martes, 31 de mayo de 2022

 

Un Mozart rústicamente servido…

                                                                                         Por Jaime Torres Gómez

 

Luego de un excelente arranque con los dos primeros programas de abono, la temporada de la Filarmónica de Santiago ha tenido un sinuoso desarrollo, tanto por la contingencia de cancelarse el cuarto programa ante un brote viral, como a errores insalvables de diseño programático en el caso de la presentación con Los Pitutos, y luego junto al maestro argentino Alejo Pérez.

 

La quinta sesión de abono llegó de la mano del debutante maestro estonio Hendrik Vestmann, de interesante trayectoria como Director Musical de los Teatros de Tartu (Estonia), Münster y Bonn, y actualmente Director del Teatro Estatal de Oldenburg, en Alemania.

 

Cabe destacar el acertado impulso por retomar la presencia de directores internacionales en la temporada de conciertos del  Teatro Municipal de Santiago, luego del retorno de actividades en dicho coliseo artístico durante la pandemia, disponiéndose de temporadas casi en niveles normales, esperándose para 2023 un mayor salto internacional, como se está viendo en coliseos como el Teatro Colón de Buenos Aires, dentro del continente.  

 

La llegada de un director desde Europa revestía alto interés, y especialmente al tratarse de un programa Mozart, con naturales expectativas de valor agregado frente a un repertorio bien servido localmente. Sin embargo, tal expectativa no se cumplió… ante lecturas rutinarias en la mayoría de las obras consideradas, más un rendimiento no siempre homogéneo de la Filarmónica, y definitivamente mediocre del Coro Profesional del Municipal Santiago

 

Después de muchos años de ausencia, abrió con la Obertura de la ópera “La Clemencia de Tito”. Pieza de inmenso brío y rica armonía, requiere de un neurálgico enfoque capaz de atrapar desde el acorde inicial ante una punzante rítmica en sus desarrollos ulteriores, amén de una sonoridad transparente y compacta no fácil de producir. La versión presenciada (primer día) se apreció con parciales logros, no obstante un enfoque correctamente delineado del flujo melódico, dinámicas más acertados tempi, pero con una respuesta no siempre ensamblada de los filarmónicos.

  

Posteriormente, una sentida versión del Ave verum corpus, K 818. Esta corta pieza para coro, cuerdas y órgano corresponde a un motete compuesto por Mozart para la festividad del Corpus Cristi. De frecuente uso litúrgico, empero no se tiene recuerdo de verla en una sala de conciertos, celebrándose su inclusión. De buen enfoque, Vestmann imprimió debida eufonía y redondez sonora global.

 

Como obra de fondo, una rutinaria versión del emblemático Réquiem mozartiano. Requiriéndose de entregas de máximo compromiso interpretativo, esta catedrálica composición dispone de desgarradores interpelaciones emanadas del mismo texto, más gran profundidad de carácter impresa por un Mozart pronto a morir…

 

De insípida lectura, Vestmann no fue capaz de brindar relieves en la orquesta (sonoridad cruda) ni menos en el coro, salvo en momentos puntuales como en el Dies Irae y algo en el Lacrimosa, quedando la sensación de desconexión casi absoluta entre la batuta y el coro, en esta oportunidad de malogrado resultado general en comparación a su presentación de inicio de temporada, con un memorable rendimiento en el Réquiem de Verdi.

 

Con fallas de afinación en las voces femeninas, proyección estentórea general y desbalances en todas las secciones, dieron cuenta de la peor presentación de este organismo profesional desde su fundación, máxime al tratarse de una obra de repertorio básico para una agrupación coral (con muchas y exitosas presentaciones previas, como aquellas dirigidas por Gabor Ötvös, Juan Pablo Izquierdo, Jan Latham Koenig y Maximiano Valdés), esperando prontamente una recuperación del reconocido nivel histórico de esta profesional agrupación coral.

 

Y por mejor carril discurrieron las intervenciones de los solistas vocales. Correcta intervención de la soprano Andrea Aguilar, no obstante no contar con la diáfana vocalidad requerida. La mezzo María Luisa Merino Ronda, con buen espesor y pareja línea de canto, se la percibió excelente en carácter y musicalidad. El tenor Gonzalo Quinchuahual, a quien se le viera el año pasado en un notable Don Ottavio (Don Giovanni), volvió a deslumbrar con irreprochable musicalidad más una excelente proyección de su privilegiado material vocal (hermosura de timbre y colocación). Asimismo, el emergente bajo Pablo Santa-Cruz volvió a exhibir su magnífico potencial, de atractivo material aunque aún perfectible en lo estilístico.

 

En suma, un programa Mozart rústicamente servido, con un sabor a rutinario trámite y salvado principalmente por un adecuado equipo de cantantes

 

Eduardo F. Casullo (1943-2022)

 

 

HASTA QUE VOLVAMOS A ENCONTRARNOS

 

  Ha partido un batallador incansable, impulsor sin igual de los circuitos alternativos de ópera, regisseur, músico, compositor, comunicador, crítico, docente. Todos estos sinónimos le caben y también algunos más. Compañero, amigo, cada aventura o  emprendimiento suyo seguramente no pasaba desapercibido. Dio manos y oportunidades a una cantidad increíble de artistas. Un resultado no tan bueno de un trabajo no hacía mella en el para insistir con otro. Necesitaba la acción. Vivió siempre con el pié en el acelerador. Rodeado permanentemente de muy buenos colaboradores con los que pudo desarrollar una prolífica carrera como responsable de la puesta en escena de no menos de 48 títulos en lugares absolutamente diversos. Así el Auditorium Marplatense, el Coliseo Podestá de La Plata, Avenida y Margarita Xirgu (Bs. As.), Roma de Avellaneda y Provincial de Salta se suman a Teatros de 20 ciudades de Italia, la Sala del Banco Central de Paraguay y a otra correspondiente a Punta del Este (Uruguay) para señalar como contrapartida, el espacio a cielo abierto en Paraná, La Manufactura Papelera, Cemento y La Suburra en Buenos Aires como espacios no convencionales. El cine lo encontró ofreciendo una puesta suya filmada en vivo en el Teatro Avenida convertida en una película 3D y la Televisión lo encontró como realizador escénico para una ópera compuesta por Rolando Mañanes por encargo de la Televisión Francesa, cuyo estreno argentino se produjo por una deferencia suya en Ntro programa por On Radio. Profesor de electroacústica, fue promovido por la inolvidable Adelaida Negri para la regie de sus espectáculos como Director escénico de la “Casa de la Opera de Buenos Aires”, tanto como en el campo de la crítica El abrió su espacio radial para que Gustavo Otero, Daniel Rossi, Guillermo Schor-Landman y quién esto escribe nos largáramos  a emitir Ntras. primeras opiniones.  Fundador de la Opera del Buen Ayre, ·Operayre, su creación como difusor de esas actividades, lo encontró entre 1998 y 2022 en el aire en forma casi permanente. Radios de Tucumán, La Pampa, Neuquén y Chubut tomaron por años la emisión para pasarla en diferido en esos lugares. Premios como el Pila´s o el Ratel’k de Oro otorgados por radiodifusores comunitarios vieron ganador a Operayre en los años 2003 y 2004 en el rubro mejor programa cultural. Conciertos celebratorios en el Claridge Hotel (con la inestimable colaboración de Martín Díaz hoy principal difusor del Teatro Colón) y en La Manufactura Papelera, contaron con la participación de una pléyade de figuras de Ntro. Medio. Integró y presidió   ”Fundamus” (Fundación para la música), que fue soporte de muchos proyectos suyos que incluyeron hasta cursos de actuación para cantantes compartiendo directorios junto a Napoleón Cabrera y Oleg Kotzarew. La producción de Aída en el Teatro Avenida en el Verano 2007 de esta Fundación se llevó el premio al Mejor espectáculo lírico de Teatros no Oficiales de ese año. Directores de Orquesta que trabajaron junto a El como Reynaldo Zemba, Jorge Lhez, Roberto Luvini, Ronaldo Rosa, Giorgio Paganini, Susana Frangi, Mario Majnaric, Ricardo Barrera, Carlos Calleja, Daniel Pacitti, Eduardo Vallejo entre tantos otros, pusieron su talento al servicio de sus espectáculos. Seguramente algunos sueños quedaron en el camino, como hacer Opera en la Quinta Vergara de Viña del Mar, aun así, se lo recordará por ser el responsable escénico de los estrenos argentinos de “Giovanna D’Arco” e “Il Corsaro” de Giuseppe Verdi. Si algo faltaba fue el reencuentro en el micrófono junto a mí en Ntro. programa en donde dio rienda suelta a la música contemporánea, otro de sus gustos y de ejercer otras actividades como presidir el Centro de Egresados del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón en donde realizó el primer Congreso Nacional de Regie, Folcklorísta, en donde integró el conjunto Los Nombradores (revelación del Festival de Cosquín 1968), compositor del “Evangelio Criollo en Tierra Santa” que el actor Juan José Camero protagonizó en 1977 por Canal 13, también compuso las músicas incidentales para la Comedia Nacional en el Teatro Nacional Cervantes en tiempos de Rodolfo Graziano y fué Maestro de Armas en películas de la productora “Astrofilms”.  Secretario Académico de la Universidad de Belgrano , Presidente de la Sociedad Ferromodelísta Argentina e integrante del equipo de Armas Antíguas del Tiro Federal Argentino el que participó con sus cañones de época de la interpretación de la Obertura 1812 de Tchaickovsky en San Miguel (Bs, As.) con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional, dirigidos por Roberto Luvini. Precisamente ambos organismos fueron involuntarios protagonistas de su  última crítica, la de la Novena Sinfonía de Beethoven con la que culminó el Centro Cultural Kirchner la actividad de 2021. Y después de narrarles todo esto, solo me resta decir. Chau Flaco!, descansá en paz, gracias por tanto. Será hasta cuando el de arriba disponga que volvamos a vernos.

 

Donato Decina

sábado, 28 de mayo de 2022

 

UN CONCIERTO FORMIDABLE

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2022. Concierto Sinfónico, Directora: Lucía Zicos. Solista: Daniela Tabernig (Soprano). Programa: Obras de Williams, Strauss y Hindemith. Centro Cultural Kirchner (Auditorio Nacional), 27 de Mayo de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Este concierto de la Sinfónica Nacional ha marcado una saludable intención de renovar en parte el repertorio de la agrupación, algo de lo que se habla permanentemente, como así también registró el debut de la Directora Lucía Zicos con el conjunto. Además, se logró la presencia como solista de la soprano Daniela Tabernig, acaso uno de los mejores valores del medio local, a tan solo 72 hs. de culminar en la ciudad de Rosario una actuación consagratoria asumiendo el protagónico de “Tosca” de Giacomo Puccini, de la que podrán ver en este mismo blog la opinión de Marta Lugo de Palacio.

 

 

  El concierto dio comienzo con la interesante exhumación del “Poema de los Mares Australes” de Don Alberto Williams. Obra surgida a partir de escritos suyos de 1929, describe de modo casi “pictórico” cuatro momentos diferentes en relación con el mar. Lucía Zicos desarrolló una labor ardua y sumamente efectiva, en donde la mayoría de los  sectores de la Sinfónica respondió con sonido homogéneo. A lo largo de esos cuatro momentos, influenciados muchas veces por la música de sus formadores y por mucho de lo que en esas épocas se escuchaba,  se sucederán instantes de plenitud sonora, intensidad y también otros más calmos y reflexivos. Una obra inexplicablemente ausente de los atriles,  la que espero sea interpretada con mayor asiduidad.

 

 

     Luego fue el turno de Richard Strauss y sus “Cuatro Ultimas Canciones” de las que en lo vocal Daniela Tabernig fue su muy correcta traductora.  Obra de 1948, basada en la musicalización de 3 poemas de Hermann Hesse y 1 de Joseph Von Eichenhorn, marca la despedida de un gigante que sentía ya estar en la etapa final de su existencia. Concebidas  para registro de soprano, incluyen solos instrumentales tanto de corno como de violín y los títulos de los poemas elegidos dan una idea acabada de lo que expresó Strauss a modo de despedida (“Primavera”, Setiembre”, “Al Irme a Dormir” y “En el Ocaso”). Daniela Tabernig construyó una interpretación admirable desde todo punto de vista, ya sea por su expresividad en donde transmitió la intención de cada texto, su musicalidad sin fisuras y una muy refinada línea de canto por lo que solo cabe pedirle que ahonde más esta incursión en el terreno del “lied”, un género en el que a no dudarlo la podrá contar como una muy buena interprete. Por su parte Zicos logró extraerle a la Sinfónica pasajes estupendos con notables intervenciones de todos los sectores del conjunto. Aquí me detengo para recalcar que no se compare este trabajo con interpretaciones anteriores a modo de parámetro, lo que no vale. Se ha logrado una muy buena versión a partir de una labor seria y reconcentrada que logró hacer pié en una Orquesta que está superando momentos difíciles, y eso ya es meritorio tanto por parte de la Directora, la solista y el conjunto.

 

    El cierre vino de la “Konzertmusik”, op. 50 para cuerdas y metales de Paul Hindemith, la que lamentablemente es poco frecuentada en los  conciertos y que posee muchos más méritos que otras que se han programado hasta en la sopa. En mi caso particular no la escuchaba desde 1988 cuando la interpretó la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Riccardo Muti en la misma jornada en la que el Maestro estreno en la Argentina la Sinfonía Nº 3 “El Poema Divino” de Alexander Scriabin y mi conocimiento provino por la difusión televisiva que el inolvidable Julio Palacio (esposo de Ntra. colaboradora) realizara en el Canal 11 (hoy Telefé) en un ciclo que el mismo presentara, bajo la dirección del mismísimo Hindemith al frente de la Orquesta Sinfónica de Boston. Pieza en dos movimientos, homogénea, contundente, con una fuga de increíble concepción en la parte final, la que va dando paso a un discurso más calmo. Lucía Zicos realizó un trabajo que le permitió redondear una estupenda labor, la que sí o sí debe derivar en más invitaciones para guiar a la Sinfónica. Momentos de brillo y noble tersura en la cuerda y muy buenas intervenciones del bronce dieron por resultado la inmediata aprobación del público, el que por tres veces requirió el saludo de la Directora. Un programa como hace mucho tiempo no se veía, tal vez desde cuando batutas como Calderón o Rettig asumían esos compromisos.

 

Donato Decina

viernes, 27 de mayo de 2022

 

Sensacional concierto conmemorativo del 25 de Mayo en el CCK

 

EN BUSCA DEL PATRIMONIO CULTURAL PERDIDO

Martha CORA ELISEHT

 

            La música clásica argentina es rica en ritmos, variada en repertorio y hubo numerosos compositores que han escrito obras bellísimas, pero que lamentablemente suelen estar ausentes de los tradicionales programas de conciertos. Por dicho motivo, la Secretaría de Cultura de la Nación y el Centro Cultural Kirchner (CCK) han decidido rescatar el patrimonio cultural sinfónico argentino de su prolongado letargo merced al trabajo de innumerables profesionales: personal de archivo, musicólogos, historiadores, copistas, ingenieros de sonido y otros tantos para poder reconstruir dicho legado y que el público lo pueda apreciar. Como parte del ciclo “ARGENTINA SINFÓNICA” se ofreció un concierto con motivo de los festejos del 25 de Mayo en el Auditorio Nacional del CCK en dicha fecha, con la participación de la Orquesta Sinfónica Juvenil “Libertador Gral. San Martín” dirigida por Francisco Varela y con el pianista Antonio Formaro en calidad de solista, en un programa integrado pura y exclusivamente por las siguientes obras de compositores argentinos:

-          “El rancho abandonado”

-          “Nostalgias de la pampa” – Alberto WILLIAMS (1862-1952)

-          Concierto n°2 para piano y orquesta, Op.56- Arturo LUZZATTI (1875-1959)

-          “Nahuel Huapi”- Enrique Mario CASELLA (1891-1948)

-          Danzas sinfónicas del 1° Acto de la ópera “La leyenda del Urutaú”- Gilardo GILARDI (1889-1963)

El evento contó con un presentador de lujo: el violinista Sebastián Masci, quien no sólo se refirió a las obras comprendidas en el programa y sus respectivos autores, sino que también puso en valor el trabajo de los profesionales mencionados en el párrafo anterior para poder poner en valor y rescatar el patrimonio sinfónico de la Nación. Y también mencionó la escasa difusión de la música clásica argentina tanto en los colegios primarios y secundarios como en el Conservatorio. Los estudiantes de música salen de dicho ámbito académico sabiendo tocar perfectamente a Bach, Mozart, Beethoven, Tchaikovsky u otros músicos europeos, pero no saben cómo interpretar las obras de los compositores clásicos argentinos desde Alberto Williams en adelante. Resaltó a los integrantes de la orquesta como “auténticos titanes, capaces de enfrentarse como héroes dando todo ante un repertorio rescatado del olvido y poniendo en valor al patrimonio artístico y cultural de los argentinos”.

De la vasta y extensa obra de Alberto Williams, El rancho abandonado representa la primera obra del denominado nacionalismo musical argentino. Lleva el n°4 de la Suite “En la Sierra”, Op.32 y fue compuesta originariamente para piano en 1890. Posteriormente, Williams la orquestó en forma de sonata y es una de las piezas más representadas del repertorio vernáculo. En cambio, Nostalgias de la pampa pertenece a la suite Aires de la Pampa, Op.63 y data de 1912. Es una de las milongas que Williams transcribió para orquesta sinfónica y las reagrupó con el mismo título, pero que lleva el Op.117 de su catálogo (1944). Hacia el final de su vida, el compositor iba a agrupar estas dos piezas con una tercera (Tres aires de la pampa), pero falleció antes de componer la última. En la presente versión, la orquesta sonó magnífica, con brillo y enjundia. La labor del concertino fue estupenda, al igual que en el contrapunto con el contrabajo en el primer tema de El rancho abandonado, mientras que el segundo tema -en ritmo de malambo- también fue perfectamente abordado. En Nostalgias de la pampa, las violas y los violoncellos dan la base melódica, mientras que los vientos -maderas y metales- introducen el tema principal, tomado por los violines en ritmo de milonga y habanera. Francisco Varela demostró con creces su labor sobre el escenario de la Sala Sinfónica del CCK y fue sumamente aplaudido.

Nacido en Torino en 1875, Arturo Luzzatti estudió en el Conservatorio de Milano y posteriormente se estableció en Argentina, donde fue director musical y artístico del Teatro Colón. Su Concierto n°2 para piano y orquesta, Op.56 fue compuesto en 1954 y es de corte netamente romántico, con tintes de impresionismo francés y ruso (por momentos, remeda a su homónimo de Alexander Scriabin o de Sergei Rachmaninov). Se estrenó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires ese mismo año por la Orquesta de Radio Nacional Argentina dirigida por Bruno Bandini, con la participación de Perla Brugola como solista. No es casual que un alumno suyo -Antonio Formaro- lo rescatara de su ostracismo casi 70 años después.  Consta de tres movimientos: Moderato/ Andante/ Allegro vivace, donde el piano comienza desde el registro grave seguido por el corno y el clarinete, que llevan la melodía hasta desembocar en un acorde central en Fa mayor, con reminiscencias que recuerdan a Debussy en una bella línea melódica cromática. La orquesta tuvo un sonido muy equilibrado -inclusive, hasta en los tutti y los forti, donde no sonó excedida- en perfecta armonía con el instrumento solista. Cabe destacar la sutileza, exquisitez y maestría de Antonio Formaro en la materia. El Andante abre con un solo de contrabajo en contrapunto con el corno y el clarinete hasta la introducción del piano con un glissandi en agudo. Hubo una perfecta consonancia entre la orquesta y el solista que se mantuvo al fin de este movimiento y también en el poderoso Allegro vivace final, con una magnífica labor de Formaro en el cantábile central de dicho movimiento, que culminó con una brillante ejecución de la cadencia. El numeroso público que llenó la Sala Sinfónica estalló en aplausos y vítores luego de finalizar el mismo.

El poema sinfónico Nahuel Huapi fue compuesto por Enrique Mario Casella en 1926 y constituye una de las obras más tempranas del compositor. Uruguayo de origen, estudió en Buenos Aires y posteriormente, se perfeccionó en Europa. Tras su regreso al país, trabajó un tiempo en Buenos Aires y Goya (Corrientes) hasta que se estableció definitivamente en Tucumán en 1920. Junto con Luis Gianneo dirigieron en 1922 el Instituto Musical Tucumán y posteriormente, fundó el Trío Tucumán en 1923 y el Cuarteto Tucumán en 1940.  Desde 1937 fue director de la Banda Sinfónica Provincial, que posteriormente dará origen a la Orquesta Sinfónica Provincial. Basado en una leyenda puelche, narra el romance prohibido entre la bella Maitén y el valiente Collán, pertenecientes a tribus diferentes. Maitén es raptada por dos hermanos de su misma tribu, que le dan a beber una poción mágica para colocarla en una canoa en medio del lago a merced del Espíritu de las Aguas, quien está dispuesto a entregar a la joven a uno de los hermanos. Al despertar, la joven comienza a gritar y es escuchada por su amado, quien se arroja al agua para salvarla. Esto desata la furia del Espíritu de las Aguas al ver en peligro su plan y decide vengarse de los amantes, que se ahogan abrazados en las profundidades del lago. Pero el Dios protector se apiada de ellos y los transforma en macas -pájaros del sur argentino que viven en pareja durante toda su vida-. Para traducir la leyenda en música, Casella emplea una melodía de neto corte impresionista, rica en cromatismo, donde el Andante ondulante representa al Espíritu de las Aguas; los golpes de percusión, el arrojo de Collán y el trombón solista, a las maléficas intenciones de los dos hermanos y al enojo del Espíritu de las Aguas. Por su parte, la metamorfosis está representada por el violín, que junto con las arpas y el corno inglés marcan la transición y transformación de los amantes en pájaros. Los efectos sonoros estuvieron perfectamente bien logrados, con gran labor de todos los solistas.

Para cerrar este vasto y rico programa, la orquesta apostó a otro plato fuerte: las Danzas sinfónicas del 1° Acto de la ópera La Leyenda del Urutaú, compuesta por Gilardo Gilardi en 1930 con libreto de José Oliva Nogueira y que fuera ganadora del Premio Municipal en dicho año. Su estreno se produjo en 1934 en el Teatro Colón. Si bien es una de las más bellas páginas musicales que se han escrito, lamentablemente se representa muy poco -quien escribe recuerda haberla escuchado sólo una vez en 1979, en un concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica Nacional en una Temporada de Verano-. La versión ofrecida fue espléndida, donde la orquesta desarrolló un sonido muy compacto y equilibrado en todos los grupos de instrumentos.

Al terminar el concierto y tras los aplausos de rigor, Sebastián Masci retornó al escenario provisto de su violín e invitó a todo el público a ponerse de pie para entonar las estrofas del Himno Nacional. Se colocó en la última fila de violines, mientras que Antonio Formaro lo hizo como pianista acompañante para ponerse a disposición de Francisco Varela, quien ofreció junto a la orquesta una bellísima versión de la canción patriótica compuesta por Vicente López y Planes y Blas Parera. Y como no podía ser de otra manera, el Auditorio Nacional estalló en aplausos y vítores.

Ya se logró el puntapié inicial del rescate del patrimonio artístico cultural de la Nación; en este caso, del patrimonio sinfónico, tras desempolvar obras que quedaron abandonadas a su suerte durmiendo el sueño de los justos y que han despertado luego de un prolongado letargo. El desafío actual es incorporarlas a los programas de estudio de colegios primarios, secundarios y de los Conservatorios de Música y Universidades de Artes. Tarea difícil, pero no imposible. Porque recuperar el patrimonio cultural también es una forma de honrar a la Patria.

jueves, 26 de mayo de 2022

 El Teatro El Círculo de Rosario abrió su temporada de Ópera 2022 con TOSCA de G. Puccini con libreto de L.Illica y G.Giacosa, siendo esta una de las más representadas del verismo italiano, por su intensidad dramática y por contener algunas de las arias más bellas. Presentada con la dirección escénica de Pablo Maritano y como intérpretes principales Daniela Tabernig (Tosca) Gustavo López  Manzitti (Cavaradossi) y Fabian Veloz (Scarpia).

Tambien conformaron el elenco: M.Mariño, M.Olivera, A. Giancola,Ismael Barrille y M.S.Mastrangelo todos artistas rosarinos 
La  escenografía  fue de Nicolás Boni y vestuario de Ramiro Sorrequieta & Liza Tanoni
En el foso, la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario con su director titular, David Del Pino Klinge.
Coro de la Ópera de Rosario, con dirección de Horacio Castillo
Coro de Niños Preparadora M.S. Mastrangelo
Pablo Maritano, director escénico reconocido a nivel mundial, ubicó  la acción en Roma, durante el régimen fascista de Mussolini, construyendo una marcación que logra que los principales intérpretes muestren una verdadera condicion teatral combinada con la gran riqueza melódica de sus voces.Con ideas propias del director escénico,Tosca se suicida con el arma que pertenecía a Scarpia y al final del 2° acto, tampoco arma, antes de huir, una "capilla ardiente" con los candelabros y la cruz, que fueron, a mi punto de vista, una excelente innovación. También Maritano delineó hábilmente la psicología de los caracteres de los personajes
Nicolás Boni, talentoso escenógrafo rosarino, residente en Europa, adaptó los escenarios romanos al siglo XX, concretamente a la década del 40”,
Recreó la basílica romana Sant’Andrea della Valle, que data del 1600, un salón del Palacio Farnesio y un sector del Castillo de Sant’Angelo, donde transcurre el último acto
También complementan la excelencia de la escenografía, el vestuario de R. Sorrequieta & L.Tanoni y la iluminación de E. Ivanec
La Tosca de Daniela Tabernig conjugó la bella sonoridad de su voz con dramáticos pasajes actorales y otros de tierna amabilidad.
Gustavo Lopez Manzitti interpretó un excelente Cavaradossi con una emisión potente y de gran calidad vocal
Fabian Veloz, que venía de interpretar un Scarpia en la Ópera de Chicago, lució su excelente voz y muy contundente interpretación del personaje, dando al final del primer acto una gran carga emotiva.Los anteriormente nombrados demostraron  su gran arte vocal, y ajustada interpretacion de cada  personaje, dando al 2° acto una intensidad inigualada, como lo indica la ópera de Puccini. Supieron llevar a buen puerto cada una de las funciones
El M° Del Pino Klingle y la Orquesta fueron  musicalmente correctos manteniendo el estilo desarrollado por Puccini hasta el momento: continuidad del discurso musical  Cabe mencionar el solo de clarinete del tercer acto en el aria E lucevan le stelle interpretado por Ariel de Vedia
En suma, un espectáculo lírico con una    inteligente concepción, con atractivas voces y visualmente imponente, que mereció el aplauso efusivo y prolongado del público presente al final de cada función
Marta Lugo de Palacio 

 

 

MEJOR HOMENAJE MUSICAL A LA PATRIA, IMPOSIBLE

 

Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador General San Martín”, Temporada 2022. Concierto de homenaje al 212º aniversario de la Revolución del 25 de Mayo de 1810. Director: Francisco Varela. Solista: Antonio Formaro (Piano), Violín y Comentarios: Sebastián Masci. Programa: Obras de Williams, Luzzatti, Casella y Gilardi. Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

Ante una nutrida concurrencia que desafió el fuerte cambio de clima desatado en la madrugada previa, la Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador General San Martín” rindió homenaje en su día a un nuevo aniversario de la gesta de Mayo de 1810. Esta velada tuvo el valor agregado de contar con un repertorio conformado por obras de creadores argentinos tanto como de extranjeros que definitivamente se asentaron en la República Argentina, en donde devolvieron con creces la posibilidad de desarrollo personal que el país les brindó.

 

  La conducción de la orquesta fue confiada en esta oportunidad al Maestro Francisco Varela quien ocupa el cargo de Director Asistente del fundador y titular del conjunto, Mario Benzecry.  También actuó como comentarista el Mtro. Sebastián Masci el que además de integrar el Cuarteto Gianneo y la fila de primeros violines de la Filarmónica de Buenos Aires es solista, comentarista,  conductor radial, docente e investigador. A El le cupo la responsabilidad de orientar al público acerca de las obras que habrían de escucharse y lo hizo con palabras simples, entendibles, allanando el camino para una perfecta audición de parte del público.

 

  La primera parte del concierto estuvo reservada a un argentino: Alberto Williams y a un compositor italiano de nacimiento, pero que venido a la Argentina para ocupar cargo en el Teatro Colón echó raíces definitivas entre Ntros.: Arturo Luzzatti. Del primero pudo escucharse en primer lugar “Rancho Abandonado”, la que en versión de gran orquesta puede decirse que hacía muchísimo tiempo no se la escuchaba (y en mi caso personal solo una vez y fue en los conciertos televisados que la Orquesta Sinfónica de San Martín con su entonces titular, Alfonso Devita, realizaban una vez al mes en las pantallas del canal 9 de Buenos Aires dentro del recordado ciclo “Veladas de Gala” que conducía el inolvidable Horacio Carballal). Aquí Varela extrajo de las secciones de cuerdas un rendimiento superlativo con sonido homogéneo, muy corpóreo, a lo que se sumó una impecable participación de los vientos. Toda la atmósfera  de soledad que Williams retrata en esta partitura fue reflejada de manera impecable. Completando las obras del patriarca de la música argentina expuestas en esta sesión  pudo apreciarse, también en versión para Orquesta completa, “Niebla en la Pampa”, la que como recordarán fue interpretada en versión para cuerdas por la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación bajo la dirección de su titular, Sebastiano de Filippi. Nuevamente aquí Varela pudo imprimirle a su versión todo el carácter de esta partitura, enriquecida por una noble orquestación del propio Williams. La obra transcurre en un claro tiempo de milonga y aquí el conjunto en su totalidad se lució en la interpretación.

 

  De Arturo Luzzatti (Compositor entre otras cosas del “Himno al Libertador General San Martín” que se entona en las escuelas) se ofreció la exhumación de su Concierto para Piano y Orquesta, en el que Antonio Formaro fue el solista convocado. Obra de mucha enjundia, con claros modelos tanto impresionistas (Ravel) o Post-Romanticos (Rachmaninoff o Scriabin), esta partitura trasunta en sus tres movimientos momentos de extrema delicadeza con ataques en “forte” que llevan a un discurso contundente y que requiere de un intérprete con mayúsculas para que la versión emerja airosa. Formaro fue precisamente “el” solista, entregando un trabajo sin desmayos ni fisuras con una orquesta excelentemente preparada a las órdenes de Varela, que acompañó de manera impecable al intérprete. Un jalón más en la carrera de Formaro, justa y largamente ovacionado y un hito en la historia de la “Libertador General San Martín”.

 

   La segunda parte estuvo integrada por obras de un extranjero radicado en la Argentina: Enrique Mario Casella (Uruguayo de nacimiento pero como decimos en estos casos, definitivamente rioplatense), quien en gran parte de su vida trabajo junto a Don Luís Gianneo en Tucumán generando la gran actividad musical y los organismos musicales que hoy le reconocemos a la cuna de Ntra. Independencia, finalizando con uno de los grandes creadores argentinos: Don Gilardo Gilardi.

 

  De Casella se escuchó “Nahuel Huapi”, obra sinfónica programática basada en una leyenda acerca de una joven indígena enamorada de un joven de su raza, pero  también pretendida por dos aborígenes de una tribu rival, los que se valen de una pócima para dormir a la joven, llevarla al medio del lago y que sea el duende que habita en las profundidades del Nahuel Huapi quien la despierte y la obligue a decidir a cuál de ellos se entregará. Ocurrido este hecho, ante la desesperación de la muchacha, su verdadero amor se interna en las frías aguas para socorrerla, el duende despierta y si bien en su furia provoca el ahogamiento de ambos, al calmar el oleaje se observa el revoloteo de dos macas (pájaros fieles solamente a una pareja), en los que evidentemente los amantes se transformaron. Página que tiene en su tema inicial al hilo conductor del discurso, rica en melodías y sumamente contundente en la descripción de la tormentosa escena del lago, fue vertida de modo estupendo por la Orquesta y su Director, transformándose en la segunda revelación de la noche, luego del concierto de Luzzatti.

 

  El cierre le cupo a las danzas de la Opera “La Leyenda del Urutaú” de Gilardo Gilardi, las que en mi caso no escuchaba en vivo desde 1983 cuando Miguel Angel, hijo del compositor, las ofreció al frente de la Sinfónica Nacional en el recordado “Ciclo de Primavera” que dicha orquesta brindaba en la Facultad de Derecho de la U.B.A. Premio Municipal de Bs. As. Año1931, con estreno mundial en 1934 en el Teatro Colón, “La Leyenda del Urutaú” narra la historia de una nativa del litoral que está en pareja con un joven al que solo ve al principio y al fin del día, el que se ausenta de sol a sol porque El es el sol, pero nadie debe saberlo porque si así fuese, la joven nunca volvería a verlo.  La nativa ha tenido un hijo con este joven y comete el error de contar a su madre la infidencia por lo que nunca más vio a su pareja y en la desesperación lo busca todos los días, llegando a subirse  a la copa de los árboles y vociferar hacia el “astro rey” para que la escuche, hasta que luego de tanto intentar queda transformada súbitamente en un pájaro cuyo canto se asemeja al llanto, elevándose en su alocada búsqueda. Gilardi incluyó estas danzas de indiscutible sello argentino en la partitura, las que fueron ofrecidas por Varela y los jóvenes de manera impecable, con un remate contundente que cerro de manera perfecta la noche.

 

  Tras largos aplausos y la reiteración del agradecimiento del Mtro. Masci a Tomás Ballicora, el Staff del Centro Cultural Kirchner, al Solista, los jóvenes y al Mtro. Varela, la Orquesta (a la que se sumaron como instrumentistas el propio Masci con su violin y el Mtro. Formaro como pianista interno) interpretó el Himno Nacional Argentino cantado con unción por todos los presentes para cerrar una noche por muchos motivos inolvidable.

 

Donato Decina

lunes, 23 de mayo de 2022

 

Triunfales estrenos y conquistas…

                                                                                         Por Jaime Torres Gómez

 

No sería hiperbólico afirmar que el último concierto de la Sinfónica Nacional sea, quizás, el hito musical más relevante del 2022…

 

La progresiva rearticulación de las artes escénicas y musicales con público presencial es palmario, pudiéndose hoy en día visualizar una variopinta oferta de propuestas artísticas casi en niveles pre-pandemia, lo que es esperanzador para los artistas, instituciones culturales y al mismo público.

 

En este contexto, nuevamente en el Teatro Municipal de Las Condes -de privilegiado emplazamiento y excelentes condiciones para una amplia gama de espectáculos-, arribó la Sinfónica Nacional con su tercera presentación del año en dicho espacio, junto a un importante programa de estrenos que dio cuenta de un celebrado criterio de avance en propuestas con importante valor agregado.      

 

Dirigida por su excelente maestro titular, Rodolfo Saglimbeni, nuevamente exhibió su solvencia musical, obteniendo respuestas de completa excelencia a lo largo de un contrastado programa con transversales cruces estéticos y de épocas.

 

Abrió con una extraordinaria versión de la Obertura de la ópera “La Flauta Mágica” de W.A. Mozart, de habitual (demasiada…) programación local. Grandes logros en equilibrio sonoro, matizaciones, dinámicas y ajuste grupal. Gran belleza sonora, afinación y recio carácter en la sección central con los tres acordes de Sarastro. Un inapelable triunfo estilístico y lección de buen gusto global.

 

Después de tres años de infructuosa concreción ante múltiples causas más la llegada de la pandemia, arribó el esperado estreno en Chile del notable Concierto para Piano del polaco Witol Lutoslawski (1913-1994). Compuesto en plena madurez (a fines de los 80), esta obra sintetiza en buena parte el recorrido creativo del compositor, cruzando estilos (poliestilístico carácter) y reflejando un auto da fe artístico y de vida. Destacable la cercanía auditiva hacia un amplio arco de oyentes más un celebrado idiomatismo del instrumento solista (Lutoslawski fue un dotado pianista). A lo largo de sus 4 movimientos (sin interrupción e identificados con abruptos cambios de dinámica, tempo y carácter), dibuja lúdicamente distintos cambios anímicos, requiriéndose una comprensión más allá de las notas por parte de sus intérpretes.

 

Con un triunfal cometido, el destacado pianista nacional Luis Alberto Latorre demostró absoluta profundidad interpretativa, con una entrega diáfana y de completo ajuste. Impactante la hermosura de toucher más un soberbio manejo de las gradaciones de planos sonoros. Por su parte, el alado complemento de Saglimbeni constituyó otro triunfo cabal, logrando completa adhesión de los sinfónicos en ajuste grupal y calidad de sonido. El público, en estado de éxtasis, justipreció el hito con interminables aplausos, logrando del connotado solista un encore con una entrega impactante de “La Mirada del Padre”, de Olivier Messiaen, absolutamente ad hoc para el hito.

 

Finalizó el programa con Tema y Variaciones de la Suite N° 3 de P.I. Tchaikovsky, al parecer estreno local. Cabe señalar que esta pieza es la última parte de la Tercera Suite, siendo una composición previa e independiente, disponiendo de todos los méritos para ofrecerse como otra obra. Con una directa alusión a música de ballet (como toda la suite), se habían hecho extractos de la misma en Chile para algunas coreografías, pero sin registros en programas de conciertos, tanto la suite como la pieza ofrecida.        

 

Saglimbeni, autorizado intérprete de la música de Tchaikovsky, ofreció una versión pletórica de enjundia y claridad discursiva, obteniendo nuevamente un resultado de primer orden de la decana orquestal del país, esperando prontamente escucharle la Suite completa. Grandes logros solísticos (deslumbrante el solo de violín de Héctor Viveros) y de conjunto.

 

En suma, una presentación de triunfales estrenos más una consolidación en la reconquista de nuevos repertorios relegados tras la llegada de la pandemia, avizorando un esperanzador futuro en la vida musical del país…

domingo, 22 de mayo de 2022

 

Muy buena representación de “CAVALLERÍA RUSTICANA” en el Teatro Empire

 

UN EQUIPO DE PRIMER NIVEL

Martha CORA ELISEHT

 

            Desde hace un tiempo a esta parte y tras la pandemia, poco a poco la ópera independiente va ganando cada vez más su espacio en el denominado circuito off Colón y brinda múltiples posibilidades tanto al público como a los artistas. Uno de los escenarios de dicho circuito es el Teatro Empire, donde la compañía “Música en Escena” ofreció representaciones de CAVALLERÍA RUSTICANA de Pietro Mascagni (1863-1945) entre los días 7 al 20 del corriente, con dirección musical de Silvana D’Onofrio y régie de Antonio Leiva, con un elenco formado por los siguientes cantantes: Elisa Calvo/ Susana Palomeque Flores (Santuzza), Germán Polón/Matías Klemm (Turiddu), Leonardo Estévez/ Jorge Balagna (Alfio), María Laura Weiss (Lola) y Alicia Alduncín/ Cristina Wasylyk (Mamma Lucía), acompañados por el actor Juan Carlos Uccello (Sacerdote) y los figurantes Tiziana y Santino Flores. Participaron el Coro de la compañía y la orquesta de la Fundación Muzitap, con diseño escenográfico de Antonio Leiva y realización de escenografía de Ezequiel Ocampo; diseño de vestuario de Antonio Leiva y Silvana D’Onofrio y realización de Liliana Palacio; iluminación de Stefany Briones Leyton, maquillaje de Angie Zamora Valladares y traducción y subtítulos a cargo de Ana María Rozzi de Bergel, mientras que David Bautista Camacho se desempeñó como asistente de dirección.

            Quien escribe asistió a la última representación ofrecida el viernes 20 del corriente, donde actuaron los siguientes cantantes: Elisa Calvo (Santuzza), Germán Polón (Turiddu), Leonardo Estévez (Alfio), María Laura Weiss (Lola) y cristina Wasylyk (Mamma Lucía).

            De todas las óperas compuestas por Mascagni, CAVALLERÍA RUSTICANA es la más popular y la más representada en todo el mundo.  Fue compuesta en 1890 como parte de un concurso para compositores noveles que jamás habían montado una ópera en escena, organizado por el editor de música milanés Edoardo Sonzogno. Una de las condiciones era que debía ser un melodrama en un único acto. Tan sólo dos meses antes de la fecha del concurso, Mascagni le pidió a su amigo Giovanni Targioni- Tozzetti que le proporcionara un libreto. Éste eligió la novela homónima de Giovanni Verga y junto con su colega Guido Menasci fueron enviándole el libreto por partes. Finalmente, resultó electa entre las tres finalistas sobre un total de 73 óperas participantes y se estrenó en el Teatro Constanzi de Roma en Mayo de ese mismo año, con un suceso notorio de público y crítica que perdura hasta nuestros días.

            Para la presente producción, Antonio Leiva empleó una puesta en escena clásica, con una escenografía sencilla -la Iglesia, la plaza del pueblo -representada con una fuente- y la vinería de Mamma Lucía- y vestuario de época. La orquesta se ubicó en el foso, mientras que el coro lo hizo de la siguiente manera: las mujeres, ubicadas en las escaleras que dan hacia ambos lados del escenario, y los varones, en la bóveda de la sala. Por tratarse de un coro no profesional, su actuación fue muy buena y las voces sonaron muy compactas, lo que demostró un muy buen trabajo de Silvana D’Onofrio en la materia, quien también se hizo cargo de la dirección orquestal. La mayoría de los integrantes de la orquesta de la Fundación Muzitap son muy jóvenes y si bien hubo algunas imperfecciones, D’Onofrio realizó un muy buen trabajo de marcación -tanto a los músicos como al Coro y a los principales cantantes-, de ensayo y preparación. La iluminación de Stefany Briones Leyton resultó muy eficaz, resaltando las escenas más luminosas y oscureciendo las más dramáticas. Por su parte, Ana María Rozzi de Bergel realizó un muy bien la correspondiente traducción simultánea y el subtitulado para facilitar la comprensión por parte del numeroso público que prácticamente llenó esa noche la sala del Empire.

            En cuanto a los roles secundarios, María Laura Weiss brindó una muy buena y seductora Lola, destacándose en su aria (“Fior di giaggiolo”) mientras que Cristina Wasylyk hizo lo mismo con Mamma Lucía. No sólo es una muy buena contralto, sino que también mostró sus dotes histriónicas en escena.  Por su parte, Leonardo Estévez ofreció un excelente Alfio -tanto desde lo vocal como lo actoral- e hizo gala de su profesionalismo en sus dos arias (“Il cavallo va…” y “Ad essi non perdono, vendetta avró”). Pero la revelación de la noche fue el tenor Germán Polón, quien dio vida a un Turiddu que será sumamente recordado. Posee una voz amplia, con buenos matices, inflexiones y línea de canto que le permitió lucirse desde el inicio de la obra, cuando canta su amor por Lola fuera de escena (“Oh, Lola, ch’ai di latti”) hasta su encuentro con Santuzza y la célebre “Viva il vino spumeggiante” junto al Coro. También interpretó con un perfecto tono dramático la celebérrima “Mamma, quel vino é generoso” antes de batirse a duelo con Alfio. Por su parte, Elisa Calvo hizo gala de sus dotes de soprano dramática para encarnar a una Santuzza acorde a los requerimientos del personaje: temperamental, celosa, que sufre en carne propia el despecho de haber sido seducida y posteriormente abandonada por Turiddu y de ser mal vista por la gente del pueblo tras haber sido excomulgada. Cantó perfectamente la consabida “Voi ió sapete, mamma” y “Me l’ha rapito” hasta el dúo junto a Turiddu (“Oh, Turiddu, rimani ancora”) y luego, desearle una mala Pascua. Su voz también sobresalió del resto al interpretar junto al Coro el canto pascual Regina Coeli Laetare.

            Al terminar la función, el numeroso público que se dio cita esa noche aplaudió a rabiar. En comparación con otras producciones -tanto oficiales como independientes-, la presente versión fue de muy buen nivel. Eso demuestra que cuando se quiere, se puede montar perfectamente bien una ópera. No hace falta incurrir en grandes gastos para ofrecer espectáculos de buena calidad. Basta con tener buen conocimiento sobre la obra, intérpretes para cantarla adecuadamente e imaginación para optimizar los recursos.

 

Muy buena presentación del trío MERIDIEN en el Espacio Cultural BARGOGLIO

 

EL OESTE TAMBIÉN EXISTE

Martha CORA ELISEHT

 

            San José de Flores es uno de los barrios más populosos de la Ciudad de Buenos Aires, con un profundo acerbo histórico, religioso y comercial. Desde su pasado como posta de carretas y parada obligatoria hasta empalmar con el Camino Real en la época de la Colonia -Manuel Belgrano descansó en su posta en 1812-, fue posteriormente pueblo y allí se firmó en 1859 el famoso Pacto de Unión Nacional, donde el Estado de Buenos Aires se reincorporó a la Confederación Argentina. Se incorporó a la Capital Federal en 1888 y no sólo posee una intensa actividad comercial y religiosa, sino también cultural. Justamente, muy cerca de la estación de tren del ferrocarril Sarmiento se encuentra el Espacio Cultural BARGOGLIO, que organiza conciertos y recitales de diferentes géneros y brinda oportunidad a numerosos artistas. El ambiente es cálido, sumamente agradable y se puede disfrutar de buenas opciones gastronómicas mientras se aprecia un buen espectáculo. En dicho lugar, el pasado jueves 19 del corriente tuvo lugar un concierto de cámara a cargo del trío MERIDIEN, integrado por Juan Labanda (violín), Eduviges Piccone (piano) y Siro Bellisomi (violoncello), donde se interpretaron las siguientes obras:

-  Trío n° 1 en Re menor, Op.49 -Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847)

- Las cuatro estaciones porteñas- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

Además de los mencionados intérpretes, la ocasión contó con un asistente de lujo: el tenor Santiago Martínez, quien iba dando vuelta las páginas de la partitura para piano. Tras una breve presentación a cargo del propietario del lugar, el trío comenzó con una muy buena versión de la mencionada obra de Mendelssohn, que consta de 4 movimientos: Molto allegro et agitato/ Andante con moto tranquillo/ Scherzo/ Finale. A su vez, el movimiento inicial consta de dos partes: un prolongado cantábile en Re menor a cargo del cello con acompañamiento del piano en síncopa, mientras que el violín se une posteriormente junto con el cello para brindar una versión distorsionada del tema. A su vez, en la segunda parte -en La mayor para luego, pasar a Re bemol menor y Si menor- el cello y el violín tocan prácticamente al unísono, mientras que el piano realiza triples arpegios. Una versión deslumbrante, donde todos y cada uno de los músicos pudieron hacer gala de su maestría y virtuosismo en un escenario ideal para música de cámara. En el 2° movimiento (Andante con moto tranquillo), el piano introduce el tema, mientras el violín y el cello se unen en contrapunto casi al unísono, con una melodía similar a la de Canciones sin palabras. El Scherzo se caracterizó por ser vibrante, mientras que el Finale -en forma de sonata- permite el lucimiento del piano mediante arpegios y octavas cromáticas. Tras un cantábile, finaliza con un final brillante en Re mayor. Aquí se combinaron el perfecto fraseo de Juan Labanda y Siro Bellisomi con la experiencia de Eduviges Piccone en la materia.

Tras los aplausos, el trío ofreció un arreglo especial de Las Cuatro Estaciones porteñas de Piazzolla, que fueron interpretadas en el siguiente orden: Otoño porteño/ Invierno porteño/ Primavera porteña/ Verano porteño. El piano marcó la melodía e introdujo el tema, tomado posteriormente por el cello y luego, por el violín. Los solos a cargo de Juan Labanda y Siro Bellisomi fueron magistrales y ambos instrumentistas pudieron demostrar su profesionalidad y virtuosismo. Por otra parte, Eduviges Piccone hizo -una vez más- gala de su maestría al frente del piano, logrando el efecto chicharra -que normalmente, lo hace el violín-. En resumen: sonó impecable, como si hubiera sido interpretado por una orquesta de cámara completa. Y como no podía ser de otra manera, el esfuerzo del trío se vio coronado por infinidad de aplausos entre los asistentes a la velada.

Buenos Aires es una de las pocas ciudades del mundo que posee una oferta cultural increíble, donde no hace falta trasladarse al centro para disfrutar de buenos espectáculos. Los barrios de la ciudad también tienen lo suyo y sólo es cuestión de descubrirlos. Al fin y al cabo, el oeste también existe y tiene mucho para ofrecer. 

viernes, 20 de mayo de 2022

 

Recital con algunos altibajos de la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera en el Colón

 

LO FRANCÉS LE SIENTA MEJOR

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del ciclo Grandes Intérpretes Internacionales organizado por el Teatro Colón, el pasado martes 17 del corriente se llevó a cabo el recital con participación de la mezzosoprano española Nancy Fabiola Herrera y Marcelo Ayub en calidad de pianista acompañante, donde se interpretaron las siguientes obras:

-          “Mañanita de San Juan” (autor anónimo)

-          “Nada puede ser dichoso” (Garcilaso de la Vega) (de las Seis canciones)-  

  Eduardo TOLDRÁ (1895-1962)

-          “No por amor” (Antonio Gala)

-          “Agua me daban a mí” (Antonio Gala)- Anton GARCÍA ABRIL (1933-2021)

-          “Memento”

-          “Romance de la luna, luna” (Federico García Lorca)- Miquel ORTEGA (1963)

-          “Malagueña” (para piano)- Ernesto LECUONA (1895-1963)

-          “Cinco cantos negros”- Xavier MONTSALVAGE (1912-2002)

-          “Cuba dentro de un piano” (Rafael Alberti)

-           Punto de habanera, siglo XVIII (Néstor Luján)

-          “Chévere” (Nicolás Guillén)

-          Canción de cuna para dormir a un negrito (Ildefonso Pereda Valdés)

-          “Canto negro” (Nicolás Guillén)

-          “Madrid”

-          “Havanaise”

-          “Les filles de Cadiz”- Pauline VIARDOT- GARCÍA (1821-1910)

-          Preludio de WERTHER (piano)

-          “Werther! Werther! Qui m’aurait dit…. Ces lettres!” (WERTHER)

Jules MASSENET (1842-1912)

-          “Mon coeur s’ouvre à ta voix” (SANSÓN Y DALILA) – Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)

-          “Habanera” (CARMEN)- Georges BIZET (1838-1875)

Si bien Herrera debió actuar junto a su compatriota Ainhoa Arteta -quien canceló su presentación en el Colón por enfermedad-, lo hizo sola y por lo tanto, recién en la última semana confirmó un repertorio acorde a su registro. Es la segunda vez que la mezzosoprano española se presenta sobre el escenario del Colón -visitó la Argentina en 2018 para protagonizar “LA ITALIANA EN ARGEL”- y esta vez eligió canciones de cámara españolas de diferentes autores, además de arias de ópera francesa. Su voz es armónica y melodiosa, rica en matices y esmalte, con buen dominio del registro central tirando hacia los agudos, pero le cuesta ahondar en las notas graves. (Apenas se la escuchaba en las mismas). Y esto le jugó en contra dentro de las canciones de cámara de Toldrá, García Abril y los Cantos Negros de Montsalvage -quizás, las más conocidas por el público al igual que el Romance de luna, luna de García Lorca-. Precisamente, donde mejor se la escuchó fue en esta última junto con la consabida Mañanita de San Juan y la Canción de cuna para dormir a un negrito. En cambio, Marcelo Ayub se llevó los laureles y fue -por lejos- el más aplaudido ante las excelentes versiones de Malagueña de Lecuona y el Preludio al 2° Acto de WERTHER.

En la segunda parte del recital, Nancy Fabiola Herrera no arrancó mucho mejor, pero demostró gracia y salero español sobre el escenario enfundada en un elegante vestido rojo para interpretar las mencionadas canciones de Viardot- García. Si bien es una compositora francesa, su padre era español y, por lo tanto, la mayor parte de su obra está inspirada en dicho país. Se la escuchó mucho mejor en “Les filles de Cadiz” -que nada tiene que ver con su homónima de Delibes, compuesta para soprano ligera- y demostró saber tocar perfectamente las castañuelas. Tras la ejecución del Preludio al 2° Acto de WERTHER, Herrera apareció sobre el escenario con cartas en sus manos para cantar el aria de Charlotte. Logró una muy buena interpretación y a partir de allí, el recital fue creciendo en intensidad. Se la notó mucho mejor y mucho más segura en el repertorio francés y brindó una muy buena versión de la celebérrima aria de Dalila (“Mon coeur s’ouvre à ta voix”). Tras los aplausos, Nancy Fabiola Herrera cerró su recital con la archi conocida Habanera de CARMEN, donde se dio el gusto de bajar a la platea -mediante una escalera especialmente montada para esa ocasión-, coquetear con los hombres del público (especialmente, con el fotógrafo Arnaldo Colombarolli) y cantar desde el fondo de la platea. Si bien esta cronista estaba en Paraíso y no podía verla desde esa altura, la acústica del Colón es tan, pero tan perfecta desde cualquier ángulo que hace que la voz se luzca. Naturalmente, se llevó los aplausos al retornar al escenario, pese a que había muchos lugares vacíos. Y dedicó el primero de los bises a Teresa Berganza - “mi modelo de cantante y mi musa inspiradora”, según sus propias palabras- con motivo de su reciente desaparición física. Se lució con “Tierras de Granada” (“mi romanza de zarzuela predilecta”, Herrera dixit), donde su voz se lució en todo su esplendor. Posteriormente, cantó una canción: “Naná” para dar un cierre definitivo al recital.

En líneas generales, una observa que las cantantes del siglo XXI tienden más a actuar que a interpretar los personajes a través de su voz. Sucedió lo mismo con Aída Garifullina, Ermonella Jaho, Kristine Opolais y Nancy Fabiola Herrera no fue la excepción a la regla. El repertorio elegido no le permitió lucirse adecuadamente y falló en las notas graves. Estuvo mucho mejor cantando en francés que en su propio idioma, pero tampoco descolló. Hay infinidad de buenas cantantes dignas de pisar el escenario del Colón que todavía no tuvieron dicha oportunidad y excelentes voces en el país que son autoridades en la materia y que hubieran podido cantar este mismo repertorio. Bastante cansada una ya está de tanta mediocridad sobre un lugar reservado para la excelencia.