Excelente recital a cargo de José Luis Juri en la Usina del Arte
EL GENIO DE BONN EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN
Martha CORA ELISEHT
Si hay algo en lo que se destaca la abundante producción de música de cámara
compuesta por Ludwig van Beethoven (1770-1827), son, precisamente, sus 32 sonatas
para piano, que ocupan un sitio preponderante. Son auténticas piedras preciosas de
máxima pureza, cuya ejecución de manera completa abarca todo un ciclo de conciertos.
Dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte, el pasado domingo 2 del
corriente se presentó el talentoso pianista José Luis Juri para ofrecer un programa
formado por dos de las más importantes sonatas de Beethoven, que se detallan a
continuación:
- Sonata para piano n°14 en Do sostenido menor, Op.27 n°2, Quasi una fantasía
(“Claro de Luna”)
- Sonata para piano n°23 en Fa menor, Op.57 (“Appasionata”)
La primera de las obras comprendidas en el programa fue compuesta en 1801 y
dedicada a Giulietta Guicciardi, quien fuera alumna de Beethoven. Ambas sonatas
comprendidas en el Op.27 fueron subtituladas quasi una fantasía y publicadas en 1802.
Posteriormente y, tras la muerte de Beethoven, se la apodó “Claro de Luna” en 1832
por el crítico alemán Ludwig Rellstab entre el 1° movimiento de la sonata y el claro de
luna reflejado en las aguas del lago de Lucerna. Representa una de las obras más
populares y difundidas del genio de Bonn junto con las Sinfonías n°5 y 9 y la bagatela
para piano Para Elisa. Consta de 3 movimientos: Adagio sostenuto (Do sostenido
menor, 2/2), Allegretto (Re bemol mayor, ¾) y Presto agitato (Do sostenido menor,
4/4), que fueron ejecutados con precisión, dominio absoluto de los tempi, solemnidad y
sutileza.
La Sonata para piano n°23 en Fa menor fue compuesta entre 1804 y 1806 y puede
decirse que es el presagio del segundo período de su obra creativa. Desde la redacción
del testamento de Heiligenstadt en 1802 hasta la composición de la Appasionata,
Beethoven compuso algunas de sus obras más emblemáticas como el Concierto n°4
para piano y orquesta Op.58, la Sinfonía n°4, su única ópera (FIDELIO) y el Concierto
para violín y orquesta, Op.61. Está dedicada al conde Franz Brunsvick von Korompa,
amigo personal del músico y cuya esposa era también una excelente pianista. Al igual
que Claro de Luna, el mote “Appasionata” se debe al editor August Cranz, quien
publicó en 1838 en Hamburgo una versión para piano a cuatro manos. El apodo
prevaleció con el correr del tiempo y persiste hasta la actualidad. En esta sonata,
Beethoven impone unas exigencias formidables para el intérprete, ya que la pieza se va
moviendo entre cambios continuos de tonalidad y de dinámica en sus tres movimientos
(Allegro assai en Fa menor, 12/8); Andante con moto (attacca) en Re bemol mayor, 2/4
y Allegro ma non troppo- Presto en Fa menor, 2/4). El esquema rítmico de arranque y
parada característico de esta sonata le otorga una particular sensación de conflicto y
urgencia. En el movimiento central, existe un tema con variaciones in crescendo
rítmico; es decir, cada variación posee figuras cada vez más breves (corcheas,
semicorcheas y fusas) y en lugar de culminar en calma, el acorde final pasa súbitamente
del pianissimo al fortissimo y conduce al 3° movimiento sin interrupción para culminar
con la sensación de furia y agonía en la coda final (presto). La versión ofrecida por José
Luis Juri de esta magnífica obra fue excelsa y sublime e hizo honor a su consabido
apodo. Y, pese al mal tiempo reinante -lo que motivó una escasa concurrencia de
público-, el intérprete fue alabado por unanimidad, motivo por el cual ofreció un bis:
una monumental versión de Chopin, que descolló por su precisión y calidad
interpretativa. Un programa integrado por obras magníficas, de gran belleza e
interpretado por uno de los mejores pianistas del país y un justo homenaje al genio de
Bonn en su máxima expresión.
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