Excelente apertura del Festival CHOPINIANA 2024 en el Palacio Paz
LUCES Y SOMBRAS DE UN PIANISTA EXIMIO
Martha CORA ELISEHT
Como todos los años, el Palacio Paz abrió sus puertas una vez más para ser sede
del Festival CHOPINIANA 2024, cuyo concierto inaugural se produjo el pasado
miércoles 13 del corriente. Para este año, el prestigioso festival organizado por Martha
Noguera va a contar con la presencia de numerosos intérpretes extranjeros de
reconocido prestigio como Giulio Biddau (Italia), Vitaly Pisarenko (Ucrania), Ingolf
Wunder (Suiza), Lovro Pogorelich y Goran Filipec (Croacia). Precisamente, este último
tuvo a su cargo la inauguración del presente ciclo con un recital donde se incluyeron las
siguientes obras:
- Canciones sin palabras, Op.5- Dora PEJACSEVICH (1885-1923)
- Preludio Op.28, n°17 en La bemol mayor
- Balada n°3, Op.47 en La bemol mayor
- Preludio Op.28 n°18 en Fa menor
- Fantasía Op.49 en Fa menor- Frederic CHOPIN (1810-1849)
- Balada n°2 “Leonore”
- Vals Mephisto n°1
- Tarantella di bravura (sobre la Tarantelle de la Muette de Portici de Auber,
preparada sobre anotaciones de Ferrucio Busoni)- Franz LISZT (1811-1886)
Entre otros invitados, asistieron la Secretaria de la Embajada de Croacia en la
Argentina, el Presidente de la Cámara de Industria y Comercio Argentino- Croata y el
sobrino nieto de la compositora Dora Pejacsevich, cuya Sinfonía en Fa sostenido menor
está considerada como la primera sinfonía moderna de la música croata. Nacida en
Budapest en 1885, pertenecía a una familia aristocrática croata y recibió educación
musical desde temprana edad. Comenzó a componer a los 12 años y su obra no sólo
comprende piezas para piano, sino también música de cámara, numerosos ciclos de
lieder, un concierto para piano y orquesta, la mencionada sinfonía y la Fantasía
concertante en Re menor para piano y orquesta. La pieza con la que se abrió el presente
recital data de 1898 y es de carácter netamente romántico, que fue abordada con
precisión y lirismo.
Con excepción de la célebre Balada n°3. Op.47 en La bemol mayor, Goran Filipec
abordó un repertorio mucho menos conocido y frecuentado de la extensa obra pianística
de Chopin, que ejecutó de manera netamente precisa, romántica pero, a su vez, marcial.
Esto se apreció en los pasajes de mayor dificultad técnica de los Preludios Op.28 n°17
en La bemol mayor (Allegretto) y n°18 en Fa menor (Allegro molto), compuestos entre
1838 y 1839 mientras residía en la localidad mallorquina de Valldemosa y publicados en
París en 1839. Lo mismo sucedió con la Fantasía en Fa menor Op.49, compuesta en
1842, de carácter romántico y revolucionario. El inconveniente que sucedió durante
todo el concierto -a modo de común denominador- es que se produjo una gran
reverberación en los pasajes de mayor intensidad sonora (Tutti y forti) como
consecuencia del revestimiento de mármol de la sala. Lamentablemente, esto opacó la
tarea de este gran pianista cuya técnica, dominio del teclado e interpretación fueron de
altísimo nivel.
Par la segunda parte del concierto, Filipec eligió 3 obras de Liszt: la Balada n°2
(“Lenore”), que data de 1853; el Mephisto Valse n°1 y la Tarantella di bravura, basada
sobre la Tarantella de la Muette de Portici de Auber y preparada según anotaciones de
Ferrucio Busoni, que se encuentran disponibles en la Staatsbibliothek de Berlín. El
intérprete brilló por la calidad de sus interpretaciones, logrando una versión excelsa de
la Balada n°2 y, particularmente, del Vals Mephisto n°1, compuesto originalmente para
orquesta y luego, para piano solo entre 1859 y 1861. Es el primero de una serie de 4
valses temáticos basados en el Fausto de Nikolaus Lenau (1802-1850), denominado en
alemán Der Tanz in der Dorfschenke y que alude a la escena en la taberna del pueblo
donde se celebra una boda y a donde llegan Fausto y Mefistófeles. El diablo toma el
violín de un juglar, lo afina y toca una melodía frenética. Luego, se ralentiza y entra un
tema romántico y amoroso, donde Fausto aprovecha la situación para bailar con la
novia y posteriormente, huir con ella hacia el bosque. La versión ofrecida por Goran
Filipec fue excelsa desde todo punto de vista, al igual que la Tarantella di bravura
S.386, compuesta entre 1846 y 1869, que sonó magistralmente itálica. Tras un aluvión
de aplausos y vítores, el pianista ofreció dos bises: la repetición de Canciones sin
palabras de Pejacsevich y el Vals n°2, Op.64 de Chopin, que sonó auténticamente
romántico y donde se lució en toda su dimensión.
Ha sido un excelente inicio de un clásico que engalana la temporada porteña y que
brinda la oportunidad de poder disfrutar de escuchar y apreciar a numerosos talentos del
piano a nivel local e internacional.
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