lunes, 18 de noviembre de 2024

 Excelente apertura del Festival CHOPINIANA 2024 en el Palacio Paz


LUCES Y SOMBRAS DE UN PIANISTA EXIMIO


Martha CORA ELISEHT


Como todos los años, el Palacio Paz abrió sus puertas una vez más para ser sede

del Festival CHOPINIANA 2024, cuyo concierto inaugural se produjo el pasado

miércoles 13 del corriente. Para este año, el prestigioso festival organizado por Martha

Noguera va a contar con la presencia de numerosos intérpretes extranjeros de

reconocido prestigio como Giulio Biddau (Italia), Vitaly Pisarenko (Ucrania), Ingolf

Wunder (Suiza), Lovro Pogorelich y Goran Filipec (Croacia). Precisamente, este último

tuvo a su cargo la inauguración del presente ciclo con un recital donde se incluyeron las

siguientes obras:

- Canciones sin palabras, Op.5- Dora PEJACSEVICH (1885-1923)

- Preludio Op.28, n°17 en La bemol mayor

- Balada n°3, Op.47 en La bemol mayor

- Preludio Op.28 n°18 en Fa menor

- Fantasía Op.49 en Fa menor- Frederic CHOPIN (1810-1849)

- Balada n°2 “Leonore”

- Vals Mephisto n°1

- Tarantella di bravura (sobre la Tarantelle de la Muette de Portici de Auber,

preparada sobre anotaciones de Ferrucio Busoni)- Franz LISZT (1811-1886)


Entre otros invitados, asistieron la Secretaria de la Embajada de Croacia en la

Argentina, el Presidente de la Cámara de Industria y Comercio Argentino- Croata y el

sobrino nieto de la compositora Dora Pejacsevich, cuya Sinfonía en Fa sostenido menor

está considerada como la primera sinfonía moderna de la música croata. Nacida en

Budapest en 1885, pertenecía a una familia aristocrática croata y recibió educación

musical desde temprana edad. Comenzó a componer a los 12 años y su obra no sólo

comprende piezas para piano, sino también música de cámara, numerosos ciclos de

lieder, un concierto para piano y orquesta, la mencionada sinfonía y la Fantasía

concertante en Re menor para piano y orquesta. La pieza con la que se abrió el presente

recital data de 1898 y es de carácter netamente romántico, que fue abordada con

precisión y lirismo.

Con excepción de la célebre Balada n°3. Op.47 en La bemol mayor, Goran Filipec

abordó un repertorio mucho menos conocido y frecuentado de la extensa obra pianística

de Chopin, que ejecutó de manera netamente precisa, romántica pero, a su vez, marcial.

Esto se apreció en los pasajes de mayor dificultad técnica de los Preludios Op.28 n°17

en La bemol mayor (Allegretto) y n°18 en Fa menor (Allegro molto), compuestos entre

1838 y 1839 mientras residía en la localidad mallorquina de Valldemosa y publicados en

París en 1839. Lo mismo sucedió con la Fantasía en Fa menor Op.49, compuesta en

1842, de carácter romántico y revolucionario. El inconveniente que sucedió durante


todo el concierto -a modo de común denominador- es que se produjo una gran

reverberación en los pasajes de mayor intensidad sonora (Tutti y forti) como

consecuencia del revestimiento de mármol de la sala. Lamentablemente, esto opacó la

tarea de este gran pianista cuya técnica, dominio del teclado e interpretación fueron de

altísimo nivel.

Par la segunda parte del concierto, Filipec eligió 3 obras de Liszt: la Balada n°2

(“Lenore”), que data de 1853; el Mephisto Valse n°1 y la Tarantella di bravura, basada

sobre la Tarantella de la Muette de Portici de Auber y preparada según anotaciones de

Ferrucio Busoni, que se encuentran disponibles en la Staatsbibliothek de Berlín. El

intérprete brilló por la calidad de sus interpretaciones, logrando una versión excelsa de

la Balada n°2 y, particularmente, del Vals Mephisto n°1, compuesto originalmente para

orquesta y luego, para piano solo entre 1859 y 1861. Es el primero de una serie de 4

valses temáticos basados en el Fausto de Nikolaus Lenau (1802-1850), denominado en

alemán Der Tanz in der Dorfschenke y que alude a la escena en la taberna del pueblo

donde se celebra una boda y a donde llegan Fausto y Mefistófeles. El diablo toma el

violín de un juglar, lo afina y toca una melodía frenética. Luego, se ralentiza y entra un

tema romántico y amoroso, donde Fausto aprovecha la situación para bailar con la

novia y posteriormente, huir con ella hacia el bosque. La versión ofrecida por Goran

Filipec fue excelsa desde todo punto de vista, al igual que la Tarantella di bravura

S.386, compuesta entre 1846 y 1869, que sonó magistralmente itálica. Tras un aluvión

de aplausos y vítores, el pianista ofreció dos bises: la repetición de Canciones sin

palabras de Pejacsevich y el Vals n°2, Op.64 de Chopin, que sonó auténticamente

romántico y donde se lució en toda su dimensión.

Ha sido un excelente inicio de un clásico que engalana la temporada porteña y que

brinda la oportunidad de poder disfrutar de escuchar y apreciar a numerosos talentos del

piano a nivel local e internacional.

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