PARA EL SANO DEBATE
Teatro
Colón, temporada 2021, ciclo “Grandes Intérpretes Internacionales”,
Presentación de la Soprano Kristine Opolais acompañada al piano por Marcelo
Ayub. Programa: Obras de Cilea, Verdi,
Catalani, Boito, Wagner/Liszt y Puccini. 30 de Octubre de 2021.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Recuerdo particularmente
un concierto de canciones de cámara que presentó la soprano Karitta Mattila en
un abono del Mozarteum Argentino en la sala del Teatro Colón, en donde muchos
concurrentes cuestionaron severamente el hecho de que la interprete actuara las
mismas en directa consonancia con los textos de dichas canciones. Para muchos
asistentes el juicio de valor era inapelable: faltaba más canto y no aceptaba
la actuación. Hoy ante la presencia de
la gran soprano letona Kristine Opolais entre Ntros. en el mismo escenario volvió a generarse el
debate, pero esta vez mas civilizadamente. Ahora es, ¿ha cambiado la forma de
cantar?, ¿la actuación suple carencias?, ¿hay o no interpretes para determinado
repertorio?. Si nos atenemos que en los recitales de algún tiempo atrás los
interpretes abordaban determinados fragmentos en una sucesión de 5 o 6 para ahí
tomar un breve respiro, retomar con otros tantos, llegar al intervalo y repetir
esa secuencia en segunda parte y que luego del final formal el furor era tal
que el intérprete ofrecía cuanto menos cinco bises (Monserrat Caballé llegó al
extremo de ofrecer ¡14! (otro recital aparte), el último de los cuales fue “Casta
Diva”). ¿Existen hoy ese tipo de intérpretes?. Algo ha cambiado y eso es el
saldo que ha dejado esta presentación de Kristine Opolais: que como nunca el
habitué de la sala del Colón tras el largo silencio al que lo sometió la
pandemia vea hoy en mayor perspectiva que ocurre en la actualidad con el fenómeno
del arte lírico y no colocara la comparación con los artistas de ayer al momento
de analizar lo que acababa de escuchar.. Y es cierto, la forma de cantar ha cambiado. Tal vez
existen pocas voces que puedan afrontar un repertorio de peso como el que
Opolais propuso en el escenario del Colón y que las carencias vocales queden a
cubierto con una generosa actuación. Entonces tras dos momentos de peso en los
que ya ingresa actuando desde el detrás de escena al escenario, hay necesidad
de un respiro que es cubierto por el pianista acompañante como tal vez antes no
ocurría con tanta asiduidad. Hay énfasis en los gestos, despliegue de técnica vocal,
a veces notas forzadas, a veces mayor canto franco. Y es aquí donde de menor a
mayor Kristine Opolais fue construyendo su labor en el escenario del Colón.
Desde el recitado previo a “Io son l’umile ancella” y el aria propiamente dicha
a un interesante “Ave María “ y la posterior “Canción del Sauce” de Otello,
retornar a “Adriana” y entregarse por completo en “Poveri Fiori” para mostrarnos una correcta “Ebben? ne andró
lontana”. Empezar a subir el voltaje con
“L’Altra notte in fondo al mare”, sortear una impensada dificultad en “Vissi d’arte”
(Llamó la atención el hacerlo de espaldas al público casi en su totalidad y
rematar con un agudo corto y esforzado) y cerrar con “Un bel di vedremo” de una de sus últimas creaciones “Madama
Butterfly”. Claro, había en los bises un plus. Comenzando por “La Canción a la
Luna” de “Russalka”, una de sus creaciones con la que conquistó a los
seguidores Argentinos de las transmisiones del Met Neoyorkino. Lo hizo
atravesando el pasillo central de platea deteniéndose en tres puntos del mismo
coincidentes con cada momento de énfasis del aria y ahí por fin encontramos a
la intérprete plena que admiramos siguiendo sus presentaciones desde las redes
sociales y las transmisiones en vivo y el Colón entró en efervescencia. Un bello
“O mio babbino caro” rematado hasta con un gesto de picardía en el rostro y el
decir y cerrar con total entrega en otro de sus grandes papeles “Manon Lescaut” con “Sola Perduta Abbandonata”, con la que
finalmente conquisto al público expectante. Párrafo aparte para la descollante
labor de Marcelo Ayub en el acompañamiento y en sus momentos de destaque. Debió
suplir al habitual acompañante de Opolais tras un percance que este sufriera al
llegar al país. Ayub mostró solvencia, musicalidad, aportó el clima justo que
Opolais necesitó en cada aria y se lució
con exquisita técnica en sus momentos solo con el Interludio del segundo acto
de “Adriana Lecouvreur” tanto como el del acto IV de la misma y una
espectacular versión de la transcripción para piano de la “Muerte de Amor de
Isolda” que Franz Liszt realizara sobre el original de su yerno, Richard Wagner.
Puede decirse que fue muy valiosa esta
presencia en donde la Artista Completa pudo imponerse aun cuando el público
espera otro tipo de voces y fue mucho más valioso todavía que el público haya
sido sumamente respetuoso de esta forma de actuar y que en el debate lo acepte.
Ese es el mayor saldo que dejó esta gratísima presencia.
Donato Decina