domingo, 5 de septiembre de 2021

 

Muy buenas coreografías en el regreso del Ballet Estable del Colón

ENTRE BRISAS FRESCAS Y AIRES TANGUEROS

Martha CORA ELISEHT

 

Poco a poco, se está volviendo a la normalidad. Cada día se abren nuevas actividades y, en el caso particular de los teatros, la capacidad de aforo se ha aumentado al 50%.  Este marco es donde -felizmente- se produjo el retorno a la presencialidad del Ballet Estable del Teatro Colón, que debió postergarse oportunamente por un caso de COVID 19 en uno de sus integrantes. El programa incluyo las siguientes obras: VENDAVAL, con coreografía de Maximiliano Iglesias sobre “Las Estaciones” de Piotr I. Tchaikovsky e ITINERARIO PIAZZOLLA, de Alejandro Cervera sobre temas de dicho compositor.

Quien escribe asistió a la función del domingo 5 del corriente,  donde participó el siguiente elenco:

VENDAVAL: Maximiliano Iglesias, Macarena Giménez, Ludmila Galaverna, Iara Fassi, Manuela Rodríguez Echenique, Beatriz Boos, Rocío Agüero, Dalmiro Astesiano, Jiva Velázquez y Yosmer Mejia.

ITINERARIO PIAZZOLLA: Marcone Fonseca, Natalia Pelayo, Paula Cassano, Clara Sisti Ripoll, Magdalena Cortés, Laura Domingo, Luisina Rodríguez, Martín Vedia, Luciano García, Paulo Marcilio, Antonio Luppi y Sebastián Bustos.

 En el primer ballet, Marcelo Balat actuó como pianista acompañante, mientras que el segundo contó con la participación del percusionista Arauco Yepes. La presente producción contó con iluminación de Rubén Conde, vestuario de Stella López y proyección en video de Federico Lamas.

VENDAVAL  marca el debut como coreógrafo de Maximiliano Iglesias, quien se inspiró en un estilo clásico con música de Tchaikovsky. Según sus propias palabras: “Siempre sentí un viento sobre el escenario del Colón, que viene desde la platea. No sé a qué se debe, pero es algo mágico. Es la energía proveniente del público, que te impulsa a dar el primer paso. Creo que eso nos estaba faltando: ese viento fuerte que representa el contacto con el público. De ahí el título”.  Si bien pudo haber elegido un estilo más contemporáneo, lo clásico es fuente de permanente inspiración y motivó a crear este ballet atemporal para un conjunto de no más de 10 bailarines, donde todos y cada uno de los mismos posee una variación o un dúo. La coreografía respeta las líneas y figuras clásicas (developee, souplee, pirouettes, fouettes), con un vestuario sumamente sencillo (vestidos blancos apenas evasee para las mujeres y pantalón largo con musculosa para los hombres), que cambiaba al celeste, violeta o marfil según la iluminación. El resultado ha sido sumamente efectivo, donde Jiva Velázquez, Yosmer Mejia y Dalmiro Astesiano se destacaron por su plasticidad y versatilidad, mientras que la pareja protagónica formada por Macarena Giménez y Maximiliano Iglesias mostró gracia, expresividad y precisión. Ludmila Galaverna se destacó por su imponente presencia escénica y su técnica del resto del conjunto. La labor de Marcelo Balat como acompañante fue espléndida y recibió numerosos aplausos hacia el final.

Alejandro Cervera es un prestigioso coreógrafo argentino y montó ITINERARIO PIAZZOLLA como homenaje al centenario del compositor. Para ello, se inspiró en una serie de tangos (Oblivion, Primavera porteña, Escualo, Verano porteño, Zita, Zum, Tango apasionado y Vuelvo al Sur (este último, cantado por Roberto Goyeneche) unidos por golpes de percusión. Debido a la pandemia y al distanciamiento social, concibió al tango de manera diferente. En vez de montar una coreografía caracterizada por el abrazo y la cercanía, lo hizo con elementos (sillas, una cama que une a los protagonistas y que a la vez, permite conservar la distancia, sombreros y sobretodos), números donde las mujeres y los hombres bailan por separado hasta formar parejas al final. El vestuario se hizo en tres colores: negro, blanco y gris y contó con proyección de vídeo para los diferentes números. Una coreografía con pasos típicos de tango y elementos de danza contemporánea (contracción, relajación y giros), que permitió que el cuerpo de bailarines se luciera. Excelente la pareja protagónica formada por Natalia Pelayo y Marcone Fonseca, quienes recibieron un fuerte aplauso luego de su intervención al ritmo de Verano Porteño. La coordinación y la plasticidad de todos y cada uno de los integrantes del conjunto fue notable, lográndose un espectáculo de muy buen nivel.

Afortunadamente, la danza retornó al escenario del Colón tras un largo compás de espera. Ese viento mágico vuelve a soplar con aires renovados y coreografías adaptadas a los tiempos que corren. Con inteligencia e imaginación, realizar ballet en tiempos de  pandemia también es posible.

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