domingo, 28 de marzo de 2021

 

 

 

UN MUY INTERESANTE ABANICO CREATIVO

 

Asociación Argentina de Compositores; Temporada de Conciertos Nº 107, año 2021. Concierto Nº 1, transmitido via streaming desde la sala Terrena de la Mozarthaus de Viena. Actuación de la Violnísta Édua Amarilla Zádory. Programa: Obras de Joroschansky, Llamazares, Quintela, Calcagno, Gomez y Parotti. Emitido desde Viena el 20 de  Marzo de 2021 y disponible para su visualización en la red social You Tube, canal de la Asociación Argentina de Compositores.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  La pandemia pone a prueba la creatividad y en esta etapa, más allá de la puntual incertidumbre por la llegada de una segunda (¿o tercera?) oleada de COVID19, con el paulatino regreso a la presencialidad en ámbitos musicales oficiales, se empiezan a mover las agrupaciones y entidades privadas para retomar el contacto con el público. Y es así que comenzamos a ver a los artistas y músicos locales presentarse en salas públicas y al aire libre, pero aún (y hasta que las vacunaciones en el mundo no se hayan hecho extensivas) no hay certeza de cuando se podrán presentar en Ntro. medio interpretes extranjeros (más allá que en la programación del Colón se anuncien presencias de algunos intérpretes de ese origen para la segunda mitad del año siendo optimistas de que las cosas estarán mejor para ese momento). Por lo tanto, la Asociación Argentina de Compositores, que confió en la violinista Austro-Húngara Édua Amarilla Zádory para la realización de un concierto con obras para su instrumento de creadores Argentinos, resolvió su realización con el válido recurso que hoy está  disponible con total facilidad: la transmisión por Streaming ante la incertidumbre de cuando esta interprete podía estar entre nosotros para la interpretación en vivo. Un formidable ámbito fue el elegido para las tomas de las obras elegidas para este concierto, la impactante sala Terrena de la Mozarthaus de Viena, con su bellísima ornamentación de fondo y de buena acústica, aun con las tomas microfónicas.

 

  La programación incluyó obras de creadores actuales y también recordar a otros ya fallecidos con el justo  rescate de obras muy poco frecuentadas. Una característica fundamental de la totalidad del repertorio abordado por Zádory es que las obras parten de la tonalidad, tendencia que viene acentuándose en los últimos tiempos, no solo en Ntro. medio sino en otros trabajos que se han escuchado en los últimos tiempos de compositores foráneos, es decir, hay un camino en la atonalidad que parecería estar momentáneamente en un punto de detención a la espera de nuevas variantes y el refugio que los compositores encuentran es la vuelta al recurso tonal.  Bajo esa característica, Zádory  ofreció un programa que se inició con la “Fuga” de la Sonata en La menor de Pedro Joroschansky (1881-1963), página de construcción netamente “Bachiana” plena de musicalidad e intensidad. Siguió con el estreno mundial de la Seis Miniaturas, Op. 14 de Pablo Llamazares con un nombre para cada una de ellas: “Alma Oscura” de marcada tonalidad, Danza, que exige al solista un despliegue técnico muy amplio  con un marcado uso del Pizzicato. Amarilla, con un amplio discurso musical. Marian, fragmento muy descriptivo con música muy sentida. Sur, nuevamente con marcado desarrollo tonal y el cierre con That’s Life para un mercado remate final. La continuidad del programa nos trajo ahora la interpretación de “Remolinos” de Hernán Quintela, página muy intensa en donde pudo apreciarse a la intérprete totalmente consustanciada con la obra, incluso hasta en la gesticulación que pudo verse en ella en directa consonancia con lo que estaba interpretando. Una de las dos páginas más extensas y de solida construcción es la Sonata con Tema y Variaciones de Elsa Calcagno  (1905-1978), dividida en un extenso y sentido andante inicial el que luego da paso a un tema con 7 variaciones de intrincada escritura, verdadera prueba para el solista. Recuerdos 2 de Nelly Gomez, fue la siguiente composición, muy compacta y de notable factura que pone a prueba los recursos interpretativos del solista, para culminar el programa con la segunda obra más extensa  ofrecida también como estreno mundial: la Sonata Nº 10 que lleva el Nº 6 para el Op. 35 de Sergio Paretti en 5 movimientos: Un intenso Preludio, Un primer Interludio que lleva a zonas más tranquilas, Un formidable Perpetum Mobile que marca el momento más brillante de la obra, un segundo Interludio también de mayor quietud y un vibrante Postludio final.

 

   Zádory exhibió muy buena técnica, pulcritud, mostró ser dueña de amplios recursos interpretativos y tuvo plena musicalidad. Demostró ser una notable solista en un programa totalmente compuesto por obras argentinas en donde hizo honor al compromiso  para un repertorio fuera de lo común en un intérprete extranjero. La transmisión fue estupenda con una realización visual que no dejó detalle alguno librado al azar y en donde pese a que aparecían los títulos de las composiciones en los zócalos de pantalla con sus respectivos movimientos, la propia intérprete anunciaba cada obra antes de cada comienzo.

 

  Ha sido este un notable inicio de temporada para esta señera entidad. Ojalá pronto tengamos actividades presenciales de tan alto nivel como este concierto.

  

 

Donato Decina

lunes, 22 de marzo de 2021

 

Homenaje a compositoras argentinas de todas las épocas en el CCK

 

CON  ALMA, ESPÍRITU Y ESENCIA DE MUJER

Martha CORA ELISEHT

 

            Durante el mes de Marzo se rendirán homenajes a la mujer con la consigna “NOSOTRAS MOVEMOS EL MUNDO”, que abarca una serie de muestras, conciertos y exhibiciones en todo el territorio nacional y en todos los organismos oficiales. El Centro Cultural Kirchner (CCK) adhirió a la convocatoria y decidió brindar un concierto el pasado domingo 21 del corriente en la Sala Sinfónica –Auditorio Nacional- con obras de compositoras argentinas de todas las épocas denominado CREADORAS EN EL TIEMPO, bajo la coordinación y dirección general de Lucía Zicos.

            El ensamble instrumental estuvo integrado por las siguientes intérpretes: Lucía Herrera (violín), Julieta Bril (violín), Dolores López Mac Kenzie (viola), Paula Pomeraniec (cello), Diana Lopszyc (piano), Cecilia Carriza (flauta), Estefanía Schanton (saxo) y la soprano Marina Silva, quienes interpretaron el siguiente repertorio:

-          “Pampa en sus cuerdas”- Viviana DAL SANTO

-          “Idilio”- Ana CARRIQUE

-          “Mocqueur Polyglotte”- Marta LAMBERTINI

-          “Cajita de música” de “De mi infancia”- Isabel ARETZ

-          “Vocalise” de “Cánticos para vivir y soñar”- Irma URTEAGA

-          “Saltos transparentes- Teresa LUENGO

-          “El espíritu de la montaña” (dúo para flauta y saxo)- Silvina WAINSZELBAUM

-          “Adiós” de “Prohibido suicidarse en primavera”- Mailén UBIEDO MYSKOW

-          “Toccata”- Alicia TERZIÁN

 

Tras anunciar el propósito del concierto, Lucía Zicos hizo su presentación en escena munida de un micrófono para comentar las obras y hacer una breve reseña sobre las compositoras y cada una de las obras comprendidas en el programa. Se trató de armar una especie de caleidoscopio con miniaturas de diferentes géneros y tendencias musicales. La primera de las obras pertenece a una compositora actual –que estuvo presente en la Sala- y es el último movimiento de la suite “Tres piezas sobre cuerdas pampeanas”, donde el cuarteto de cuerdas comienza con un ostinato a cargo del cello en ritmo de malambo, que es retomado posteriormente por los violines. Posteriormente, el primer violín ejecuta un cantábile que refleja la quietud de la pampa. El contrapunto logrado por la cellista Paula Pomeraniec y la violista Dolores López Mac Kenzie fue estupendo, al igual que el solo de violín a cargo de Lucía Herrera. Acto seguido, se presentó una canción de Ana Carrique (1886-1979), donde Diana Lopszyc brindó un muy buen acompañamiento para que Marina Silva ofreciera una exquisita versión de “Idilio”. La soprano se encuentra atravesando un gran momento en su carrera profesional y recibió numerosos aplausos.

Marta Lambertini fue una compositora que no sólo poseía un magnífico sentido del humor, sino también una muy sólida formación musical. Prueba de ello es su pieza para flauta “Mocqueur Polyglotte” (Políglota que se mofa), donde no sólo explora los matices agudos y graves escritos para dicho instrumento, sino que en un momento determinado, el solista debe vocalizar la letra O en el medio de la ejecución. Posee reminiscencias de La Consagración de la Primavera de Stravinsky y del Concierto para flauta y orquesta de Carl Nielsen y culmina con una fuga en agudo. La interpretación de Cecilia Carriza fue magistral y se retiró sumamente aplaudida por el público. Le siguió Diana Lopszyc con una exquisita versión de Cajita de música, de Isabel Aretz. Esta compositora recorrió todo el país en busca de los sonidos característicos de cada región y los plasmó en una denominada “De mi Infancia”, al cual pertenece este fragmento. Los glissandi al piano producen un efecto sonoro similar al de una caja musical, donde –por momentos- suena más similar a una celesta. En cambio, Irma Urteaga se caracterizó por ser una compositora de vanguardia. Marina Silva cantó a capella el Vocalise de los Cánticos para vivir y soñar de dicha compositora, con un estilo muy expresivo y libre donde debió vocalizar solamente la letra A. Su interpretación fue estupenda y le valió nuevamente el aplauso del público.

A continuación, Diana Lopszyc interpretó Saltos transparentes, de Teresa Luengo. Se trata de una serie de consonancias y disonancias sin seguir un ritmo determinado, que ofrece un efecto de desvanecimiento. Es una miniatura para piano de tinte impresionista, que brinda ese efecto de transparencia mediante arpegios y trinos en crescendo y diminuendo. Fue la más atonal de todas las obras que se interpretaron durante el concierto, pero no por ello dejó de ser agradable al oído del espectador. Seguidamente, se interpretó El espíritu de la montaña para saxo y flauta de Silvina Wainszelbaum, quien también estaba presente en la sala. Durante una víspera de Año Nuevo Judío en San Juan, la compositora tomó contacto con el paisaje y según sus propias palabras, “fue la montaña quien me dictó cómo componer la música”.  Consta de dos movimientos: el primero, compuesto en escala pentatónica en ritmo de carnavalito, que narra el paisaje montañoso y el espíritu que lo rodea. Mientras la flauta da los tonos agudos, el saxo barítono hace lo mismo con los graves en alternancia melódica. El efecto impresionista está muy bien logrado y sucede lo mismo con el segundo movimiento, en ritmo de zamacueca. El tema está introducido por el saxo y es retomado por la flauta, muy bien ensamblado. Tras los aplausos, su autora agradeció al público.

Basada en el drama de Alejandro Casona “Prohibido suicidarse en primavera”, Mailén Ubiedo Myskow compuso una ópera homónima que se estrenó en Buenos Aires en 2018. El aria “Adiós” –a cargo de la soprano- está escrita en ritmo de baguala. En este caso, Lucía Zicos dirigió el cuarteto de cuerdas, donde el efecto de percusión se logró mediante golpes en el cello. La interpretación de Marina Silva fue excelsa y recibió numerosos aplausos y vítores por parte del público, al igual que la compositora. El programa cerró con Toccata de Alicia Terzián, una obra de juventud de esta compositora argentina reconocida a nivel mundial por su estilo de vanguardia. Es un auténtico desafío para el pianista por su gran virtuosismo, pero una intérprete de los quilates de Diana Lopszyc supo sortearla sin mayor dificultad y se retiró sumamente aplaudida.

Es un auténtico placer y un privilegio gozar de este tipo de conciertos con obras inéditas o muy poco conocidas, que permiten valorar y apreciar el talento de la mujer argentina en materia de composición musical. Tras haber sido injustamente relegadas durante mucho tiempo, sus obras no han tenido la difusión que se merecen. Afortunadamente, hoy en día existe una reivindicación de la mujer en todos los aspectos, a lo cual las compositoras de música no constituyen la excepción a la regla. Al fin y al cabo, la música también posee esencia y espíritu de mujer.

 

Gran recital de ópera en el Teatro IFT

 

LA VUELTA AL HOGAR

Martha CORA ELISEHT

 

            Parafraseando el poema de Olegario Víctor Andrade, el título de esta nota no hace más que reflejar un anhelo de los cantantes líricos: la vuelta a los escenarios luego de un año de inactividad como consecuencia de la pandemia de COVID 19. En este caso, el pasado sábado 20 del corriente se organizó en el teatro IFT un  recital denominado “ÓPERA MÍA” con la participación de la soprano Daniela Tabernig, la mezzosoprano Alejandra Malvino, el tenor Enrique Folger y el barítono Marcelo Iglesias Reynes, acompañados al piano por Eduviges Piccone.

            Independientemente de agradecer la presencia del público y a la directora de dicho teatro –Adriana Segal-por el apoyo brindado para la realización del espectáculo, Eduviges Piccone presentó a Daniela Tabernig, quien ofreció una espléndida versión de la celebérrima “Casta Diva” (NORMA) de Vincenzo Bellini. La soprano santafesina se encuentra en su plenitud vocal, lo que le permitió sortear las dificultades técnicas que presenta esta emblemática aria del bel canto sin mayores dificultades. Tras los aplausos, Daniela Tabernig presentó al barítono Iglesias Reynes, quien brindó una muy buena versión de “Il balen del suo sonriso” (IL TROVATORE) de Verdi. Éste, a su vez, presentó a Enrique Folger, quien sorprendió al público con un aria de SIMÓN BOCCANEGRA de Verdi: “Cielo, pietoso, rendita”. El tenor se destacó tanto en el recitativo como en el aria en sí y ofreció una interpretación de excelencia merced a la potencia y la musicalidad de su voz y a sus dotes histriónicas. Al terminar su participación, presentó a Alejandra Malvino, quien cantó un fragmento de LA FAVORITA de Donizetti: “Oh, mío Fernando” con su excelencia de siempre. Luego de los aplausos, la mezzosoprano agradeció una vez más el retorno de los artistas en su ámbito natural: los teatros. Y se encargó de presentar nuevamente a Daniela Tabernig, quien interpretó otra aria famosa y difícil: “Ebben… N’andró lontano” de LA WALLY, de Alfredo Catalani. Si se tiene en cuenta que figuraba en el repertorio de grandes artistas de la talla de Delia Rigal, Monserrat Caballé, Renée Flemming y Carol Neblett –quien la cantó en el Colón en 1981-, la soprano estuvo plenamente a la altura y se retiró sumamente aplaudida. Y para terminar con el repertorio italiano, Alejandra Malvino brindó una soberbia versión de “Re del abisso” (UN BALLO IN MASCHERA) de Verdi, donde hizo gala de sus graves en el aria de Ulrica.

            Seguidamente, el recital continuó con dos fragmentos de una ópera poco conocida y raramente representada: DIE TOTEN STADT, de Eric Korngold. Marcelo Iglesias Reynes abrió el juego con “Mein Sehenen, mein Wahnen” (Mi suspiro, mi anhelo), brindando una muy buena versión de este aria merced al caudal y la musicalidad de su voz, con muy buenos matices y color tonal. Enrique Folger y Daniela Tabernig continuaron con el dúo de amor “Ein traurig Lied” (Una canción triste) de la mencionada ópera, logrando una muy buena interpretación. A partir de allí, siguieron una serie de dúos y tríos de ópera. Enrique Folger y Marcelo Iglesias Reynes brindaron una excelente versión de “O, Mimí tu piú non torni” de LA BOHÈME, luciéndose como Rodolfo y Marcello en el celebérrimo dúo del 4° Acto de este clásico pucciniano. Y si hablamos de Puccini, no podía faltar otra de sus óperas más emblemáticas: MADAME BUTTEFLY, de la cual se interpretaron varios fragmentos: “Bimba dagli occhi, vieni….Vogliatemi bene”, exquisitamente interpretada por Daniela Tabernig y Enrique Folger. Ella llegó sin dificultades al sobreagudo final y él dio vida a un soberbio Pinkerton. Seguidamente, Daniela Tabernig y Alejandra Malvino cantaron el dúo del 2° Acto “Scuoto quella fronda di cilegio” y continuaron dando vida a Butterfly y Suzuki (“Riposate….Povera Butterfly”), donde la protagonista canta fuera de escena una canción de cuna para su hijo. Seguidamente, “Chi sia?” marca la entrada de Pinkerton y Sharpless, seguida por el trío “Io so che alle sue pene non ci sono conforti!”… “Non ve l’avevo detto?”, donde los intérpretes brindaron una versión exquisita, muy bien lograda hasta desembocar en el aria de Pinkerton (“Addío, fiorito asil di letizia e d’amor”), donde Enrique Folger se destacó por sus dotes histriónicas y vocales.

            Para finalizar el recital, los cantantes interpretaron fragmentos de CARMEN: la Canción del Toreador (“Votre tost, je peux le rendre”) donde Iglesias Reynes dio vida a Escamillo con una versión correcta. Su voz se apreció mucho más en el dúo “Si tu m’aime, Carmen” junto a Alejandra Malvino. El repertorio francés es la especialidad de la mezzosoprano y lo demostró con creces sobre el escenario no sólo en el mencionado dúo, sino también en el duetto final junto a Enrique Folger (“C’est toi?... Cést moi!”), quien se lució como un doliente y despreciado Don José ante la negativa de la gitana de comenzar una nueva vida junto a él bajo otros cielos. Tras asesinarla –magistral interpretación de Alejandra Malvino dejándose caer sutilmente sobre un sillón- , suplica desesperadamente que lo arresten tras ver morir a su adorada Carmen. Luego de los aplausos sostenidos del público, los cuatro cantantes y la pianista decidieron dar un bis: “Lippen Schweigen” de LA VIUDA ALEGRE de Léhar, donde cada uno cantó un fragmento del dúo entre Hanna Glawari y el Conde Danilo Danilowitz. El público no sólo los aplaudió, sino que además se animó a tararear tan consabida melodía a modo de coro. Eduviges Piccone supo acompañar maravillosamente bien merced a su vasta experiencia como maestra interna y de repertorio.

            Tras un año sin poder trabajar en su ámbito natural, los artistas volvieron a su hogar. El teatro es la casa de todo artista que se precie de tal y por lo tanto, hay que fomentar la vuelta a los escenarios con todas las medidas de precaución y disposiciones sanitarias vigentes para que puedan manifestar lo que mejor saben hacer. Las autoridades del IFT así lo han entendido y han decidido brindar un ciclo de recitales de ópera para que todos los cantantes tengan oportunidad de actuar. Ojalá que muchos imiten su ejemplo.    

sábado, 20 de marzo de 2021

 

 

 

UNA NOCHE CON SENTIMIENTO DE MUJER

 

Centro Cultural Kirchner, temporada 2021. Concierto de Cámara: “Amor y Vida de Mujer”. Intérpretes: Daniela Tabernig (Soprano), Florencia Machado (Mezzosoprano), Fernanda Morello (Piano). Programa: Canciones y Romanza de Clara Wieck-Schumann, Robert Schumann, Wolfang A. Mozart, Pauline Viardot-Garcia, Frederic Chopin, Gustav Mahler y Richard Strauss. Sala Argentina, 19 de Marzo de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Este magnífico concierto que a continuación comentaré, marcó la reapertura de la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner. En este mes consagrado a la mujer, no podían faltar aquellas que en música se han hecho sentir por si mismas, como así también los creadores que han dedicado muchas composiciones suyas a figuras femeninas. Y es así que Fernanda Morello, una muy exquisita intérprete, en colaboración con la soprano Daniela Tabernig y la Mezzosoprano Florencia Machado, pergeñó un muy interesante programa con epicentro en el difícil arte del “Lied” (genero por excelencia si lo hay), matizado con un fragmento solista que (muy bien por Ella) reservó para sí. El resultado fue una atrapante hora y minutos de muy buena música con dos muy reconocidas figuras vocales que se prodigaron brindándonos los mejor de sí mismas y una excelente pianista que fue un lujo tanto en el acompañamiento como en el rol solista.

 

   Tras unos muy efectivos y convincentes comentarios que Morello brindó a la concurrencia, Florencia Machado   ingresó al escenario para acometer una muy exigente primera parte. Dos canciones de Clara Wieck- Schumann marcaron el comienzo y ambas con textos de Friederich Rückert, las que integran el Op. 12 de esta gran creadora: “¿Por qué les quieres preguntar a otros?” y “Si me amas por la belleza”. Ambas muestran la expresividad de esta gran compositora, a veces muy relegada en los programas de conciertos, aunque muy afortunadamente su inclusión se da con cada vez mayor frecuencia. Aquí Machado exhibió un muy parejo timbre vocal, una muy cuidada emisión y se la vio siempre al servicio de la canción muy bien acompañada por Morello en todo momento. Todo lo que acabo de expresar se vio luego ratificado y superado al abordar el ciclo de canciones “Amor y Vida de Mujer” del Op. 42 de Robert Schumann (el que dio título a este concierto) sobre poemas de Adalbert Von Chamisso que son: “Desde que lo vi”, “El, el más noble de todos”, “No puedo creerlo”, “Tu anillo en mi mano”, “Ayúdenme hermanas”, “Tu mirada, dulce amigo”, “En mi corazón, en mi Pecho” y “Ahora me has causado el primer dolor”. En todas ellas, Machado se preocupó por dar el justo énfasis a cada canción y a cada texto, resaltando el estado de ánimo que se trasluce en cada frase, por lo cual la expresividad y el decir estuvieron siempre presentes y la línea vocal, la que fue muy pareja en cada canción. Morello descolló con un acompañamiento en donde se destacaron la frase resaltada, el manejo del silencio y una cabal comprensión del género, lo que dio por resultado una muy buena versión integral de este ciclo, entendiendo que si Machado se lo propone, puede encontrar en el lied a un puntal fundamental en su repertorio.

 

  Un exquisito interludio pianístico lo constituyó la “Romanza en La menor para Piano Solo” de Clara Wieck-Schumann, en donde claramente `predominan tanto la influencia de su esposo como la de Frederic Chopin. Se trata de un bellísimo fragmento musical, el que fue convincentemente interpretado y expresado por Morello, muy bien recibido por el público.

 

 Entrando en la segunda parte y con el concurso de la soprano Daniela Tabernig, se escucharon diferentes trabajos de grandes creadores. De Wolfang A. Mozart: “En un bosque solitario” con texto en francés de Houdar de la Motte, Kv. 308; “Cuando Luisa quemó las cartas de su amado”, con texto de Von Baumberg, Kv.520 y “Sentimiento al atardecer para Laura” con texto de Campe, Kv.523. Tabernig infundió su temperamento y fuerte presencia escénica en cada una de ellas, mientras que Morello supo darle el punto exacto del  estilo “Mozartiano”.

 

  Pauline Viardot -García y Clara Wieck-Schumann forjaron una amistad de muchísimos años a la que solo separó la muerte. Es por eso que las intérpretes seleccionaron dos canciones en donde la primera tuvo participación  en una como compositora y en otra como poetisa. La primera sobre texto de Xavier de Maistre se denomina “Hai Luli” y la segunda con adaptación y música de Frederic Chopin  se titula “Separation” y fueron para Tabernig derroche de entrega, lo que luego se vio ratificado en las dos canciones finales del concierto: la repetición del texto ”Si me amas por la belleza” de Rückert, ahora con música de Gustav Mahler y  acaso la más famosa de las canciones de cámara de Richard Strauss: “Cacille” , Nº 2 del Op.27 sobre texto de Hart en donde Solista y Acompañante se movieron con absoluta comodidad, extrayendo de ambas obras todas sus cualidades.

 

  El Público presente, que completó la capacidad permitida actualmente para la sala, respondió de manera enfervorizada, lo que motivó a las protagonistas, tras dos llamadas al escenario, a retribuir con un bis hecho por todas ellas: El dúo de las flores de “Lakme” de Leo Delibes, hecho con exquisita delicadeza y  magnífico punto final para un muy buen concierto.

 

Donato Decina

martes, 16 de marzo de 2021

 

Monumental concierto a cuatro pianos dentro del Ciclo Piazzolla en el CCK

 

CONEXIÓN TOTAL AL RITMO DEL DOS POR CUATRO

Martha CORA ELISEHT

 

            Sin lugar a dudas, Astor Pantaleón Piazzolla (1921-1992) fue el compositor argentino más emblemático y controvertido del siglo XX y también, el más representativo de Argentina en todo el mundo. No sólo compuso música académica en ritmo de tango, sino que además le puso el sello sinfónico al mismo y lo elevó a la categoría de música académica. Asimismo, su música adquirió niveles inusitados de popularidad  universal. Tal es así, que cuando numerosas orquestas sinfónicas de todo el mundo visitan la Argentina, suelen tocar sus obras como bises. El, Centro Cultural Kirchner (CCK) ha decidido sumarse a los festejos conmemorativos del centenario del nacimiento del compositor organizando muestras, exhibiciones sobre su vida y obra y un Ciclo de conciertos que comenzó el pasado jueves 12 del corriente –coincidiendo con su fecha de nacimiento- y continuó el domingo 14 como parte del ciclo Fin de Semana a Puertas Abiertas con Piazzolla a Cuatro Pianos, donde participaron los pianistas Iván Rutkauskas, Lilia Salzano, Marcelo Ayub y Daniela Salinas.    

            El programa consistió en arreglos para dos pianos –realizados por Tomás Benítez y Julián Caeiro- sobre las siguientes obras: Michelangelo 70, La Muerte del Ángel, Le grand Tango, Fuga y Misterio, Adiós Nonino y Libertango para culminar con un arreglo para cuatro pianos de Las Cuatro Estaciones Porteñas,  por Julián Caeiro.

            Tras una impecable ejecución de la primera pieza a cargo de Iván Rutkauskas y Daniela Salinas, el compositor y arreglador Julián Caeiro se presentó y agradeció tanto los aplausos del público como a su colega Tomás Benítez y a las autoridades del CCK por haber permitido participar de este concierto. Fue anunciando cada una de las piezas munido de un micrófono, anunciando a los intérpretes y haciendo una breve reseña sobre las mismas. Seguidamente, la dupla Lilia Salzano/ Daniela Salinas brindaron una exquisita versión de La Muerte del Ángel haciendo gala de su técnica y pulsación. A continuación, el dúo formado por Marcelo Ayub e Iván Rutkauskas ofrecieron una magistral versión de Le grand Tango. Piazzolla compuso esta pieza en la década del ’70 en homenaje al mítico cellista ruso Mstislav Rostropovich y la conjunción de los dos pianos fue perfecta. Naturalmente, la pulsación del hombre es diferente de la de la mujer y se notó una marcación muy evidente del compás, exacerbando el 2/4. Asimismo, ambos pianistas se lucieron en una espectacular transcripción de la celebérrima Fuga y Misterio –que forma parte de la operita María de Buenos Aires  y que fue también cortina musical del programa de televisión Tiempo Nuevo-. Tampoco podía faltar la obra más popular y conocida de Piazzolla: Adiós, Nonino –interpretada magistralmente y con gran emoción por la dupla  Salzano/ Salinas-, al igual que la archiconocida Libertango por el binomio Ayub/Rutkauskas. Ambos pianistas tuvieron una magnífica conjunción y conexión durante la ejecución de todas las obras.

            La segunda parte fue el plato fuerte de la jornada: una monumental transcripción y arreglo para cuatro pianos de Las Cuatro Estaciones Porteñas. Mientras uno de los pianos marcaba el ritmo, el otro ejecutaba la melodía de tal manera que permitió el lucimiento de cada uno de los cuatro solistas por separado. Hacer un arreglo de semejante envergadura no es tarea fácil y menos aún, permitir que cada pianista toque un solo en cada uno de los cuatro movimientos que llevan el nombre de las estaciones del año. El cuarteto comenzó con Otoño Porteño, donde Marcelo Ayub e Iván Rutkauskas tuvieron a su cargo la parte de los graves –equivalente de cellos y contrabajo en un conjunto de tango- y Lilia Salzano y Daniela Salinas, la melodía en agudos. Le siguió esa bellísima pieza que es Invierno Porteño, donde el cuarteto de pianistas hizo gala de su técnica (trinos, arpegios, cadencias) y al mismo tiempo, su lucimiento individual. Lo mismo sucedió con la fuga inicial de Primavera Porteña, donde la dupla Salzani/ Salinas tuvo una destacadísima actuación para desembocar en la más popular y conocida de las estaciones piazzolianas: Verano Porteño, que sonó de manera magistral. Y si bien no se debe aplaudir entre movimientos, la excelsa interpretación y los magníficos arreglos de Julián Caeiro hicieron que valiera la pena violar esta reglamentación característica de las salas de conciertos. El público aplaudió de pie fervientemente a los intérpretes y al arreglador  al final del concierto, lo que obligó a hacer Primavera Porteña como bis. No sólo sonó sublime, sino que aún mejor.

            Los lectores del blog  pueden apreciar una parte de este concierto en el Facebook del programa, donde se ha subido un video –gentileza de POR SIEMPRE COLONEROS- que permite apreciar aún mejor la opinión volcada en estas líneas. A diferencia del Colón, el Ciclo Piazzolla en el CCK durará todo el año y con las actividades mencionadas anteriormente, que tendrán lugar no sólo en el Auditorio Nacional (Sala Sinfónica), sino también en la Sala Argentina –Discos esenciales, que narra la reunión cumbre entre Piazzolla y el músico de jazz Gerry Mulligan-  y en las salas del 2° piso, que muestran la transformación del músico en un hito del siglo XX.  Para gozar, descubrir y disfrutar la vida y obra de este grande de la música nacional, con entrada libre y gratuita e intérpretes de excelencia en la mejor sala de conciertos de la Ciudad de Buenos Aires.

           

           

             

 

Espectacular transmisión por streaming de “ANDREA CHÉNIER” desde el Met

 

UN AMOR IMPOSIBLE EN TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Martha CORA ELISEHT

 

            De todas las óperas de Umberto Giordano (1867-1948), ANDREA CHÉNIER es la más célebre y representada desde su estreno en la Scala de Milán en 1896, con libreto de Luigi Illica sobre la vida del poeta francés (1761-1794), muerto durante la Revolución Francesa a los 32 años de edad por sus escritos, contrarios a los intereses de Robespierre durante la época del terror. Obtuvo un suceso rotundo desde su estreno y fue representada en los principales teatros del mundo, catapultando a la fama a su autor. Dentro de la denominada Verismo week, el Metropolitan Opera House de New York ofreció el pasado 14 del corriente una versión por streaming que data de 1996 con puesta en escena de Nicholas Joël, escenografía y vestuario de Hubert Moncoup, iluminación de Duane Schuler, dirección coral de Raymond Hughes y la presencia de James Levine en el podio.

            Al igual que FEDORA, esta versión también se encuentra disponible en DVD merced a su majestuosa puesta en escena, escenografía y vestuario de época y por un elenco de notables, encabezado por Luciano Pavarotti (Andrea Chénier), María Guleghina (Maddalena de Coigny), Juan Pons (Carlo Gérard), Judith Christon (Condesa de Coigny), Stephanie Blythe (Madelon), Wendy White (Bersi), Michel Sénéchal (El Increíble), Haijing Fu (Roucher), Paul Plishka (Mathieu), Yanni Yannissis (Fouquet- Tinville), Christopher Schaudenbrandt (Fléville), Bernard Fitch (El Abad), Bradley Garvin (Mayordomo), Jeffrey Wells (Dumas) y Richard Vernon (Schmidt).

            Esta producción se caracterizó por una puesta en escena que refleja perfectamente las diferencias sociales entre la nobleza y los pobres, que llegan incluso a invadir el palacio de la Condesa de Coigny, donde la fiesta y la vida sigue de manera despreocupada pese a las amenazas reinantes. En el 2° Acto, la escena en la plaza está muy bien lograda gracias a una arcada que alberga el busto dedicado a Marat –ideal de los revolucionarios- , donde el protagonista lee las cartas que le envía Maddalena mientras bebe un café en compañía de su amigo Roucher. Esa misma arcada se aprovecha luego –previa instalación de gradas donde se ubica el Coro- para recrear la sala de audiencias del Tribunal revolucionario que condena a muerte al poeta y a la aristócrata Idia Légray. Por último, una puerta trabada por una barricada representa la prisión de Saint Lazare, a través de la cual entra la luz del amanecer y donde se proyecta la sombra de la guillotina, donde serán conducidos los condenados a muerte. Los diferentes momentos del día se logran mediante cambios de iluminación –muy a menudo centrada en los protagonistas-. El magnífico vestuario de época diseñado por Hubert Moncoup usa tonos de beige, naranja, ocre y amarillo para la nobleza con pelucas blancas y típicos tocados de plumas  para las damas, mientras Maddalena se halla impecablemente vestida de blanco con una sobrefalda amarilla. El Abad luce una sotana negra –premonitorio de lo que va a suceder- y el protagonista, traje azul con levitón al tono –color usado por los revolucionarios, ya que Chénier abrazó la causa en un principio como protesta ante la tremenda desigualdad social de la época-. Quienes invaden el palacio  usan tonos de celeste y azul con la escarapela francesa –cosa que también hará Bersi en el 2° Acto, definiéndose como “hija de la Revolución”- y El Increíble, un atuendo típico en verde y amarillo con el tricornio. El resto de los hombres –incluidos Schmidt y Mathieu- con gorros frigios. El protagonista lucirá un traje negro hasta el final de la obra, mientras que su amigo Roucher lo hará en marrón oscuro. Por su parte, Gérard usa traje azul con la franja con los colores franceses y Maddalena, un sencillo vestido azul con cuello blanco y chal negro para pasar desapercibida. Ya en el 3° Acto, los miembros del Tribunal usan trajes azules con la franja tricolor –detalle que se repite en las plumas de los tricornios- . Gérard, en negro –al igual que Maddalena- y el Coro, con vestimentas sencillas en tonos de gris. Desde ya, la caracterización de los personajes ha sido perfecta.

            El Coro de la institución sonó muy bien, merced al gran trabajo y la preparación llevados a cabo por Raymond Hughes, brindando el marco necesario en las escenas de conjunto (baile en el palacio de Coigny, pueblo, revolucionarios). De más está decir que la espléndida dirección de James Levine hizo el resto, haciendo uso de su habitual énfasis en las escenas de mayor intensidad dramática para que la orquesta del Met sonara con brillo y precisión en este clásico del verismo italiano. En una obra que presenta una gran cantidad de roles secundarios, donde todos y cada uno de los cantantes interpretaron sus papeles perfectamente bien. Sin embargo, hay que destacar la soberbia actuación de Stephanie Blythe como la vieja Madelon, quien ofrece a su nieto de 15 años ya que no tiene nada más que dar a la causa (“Lacrime e sangue dalla Francia!”… “Son la vecchia Madelon”). Puede decirse lo mismo de Richard Vernon, quien brindó un muy buen Schmidt (“Cittadino, vediamo! É tarde assai!”),  al igual que el histórico Paul Plishka como Mathieu. El bajo demostró con creces su oficio sobre el escenario en su aria (“Dummoriez traditore é giacobino”) y asimismo, hay que destacar la voz melodiosa del bajo- barítono Haijing Fu como Roucher. Se destacó en el duetto con el poeta (“Roucher! Chénier! …Credo a una possanza”) y en su aria (“Calligafia invero femmini!”), donde se da cuenta que su amigo está en peligro y le recomienda tener listo su pasaporte. Lo hizo con gran profesionalidad merced a un hermoso color tonal y muy buena técnica vocal. También tuvo una destacada actuación el tenor francés Michel Sénéchal como El Increíble y la mezzosoprano Wendy White –otra histórica del Met- en el rol de Bersi (“Temer?... Perché?) al coquetear con el temible espía.

            En cuanto a los roles principales, Juan Pons dio vida a un Gérard de antología, que hizo gala de su maestría vocal desde su primera aria (“Questo azzurro sofá”… “Per sesenta anni mio padre a servito…”) hasta desafiar a la Condesa (“Questa librea me pesa”). Ya transformado en un personaje respetado entre los revolucionarios, su calidad interpretativa aumentó a medida que transcurría la obra. Luego de ser herido en el 2° Acto, aparece en el 3° (“Sano e salvo son’ió”) hasta tener en sus manos la condena de su amigo y poeta (“Nemico della Patria”), donde su interpretación fue excelsa hasta tal punto, que recibió la ovación del Met al terminar el aria. La soprano rusa María Guleghina fue una impecable Maddalena de Coigny desde su primera aria, donde lleva una vida alegre y despreocupada en palacio, pensando en la tortura que le implica vestirse para la fiesta  (“Il giorno intorno gia s’inserta lentamente “… “Soffoco, moro tutta chiusa”) hasta que cambia su suerte y debe reunirse con Andrea Chénier solicitando su ayuda (“Ecco l’altare”). No sólo derrochó gracia y frescura en escena, sino que además, se reveló como una magnífica soprano de coloratura dramática en el duetto de amor al final del 2° Acto, donde recibió una ovación de aplausos. Pero su punto culminante llegó con el aria más conocida  del 3° Acto (“La mamma morta”), donde recibió una nueva ovación de vítores y aplausos. En el 4° Acto también se destacó junto a Schmidt al sobornarlo (“Il vostro giuramento vi sovvegno”) para tomar el lugar de Idia Légray, al igual que en los dos duettos de amor finales (“Vicino a te s’acqueta”… “La nostra morte é il trionfo dell’amor”). ¿Y qué se puede decir del gran Luciano Pavarotti?.... Uno de los mejores Andrea Chénier de todos los tiempos, donde hizo gala de su inmenso caudal de voz, caracterizada por su prodigiosa musicalidad, su perfecto legato y por sus inefables matices desde la celebérrima “Colpito que m’aviete… Un día all’azzurro spazio”, pasando por los monumentales agudos del duetto con Roucher en el 2° Acto (“Ió non amato ancor”) hasta encarar su defensa frente al Tribunal (“Sí fui soldato”) y escribir sus últimos versos aguardando la muerte en prisión (“Comme un bel dí di Maggio”). Sus interpretaciones fueron sublimes y al finalizar cada una de ellas, el Met cayó rendido a sus pies. Y formó una pareja espléndida junto a María Guleghina en los duettos de amor.

            Esta gran obra del verismo italiano ha sido cantada por los principales tenores de todas las épocas y se transformó en un clásico. Además, el aria principal de la soprano ha adquirido trascendencia universal por su inclusión como segmento musical en el film PHILADELPHIA –maravillosa y electrizante versión de La mamma morta interpretada por María Callas-. En este caso, una versión antológica, que demuestra que el amor entre personas de diferentes estratos sociales es posible y permanece constante más allá de la muerte. Aún en una época signada por el terror, como fueron los  años inmediatamente posteriores a la Revolución Francesa.

 

Monumental transmisión por streaming de “FEDORA” desde el Metropolitan

 

UNA TRAGEDIA CON VALOR AGREGADO

Martha CORA ELISEHT

 

            Durante el transcurso de esta semana, las transmisiones por streaming desde el Metropolitan Opera House de New York están dedicadas al verismo italiano. Y dentro de esta magnífica corriente operística tuvo lugar una representación de FEDORA, de Umberto Giordano (1867-1948) el día 12 del corriente con puesta en escena de Beppe De Tomasi, escenografía de Ferruccio Vilagrosi, vestuario de Pier Luciano Cavalotti e iluminación de Wayne Howard, dirección coral  de Raymond Hughes y dirección orquestal de Roberto Abbado.

            La presente versión data de 1997 y fue una coproducción conjunta con el Grand Teatro del Liceu de Barcelona, que contó con un elenco de notables encabezado por Mirella Freni (Fedora Romazov), Plácido Domingo (Loris Ipanov), Ainhoa Arteta (Condesa Olga Sukierev), Dwayne Croft (De Siriex), Stephrn West Comisario Grecht), Charly Anthony (Desiré), Rebeka Mavrovtis (Dmitri), Yanni Yannissis (Cirilo), Eduardo Valdes (Barón Rouvet), James Courtney (Doctor Borov), Vernon Hartman (Losek), Denis Sedon (Nicola), Bernard Fitch (Sergio), John Russell (Michele) y Benjamin Deskant (Paisano). Además, contó con la participación del pianista Jean- Yves Thibaudet como Lasinski.

            Por su excepcional calidad sonora y artística, esta versión ha sido llevada al DVD y contó con un valor agregado: cuando el entonces alcalde de New York Rudolph Giuliani le entregó a Mirella Freni la llave de la ciudad en el intervalo, declarándola Ciudadana Ilustre de New York por haber actuado en el Metropolitan en numerosas oportunidades, llevándolo a su apogeo. 

            Giordano compuso esta magnífica joya del verismo entre 1897 y 1898 con libreto de Antonio Colauti, quien a su vez se basó en el drama homónimo de Vincent Sardou. Se estrenó en 1898 en el Teatro Lírico de Milano y fue muy representada en sus comienzos, pero cayó en el olvido hasta que resurgió tras un largo silencio después de la Segunda Guerra Mundial. Constituye una de las óperas menos representadas de su autor y posee todos los ingredientes que debe tener un buen drama verista: intrigas, traición, venganza, amor, dolor y además, muestra las consecuencias funestas que puede acarrear una acción despiadada. Fedora desea vengar la muerte de su prometido seduciendo a Loris, pero al mismo tiempo manda a capturar al hermano de este último, quien termina ahogado en una prisión cercana al río Neva en San Petersburgo. Como consecuencia de ello, la madre de Loris muere de pena. Al enterarse éste que justamente la mujer que ama fue la que ha urdido semejante plan, la aborrece y la desprecia. A Fedora no le queda otra opción que la muerte ante semejante humillación.

            Pese a su brevedad, cada uno de los tres Actos en los cuales se divide la obra se desarrolla en diferentes lugares (Rusia, París y Suiza). Por ende, requiere numerosos cambios de escenografía y vestuario. Se utilizó una puesta en escena muy lujosa, con un suntuoso vestuario de época para recrear el clima de la Rusia imperial de fines del siglo XIX  Los nobles usan lujosas vestimentas, mientras que los campesinos –mujik-, sus ropas tradicionales. En el 1° Acto, la protagonista luce un magnífico vestido azul, que pasa a blanco en el 2° Acto para la recepción en su palacio de París. Por su parte, su sobrina Olga lo hace en celeste, mientras que los caballeros y el pianista usan frac y las damas, vestidos largos de colores vívidos. Dada su condición de diplomático, De Siriex porta una chaqueta de terciopelo negro con bordados dorados. Durante el 3° Acto, Fedora utiliza un vestido de gasa color beige y Loris, chaqueta gris y pantalón beige. De Siriex lo hace con un traje color castaño claro, mientras que Olga se encuentra vestida con falda beige y chaqueta verde. El paisano luce un típico traje tirolés. Para pasar de un palacio al otro se emplean paneles, y de una escena a la otra, mediante cambios de iluminación. Esto se acentúa más hacia el final, con la muerte de la protagonista.

            La dirección musical de Roberto Abbado fue magistral en todos los aspectos para ilustrar esta obra maestra del verismo, poniendo énfasis en los momentos de mayor intensidad dramática. Por su parte, Jean- Yves Thibaudet se lució en el bellísimo solo de piano del 2° Acto. Si bien no es una ópera con gran participación del Coro, éste se lució cuando tuvo que brindar el marco necesario para la recreación de la Corte en París, al igual que cantando fuera de escena en las montañas suizas. En cambio, cuenta con numerosos roles secundarios, donde se destacaron la mezzosoprano Rebeka Mavrovtis como el criado Dmitri, rl bajo Yanni Yannissis como el cochero Cirilo y el bajo Stephen West como el inspector Grecht. Fueron lo más sobresaliente de la constelación de roles secundarios.

            Respecto de los roles principales, Ainhoa Arteta sorprendió como la pizcueta y coqueta Olga, derrochando gracia y frescura en su interpretación y destacándose como soprano ligera de coloratura en sus dos arias principales (“Ió presenta Lasinski” y “Lúomo francese é comme il vino”). También se destacó en sus coqueteos con De Siriex en el 3° Acto. El barítono Dwayne Croft es un histórico del Met y se destacó en sus arias principales (“Ecco é la vera donna rusa”y Il maestro polaco sucesore de Chopin”) ofreciendo una actuación de gran calidad. Naturalmente, un tenor de los quilates de Plácido Domingo brindó un Loris Ipanov de antología desde su primer aria (“Amor, ti vieta”), siguiendo con los duettos junto a la protagonista y recibiendo la ovación del Met al final del aria que cierra el 2° Acto (“Comme ió piango”). Lo mismo sucedió con el momento de mayor intensidad dramática de la obra (Aria del telegrama). Y Mirella Freni dio vida a una excelente Fedora desde el principio hasta el final. Antes de comenzar a cantar, el Met la ovacionó prolongadamente. Luego de su primer aria (“Questo é il suo soriso”), el Met cayó rendido a sus pies merced a su exquisita interpretación y a sus insuperables agudos hasta el final del 1° Acto (“Vladimiro, mio amado”).  Posteriormente, se destacó acompañada por el piano en “Prov’ ancor la tua innocenza” y fue creciendo hasta llegar al paroxismo en los duettos de amor junto a Plácido Domingo y en la bellísima “O, Dío de giustizia” del 3° Acto. A medida que la intensidad dramática en el 3° Acto fue creciendo, el final no pudo ser más antológico (“É Tarde!”), caracterizado por un pianissimo monumental que marca el final de su vida, mientras el paisano canta fuera de escena.

            Cuando se brinda este tipo de obras con elencos estelares, una magistral dirección de orquesta y una soberbia puesta en escena, es difícil poder sintetizar algo tan perfecto. Si a eso se le suma que se trató de una función histórica con valor agregado, mejor aún. Vale totalmente la pena volver a mirar una joya tan poco representada –pero no por ello menos bella- del verismo italiano.

sábado, 13 de marzo de 2021

 

 

 

Dieciséis Meses Después

 

 

RETORNOS, RECUERDOS, EMOCIONES

 

Teatro Colón, Temporada 2021. Ciclo de conciertos en homenaje a Astor Piazzolla en el centenario de su natalicio. Actuación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Pedro Ignacio Calderón. Solistas: Daniel Binelli (Bandoneón) y la recreación del mítico “Conjunto 9” (Junto a Binelli, Pablo Agri-Brigitta Danko  [Violines], Elizabeth Ridolfi  [Viola], Daniel Martínez [Violonchelo], Juan Pablo Navarro [Contrabajo], Enrique “Zurdo” Roizner [Batería], Ricardo Lew [Guitarra] y Nicolas Gerschberg [Piano]) Claudio Barile (Flauta). Reconstrucción del programa monográfico Piazzolla llevado a cabo en la sala el 11 de Junio de 1983: “Verano Porteño”, “Vardarito”, “Fuga y Misterio”, Concierto para Bandoneón y Orquesta, “Adios Nonino” y “Concierto de Nácar” (Para 9 Tanguistas y Orquesta Filarmónica). Teatro Colón, 12 de Marzo de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Después de 16 meses se pudo retornar a la sala grande del Colón. Epocas difíciles, protocolos sanitarios que pueden parecer desmesurados pero que en vista de lo que últimamente está aconteciendo con el COVID 19, hace reflexionar que tal vez es muy necesario aplicar de esta manera, necesidad de escuchar música en el ámbito correspondiente. Todo esto hace que el ingreso al Colón se haya vivido de modo muy especial. Saludos del personal de sala, cordialidad de la gente de prensa, seguridad que por fin estuvo al servicio del espectador y no para el exceso y la sala con muchos vacíos pero a la que el público que pudo acceder a la misma le pudo poner la calidez que la noche merecía.

 

   La mejor síntesis descriptiva del sentido de este concierto la brindó Daniel “Pipi” Piazzolla  al recordar como El a sus 11 años de 1983 vivió aquella noche a la que su abuelo catalogó “de Triunfo” y que de algún modo, los descendientes del gran Astor y su esposa, Laura Escalada (Presente en el Colón) quisieron revivir. A casi treinta y ocho años fueron de la partida dos participantes de aquella inolvidable jornada: Pedro Ignacio Calderón y Enrique “Zurdo” Roizner y junto a ellos, hicieron su importantísimo aporte Daniel Binelli en Bandoneón, Pablo Agri (Representante de genuina prosapia tanguística, siguiendo las huellas de su Padre (Violinista de Piazzolla) y de Fernando Suarez Paz, recientemente desaparecido, Brigitta Danko (segundo Violín), Elizabeth Ridolfi (Viola), Daniel Martínez (Violonchelo), Ricardo Lew (Guitarra) y  Nicolás Gerschberg (Piano) . También sumó en "Fuga y Misterio" el muy buen aporte de Claudio Barile en Flauta.

 

  Quiero aclarar de entrada que no pienso trazar paralelismo alguno entre aquella noche y esta. Para eso busque Ud. querido lector en las redes sociales o consiga la grabación comercial que en tiempos de Sergio Renán el Colón editó en sociedad con la inolvidable disquería “La Batuta”.  Eso fue irrepetible.

 

  El comienzo recreó los temas que Piazzolla al frente del “Conjunto 9” brindó en aquel momento: “Verano Porteño”, aquí en una versión muy melancólica, invitando más a la recordación en cada compás. “Vardarito”, hecha en muy buena forma y “Fuga y Misterio”, el fragmento de “María de Buenos Aires” que saltó a la fama cuando a algún sonidista del viejo “Teleonce” (que ni siquiera se llama así ahora y que tampoco está más en la calle Pavón) en donde, ¡vaya!, Piazzolla y Escalada se atrajeron durante un reportaje que ella allí le efectuó, se le ocurrió utilizarlo como cortina del programa político “Tiempo Nuevo” comandado por un fanático “Piazzoleano”, Bernardo Neustadt. Aquí comenzó a notarse la excelente labor de Pablo Agri, acaso uno de los violinistas que más “cantan” hoy por hoy el Tango .

 

  La emocionante ovación que el público tributó al Maestro Pedro Ignacio Calderón a su ingreso al escenario fue otro de los puntos culminantes de la noche. Visiblemente conmovido, fue asistido para ascender al podio y desde ese atalaya, al igual que ilustres colegas suyos (Sergiu Celibidache y Zubin Mehta, que lo hicieron en idénticas condiciones), guiar con su noble oficio a una Filarmónica siempre atenta a sus indicaciones.  Podrá molestar la colocación de mamparas entre los instrumentistas de viento que deben quitarse los barbijos, pero estas son las reglas y hay que acostumbrarse, aún cuando esto perjudica la audición ya que literalmente absorbe la mayoría del sonido que se proyecta hacia la sala.

 

  Una correcta versión del “Concierto para Bandoneón y Orquesta”, en la que Nicolás Gerschberg obró como columna vertebral entre el Solista y la Orquesta marcando el ritmo justo y un Binelli técnicamente impecable, a la que se sumó otra de “Adios Nonino” en la que Calderón le pudo otorgar más realce a la Filarmónica, para finalmente converger todos los Interpretes en una convincente versión del “Concierto de Nacar”, acaso la página clásica más vibrante que Astor haya logrado luego de sus “Tres Tangos Sinfónicos”. Aquí sí las virtudes de muchos sumaron para darle categoría a este trabajo, del que su último movimiento fue lo más brillante y redondo escuchado en el concierto y que es la impronta que le dio su autor, arrollador como El era, de un despliegue técnico y energético increíble y de una sensiblidad para captar como pocos el sentido de las cosas.

 

  Es por eso que la noche tuvo el sentido de reecontranos con el Colón, con la muy buena música de Piazzolla, con músicos de primerísimo orden y de la Filarmónica con  Calderón que sigue manteniendo el ascendente sobre los músicos y que por un instante me hizo rememorar las grandes noches de conciertos que tanto les debemos, Creame que estuve transportado en el tiempo a ese punto. Ahora saque Ud. su conclusión.

 

Donato Decina

 

Espectacular concierto de la Camerata Bariloche en el Ciclo Pïazzolla en el Colón

 

UN CLÁSICO SIEMPRE VIGENTE

Martha CORA ELISEHT

 

            Tras un prolongado receso de 14 meses, El Teatro Colón abrió sus puertas nuevamente al público con el Ciclo PIAZZOLLA 100 Años con motivo del centenario del nacimiento de este emblemático compositor argentino (1921-1992). Tras el concierto de apertura a cargo de la Orquesta Estable de la institución a cargo de Luis Gorelik y figuras emblemáticas del tango, el pasado miércoles 10 del corriente –en vísperas de su natalicio- tuvo lugar el concierto más importante del mencionado Ciclo, con la participación de la Camerata Bariloche –dirigida por Freddy Varela Montero- y dos solistas de lujo: el pianista Horacio Lavandera y el bandoneonista Néstor Marconi, con un programa que comprendió las siguientes obras: Decarísimo, Calambre, Las Cuatro Estaciones Porteñas –con participación de Lavandera en el piano-, Oblivion (Lo que vendrá), La muerte del ángel, Milonga del Ángel, la Suite Punta del Este para bandoneón y orquesta de cuerdas (todas de Astor Piazzolla) y el tango para cuerdas Diálogo y Fuga de David Bellisomi, quien a su vez es integrante de dicha agrupación de cámara.

Debido al protocolo sanitario vigente, sólo se habilitó el 30% de la capacidad total de la sala principal, respetando las medidas de distanciamiento social. Quien escribe pudo apreciar una mayor afluencia de público en palcos balcón y palcos altos –que actuaron como burbujas-, y en sectores como Galería y Paraíso, donde los precios de las entradas son mucho más económicos. No hubo público de pie en este último sector.

Tras los habituales anuncios, los integrantes de la Camerata Bariloche hicieron su presentación sobre el escenario, encabezados por Freddy Varela Montero para brindar una versión particular de Decarlísimo, caracterizada por la pulcritud del sonido y por un tinte académico. Tras los aplausos, Varela Montero presentó al violinista y arreglador David Bellisomi para ejecutar su composición al tradicional ritmo del 2/4. Cada uno de los integrantes del conjunto se lució en el fraseo de sus respectivos instrumentos (violines, viola, cellos y contrabajo), destacándose el contrapunto permanente a cargo del contrabajista Oscar Carnero. Una obra de bella línea melódica, que fue muy bien recibida por el público. Y después de una vibrante versión de Calambre, Horacio Lavandera hizo su presentación en escena para  interpretar un clásico piazzoliano: Las Cuatro Estaciones Porteñas, comenzando con Primavera porteña, donde Lavandera hizo gala de su prodigiosa digitación y variaciones sobre el tema en el piano. Si a eso se le suma la magistral interpretación de Stanimir Todorov en cello y de Varela Montero en violín, no hacen falta más palabras. Lo mismo sucedió con la más conocida y difundida de las estaciones (Verano porteño), donde las cuerdas brillaron en todo su esplendor. Los solos de bandoneón fueron reemplazados por violín, viola y cello –gran actuación de Marcela Magin en viola, el mencionado Todorov y Gloria Pankaieva en cello-, mientras el piano interpretaba la melodía principal. Un vibrante trémolo y fuga en cuerdas inicia esa pieza tan bella que es Otoño porteño, donde los cellos se lucieron en sus solos en la melodía lenta para luego culminar en un final brillante. Horacio Lavandera tuvo un destacadísimo rol en Invierno porteño, al igual que todo el conjunto. Al culminar el último movimiento, el público estalló en aplausos.

La segunda parte del concierto estuvo a cargo de uno de los más grandes bandoneonistas de la actualidad: Néstor Marconi, quien brindó una bellísima versión de Oblivion y La muerte del ángel. Posteriormente, dirigió la Camerata para ofrecer una soberbia versión de la célebre Milonga del Ángel, donde el público estalló en aplausos luego de finalizar la misma. Mientras tanto, el ensamble instrumental formado por Mariano Rey (clarinete), Gabriel La Rocca (fagot), Andrés Spiller (oboe) y María Cecilia Muñoz (flauta) se ubicó sobre el escenario para interpretar la Suite Punta del Este para bandoneón, ensamble instrumental y orquesta de cuerdas. Es una de las obras menos conocidas de Piazzolla y consta de tres movimientos: Introducción (Allegro pesante), Coral (Adagio) y Fuga (Allegro vivace). No sólo es una bellísima música con los clásicos ribetes característicos del compositor (síncopa, fuga, cadencias, sostenuti, ostinati), sino que la versión se caracterizó por un sonido prístino, muy bien ensamblado, con un equilibrio perfecto entre los agudos y graves –muy buen diálogo entre los cellos y contrabajo y por parte de las maderas- .En el caso de las cuerdas, todos los solistas hicieron gala de su fraseo, mientras que el bandoneón aportó la típica cadencia y ritmo del 2/4. Néstor Marconi se lució en su doble rol de solista y director –al estilo del gran Astor- y al finalizar el concierto, el público estalló en aplausos y vítores hasta tal punto, que Marconi invitó a Horacio Lavandera a sentarse al piano para que todo el conjunto ofreciera una monumental versión de Adiós, Nonino para cerrar el concierto.

Dolía ver la sala del Colón tan vacía, lejos de otras épocas de gloria y esplendor, cuando rebalsaba de gente. Hubiera sido lindo que la sala estuviera más llena para que el público pudiera apreciar a estos grandes artistas, que brindaron un muy merecido homenaje a Astor Pantaleón Piazzolla en vísperas del centenario de su nacimiento. Un compositor que le dio jerarquía sinfónica al tango y lo catapultó internacionalmente gracias a su estilo único, inconfundible y siempre vigente.