Créditos: De Paraíso para Usted, Martha Cora Eliseht con equipo propio
Impecable rescate de obras de Arriaga por el Ensamble Concentus en el Salón Dorado
OBRAS INÉDITAS DIGNAS DE DESCUBRIR
Martha CORA ELISEHT
Fundado en 2019, el Ensamble Concentus es el primer ensamble orquestal de
Sudamérica que se dedica a la interpretación del repertorio clásico- romántico europeo y
sudamericano con criterios historicistas. Está formado por notables músicos y
estudiantes avanzados no sólo de toda la Argentina, sino también de países limítrofes
como Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil. La agrupación dirigida por Ricardo
Sciamarella se presentó el viernes 10 del corriente en el Ciclo de Cámara del Salón
Dorado del Teatro Colón con un repertorio formado pura y exclusivamente por obras
del compositor vasco Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), que contó con el
auspicio del Ayuntamiento de Bilbao y la asociación Laurak Bat para ofrecer el
siguiente programa, donde se emplearon instrumentos de época de fines del siglo XVIII:
- Obertura, Op.20 (Adagio/ Allegro assai) (1821) (estreno argentino)
- Obertura, Op.1 (Adagio/ Allegro) (1818)
- Sinfonía en Re menor (1824) (estreno argentino):
- Adagio/ Allegro vivace
- Andante
- Menuet/ Trío
- Allegro con moto
- Obertura de “Los Esclavos Felices” (Andante pastoral/ Allegro) (1820)
Ha sido un gran mérito de Ricardo Sciamarella difundir el repertorio de este
compositor tan poco conocido en estas latitudes, a quien se lo denominó “el Mozart
español” por sus dotes musicales de niño prodigio, así como también por su muerte
precoz a los pocos días antes de cumplir los 20 años, ocurrida en París como
consecuencia de tuberculosis. Nacido en Bilbao en 1806, desarrolló sus dotes musicales
desde temprana edad. Su padre había sido organista en la iglesia de Berriatua (Vizcaya)
y se trasladó en 1802 a Bilbao, donde ejerció como comerciante. Gracias a esta última
actividad, prosperó y permitió que Juan Crisóstomo tuviera educación musical desde
pequeño. Estudió violín y frecuentó las sociedades musicales de aquel entonces en su
ciudad natal hasta que compuso su primera obra (“Nada y Mucho”) en 1817. De su
etapa en Bilbao datan la Obertura, Op. 1 (1818), una Marcha Militar para banda, Op.2
y dos Himnos Patrióticos, Op.3 y Op.4. En 1820 aboca todos sus esfuerzos en la
composición de la ópera “Los Esclavos Felices”, de la cual sólo se conservan la
obertura y algunos fragmentos. Por recomendación del compositor José Sobejano y
Ayala, su padre decide enviarlo a París para que pudiera adquirir los conocimientos que
su ciudad natal no podía ofrecerle. En 1821 contaba sólo con 15 años cuando llegó a
París para estudiar en la École Royale de Musique et Déclamation -posteriormente,
Conservatorio- con los siguientes maestros: Pierre Baillot en violín, François- Joseph
Fétis en armonía y Luigi Cherubini en contrapunto. Sus profesores quedaron tan
maravillados con sus dotes que lo nombraron profesor répetiteur de la clase de fuga y
contrapunto de Fétis cuando sólo era un estudiante avanzado, ganándose un enorme
respeto y prestigio por parte del alumnado. De esta etapa surgen la mayoría de sus
obras, como los Tres Cuartetos para cuerdas y su Sinfonía en Re menor. No obstante,
sus múltiples tareas como intérprete, profesor y compositor pudieron tener influencia en
su muerte como consecuencia de una tuberculosis, acontecida en París en Enero de
1826. Tras su deceso, se le envió a su familia un baúl que contenía su violín y muchos
de sus manuscritos, que fue depositado en un desván y olvidado hasta 1869, cuando su
sobrino nieto Emiliano de Arriaga y Ribeiro decide rescatar la obra de su tío abuelo para
que sea conocida y difundida en su ciudad natal. Por dicho motivo, se crea en 1887 la
primera Comisión Permanente Arriaga en Bilbao, cuyo objetivo es difundir, publicar y
estudiar la obra del compositor. En 1888 se publica la partitura de los tres Cuartetos
para Cuerdas- quizás, su obra más conocida- y se le brinda una enorme difusión a nivel
local. Posteriormente, sus descendientes donaron las partituras al Ayuntamiento de
Bilbao y, como consecuencia de una grave inundación ocurrida en 1983, muchas de las
partituras se destruyeron. Afortunadamente, y merced a un minucioso trabajo de
reconstrucción, se pudieron recuperar y digitalizar para poder descargarlas y
consultarlas desde una página web especialmente creada a tal efecto.
Debido a que en los conciertos que se ofrecen en el Salón Dorado sólo existe un
programa de mano digital, Ricardo Sciamarella se refirió brevemente al compositor y su
obra luego de los agradecimientos a los auspiciantes antes de dar comienzo con la
Obertura, Op.20, que data de 1821 y consta de dos movimientos: Adagio/ Allegro assai.
Posee mucha influencia de inspiración mozartiana, pero también, ribetes de Haydn y
Beethoven en el crescendo y la fuga del Allegro assai, donde el compositor inserta una
melodía de su tierra natal -similar a una jota- antes de finalizar con un pasaje con golpes
de arcos que remedan la obertura de Il Signore Bruschino de Rossini. La interpretación
fue muy buena, al igual que en la Obertura, Op.1 que, como ya se dijo anteriormente,
pertenece a la etapa bilbaína del compositor. Data de 1818 y, a diferencia de la anterior,
se ejecuta con una orquesta más reducida. También posee dos movimientos: un Adagio
(en tono menor) de carácter solemne, seguido de un allegro (en tono mayor), de carácter
alegre y jovial. La orquesta estuvo muy bien ensamblada, logrando un sonido compacto
y buen empaste.
A continuación, tuvo lugar en calidad de estreno local la Sinfonía en Re menor para
gran orquesta, que pertenece a la etapa parisina de Arriaga y que fuera compuesta entre
los años 1824 a 1825. Consta de 4 movimientos (Adagio- Allegro vivace/ Andante/
Menuet- Trío/ Allegro con moto) y su orquestación lleva cuerdas, maderas por 2, 2
trompetas, 2 cornos y timbal, obedeciendo a la formación clásica característica de aquel
entonces. A diferencia de la obra anterior, el Adagio inicial está escrito en tono mayor y,
posteriormente, pasa a un Allegro vivace en tono menor, de corte beethoveniano, pero
con un estilo particular, imprimiendo su sello en la coda final. El Andante es de carácter
solemne y recuerda a la Sinfonía n°6 (“Pastoral”) de Beethoven, mientras que el
Menuet- Trío es vivaz y romántico, de carácter cortesano, donde el compositor
demuestra su capacidad en el manejo del contrapunto entre las diversas secciones de
instrumentos. Cierra con un apasionado y temperamental Allegro con moto, donde
Arriaga vuelve a imprimir su sello personal con un final avasallante. El público
respondió con un cálido aplauso tras la excelente interpretación de la sinfonía.
Por último, el Ensamble brindó una muy buena versión de la obertura de la ópera
Los Esclavos Felices, compuesta en 1820 y que consta de dos partes: Andante pastoral/
Allegro. Este último movimiento subdivide al tema pastoral principal y lo transforma en
una obra de carácter alegre y jovial. Se pudo escuchar un glissando introducido por las
violas y seguido por los vientos, con un contrapunto muy interesante entre estas dos
secciones de instrumentos que, posteriormente, se unen para brindar al movimiento
fuerza y energía. Los principales solistas de instrumentos de cuerdas desarrollaron una
muy buena labor, al igual que la cavatina a cargo de los cornos previamente a la
capitulación y fuga finales. Una muy buena labor que se vio coronada por numerosos
aplausos y vítores por parte del público.
Pese al mal clima imperante en esa fecha, el público concurrió masivamente al
Salón Dorado para ver de qué se trataba. Se encontró con un compositor totalmente
desconocido, cuya obra es magnífica y vale la pena totalmente descubrir y rescatar.
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