Muy buenas coreografías en el regreso del
Ballet Estable del Colón
ENTRE
BRISAS FRESCAS Y AIRES TANGUEROS
Martha
CORA ELISEHT
Poco a
poco, se está volviendo a la normalidad. Cada día se abren nuevas actividades
y, en el caso particular de los teatros, la capacidad de aforo se ha aumentado
al 50%. Este marco es donde -felizmente-
se produjo el retorno a la presencialidad del Ballet Estable del Teatro Colón,
que debió postergarse oportunamente por un caso de COVID 19 en uno de sus
integrantes. El programa incluyo las siguientes obras: VENDAVAL, con
coreografía de Maximiliano Iglesias sobre “Las Estaciones” de Piotr I.
Tchaikovsky e ITINERARIO PIAZZOLLA, de Alejandro Cervera sobre temas de
dicho compositor.
Quien
escribe asistió a la función del domingo 5 del corriente, donde participó el siguiente elenco:
VENDAVAL: Maximiliano
Iglesias, Macarena Giménez, Ludmila Galaverna, Iara Fassi, Manuela Rodríguez
Echenique, Beatriz Boos, Rocío Agüero, Dalmiro Astesiano, Jiva Velázquez y
Yosmer Mejia.
ITINERARIO PIAZZOLLA: Marcone
Fonseca, Natalia Pelayo, Paula Cassano, Clara Sisti Ripoll, Magdalena Cortés,
Laura Domingo, Luisina Rodríguez, Martín Vedia, Luciano García, Paulo Marcilio,
Antonio Luppi y Sebastián Bustos.
En el primer ballet, Marcelo Balat actuó como
pianista acompañante, mientras que el segundo contó con la participación del
percusionista Arauco Yepes. La presente producción contó con iluminación de
Rubén Conde, vestuario de Stella López y proyección en video de Federico Lamas.
VENDAVAL
marca el
debut como coreógrafo de Maximiliano Iglesias, quien se inspiró en un estilo
clásico con música de Tchaikovsky. Según sus propias palabras: “Siempre
sentí un viento sobre el escenario del Colón, que viene desde la platea. No sé
a qué se debe, pero es algo mágico. Es la energía proveniente del público, que
te impulsa a dar el primer paso. Creo que eso nos estaba faltando: ese viento
fuerte que representa el contacto con el público. De ahí el título”. Si bien pudo haber elegido un estilo más
contemporáneo, lo clásico es fuente de permanente inspiración y motivó a crear
este ballet atemporal para un conjunto de no más de 10 bailarines, donde todos
y cada uno de los mismos posee una variación o un dúo. La coreografía respeta
las líneas y figuras clásicas (developee, souplee, pirouettes,
fouettes), con un vestuario sumamente sencillo (vestidos blancos apenas evasee
para las mujeres y pantalón largo con musculosa para los hombres), que
cambiaba al celeste, violeta o marfil según la iluminación. El resultado ha
sido sumamente efectivo, donde Jiva Velázquez, Yosmer Mejia y Dalmiro Astesiano
se destacaron por su plasticidad y versatilidad, mientras que la pareja
protagónica formada por Macarena Giménez y Maximiliano Iglesias mostró gracia,
expresividad y precisión. Ludmila Galaverna se destacó por su imponente
presencia escénica y su técnica del resto del conjunto. La labor de Marcelo
Balat como acompañante fue espléndida y recibió numerosos aplausos hacia el
final.
Alejandro
Cervera es un prestigioso coreógrafo argentino y montó ITINERARIO PIAZZOLLA como
homenaje al centenario del compositor. Para ello, se inspiró en una serie de
tangos (Oblivion, Primavera porteña, Escualo, Verano porteño, Zita, Zum,
Tango apasionado y Vuelvo al Sur (este último, cantado por Roberto
Goyeneche) unidos por golpes de percusión. Debido a la pandemia y al
distanciamiento social, concibió al tango de manera diferente. En vez de montar
una coreografía caracterizada por el abrazo y la cercanía, lo hizo con
elementos (sillas, una cama que une a los protagonistas y que a la vez, permite
conservar la distancia, sombreros y sobretodos), números donde las mujeres y los
hombres bailan por separado hasta formar parejas al final. El vestuario se hizo
en tres colores: negro, blanco y gris y contó con proyección de vídeo para los
diferentes números. Una coreografía con pasos típicos de tango y elementos de
danza contemporánea (contracción, relajación y giros), que permitió que el
cuerpo de bailarines se luciera. Excelente la pareja protagónica formada por
Natalia Pelayo y Marcone Fonseca, quienes recibieron un fuerte aplauso luego de
su intervención al ritmo de Verano Porteño. La coordinación y la
plasticidad de todos y cada uno de los integrantes del conjunto fue notable,
lográndose un espectáculo de muy buen nivel.
Afortunadamente,
la danza retornó al escenario del Colón tras un largo compás de espera. Ese
viento mágico vuelve a soplar con aires renovados y coreografías adaptadas a
los tiempos que corren. Con inteligencia e imaginación, realizar ballet en
tiempos de pandemia también es posible.
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