lunes, 28 de marzo de 2022

 

Notable actuación de la Filarmónica en un concierto con obras de compositoras

 

LA MÚSICA TIENE ROSTRO Y ALMA DE MUJER

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, el pasado viernes 25 del corriente tuvo lugar el tercer concierto de dicha agrupación en el Teatro Colón bajo la dirección de Natalia Larangeira, en un programa integrado en su totalidad por obras de compositoras, con la participación del percusionista Joaquín Pérez como solista y que se detalla a continuación:

-          Preludio sinfónico- Claudia MONTERO (1962-2021)

-          Concierto para marimba y orquesta- Irma URTEAGA (1929-2022)

-          Sinfonía en Mi menor (“Gaélica”), Op.32- Amy BEACH (1867-1944)

Al igual que en su última presentación, la orquesta presentó un sonido muy compacto, con buen fiato y afinación previamente al inicio del concierto. La directora se dirigió al público tras los aplausos de presentación con unas breves palabras de agradecimiento.

La mencionada obra de Claudia Montero -fallecida en España el año pasado- está basada en el poema de Enrique Molina sobre la persecución y posterior fusilamiento de Camila O’Gorman (Una sombra donde sueña Camila) y se caracteriza por su estilo netamente romántico, lírico y de gran belleza cromática. El primer tema con el que se inicia la obra es un cantábile en cuerdas, retomado posteriormente por la orquesta hasta la introducción del segundo tema a cargo de los vientos, tras lo cual se acoplan las cuerdas y es retomado por el corno, con contrapunto en clarinete y fagot. Posteriormente la flauta retoma el primer tema, seguida por las cuerdas y el solo de timbal previo a la recapitulación final. La labor desempeñada por Larangeira fue muy buena, brindando exactitud en la marcación y precisión en las entradas de los diferentes instrumentos. Entre los solistas, se destacaron Gabriel La Rocca (fagot), Mariano Rey (clarinete), Juan Ringer (timbales) Gabriel Romero (flauta) y Martcho Mavrov (corno).

Fallecida el 14 de Febrero próximo pasado, Irma Urteaga ha sido una de las compositoras más prolíficas de la Argentina y fundadora del Foro Argentino de Compositoras. Inició sus estudios en Paraná (Entre Ríos) y posteriormente en Buenos Aires, siendo sus maestros Lucrecia Madariaga de Gilardi, Jorge Fanelli, Josefa Hernandorena y Gilardo Gilardi. Se perfeccionó -entre otros- con Roberto Caamaño, Alicia Terzián. Roberto García Morillo y Valdo Sciamarella. Asimismo, estudió Dirección Coral y Orquestal en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de la mano de Jorge Fontenla, Jacobo Ficher y Enrique Sivieri. Tras una abundante producción de obras de cámara desde sus comienzos como alumna del Conservatorio Nacional “Carlos López Buchardo”,se dedica a la atonalidad, con ciertos resabios de relaciones tonales de carácter discursivo y fraseológico a partir de “Ámbitos” -estrenada en 1974 por Juan Carlos Zorzi al frente de la Orquesta Estable del Colón-. La característica principal de su obra es la libre elección de procedimientos en post de una libre expresión musical que recrea los sentimientos del ser humano, tal como puede apreciarse en EXISTENCIALES -sobre la biografía de Alfonsina Storni-, EXPECTACIÓN (para soprano, coro mixto y orquesta) y SUEÑOS DE YERMA, basada en el poema homónimo de García Lorca.

El Concierto para marimba y orquesta se representó por primera vez en el Colón y consta de 3 movimientos: Maestoso/ Misterioso/ Libremente espresivo, caracterizados por una gran densidad de la masa orquestal y contrastes entre la orquesta y el instrumento solista. Se inicia con una melodía en tono menor a cargo de los trombones y la tuba, seguidos por cornos y trompetas en sordina hasta la entrada de las cuerdas y timbal, que brindan un clima de misterio previamente a la intervención del solista con un glissandi. Posee reminiscencias de obras de Juan Carlos Paz, Ginastera y Stravinsky y hubo destacadas actuaciones de Mariano Rey en clarinete y Gabriel La Rocca en fagot antes del solo principal de marimba. El segundo tema es un ostinato a cargo de las cuerdas en sordina que desemboca en un tutti a cargo de la percusión y el corno antes de abrir paso al solista para desembocar posteriormente en un acorde fff fortissimo. El segundo movimiento abre con un solo de marimba -Andante-, retomado por los violines con contrapunto de trompetas en sordina -brillante labor del solista-. A continuación, hay un contrapunto interesante entre la marimba y la caja -a cargo de Federico del Castillo-, mientras las violas y los cellos introducen el segundo tema, con contrapunto a cargo de los violines hasta la intervención del instrumento solista. El diálogo entre las diferentes secciones de instrumentos fue muy bueno, con una brillante labor de Joaquín Pérez en marimba durante todo el concierto. Lo mismo sucedió con Natalia Silippo en el solo de oboe que abre el 3º movimiento antes del stacatto a cargo del solista, con una perfecta ejecución del arabesco que posteriormente retoman las maderas. Los trombones reintroducen el primer tema del 1º movimiento mientas la marimba repite el stacatto inicial. Tras una recapitulación del tema a cargo de los cellos y contrabajos en contrapunto con timbales y flauta hasta volver al diálogo con la marimba, la obra culmina con un tutti en fortissimo con un glissandi final a cargo del solista. Por ser una obra que se ejecutaba por primera vez  y desconocida para el público, tanto la directora como el solista se retiraron sumamente aplaudidos.  

Amy Beach fue una notable pianista y compositora estadounidense y ostenta el mérito de ser la primera mujer que compuso una sinfonía en el gran país del norte. Nacida en 1867 en Henniken (New Hampshire) como Amy Marcey Cheney, demostró desde muy pequeña interés por la música. Debido a que sus padres no querían que fuera una niña prodigio, comenzó a estudiar piano a los 4 años y, al igual que otros tantos compositores, padecía sinestesia -propiedad de atribuir colores a la música-. A los 14 años estudió armonía y contrapunto en Boston con Julius Hill mientras seguía perfeccionándose en piano hasta llegar a ser una famosa intérprete de conciertos. En 1885 contrae matrimonio con el médico Henry Harris A. Beach, viudo y 24 años mayor que ella, quien no veía con buenos ojos que su flamante esposa siguiera ofreciendo conciertos como pianista, pero que no le impidió dedicarse a la composición. Por lo tanto, Amy comenzó a componer obras para iglesia (Misa en Si bemol mayor, Ellende Wolken) hasta su Sinfonía en Mi menor (“Gaélica”), que fue la primera sinfonía compuesta por una mujer en Estados Unidos en 1896, en una época donde las mujeres sufrían mucha opresión y en un terreno dominado casi exclusivamente por hombres. De ahí el mérito de esta gran compositora, cuya obra gozó de inmensa popularidad y que desgraciadamente cayó en el olvido poco después de su muerte en 1944, hasta que fue rescatada en 1990 con la exhumación de Festival Jubilate Op.17, que fuera compuesta oportunamente para la apertura del Edificio de la Mujer en Chicago en 1901.

La Sinfonía Gaélica debe a su nombre a que está basada en canciones y temas irlandeses. Según palabras de su autora, “es muy probable que la gente del Norte esté influenciada por viejas canciones inglesas, escocesas o irlandesas, heredadas con la literatura de nuestros antepasados”. Fue compuesta entre 1894 y 1896 y estrenada durante ese último año. Posee una estructura armónica romántica, con marcada influencia de Antonin Dvŏrak en el último de los 4 movimientos que integran la misma (Allegro con fuoco/ Alla siciliana- Allegro vivace- Andante/ Lento con molto espressione/ Allegro di molto). El Allegro con fuoco inicial abre con un scherzo giocoso a cargo de las cuerdas, que no sólo proporciona la base sobre la cual se construye la melodía romántica, sino que también -al estilo de El Aprendiz de Brujo, de Paul Dukas- narra la historia de dicha leyenda irlandesa. También posee influencias del compositor irlandés Victor Herbert (1859-1924), mientras que el 2ª movimiento posee un bellísimo solo de corno inglés -magistral interpretación de Michelle Wong- basado en la melodía de una canción tradicional irlandesa (The Wild Colonnial Boy), que es retomada por las cuerdas en una fuga sobre dicho tema y otro típicamente irlandés (Dark is the Night). El 3º movimiento es de naturaleza netamente romántica, introducido por la maderas en contrapunto con el timbal, que antecede al bellísimo solo de violín que caracteriza este movimiento, en diálogo con el clarinete bajo -brillantes interpretaciones a cargo de Pablo Saraví y Sebastián Tozzola, respectivamente- , mientras que en el 4º y último movimiento arranca con un furiant , donde se aprecia la influencia de Dvŏrak anteriormente mencionada mediante un contrapunto y diálogo entre las diferentes secciones de instrumentos. La interpretación de la Filarmónica fue estupenda, con un sonido puro, compacto y sumamente equilibrado. Al finalizar el concierto, tanto la directora como el organismo sinfónico recibieron numerosos vítores y aplausos.

Siempre es muy bueno y conveniente rescatar del olvido este tipo de obras que engalanan los programas de conciertos, además de brindar incentivo y aliciente a la difusión de obras escritas por mujeres, que muy a menudo caen injustamente en el olvido. Poseen una belleza increíble y por ende, merecen ser apreciadas por el público que asiste a las salas de conciertos. Al fin y al cabo, Erato -musa de la música- también era mujer y estaría sumamente agradecida. 

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