OTRA BOHEME
Teatro Colon 17/03/20202
Desde su estreno, el 1 de febrero de 1896,
en el Teatro Regio de Turin, bajo la dirección de Arturo Toscanini, La Boheme
cuarta opera compuesta por el Maestro Giacomo Puccini se ha convertido en una
de las operas más populares del repertorio lírico, y por ende una de las más
representadas.
El mismo año de su estreno, llega a Buenos
Aires donde se presenta con gran éxito en el Teatro de la Opera bajo la
dirección orquestal de Edoardo Mascheroni, junto a Hariclee Darclee, como Mimi
y Emilio de Marchi, como Rodolfo, representándose ocho funciones. La obra sigue apareciendo frecuentemente en
las carteleras porteñas y finalmente el 16 de julio 1909 se estrena en el
Teatro Colon con Eugenia Burzio, Alessandro Bonci y Giuseppe De Luca como
protagonistas. De ahí en más, La boheme es representada en nuestro teatro en 51
temporadas con elencos y batutas históricos.
La versión que nos ofrece este año el
Teatro Colon en su apertura de temporada, con su primer elenco, seguramente no
pasará a la historia.
En el rol de Rodolfo se presentó el tenor
Saimur Pirgu ya conocido en nuestro medio. Fue realmente el mejor de la noche.
Voz potente, con delicados detalles de expresión vocal, y buena actuación.
Nuevamente Veronica Cangemi encara un
personaje pucciniano, en este caso Mimi, con los mismos magros resultados de su
Liu de 2019. Su voz no tiene frescura, tampoco conmueve y su actuación es por
momentos exagerada con expresiones dramáticas sobre el canto fuera de estilo.
El barítono Alfonso Mujica interpretó el
rol de Marcelo. Insuficiente en lo vocal, voz despareja, escasos recursos
actorales, no estuvo a la altura para interpretar un rol protagónico en el
escenario del Teatro Colon.
A Giuliana Gianfaldoni, como Musetta,
pudimos escucharle en “Vals” del segundo acto; después desapareció vocalmente
de la obra.
Muy bien Fernando Radó como Colline,
luciéndose en el “Vecchia zimarra”. Intrascendente el trabajo de Juan Font como
Shaunard.
La Orquesta Estable dirigida por el Maestro
Alain Guingal, sonó ajustada y acompañó con solvencia a los cantantes.
La dirección escénica de Stefano Trespidi
fue convencional. Con demasiado movimiento para no ir a ningún lado y no hacer
nada. Por momentos fuerza situaciones sin sentido
La escenografía de Enrique Bordolini, si
bien es bella a la vista desde la sala, parece poco práctica para el desarrollo
de la acción teatral.
En síntesis, una Boheme más a la que habrá
que anotar pronto en la cronología del Teatro Colon antes de olvidarnos de
ella.
Roberto Falcone
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