Tras el estreno argentino de la obra de Estaban Benzecry, emergen triunfadores sus intérpretes. El pianista Sérgio Tiempo, el Maestro Roberto Minczuk y La Filarmónica de Buenos Aires con su Concertino Xavier Inchausti (Reconocido cultor de la obra de Benzecry) a la cabeza y más atrás sus excelentes primeros atriles captados de manera magistral por Juanjo Bruzza para Prensa del Teatro Colón.
Excepcional desempeño de Roberto Minczuk al frente de la Filarmónica en el Colón
UN AUTÉNTICO CRISOL DE TEXTURAS, MATICES Y RITMOS
Martha CORA ELISEHT
La idea de organizar conciertos temáticos parece ser una tendencia adoptada por
las principales orquestas sinfónicas del país a la hora de incluir obras para armar cierto o
determinado programa. Lo hace habitualmente la Orquesta de Cámara del Congreso de
la Nación, lo puso en práctica el Ensamble CONCENTUS el año pasado en su ciclo
“ROMÁNTICOS Y REVOLUCIONARIOS” y prosigue con la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires (OFBA) durante el transcurso del corriente año. El pasado viernes 17 del
corriente tuvo lugar dentro de su tradicional Ciclo de Abono en el Teatro Colón un
concierto denominado “UNIVERSOS AMERICANOS”, que contó con la dirección de
Roberto Minczuk, la participación del pianista Sergio Tiempo en calidad de solista y el
Coro Estable del Colón dirigido por Miguel Martínez para ofrecer el siguiente
programa:
- Danzas sinfónicas de “WEST SIDE STORY”- Leonard BERNSTEIN (1918-
1990)
- Concierto para piano “Universos Infinitos” (estreno argentino)- Esteban
BENZECRY (1970)
- Tres movimientos tanguísticos porteños- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)
- Chôros n°10, “Rasga o coraçaõ”, W.209- Heitor VILLA- LOBOS (1867-1959)
Si bien el orden de las obras estaba impreso a la inversa en el programa de mano, se
decidió realizarlo tal como figura en la presente crónica por razones de operatividad.
Luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier
Inchausti y con un orgánico prácticamente completo -que incluyó batería, piano, celesta,
tumbadoras y otros instrumentos de percusión-, Roberto Minczuk hizo su presentación
sobre el escenario del Colón para brindar una de las mejores versiones de las Danzas
sinfónicas de WEST SIDE STORY que esta cronista escuchó por la Filarmónica.
Compuestas en 1957, representan una fusión de ritmos europeos y latinoamericanos
(mambo, seis, cha-cha-cha) para narrar la historia de amor entre Tony y María,
pertenecientes a bandas rivales -al mejor estilo de ROMEO Y JULIETA en la New York
de la década del ’50- dentro de los 9 números que la integran (Prólogo: Allegro
moderato/ Somewhere (Adagio)/ Scherzo: vivace e legato/ Mambo (meno presto) / Cha-
cha-cha: andantino con grazia/ Meeting scene: meno mosso/ Cool fugue: Allegretto/
Rumble: molto allegro y Finale: adagio). Es muy fácil caer en excesos no sólo por su
poderosa orquestación, sino que hay pasajes donde los tutti orquestales son muy
intensos (Mambo), al igual que en los ribetes jazzísticos de la Cool fugue, integrados
por 12 notas pero que carecen de estructura dodecafónica porque el compositor era
enemigo acérrimo de la atonalidad. Sonó perfectamente equilibrada y los solistas de las
principales secciones de instrumentos pudieron lucirse en su totalidad.
Esteban Benzecry no sólo es un gran compositor, sino también uno de los máximos
exponentes y representantes de la música argentina en el exterior junto a Osvaldo
Golijov en la actualidad. Compuesto en 2011, su Concierto para piano y orquesta
(“Universos infinitos”) fue comisionado por la Filarmónica de Los Ángeles con la
condición de que lo estrenara el pianista chino Lang Lang. Sin embargo, no se pudo
concretar por diferentes motivos y recién se pudo estrenar en 2019 de la mano de Sergio
Tiempo bajo la dirección de Gustavo Dudamel. A partir de ahí, ambos músicos
argentinos formaron un tándem de cooperación en materia de trabajo y juntos estrenaron
este año en San Pablo el Concierto n°2 para piano y orquesta “Constelación del
tiempo” bajo la dirección de Roberto Minczuk. En este caso, el tándem Tiempo/
Minczuk fueron los encargados del estreno local de Universos infinitos, que consta de
tres movimientos: Un mundo interior/ Ñuque Cuyen (Madre Luna) y Toccata Willka
Kuti (Retorno del Sol). Se inicia con una fanfarria a cargo de los metales y la percusión
hasta la entrada de la orquesta en su conjunto previamente a la entrada del piano
mediante una monumental cadencia en diálogo con la percusión y los bronces, que
brinda ese carácter extrovertido. La interpretación de Sergio Tiempo fue magistral e
impecable, con su consabida maestría en el manejo del teclado mediante la ejecución de
glissandi, pasajes y cadencias de gran dificultad técnica, mientras que Roberto Minczuk
sobresalió por su excelente manejo de tempi. En cambio, el 2° movimiento se
caracteriza por presentar un tema mapuche de tres tonos en ritmo de baguala
desarrollado por el piano en contrapunto con las cuerdas y las maderas. Luego de una
serie de variaciones en glissandi, las reminiscencias de la música andina se logran
mediante golpes de bombo, mientras que el solista toca las cuerdas del piano para lograr
un sonido más profundo, mientras que las maderas remedan el sonido del erke, sikus u
otros instrumentos andinos. Culmina en pianissimo para pasar a un Allegro con brio a
cargo de toda la orquesta al inicio del último movimiento hasta la entrada del piano
luego del solo de timbal. Luego de temas con ribetes jazzísticos, síncopa y ritmos como
el malambo y carnavalito, se vuelve a la fanfarria inicial del 1° movimiento, lo que le
otorga a la obra una estructura cíclica antes de la recapitulación final mediante una fuga
monumental. La obra fue muy bien recibida por el público y se lo invitó al compositor
en el saludo final en medio de una lluvia de aplausos.
La segunda parte del concierto abrió con una muy buena versión de los Tres
movimientos tanguísticos porteños, compuestos por Astor Piazzolla en 1971 luego de
ganar el Premio Alfredo Hirsch de la Asociación Amigos de la Música y que son los
siguientes: Allegretto- Meno mosso e pesante/ Moderato- Poco piú mosso- Tempo I y
Vivace /fuga). El primero se abre con un solo de clarinete; el segundo, con uno de
violoncello y el tercero, con otro de fagot -magistrales intervenciones de Mariano Rey,
Benjamín Báez y Gabriel LaRocca, respectivamente-. No obstante, los principales
solistas de instrumentos de viento tuvieron intervenciones brillantes -Claudio Barile en
flauta, Néstor Garrote en oboe, Sebastián Tozzola en clarinete bajo-, al igual que Alina
Traine en arpa, Juan Ignacio Ufor en piano y el solista de güiro, así como también el
tándem Xavier Inchausti/ Elías Gurevich en primeros violines. Una versión que sonó
auténticamente piazzoliana y que fue intensamente aplaudida antes de pasar al célebre
Chôros n°10 de Heitor Villa- Lobos, compuesto en 1928 sobre la tonada “Rasga o
coraçaõ” con versos de Catulo da Paixaõ Cearense. El chôro es una serenata para
ensamble instrumental formado por flauta, clarinete, oficleido, cavaquinho, trombón,
guitarra y percusión que surgió en Río de Janeiro en 1870, con patrones rítmicos
sincopados. De la serie de 14 Chôros compuestos por Villa- Lobos entre 1920 y 1929, el
n°10 posee melodías politonales, motivos de inspiración de los pueblos originarios de
Brasil que remedan la vegetación y el canto de pájaros antes de la intervención del
Coro, cuya entrada se produce mediante un ostinato de sílabas onomatopéyicas antes de
pasar a la melodía propiamente dicha. De más está decir que Minczuk es un experto en
la materia, de modo tal que logró conjugar y equilibrar perfectamente la grandilocuencia
de la orquestación con el desempeño del coro -magistralmente preparado por Miguel
Martínez-. Hacía mucho tiempo que el Coro Estable del Colón no participaba dentro del
ciclo de conciertos de la Filarmónica, de modo que le otorgó prestancia y protagonismo
a la función para un cierre brillante, donde todos los intérpretes se retiraron sumamente
aplaudidos.
No sólo ha sido una auténtica noche de Filarmónica, sino también uno de los
mejores conciertos de la OFBA durante el transcurso del corriente año. En este caso, de
la mano de un director eximio que supo interpretar un verdadero universo y crisol de
texturas, ritmos y matices auténticamente americanos.
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