martes, 13 de octubre de 2020

 

Espectacular transmisión por streaming de la Tetralogía wagneriana en el Metropolitan

 

UN ANILLO QUE RELUCE POR DONDE SE LO MIRE

Martha CORA ELISEHT

 

            Continuando con las transmisiones por streaming de la Wagner Woche (Semana dedicada a Wagner) del Metropolitan Opera House de New York, entre los días 7 al 11 del corriente mes tuvieron lugar las óperas que componen la Tetralogía “EL ANILLO DEL NIBELUNGO” (DER NIBELUNGEN RING) correspondientes a 1990 con producción integral de Otto Schenk, escenografía de Günther Schneider- Siemessen, vestuario de Rolf Langenfass e iluminación de Gil Wechsler. La dirección de orquesta estuvo a cargo de James Levine, mientras que John Keenan tuvo a su cargo la del Coro.

            El elenco estuvo integrado por los siguientes cantantes:

EL ORO DEL RHIN (DAS RHEINGOLD)

James Morris (Wotan), Christa Ludwig (Fricka), Siegfried Jerusalem (Loge), Marie- Anne Haggander (Freia), Jan- Hendrik Rootering (Fasolt),  Matti Salminen (Fafner), Ekkehard Wlaschicha (Albrecht), Heinz Zednik (Mime), Alan Held (Donner), Mark Baker (Froh), Brigitta Svenden (Erda), Diane Kesling (Wellgunde), Kaaren Erickson (Woglinde) y Meredith Parsons (Flosshilde).

LA WALKYRIA (DIE WALKÜRE)

 Hildegard Behrens (Brünhilde), James Morris (Wotan), Gary Lakes (Siegmund), Jessye Norman (Sieglinde), Christa Ludwig (Fricka), Kurt Moll (Hunding), Joyce Castle (Waltraute), Jagalyn Bower (Rossweise), Katharina Ikonomu (Helmwiege), Martha Thiegpen (Ortlinde), Diane Kesling (Siegrune), Wendy Hillhouse (Grimgerde), Pyramid Sellers (Gerhilde) y Sondra Kelly (Schwerleite).

SIEGFRIED (SIGFRIDO)

Siegfried Jerusalem (Siegfried), Hildegard Behrens (Brünhilde), James Morris (Wotan, el Viajero), Heinz Zednik (Mime), Ekkehard Wlaschicha (Albrecht), Matti Salminen (Fafner), Brigitta Svendsen (Erda) y Joyce Castle (Voz del pájaro del bosque).

EL OCASO DE LOS DIOSES (GÖTTERDÄMMERUNG)

Siegfried Jerusalem (Siegfried), Hildegard Behrens (Brünhilde), Matti Salminen (Hagen), Ekkehard Wlaschicha (Albrecht), Anthony Raffall (Günther), Hanna Lisowska (Gutrune), Christa Ludwig (Waltraute), Gwyneth Bean (Primera Norna), Joyce Castle (Segunda Norna), Andrea Gruber (Tercera Norna), Kaaren Erickson (Woglinde), Diane Kesling (Wellgunde) y Meredith Parsons (Flosshilde).

PRÓLOGO: EL ORO LUCE EN TODO SU ESPLENDOR

            EL ORO DEL RHIN representa el Prólogo de la Tetralogía y el pecado original. Sólo aquel que abjure del amor podrá ser capaz de forjar un anillo con el cual domine el mundo, pero al ser robado y permanecer fuera de las aguas del río, se transforma en un instrumento que no sólo es codiciado por todos, sino que trae desgracia a aquel que lo posea. Así lo entendió Otto Schenk en su concepción de la Tetralogía, donde realizó una perfecta caracterización de todos los personajes, comenzando por el enano Albrecht, un ser despreciable desde todo punto de vista –mitad hombre, mitad escarabajo- que resbala en los peñascos donde juegan alegremente las  Ninfas del Rhin (Woglinde, Wellgunde y Flosshilde), caracterizadas por sus trajes verdes y sus largas cabelleras, tan doradas como el oro que ellas custodian. En cambio, los gigantes Fasolt y Fafner lucen toscos y pesados, mientras que los dioses, bellos, gráciles y ricamente ataviados. Mientras que Wotan luce una túnica gris con bordados y pechera plateados, su típico parche en el ojo y su lanza, su esposa Fricka aparece ataviada de dorado y Freia, impecablemente vestida de blanco, con una corona de flores al tono. Dado su carácter de semidios, el astuto Loge viste un traje ceñido al cuerpo con franjas en diferentes tonos de marrón, rojo y dorado, simulando las llamas del fuego, mientras que el enano Mime está caracterizado como el herrero torpe. Los diferentes cambios de escena se realizan mediante efectos de iluminación.

            Acorde a la partitura, la introducción suena en pianissimo y va in crescendo a medida que avanza la melodía, hasta llegar a su clímax en el Andante ondulante que precede la aparición de las Ninfas del Rhin. El telón cambia de colores simulando las aguas, mientras que el brillo del oro se resalta mediante un efecto de iluminación perfectamente logrado. Una vez que el mismo es robado, se pasa al peñasco desde donde los dioses admiran el Walhalla. Una vez que los gigantes se llevan a Freia como parte de pago, el  envejecimiento de los dioses está perfectamente bien logrado, al igual que el descenso al Nibelheim mediante el interludio orquestal y el coro de yunques. La dirección de Levine resultó sumamente rica, sorprendente y versátil, logrando muy bien los diferentes efectos sonoros y los leitmotives característicos de cada uno de los personajes y las instancias –maldición del anillo, ocaso de los dioses luego de la advertencia de Erda-. Esta última aparece mediante una tarima elevada, que le permite emerger desde las profundidades de la Tierra cuando le ordena a Wotan que entregue el anillo a los gigantes. Por último, una vez que Donner insta a los dioses a ir hacia la nueva morada cruzando el arco iris, el efecto del trueno está muy bien logrado –simulando el martillo de Thor en la mitología escandinava- , mientras las Ninfas del Rhin lloran la pérdida del oro.

            La constelación de estrellas convocadas para el Prólogo no pudo haber sido mejor seleccionada. James Morris es uno de los más grandes intérpretes de Wotan de todos los tiempos y lo demostró con creces, al igual que la magnífica labor de Christa Ludwig como Fricka, donde su excelsa voz sonó magistralmente. El bajo Ekkehard Wlaschicha deslumbró con sus dotes vocales e histriónicas al encarnar al odioso Albrecht, mientras que el tenor  Heinz Zedlik hizo lo mismo con su hermano Mime. Los bajos Jan- Hendrik Rootering y Matti Salminen fueron dos extraordinarios Fasolt y Fafner respectivamente,  disputándose entre el amor de Freia y el poder del oro. Por su parte, la soprano Marie- Anne Haggander encarnó a una loable Freia, mientras Alan Held y Mark Baker hicieron lo mismo con Donner y Froh, respectivamente.  La labor de Siegfried Jerusalem fue fantástica al interpretar al astuto y multifacético Loge –personaje central en esta obra- y fue quien se llevó los laureles junto a Morris. También estuvo muy bien la mezzosoprano Brigitta Svendsen como Erda, mientras que el trío formado por Diane Kesling, Meredith Parsons y Kaaren Erickson descolló en su interpretación de las Ninfas del Rhin. Una producción escénica y vocal despampanante, de alto vuelo y perfectamente dirigida de la mano de un joven y entusiasta James Levine. 

 

1° JORNADA: REBELDE CON MÚLTIPLES CAUSAS

            Debido a que la representación de LA WALKYRIA (“DIE WALKÜRE”) correspondiente a la presente Tetralogía ya fue analizada minuciosamente como ópera representada individualmente en la crítica realizada el 1° de Julio pasado, quien escribe sólo hará mención a la excelencia de la régie, producción integral y a la jerarquía de los intérpretes que participaron de la misma. Es un placer poder apreciar este clásico dentro del marco que ofrece la Tetralogía, con una puesta en escena y un elenco que es fiel a la mejor tradición wagneriana, con el marco perfecto que brinda la música. Es Wagner en estado puro y un deleite audiovisual.

 

2° JORNADA: UN JOVEN GRAN HÉROE

            SIEGFRIED es un canto a la libertad. Ha nacido libre, sin miedo e inquieto por naturaleza y es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que no es hijo de Mime. Ansioso por no poseer una espada lo suficientemente fuerte como para recorrer el mundo en busca de aventuras, inquiere al nibelungo sobre sus orígenes hasta que consigue sacarle la verdad. Mientras tanto, Wotan recorre el mundo como el Viajero hasta encontrarlo. Para ello, porta su lanza y está caracterizado con un  traje negro, con larga capa y chambergo del mismo color, mientras que el héroe luce su clásica vestimenta en tonos marrones. Por su parte, los enanos Mime y Albrecht poseen las mismas vestimentas que en EL ORO DEL RHIN. Tras su letargo, Brünhilde presenta un vestido blanco, que marca el pasaje de ser una walkyria a una mujer mortal. Los cambios de escena también se logran mediante efectos de iluminación, predominando el claroscuro en las escenas más sombrías y enfocándose la luz en los protagonistas en las principales. El efecto de Fafner transformado en dragón está muy bien logrado, al igual que el aria de la forja de la espada Nothung y el pasaje del héroe a través de las llamas para llegar a la roca de la walkyria.

            La orquesta sonó magistral en todos los pasajes principales, pero donde más se destacó fue en el Preludio del 2° Acto, donde se destacó el solo de tuba que marca el leitmotiv de Fafner y el de la maldición del anillo, al igual que el solo de corno del protagonista llamando al pájaro del bosque –ejecutado por el solista Howard Howard- y el pasaje de la 2° a la 3° escena del 3° Acto, una vez que Siegfried quiebra la lanza de Wotan.

En cuanto a las voces principales, Heinz Zednik no sólo es un gran tenor wagneriano, sino también un magnífico actor, que supo encarar perfectamente bien a Mime y sus siniestros planes de matar al héroe luego de apoderarse del anillo, mientras que tanto Ekkehard Wlaschicha como Matti Salminen –este último, fuera de escena en “Lass mich schlaf”- estuvieron extraordinarios. Por su parte, James Morris brindó un Wotan de excelencia, al igual que la mezzosoprano Brigitta Svendsen como Erda, quien vaticina al dios sobre su destino.  Joyce Castle sonó muy bien como la voz del pájaro del bosque, quien le revela a Siegfried las intenciones de Mime y el camino hacia la roca de la walkyria. Siegfried Jerusalem es un gran intérprete de este rol y lo demostró con creces en la presente versión, destacándose en las arias principales (“Nothung! Nothung! Neidliges Schwert!”; “Mein Vater ist ihm nicht”; “Erwache! Erwache!....Sie hört mich nicht”) y en el dúo de amor junto a Brünhilde (“Heil dein Mutter, Sie mich/ dich  gebracht”; “Erwache, Brünhilde!”), magistralmente interpretada por Hildegard Behrens (“Heil dich, Sonne! Heil dich, Liebe!”… “Lang war mein Schlaf, ich bin erwacht” y la bellísima “Ewig var ich”). Una interpretación excelsa desde todo punto de vista y una versión sublime.

 

3° JORNADA: LOS DIOSES TAMBIÉN SON FINITOS

            Inspirada en el Ragnarok de la mitología escandinava, EL OCASO DE LOS DIOSES es la jornada crucial de la Tetralogía e imperiosamente necesaria para que el bien triunfe sobre el mal y que el fatídico anillo regrese a su origen. Pero para ello, hace falta mucho sufrimiento por parte de la protagonista (Brünhilda) para que pueda entender cómo funciona el mundo real. En este caso, mediante una serie de patrañas y engaños que harán que se sienta traicionada por parte del hombre que ama –el cual, también ha sido engañado bebiendo una mágica poción acorde a los siniestros planes de Hagen para apoderarse del anillo por orden de su padre Albrecht- . Al razonar como una mujer mortal, no puede discriminar que el anillo que Siegfried le deja como prueba de amor es el causante de todos los males, pese a la visita y la advertencia de su hermana Waltraute, quien le recomienda que lo devuelva a las aguas del Rhin. Por su parte, Siegfried también será víctima del complot de Hagen – ofreciéndole una poción que hará que se enamore de Gutrune y olvide a Bünhilde- y luego, de un segundo complot tramado por la propia Brünhilde, el rey gibich Günther y el propio Hagen. Mientras que los dos primeros lo hacen  por cuestiones de ofensa personal a instancias del malvado Hagen, este último necesita matar imperiosamente al héroe para apoderarse del anillo. Esta obra posee la música más hermosa y fascinante de toda la Tetralogía, cuyos interludios orquestales suelen ofrecerse a menudo como piezas de concierto (Escena de amor y Viaje de Sigfrido por el Rhin, Marcha Fúnebre de Sigfrido y la Escena Final, que representa un perfecto resumen de casi 16 horas de música en sólo 18 minutos). Pese a su larga duración (4 horas 50 minutos) no se puede dejar de escuchar, ya que posee  bellísimas arias (“Zu neuen Taten, teurer Helde”: “Hör mich, Schwester!”; “Erwache, mein Sohn” y el aria final: “Starke Scheite schictet mir dort”). Naturalmente, los magníficos efectos de iluminación permiten los numerosos cambios de escena; sobre todo, en el 1° Acto (Trío de las Nornas, Amanecer, Palacio de los Gibich, Roca de la Walkyria y Escena de la Traición, donde Siegfried usa el Tarnhelm –yelmo mágico- para ganar a Brünhilde como novia para Günther). Lo mismo sucede en el 3° Acto, donde los interludios orquestales permiten los cambios. Luego de encender la pira funeraria donde Brünhilde llevará a cabo su inmolación junto a los restos de Siegfried, la escena se enciende en llamas, pero se pasa rápidamente a las aguas del Rhin, donde las Ninfas se hallan alegres por haber recuperado el oro y ahogan a Hagen. Por último, el tema de la redención por  el amor se ilustra con un nuevo amanecer mientras arde el Walhalla con el leitmotiv característico del ocaso.

            Independientemente de la pareja protagónica integrada por Hildegard Behrens y Siegfried Jerusalem –perfectos desde todo punto de vista en las escenas de mayor carga dramática-, la dupla formada por Anthony Raffall como Günther y Hanna Lisowska como Gutrune también funcionó perfectamente dando vida a los hermanos de la estirpe de los Gibich, mientras que el finlandés Matti Salminen encarnó un perfecto Hagen desde todo punto de vista. Siniestro e intrigante desde lo actoral y excelso desde lo vocal, supo conjugar ambas cualidades para dar vida al villano. Además de las cantantes que dieron vida a las Ninfas del Rhin, el trío formado por  Gwyneth Bean, Joyce Castle y Andrea Gruber también se lució dando vida a las Nornas, hábiles hilanderas que vieron romperse el hilo del destino. Christa Ludwig encarnó una magnífica Waltraute, mientras que Ekkehard Wlaschicha hizo lo mismo como Albrecht. Además de los solistas, la preparación del coro masculino por parte de John Keenan fue soberbia en el 2° Acto. Es la única de las cuatro óperas que requiere la presencia del Coro. La magistral dirección de James Levine hizo el resto.

            La destrucción del mundo y creación de uno nuevo está  presente en todas las mitologías: Ragnarok para la escandinava y el Apocalipsis para la cristiana. Y sobre todo, mediante la redención por el amor, un tema recurrente en el universo wagneriano. En este caso, con una versión de antología, que demuestra que los dioses –al igual que los seres humanos- también son finitos.  El anillo brilla por donde se lo mire y dentro de su contexto original.

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