer el pasaje central en donde la orquesta describe al ataque. A su estreno, la composición fue atacada por “formalista”, cayó en el olvido hasta que el manuscrito original fue hallado y finalmente estrenado en su forma original en 2006 (ocho años después de la muerte del compositor) por la Filarmónica de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Vaya paradoja, también en un país que sufrió en demasía pero por suerte efectuado en tiempos de libertad,  ganada de  la mano de su hijo más notable, Nelson Mandela.

  Chiacchiarini realizó aquí un trabajo de orfebrería. A la numerosa orquesta, Schnittke le integra una inmensa batería de percusión: Glockenspiel, Xilofón, Marimba, Tam-Tam, Timbal, Redoblantes, Platillos, Bombo, Campanas. Sumado a ello la imponente presencia del órgano (aquí en manos del notable Sebastián Achembach) el que marca desde el comienzo mismo la magnitud de la tragedia a evocarse. Piano, Celesta, Cornos por 6, trompetas por 4, vientos por 4, dos tubas, más la cuerda usual. Un gran Coro lleva adelante el relato, mientras que a la mezzosoprano le está reservado el momento más reflexivo y emotivo de la obra (como ocurre en “Alexander Nevsky” en el fragmento del “Campo de los Caídos”). La Sinfónica tomó como propio el desafío y entre ambos construyeron una versión colosal que pasó de la fuerte carga dramática a la esperanza con la que cierra este trabajo. Alejandra Malvino (que también interpretó “Nevsky”) fue la voz que interpretó el pasaje más desgarrador con sabiduría en el decir y el más profundo registro. El Polifónico, confiado aquí al joven preparador Fernando Tomé, respondió de modo magnífico con emisión homogénea y totalmente consustanciado con este tipo de repertorio.

  Es un acierto por parte de Ciro Ciliberto (programador de la Sinfónica Nacional) la convocatoria a ntros. mejores jóvenes directores, los que han abordado programas no convencionales. Entre ellos, Mariano Chiacchiarini supo aprovechar con creces sus dos convocatorias. Sus versiones de la Sexta de Mahler y este estreno de Nagasaki son la prueba más elocuente. Capacidad y talento le sobran. Ojalá que Argentina y el Mundo sepan aprovecharlo y disfrutarlo.

Donato Decina

jueves, 24 de octubre de 2019




LA BELLEZA VOLVIO A ESCENA

Teatro Colón, temporada 2019. Ballet: “La Cenicienta” en tras actos basado en el cuento de Charles Perrault. Música de Serguei Prokofieff, coreografía de Sir Ben Stevenson. Principales Protagonistas: Nadia Muzyca (Cenicienta), Juan Pablo Ledo (Príncipe), Silvia Grün (Bruja), Ludmila Galaverna (Hada Madrina), Matías Foronda (Padre), Analía Sosa Gurrero (Madrasta), Leandro Tolosa (Hermanastra Mayor), Tomás Carrillo (Hermanastra Menor), Yosmer Mejía (Bufón), Stephanie Kessel (Hada Primavera), Laura Domingo (Hada Verano), Ayelén Sánchez (Hada Otoño), Paula Cassano (Hada Invierno). Ballet Estable del Teatro Colón, Directora: Paloma Herrera. Orqusta Estable del Teatro Colón. Diseño de Producción: Tom Boyd, Iluminación: Christina R. Gianelli en reposición de Rubén Conde. Dirección de Orquesta: Jesús Medina. Reposición Coreográfica: Dominic Walsh. Función del 23 de Octubre del 2019.

 NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Además de ser siempre muy bienvenidas las obras que se pueden ver con menor frecuencia, también es importante el hecho de ampliar un repertorio que , justo es reconocerlo, hasta la llegada de la conducción de Paloma Herrera al Ballet Estable del Colón, venía encasillándose en la más convencional programación. Primero fueron las bienvenidas reposiciones de “Coppelia” y “Don Quijote” y maravillas como “Sylvia”. Ahora es el turno de “La Cenicienta” en la que se combinan la música de Serguei Prokofieff, tal vez menos inspirada que en “Romeo y Julieta”, junto a la excelente coreografía de Sir Ben Stevenson que potencia esta partitura y la eleva hasta alcanzar niveles de excelencia.  Me llevó a elegir esta función el hecho de que la misma marcaba el regreso al escenario de Nadia Muzyca, acaso las más refinada protagonista con la que hoy cuenta el Ballet Estable y junto a ella, Juan Pablo Ledo, de quien debemos decir exactamente lo mismo en cuanto a los roles masculinos. Acerté. No me defraudaron en lo más mínimo.

  Es ocioso recordar la historia. En cambio he de referirme a la coreografía. Hace casi 50 años Sir Ben Stevenson recibía el encargo del National Ballet de Washington de una coreografía sobre el cuento de Perrault para utilizar la música que Serguei Prokofiff compuso en 1945 por comisión  del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú con coreografía de Rotislav Zakharov . De aquí podemos sintetizar que enfatiza mucho la relación Padre/Hija, la que es constantemente interrumpida por la acción de las hermanastras. Una Madrasta perversa, muy bien marcada. La simpática aparición de la bruja que se niega a llevarse el cuadro de la madre de la protagonista y que justamente recibe la ayuda de esta. La aparición del Hada Madrina junto a su sequito de hadas que simbolizan las cuatro estaciones del año. Un simpático bufón de la corte del príncipe, que hará de “filtro” entre este y la corte. Y, fundamentalmente, el hecho de confiar a dos bailarines el rol de las hermanastras, lo que además de dar aspecto grotesco acentúan aún más las diferencias de estas con la protagonista y dejan ver de ella su desdichada vida.

   El producto que pude ver en escena fue muy bien servido. La labor del repositor Dominic Walsh, colaborador de Stevenson, el que a sus 92 años sigue al frente del Texas Ballet Theatre, no pudo ser más encomiable. Supo extraer lo mejor de los solistas principales, marcó de manera impecable cada rol y logró buenos desplazamientos en los momentos de conjunto. Todo fue respaldado por una acertadísima escenografía y un muy bien realizado vestuario a cargo de Tom Boyd, lo que fue completado con un diseño lumínico original de Christina Gianelli al que Rubén Conde logró trasplantar una vez más con acierto al escenario de Ntro. Primer Coliseo. Los integrantes del Ballet Estable lucieron plenamente en los momentos grupales y resultaron también muy bien elegidos todos los que realizaron roles menores. En cuanto a los roles principales tuvimos la simpática intervención de Silvia Grün como la bruja, Stephanie Kessel como una estupenda Hada Primavera, Laura Domingo en una muy buena composición del Hada Verano, Ayelen Sánchez fantástica como el Hada Otoño y una soberbia Paula Cassano como el Hada Invierno. Martín Foronda dio vida a un Padre entre la espada y la pared, protector hasta donde puede de su primogénita pero sumiso a su segunda esposa y a sus otras dos hijas. Justamente Analía Sosa Guerrero logró dar en el punto exacto al dar vida a la Madrasta. Logró transmitir la inescrupulosidad que se pide para el  rol. Soberbios en el desempeño tanto Leandro Tolosa como la Hermanastra Mayor como Tomás Carrillo en la Hermanastra Menor con desenfado, simpatía y hasta estupendos en los momentos en que deben exponer la torpeza que anida en ambos roles. Ludmila Galaverna tuvo un magistral desempeño como el Hada Madrina con muy buena presencia, buenos desplazamientos y depurada técnica. La revelación de la noche fue el estupendo Bufón que ofreció Yosmer Mejía. Cuanto desenfado, talento y frescura. Cuanto derroche magnífico en los saltos, giros y expresividad. Debe aprovechárselo más a fondo. Juan Pablo Ledo dio vida a un magnífico príncipe que solo tiene ojos para la protagonista a partir de encontrarla en el baile.  Y Nadia Muzyca fue la imponente Cenicienta. Cuanto talento, refinamiento, técnica exquisita que hasta pareciera flotar en al aire,  tal su desempeño en el gran Pas de Deux final. Actriz perfecta, traza a una criatura creíble y querible desde el vamos. Y para ambos la magnífica conexión que mantuvieron en toda la función. La gracia y el refinamientoque ambos mostraron fue la arista más sobresaliente. Párrafo aparte la muy buena dirección de orquesta del experimentado conductor mexicano Jesús Medina. Pese a un comienzo un tanto impreciso, las cosas se fueron corrigiendo y asentando de inmediato para lograr una total conexión con los bailarines, dando por resultado de que este espectáculo se convierta en uno de los mayores logros de la gestión de Paloma Herrera, con  el adicional del retorno a escena de una de las bailarinas más talentosas de Argentina. ¡Bravo!.

Donato Decina

miércoles, 23 de octubre de 2019

Excelente presentación de “LA CENICIENTA” de Prokofiev en el Colón

CUANDO LA HISTORIA ES LA PROTAGONISTA
Martha CORA ELISEHT

            Dentro de la presente temporada, el Ballet Estable del Teatro Colón ofrece uno de los más bellos que se han compuesto y muy poco representado en el país: LA CDENICIENTA, con música de Sergei Prokofiev (1891-1953) y coreografía de Ben Stevenson, con la participación de Dominic Walsh como coreógrafo repositor y Tom Boyd como régusseur y diseño de vestuario e iluminación de Rubén Conde.  Las funciones se representarán entre los días 19 al 26 del corriente  con la presencia de la Orquesta Estable de dicho organismo, con la presencia  del mexicano Jesús Medina como director invitado y Paloma Herrera como directora del Ballet Estable.
            Quien escribe asistió a la función de Abono Nocturno ofrecida el día 22 del corriente, donde los roles principales estuvieron a cargo de los siguientes intérpretes: Dorothée Gilbert (Cenicienta), Marcelo Gomes (Príncipe), Matías De Santis (Pandolphe), Natalia Sarraceno (Madrastra), Pablo Marcilio (Griselda, la hermanastra), Julián Galván (Anastasia, la otra hermanastra), Noemí Szleszynski (Bruja), Silvia Grün (Modista), Julieta Lerda (Asistente de modista), Maximiliano Cuadra (Peluquero), Luciano García (Asistente del peluquero), Franco Noriega (Maestro de Baile), Rodrigo Cuadra (violinista), Ayelén Sánchez (Hada Madrina), Gerardo Wyss, Alejo Cano Maldonado, Matías Santos y Alan Pereyra (Libélulas), Emilia Peredo Aguirre (Hada de Primavera), Georgina Giovannoni (Hada de Verano), Camila Bocca (Hada de Otoño), Ludmila Galaverna (Hada de Invierno), Jiva Velázquez (Bufón), Nahuel Prozzi y Vinicius Vasconcellos (Amigos del Príncipe).
            A diferencia de la versión de Frederik Ashton –donde los protagonistas adquieren un rol preponderante-, la de Ben Stevenson se caracteriza porque la protagonista es la historia de Cenicienta en sí misma. El celebérrimo cuento de Charles Perrault posee algunas modificaciones: los roles de las hermanastras están bailados por hombres, lo que le da un aspecto más cómico y desopilante que el consabido de las dos malvadas. Hay toda una serie de personajes secundarios que aparecen antes de los preparativos del baile (Modista, Peluquero y sus respectivos asistentes, el violinista y el Maestro de Baile), que en la obra original están representados por los sirvientes. También se lo representa a Pandolphe –padre de Cenicienta- como un auténtico “varón domado” por su esposa (Madrastra), quien trata de proteger a su hija del continuo maltrato a la que es sometida, pero no puede. Y aparece una Bruja en el primer acto, por quien Cenicienta siente compasión y le ofrece un pan, mientras las hermanastras se encargan de maltratar y echar a esa vieja andrajosa lo más rápido posible. Una vez que todos han partido, ella se queda sola bailando con la escoba, pero al mirarse en el espejo y ver su vestido harapiento, rompe a llorar desconsoladamente. Aparece nuevamente la Bruja, quien se transforma en su Hada Madrina y hace que las Hadas de las Cuatro Estaciones bailen para ella. Las libélulas representan su séquito –estupenda labor de los cuatro solistas- y, desde ya, transforma el zapallo en carroza y los ratones en 4 caballos blancos. En la presente versión se utilizó el mismo recurso que en la última reposición de Cendrillon de Massenet en el Metropolitan de New York: cuatro figurantes vestidos de blanco con pelucas de crin, imitando el paso de los caballos.  Durante la escena del baile, en vez del Rey y su séquito, el cuerpo de baile y el Bufón representaron a la Corte del Príncipe y este último repartía naranjas como souvenirs a los invitados – sonaron los acordes de la célebre marcha de El Amor por Tres Naranjas, del mismo autor-. Y para la prueba del zapato, se presenta el Príncipe escoltado por el Bufón y dos amigos en casa de Cenicienta. No sólo la historia termina con final feliz y perdonando a su madrastra y hermanastras, sino que predomina el cortejo nupcial formado por las Hadas de las Cuatro Estaciones, el Hada Madrina y el séquito real, representado por el cuerpo de baile. Por lo tanto, es la historia en sí misma la que adquiere protagonismo, sin que ninguno de los principales roles se destaque por sobre el resto, pero manteniendo  su individualidad a la vez.
            La labor ofrecida por parte de la pareja protagónica fue estupenda y Dorothée Gilbert demostró sobre el escenario del Colón por qué es la principal étoile del Ballet de la Ópera de París: excelente técnica, buenas dotes histriónicas y sobresalió por sus excelentes panché, souplée y por la impecable rond de jambes  fouettés en tournant del Pas de Deux del 2° acto. Y los developées del Pas de Deux del 3° acto junto a su partenaire -Marcelo Gomes, primer bailarín del  American Ballet Theatre (ABT)- fueron de una precisión absoluta. ¨Por su parte, él sobresalió por su impecable solage y fouette en su solo del 2° acto. Como ya tiene habitualmente acostumbrado al público, Jiva Velázquez descolló con sus impecables y soberbias piruetas sobre el escenario  interpretando al Bufón y junto a las hermanastras Griselda y Anastasia brindaron una formidable lección de actuación y destreza.  La dupla formada por Pablo Marcilio y Julián Galván hizo reír al público con sus chanzas y sus piruetas. Y demostraron que son dos bailarines de carácter, ideales para interpretar este tipo de roles. El cuerpo de baile tuvo un correcto desempeño en las escenas de conjunto –con algunos desacoples- y  dentro de los solistas, Ayelén Sánchez brindó una excelente actuación como el Hada Madrina, mientras que el cuarteto de libélulas formado por Gerardo Wyss, Alejo Cano Maldonado, Matías Santos y Alan Pereyra se destacó por la plasticidad, gracia y coordinación de movimientos. Entre las cuatro solistas que encarnaron a  las Hadas, Emilia Peredo Aguirre  (Primavera) y Camila Bocca (Otoño) sobresalieron por su gracia, estética  y ductilidad, mientras que Ludmila Galaverna (Invierno) y Georgina Giovannoni (Verano) demostraron una técnica perfecta.
            Previo al comienzo, Rubén Conde ofreció una excelente iluminación resaltando la cúpula del Colón y dejando filtrar la luz a través del cortinado de los palcos mientras la sala permanecía a oscuras, hasta que se oscureció por completo al comenzar los primeros acordes de la música- en tono menor y oscura,- que narra el maltrato continuo que sufre Lucette – nombre de la protagonista en el cuento original de Perrault-  al transformarse en Cenicienta, hasta que se abre el telón y se muestran los preparativos para el baile. Un recurso muy bien empleado, que brindó jerarquía a la versión y puso a los espectadores en clima. El mexicano Jesús Medina demostró que es un director de ballet no sólo por adecuar la música al ritmo del bailarín, sino que además, le dio brillo a la Estable. Muy buenos solos de violín – a cargo del concertino Freddy Varela Montero-, de arpa –a cargo de Sarah Solomon Stern-  y en general, la orquesta tuvo un sonido compacto y muy bien equilibrado; sobre todo, si se tiene en cuenta que la obra de Prokofiev lleva una orquestación que requiere gran cantidad de instrumentos de percusión, arpas, celesta, glockenspiel y metales, que juegan un rol preponderante. Por ende, es fácil caer en excesos, cosa que no aconteció.
            Una celebra y ve con muy buen agrado que esta obra se dé sobre el escenario del Colón, ya que es una historia clásica, archiconocida, que todo el mundo comprende y que, además, es ideal para llevar a los niños e introducirlos en el maravilloso mundo del ballet. Tras haber estado ausente por algunos años – la última vez en 2013, con música de Johann Strauss-, LA CENICIENTA aparece nuevamente sobre el escenario del Colón para deleitar al público y transformarse en la auténtica protagonista de este espectáculo

domingo, 20 de octubre de 2019




APUNTES DE UNA “NOCHE” MEMORABLE

Museo de la Fundación Rómulo Raggio (Vicente López), Ciclo de Música de Cámara 2019: Concierto del Sexteto Haydee Seibert-Gustavo Mulé (Violines), Carla Regio-Eliseo Oreste (Violas), Myriam Santucci-Siro Bellisiomi (Violonchelos) y la Dirección Musical del Mtro. Pedro Ignacio Calderón. Programa: Obras de Brahms y Schöenberg. 19 de Octubre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Si digo que fue el mejor concierto de cámara de un conjunto argentino en la presente temporada, créame amigo lector que no exagero. Tuvo coherencia, intensidad, sabiduría al programar, amalgama sonora y el plus de la experimentada guía de una de las mentes más brillantes que la música argentina ha dado a lo largo de su inmensa y rica historia. La fecha del 20 de Octubre del 2019, quedará para los habitués del ciclo de conciertos de cámara de la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López como una de las más significativas de sus 10 años de fecunda trayectoria.

  Uno de los aciertos más rotundos de la noche fue la conformación del sexteto que abordó el concierto. A los bien conocidos Haydee Seibert y Gustavo Mulé (violinistas) y Myriam Santucci (violonchelísta), quienes trabajan juntos en el “Cuarteto de Amigos”, se sumaron el extraordinario violonchelista Siro Bellisomi y los jóvenes y excelentes violistas Carla Regio y Eliseo Oreste quienes resultaron ser las revelaciones de la noche.

  Pero, por supuesto, la mayor atracción estuvo en la participación del Mtro. Pedro Ignacio Calderón para guiar la obra de fondo: “Noche Transfigurada” de Arnold Schöenberg.

   Una bienvenida decisión la constituyó la programación del segundo movimiento “Andante ma moderato en forma de variación” del sexteto en Re menor Op. 18 de Johannes Brahms. No es casualidad,  ya que se trata de una de las obras tomadas por Schönberg como referencia para la composición de “Noche Transfigurada”. Aquí el Sexteto actuó sin Director, por lo que recayó en Haydee Seibert la función de primer violín y guía. La sorpresa la constituyó la extraordinaria participación de Carla Regio al iniciar ese pasaje con estupenda solidez interpretativa, la que se contagió al resto de la agrupación. Hubo vitalidad y exquisito sonido, lo que abonó el terreno para el momento de encarar del trabajo de fondo.

  No hubo intervalo (otra pertinente decisión). Previamente Haydee Seibert nos brindó una muy buena explicación sobre “Noche Transfigurada” y su relación con la obra de Brahms anteriormente interpretada, para luego recordarnos que junto con los “Gurrelieder” este trabajo constituye la despedida del compositor de la tonalidad ya que luego se concentró en desarrollar lo que se conoce como “dodecafonía”. También sintetizó la historia narrada en el poema de Richard Dehmel en el que se basa y manifestó que se trató de la primera obra de cámara en ser “programática”, algo que para esa época (1899) solo se encontraba en obras de carácter sinfónico. Luego de esto, una cerrada ovación recibió  al Mtro. Pedro Ignacio Calderón, quién primeramente  reforzó para el público las anteriores explicaciones de Seibert para luego  invitarnos a los presentes a cerrar los ojos y dejarnos llevar por la música. Hubo otro detalle que no fue menor:  se dejó en penumbras la sala para que solamente las lámparas de los atriles conformaran la iluminación del lugar y entonces el desarrollo de los temas musicales nos hicieron reencontrar con la historia de la pareja que transita de noche el bosque, la mujer que le anuncia a su amor que espera una criatura de otro hombre,  las dificultades producidas tras ese anuncio en el trayecto y la decisión final del hombre de sostener el amor a toda costa aceptando la situación.

    Calderón plasmó una versión homogénea, plena de sonido, muy rica en matices, en donde todos trabajaron por igual hasta llegar a un final en donde el sonido se fue extinguiendo paulatinamente, que se produjera un breve pero muy intenso silencio  para que luego sí comenzara la lógica ovación con que la versión fue premiada, lo que provocó que el director y el sexteto decidieran (ahora con las luces encendidas) “bisar” la parte final de la obra, la que fue mejor expuesta aún.

  El brindis posterior ofrecido a los músicos y los presentes por parte de Alejandra y Mario Raggio (los responsables de la Fundación) nos permitió confraternizar, saludar el reencuentro de la “dupla” Calderón Director/Seibert Primer Violín e intercambiar impresiones (como me ocurrió con el filósofo y escritor Noé Jitrik)  luego de un momento tan intenso como inolvidable.

Donato Decina


Excepcional versión de “NOCHE TRANSFIGURADA” a cargo de Pedro I. Calderón en el Museo Rómulo Raggio

UNA NOCHE PARA RECORDAR
Martha CORA ELISEHT

            El título de esta nota no pretende ser la paráfrasis de una famosa película inglesa de 1959 sobre el naufragio del Titanic (“A NIGHT TO REMEMBER”), sino el recuerdo de una noche maravillosa que tuvo lugar el pasado sábado 19 del corriente en el Museo de la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López dentro del Ciclo de Música de Cámara organizado por dicha entidad, donde el Cuarteto de Amigos se transformó en un sexteto, con la presencia del cellista Siro Bellisomi y los violistas Carla Regio y Eliseo Oreste como músicos invitados–quienes reemplazaron a su colega Elizabeth Ridolfi por compromisos artísticos- y bajo la impecable dirección de Pedro Ignacio Calderón interpretaron las siguientes obras: Segundo movimiento (Andante ma moderato) del Sexteto para cuerdas n°1,Op.18 de Johannes Brahms (1833-1897) y Noche Transfigurada (Verklärte Nacht), Op.4 para sexteto de cuerdas de Arnold Schönberg (1874-1951).
            El mencionado Ciclo de Música de Cámara ofrece conciertos de excelente calidad, donde se invita a prestigiosos grupos y solistas a presentar sus obras. Bajo la dirección de Haydée Seibert, se extiende de Abril a Noviembre en la sede del citado museo los segundos sábados de cada mes. En este caso, tuvo que postergarse por las inclemencias climáticas que tuvieron lugar el fin de semana próximo pasado.
            Debido a que el programa radial se emite en vivo desde el Museo, previamente al concierto una puede escuchar a los músicos ensayando y haciendo los últimos ajustes antes de salir al escenario. Y ya desde el ensayo se escuchaba un sonido puro, compacto, rico en matices de ambas obras. Además, hubo un valor agregado: el hecho de apagar las luces para ambientar el auditorio y lograr un clima ideal para la interpretación de la segunda obra.
            Johannes Brahms compuso dos Sextetos para cuerdas, de los cuales, el primero es el más conocido y fue compuesto en 1860, cuando el músico estaba al servicio de la corte de Detmold. El 2° movimiento de este Sexteto (Andante, ma moderato) fue utilizado como música de varias películas (Les Amants, de Louis Mallé y La Lección de Piano). Escrito en la tonalidad de Re menor, es una variación para dos violines, dos violas y dos cellos. Comienza con un vibrante solo de cello, al cual prosiguen las violas y los violines en contrapunto en una melodía de singular belleza y línea armónica. El Cuarteto de Amigos junto a los instrumentistas invitados logró una versión caracterizada por un sonido compacto, equilibrado, redondo y puro. Si bien todos y cada uno de los músicos brindaron una interpretación magistral, se destacaron en la presente versión la cellista Myriam Santucci y la violista Carla Regio.
            NOCHE TRANSFIGURADA (Verklärte Nacht) fue compuesta por Schönberg en 1899 como sexteto para cuerdas (dos violines, dos violas y dos cellos) y representa una obra “bisagra” entre el post romanticismo alemán de Wagner y Brahms y el dodecafonismo vienés (estilo de composición que rompe con los cánones tradicionales, del cual Schönberg es considerado el padre del mismo). Posteriormente, realiza una transcripción para orquesta de cuerdas en 1917, que es la más popular y difundida. Está basada en el poema homónimo de Richard Dehmel y dedicada a Mathilde von Zemlinsky (esposa del compositor) y posee un único movimiento, dividido en 5 secciones –acorde a las estrofas que componen el poema-. El argumento describe a una pareja que, durante una noche de luna, la mujer le revela a su amante un terrible secreto: está embarazada de otro hombre. En la composición, los sentimientos y emociones de los protagonistas pueden dividirse en 3 secciones: el inicio en tono menor, caracterizado por la tristeza de la mujer; un interludio neutral, para luego desembocar en un final en tono mayor, donde el hombre acepta y perdona a la mujer. (O sieh, wie klar das Welttall schimmert! Es iste in Glanz un Alles her! ¡Mira cuán claro reluce el Universo! ¡Hay un brillo sobre todo!). Desde el punto de vista musical, cada una de las secciones constituye una auténtica metamorfosis de la narrativa y representa el primer ejemplo de música programática escrita para sexteto de cuerdas. La versión ofrecida constituyó un monumento a la exquisitez y el buen gusto, donde cada uno de los intérpretes ejecutó su parte de manera impecable. Unido esto a la magnífica dirección de Pedro Ignacio Calderón, fue una interpretación excelsa y de enorme jerarquía. Tanto Myriam Santucci como Siro Bellisomi demostraron por qué son solistas de sus instrumentos en las orquestas donde actúan -Sinfónica Nacional y del Teatro Argentino de La Plata, respectivamente- y ambos se lucieron en sus solos. Pero la revelación de la noche fue –sin dudas- la joven violista Carla Regio, quien ofreció un solo de viola magistral, logrando un sonido prístino a ese maravilloso instrumento. El contrapunto de las violas con los dos violines –Haydée Seibert y Gustavo Mulé- sonó de forma sublime e imponente. Todos los instrumentistas poseen un magnífico fraseo  y hacia el final, Gustavo Mulé se lució en los acordes en  cascada, mientras que Eliseo Oreste lo acompañó en pizzicato. Hacia el final, la melodía se evanesce hasta que la última nota queda suspendida por parte del primer violín (Haydée Seibert). El público estalló en un vitoreo y aplauso unánime, que obligó al sexteto a bisar los últimos compases de la misma.
            Es un auténtico placer escuchar las obras en sus versiones originales, y más aún, con intérpretes de jerarquía y bajo una dirección soberbia. El resultado es una combinación perfecta para coronar un ciclo exitoso, en una noche para recordar en presencia de la maravillosa compañía de la música.


Impresionante concierto a cargo de Pablo Boggiano al frente de la Sinfónica Nacional

A TODA ORQUESTA Y CON FINAL BRILLANTE
Martha CORA ELISEHT

El pasado viernes 18 del corriente tuvo lugar el Ciclo de Abono de la Orquesta Sinfónica Nacional en el marco de la Sala Sinfónica (Auditorio Nacional) del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Pablo Boggiano, con la presencia de los siguientes solistas: José Araujo, Jorge Pérez Tedesco y Eduardo Vassallo (cello) y Daniel Binelli (bandoneón), en un programa compuesto por las siguientes obras: Éxodos, para tres cellos y orquesta de cuerdas de Fabián Pérez Tedesco (1966); Encuentros, para bandoneón, cello y orquesta, de Daniel Binelli - con la presencia del compositor como solista- acompañado por Eduardo Vassallo y el Concierto para orquesta de Béla Bartok (1881-1945).
Quien escribe conoce a Fabián Pérez Tedesco desde sus comienzos, cuando ganó por concurso el cargo de timbal suplente en la Orquesta Estable del Teatro Colón en 1983, tras su breve paso como percusionista en la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Posteriormente, viaja para perfeccionarse en Alemania y reside en dicho país hasta la actualidad. En este caso, debuta en su país de origen  como compositor con Éxodos para tres cellos y orquesta de cuerdas en calidad de estreno local. Dedicada a su hermano –el cellista Jorge Pérez Tedesco-, está escrita en un solo movimiento donde el primer cello abre con un Adagio y le siguen los otros dos cellos en canon. Mientras los dos cellos sostienen notas en tonos graves, el tercer cello realiza un contrapunto en agudo. Posteriormente, la orquesta de cuerdas se acopla y toma el tema principal, con reminiscencias de tango y otros ritmos latinoamericanos, que es repicado por los tres cellos solistas con un fraseo y acordes  en cascada. Sigue con una cadencia por parte del segundo cello, que introduce el segundo tema y luego, el timbal lo retoma para lograr una recapitulación posterior por parte de la orquesta, siguiendo una línea melódica en 6/8 con un cantábile por parte del solista, mientras la orquesta ejecuta un contrapunto en 4/4, con reminiscencias de tango. Seguidamente, el tercer cello introduce un tema romántico, mientras la orquesta inicia una cadencia sobre el segundo tema –al estilo de la 5° Sinfonía de Carl Nielsen- , que es retomado por la orquesta para recapitular y cerrar con el tema inicial, mientras los solistas cierran con un punteo. La labor de José Araujo, Jorge Pérez Tedesco y Eduardo Vassallo fue estupenda, con un impecable fraseo y muy buenos matices sonoros, al igual que la excelente dirección de Pablo Boggiano.
Encuentros es una obra compuesta por el talentoso bandoneonista Daniel Binelli. Radicado en Francia, este gran músico argentino también presentó su obra en calidad de estreno local, acompañado por Eduardo Vassallo como  solista. Ambos demostraron ser eximios músicos e intérpretes de gran jerarquía, en una obra escrita en tres movimientos: Andante maestoso-Allegro/ Adagio/ Allegro vivace. Previamente al inicio, Pablo Boggiano acomodó el atrial inclinado hacia la izquierda (“a la rusa”) para permitir una mayor profundidad de sonido y lucimiento de los solistas. El 1° movimiento se abre con un solo de cello (Andante maestoso), repicado posteriormente en el bandoneón, con una particularidad: mientras el cello toca notas graves, el bandoneón lo replica en agudo. La dupla Vassallo- Binelli funcionó a la perfección, logrando una gran interpretación –como pocas veces se ha escuchado en la Sala Sinfónica- y una línea melódica audible, agradable, con muy buenos matices, pero también con  un sello personal, que no cae en convencionalismos. Si bien hay elementos de tango y otros ritmos –tales como la guaracha y el candombe en el Allegro del 3° movimiento- , Binelli conserva un estilo propio en una obra maestra, que permite que los solistas de los diferentes grupos de instrumentos se luzcan. En el transcurso del 1° movimiento, la melodía es retomada por la orquesta (violas y cellos) y posteriormente por la percusión, mediante golpes de látigo y batería, que marcan el ritmo en cadencia de tango, mientras el dúo de bandoneón y cello interpretan un cantábile magistral. El segundo movimiento (Adagio) abre con un solo de bandoneón, seguido por el cello y un solo de violín a cargo del concertino en un contrapunto –magistral interpretación de Xavier Inchasuti-, mientras la orquesta desarrolla el tema hasta desembocar en un acorde fff (fortissimo) al cierre del movimiento. El 3° movimiento abre con el dúo de cello y bandoneón en ritmo de tango y candombe, que posteriormente es retomado y desarrollado por la orquesta con un tutti en ritmo de guaracha. La dirección de Pablo Boggiano fue estupenda en todos los aspectos, dando entradas, marcación e indicaciones precisas a cada uno de los solistas de los diferentes grupos de instrumentos. Al final de la obra, el público que permaneció en la sala –ya que lamentablemente, hubo muchos que se retiraron-  la aplaudió y hubo numerosos vítores. La dupla Binelli- Vassallo ofreció un bis de tango: Triunfal, de Astor Piazzolla, donde ambos demostraron sus excelentes dotes y se retiraron sumamente aplaudidos.   
Compuesto en 1942, el Concierto para Orquesta de Béla Bartok consta de cinco  movimientos, siguiendo el siguiente esquema: Vivo- Moderado- Lento- Moderado- Vivo. Según el propio compositor, “se produce una transición gradual de la austeridad del primer movimiento hasta la afirmación vital del último”. En efecto, la grandilocuencia y vitalidad característicos de esta obra representan el triunfo de la mente sobre el cuerpo (hay que recordar que Bartok estaba gravemente enfermo de leucemia cunado lo compuso). En la presente versión, el acorde inicial del 1° movimiento (Mi- La-Re- Sol- Fa) sonó muy compacto por parte de violoncellos y contrabajos, que luego es retomado por las maderas. Lo mismo sucedió con el Allegretto scherzando del 2° movimiento, interpretado magistralmente por el dúo de fagots y el trío de trompetas con sordina, continuado por el resto de la Orquesta. Luego de la trágica Elegía del 3° movimiento –basada en un tema típico húngaro extraído del 1° movimiento-, Boggiano  y los músicos a su cargo tuvieron un magnífico desempeño en los pasajes más brillantes y más conocidos de la obra Allegretto y Finale: pesante- presto, con un equilibrio perfecto entre los tutti, el virtuosismo y el contrapunto. En el 4° movimiento, el tema es interrumpido por los glissandi en los trombones y los instrumentos de viento. Los solos por parte de las flautistas Amalia Pérez y Patricia Da Dalt sonaron perfectos, al igual que los solos de flautín (piccolo) de Sandra Acquaviva y de oboe, a cargo de Gustavo Cosentino. Pablo Boggiano demostró ser un director de jerarquía, logrando un  sonido compacto, puro y un equilibrio perfecto, dando vuelo y haciendo “cantar” a la orquesta. Si bien la versión que ofreció Pablo Drucker a principios de 2018 con la Orquesta del Teatro Argentino de La Plata fue excelente, fue algo más académica al compararla con la presente, que fue brillante desde todo punto de vista y una de las mejores que esta cronista tuvo oportunidad de escuchar.
A pesar de las dificultades, los contratiempos económicos y los consabidos carteles #Sinfónica Nacional en crisis que exhiben los músicos antes del inicio de cada concierto, la orquesta ha sido galardonada con el Premio Konex de Platino a la mejor orquesta sinfónica del país. Un motivo más de orgullo para seguir destacándose y continuar ofreciendo un repertorio de obras de alta jerarquía, extrema complejidad  y estrenos de compositores argentinos –que consta dentro de sus objetivos principales desde su creación, en 1948- y extranjeros, o interpretando un repertorio poco convencional. Y en este caso, con un final brillante, acorde a los quilates de la batuta de su director.