miércoles, 30 de julio de 2025

 Gran presentación de la Concertgebouw Chamber Orchestra en el Colón


CON LA CONSABIDA EXCELENCIA Y ESTILO


Martha CORA ELISEHT


El Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino es sinónimo de excelencia por la

variedad y calidad de los intérpretes en todos los géneros. A las presentaciones de

solistas de fama mundial como Javier Camarena y Nelson Goerner les siguieron las de

prestigiosos conjuntos de cámara de la talla del Fauré Quartett o el Festival String

Lucerne. Y, continuando con una auténtica constelación durante el transcurso de la

presente temporada, el pasado lunes 28 del corriente hizo su presentación la

Concertgebouw Chamber Orchestra sobre el escenario del Teatro Colón con la

participación de la violinista Antje Weithaas en calidad de solista para ofrecer el

siguiente programa:

- Suite de los tiempos de Holberg, Op.40- Edvard H. GRIEG (1843-1907)

- Concierto para violín y orquesta de cuerdas en Re menor, MWV O3- Félix

MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847)

- Tzigane. Rapsodia para violín y orquesta de cuerdas (arreglo de Michael

Waterman)- Maurice RAVEL (1875-1937)

- Sinfonía de cámara en Do menor, Op.110- Dmitri SHOSTAKOVICH (1906-

1975)

La agrupación de cámara neerlandesa fue creada en 1987 y está formada por

integrantes de la prestigiosa Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, que se ha

presentado en numerosas ocasiones en Argentina. A diferencia de esta última, la

Conccertgebouw Chamber hizo su primera presentación en el ámbito local,

destacándose por su jerarquía interpretativa y calidad sonora. Esto quedó

fehacientemente demostrado desde los primeros compases de la célebre Suite de Grieg,

así denominada en homenaje al bicentenario del nacimiento del escritor e historiador

noruego Ludvig Holberg (1684-1754). La orquesta brindó un versión sumamente

compacta, precisa y vibrante en sus 5 movimientos: Preludio (Allegro vivace),

Sarabanda (Andante), Gavota (Allegretto. Un poco mosso), Aria (Andante religioso) y

Rigaudon (Allegro con brío), donde Grieg recrea las melodías de época barroca francesa

e introduce temas típicos del folklore noruego (halling en la Gavota y springar en el

Rigaudon). Fue compuesta originalmente para piano en 1884 y, posteriormente, se

realizó la adaptación para orquesta de cuerdas en 1885 y es la que se representa en la

actualidad. La labor del conjunto se vio coronada con una ovación de aplausos y vítores,

con un gran desempeño del concertino Alessandro Di Giacomo.

Seguidamente, Antje Weithaas hizo su presentación sobre el escenario para ofrecer

una versión brillante del Concierto en Re menor para violín y orquesta de cuerdas de

Mendelssohn y el primero de los dos que compuso para dicho instrumento en 1823. Si

bien no cuenta con la inmensa popularidad de su homónimo en Mi menor, Op.64, es una

bellísima obra escrita en forma de sonata en 3 movimientos: Allegro molto/ andante/


Allegro, que fueron abordados con una maestría insuperable por parte de la solista

merced a su técnica impecable, una musicalidad prodigiosa y una digitación sumamente

veloz y poderosa, que le permitió sortear los pasajes y cadencias sin dificultad. La

orquesta supo acompañarla en una perfecta conjunción sonora para lograr una versión

vibrante y excelente, que fue sumamente aplaudida y vitoreada por parte del público.

Asimismo, Antje Weithaas tuvo a su cargo la apertura de la segunda parte del

concierto con una versión para orquesta de cuerdas (arreglo de Michael Waterman) de la

célebre Tzigane de Maurice Ravel, definida por su autor como “rapsodia de concierto

para violín y orquesta” sobre temas gitanos. Fue compuesta en 1924 para la violinista

húngara Jelly d’Aranyi, a quien había escuchado en Londres junto a Bela Bartók. Se

sintió cautivado por su estilo de improvisación y decidió componer una obra para violín

y piano. Para ello se basó en las Danzas húngaras de Brahms, las Rapsodias húngaras

de Liszt y tomó los Caprichos de Paganini para la parte del violín. El famoso solo que

abre la obra está basado en las improvisaciones de d’Aranyi y fue orquestado

posteriormente por Ravel para completar el trabajo. El resultado es una obra de extrema

dificultad técnica para el instrumento solista que sólo dura 10 minutos, pero de una

belleza singular. En este caso, Weithaas volvió a sorprender con su calidad interpretativa

y su precisión en la ejecución de pasajes y cadencias merced a un fraseo impecable. La

orquesta supo acompañarla perfectamente, con un sonido auténticamente gitano. Una

nueva ovación de aplausos y vítores, que motivó a Antje Weithaas a ofrecer un bis: una

sonata de Eugène Ysaÿe, cuya interpretación también fue magistral.

En vez de cerrar con una obra de carácter más jovial y luminoso, la Concertgebouw

Chamber decidió hacerlo con una de tinte mucho más dramático: la Sinfonía de cámara

en Do menor, Op.110 de Shostakovich, que es la versión para orquesta de cuerdas

realizada por el violista ruso Rudolf Barshai (1924-2010) sobre su Cuarteto de cuerdas

n°8, Op.110 compuesto en 1960, donde se puede preciar el anagrama sonoro del

compositor (D: Re- S: Mi bemol- C: Do- H: Si) acorde a la nomenclatura de la escala

musical en alemán e inglés y que también se aprecia en su Sinfonías n°8, 10 y en su

Concierto n°1 para violoncello y orquesta. Sus 5 movimientos (Largo/ Allegro molto/

Allegretto/ Largo/ Largo) se representan en forma atacca – sin interrupción- y se

aprecian la ironía y la mordacidad características de su estilo de composición. En este

caso, tanto el violonchelista Joris Van der Berg como el concertino Alessandro Di

Giacomo se lucieron en sus respectivos solos y en el diálogo entre ambos instrumentos

en el 3° movimiento. La interpretación fue de suma calidad y, luego de los numerosos

aplausos, la agrupación brindó dos bises: el Presto del Divertimento para cuerdas en Re

mayor, K.136 de Mozart y Locus Iste de Bruckner. Ambos sonaron perfectos para dar

fin al concierto.

Una vez más, la excelencia se puso de manifiesto sobre el escenario del Colón. En

este caso, con el debut de intérpretes sumamente prestigiosos de fama internacional. El

Mozarteum Argentino lo hizo posible.

 El espíritu de Verdi se hizo presente en el Salón de la Federación de Sociedades

Españolas

Muy buena y aplaudida versión de “Rigoletto” por “Exsultate Lyrica”


Escribe: Graciela Morgenstern

Viernes 25 de Julio de 2025


Salón de la Federación de Sociedades Españolas en Argentina


Rigoletto, de Giuseppe Verdi

Libreto: Francesco Maria Piave

Elenco: Leonardo Estevez, Tamara Pepe, Patricio Oliveira, Carlos Esquivel, Mónica

Nogales, Tomas Eckardt, Esteban Miotto, Diego Nuñez, Víctor Castells, Melitza

Torres, Alessandra Domínguez Moscoso

Orquesta Sinfónica Municipal de Florencio Varela.

Vestuario: Producción del Teatro Argentino de La Plata

Dirección Escénica e iluminación: Boris

Dirección Musical: Darío Dominguez Xodo


Rigoletto cree que es el destino bajo la forma de la maldición de Monterone, lo que

causa su destrucción. Pero en realidad no es así. Es el medio en el que él se mueve,

plagado de gente cruel y caprichosa, entre los que él mismo está incluido. La

corrupción, la discriminación por diferencias físicas, el crimen aplicado sobre los más

desposeídos y la impunidad de los poderosos son moneda corriente. Esta historia no

podría tener más vigencia.

La Compañía “Exsultate Lyrica”, presentó esta muy buena versión como parte de su

temporada 2025, en el Salón de “La Patriótica”, de San Telmo, espacio que había

estado cerrado durante muchos años, y que ahora se ha reabierto y desarrolla una

temporada musical..

Leonardo Estevez en el papel protagónico, realizó una muy buena interpretación de

Pari siamo y fue muy aplaudido después de Cortiggiani, vil razza, aria que cantó con

vehemencia e intensidad dramática. Hizo creíble al bufón, no sólo por su compromiso

con el personaje sino también por su intensa vocalidad, buen fraseo e intención en el

decir. Sin dudas, dominó la escena.

Buena también resultó la Gilda de Tamara Pepe. Cantó con musicalidad, aunque

podría haber aprovechado las oportunidades que la partitura le brinda para exhibir un

canto más rico en matices.

Patricio Oliveira como el Duque de Mantua, tiene buen caudal vocal, bello color y

dicción clara. Actuó de manera convincente.


Mónica Nogales fue una Maddalena atractiva y provocativa. Es un elemento muy joven

con un material vocal muy interesante.

Carlos Esquivel brilló con oscuro esplendor vocal como Sparafucile. El grave en el dúo

con Rigoletto sonó impecable, con la debida redondez.

En tanto, el Monterone de Tomás Eckardt fue cantado con autoridad vocal y presencia

escénica. Los otros roles comprimarios fueron debidamente interpretados.

Darío Dominguez Xodo extrajo de la Orquesta Sinfónica Municipal de Florencio Varela

un sonido homogéneo y destacó las innumerables genialidades de la partitura,

revelando pulso dramático. Mantuvo el ritmo de excitación, las texturas transparentes,

y en todo momento, acompañó a los cantantes con energía y brindándoles el apoyo

necesario y manteniendo el equilibrio sonoro, aún no contando con foso.

La obra se presentó semi escenificada, ya que el espacio para la escena era escaso.

De todos modos, Boris manejó la régie de manera inteligente, respetuoso, en términos

generales, del compositor, resolvió bien las escenas de conjunto, teniendo en cuenta

las limitaciones del escenario. Muy agradable resultó el vestuario aportado por el

Teatro Argentino de La Plata.

El efecto general fue el de un muy buen trabajo en equipo, un buen elenco, en el que

cada uno brindó lo mejor de sí mismo. Un gran esfuerzo, pero valió la pena. El premio,

cálidos aplausos de un público entusiasta que colmaba la sala.

CALIFICACIÓN: MUY BUENA

lunes, 28 de julio de 2025

 


Momento del recital de anoche del tenor Benjamin Bernheim y la pianista Carrie-Ann Matheson captado para Prensa del Teatro Colón por Juanjo Bruzza.


Excelente debut de Benjamin Bernheim en el Teatro Colón

Un recital inolvidable

Domingo 27 de julio de 2025

Teatro Colón

Escribe: Graciela Morgenstern


Benjamin Bernheim (tenor)

Carrie-Ann Matheson (piano)

Programa

Georges Bizet: «Je crois entendre encore» de Les pêcheurs de perles 

Henri Duparc:

L’invitation au voyage

Chanson triste

La vie antérieure Phidylé 

Ernest Chausson: Interludio de Poème de l’amour et de la mer en versión para

piano solo

Piotr Ilich Chaikovski: «Kuda, kuda» de Eugene Onegin  

Georges Bizet : «La fleur que tu m’avais jetée» de Carmen

Giacomo Puccini:

Mentìa l’avviso 

Terra e mare 

Sole e amore con texto anónimo

Morire 

Jules Massenet: «Pourquoi me réveiller?» de Werther

Joseph Kosma: Les feuilles mortes con texto de Jacques Prévert

Charles Trenet: Douce France 

JJacques Brel : Quand on n’a que l’amour


Como tercera función del ciclo “Grandes Intérpretes”, debutó en el Teatro Colón el

tenor Benjamin Bernheim, acompañado por la pianista Carrie-Ann Matheson. Un

debut muy esperado que no defraudó.

El programa fue muy atractivo ya que en un armado inteligente, combinaba arias

de ópera con canciones francesas e italianas.


Bernheim exhibió recursos vocales y técnicos de excelencia. Su voz de bello

esmalte y brillo, corrió por la sala con facilidad. Y ya desde el comienzo con “Je

crois entendre encore” dio muestra de su muy buen dominio del fiato y del fraseo.

El tenor, que viene desarrollando una carrera en franco ascenso, vertió luego una

serie de obras del repertorio de cámara francés con la elegancia y exquisita

delicadeza que el género requiere.

También las composiciones de Puccini encontraron en Bernheim un digno

intérprete.

Lejos de buscar el efectismo fácil, desplegó una paleta de colores vocales,

cantando forte sólo aquellos fragmentos que lo requerían, con recursos francos,

voz potente acorde al repertorio y siempre bien timbrada. Así, sus versiones de las

arias de Eugene Onegin, Carmen y Werther, fueron ovacionadas.

Carrie-Ann Matheson fue una óptima acompañante que también brillo en

oportunidad de actuar como solista.

Ante el entusiasmo del público, ambos brindaron fuera de programa, “Dein ist

mein Ganzes Herz”, de “El País de las Sonrisas”, de Franz Lehar y “Ah! Leve-toi,

soleil!”, de “Romeo y Julieta”, de Charles Gounod.  

Fue éste definitivamente, un recital inolvidable

CALIFICACIÓN: EXCELENTE

 


Instantes del tan ansiado debut del Tenor Benjamín Bernheim junto a la pianista Carrie Ann Matheson. Servicio de Prensa del Teatro Colón, fotografía de Juanjo Bruzza.



Recital Teatro Colon - 28/07/2025


El domingo 28 de julio, en el insólito horario de las 21:30 hs, el

tenor francés Benjamin Bernheim junto a la pianista Carrie-Ann

Matheson hicieron su debut en la sala del Teatro Colon.

Bernheim es uno de los más importantes tenores del momento,

y su debut era ansiosamente esperado por los melómanos

locales.

Se trata de un estupendo cantante, con una perfecta técnica

vocal de una escuela de canto francés que hace tiempo que no

se escucha y que creíamos olvidada. Tiene además una clara

dicción en cada uno de los idiomas de las obras que interpretó, y

algo muy importante; una simpleza comunicativa elegante y

espontanea que permite al oyente disfrutar de la emotividad de

su canto sin efectismos ni exageraciones.

Desde su primera intervención, en el aria de Los pescadores de

perlas, de Bizet; “Je crois entendre encore” cantada con una

exquisita voz mixta propia de la escuela francesa, hasta el “Tuyo

es mi corazón” de El país de las sonrisas de Lehar, conquistó al

público del Colon que lo ovacionó muy merecidamente.

En la “chanson française” de lució con las tres canciones de Henri

Duparc y las canciones de Kozma, Trenet y Brel.

Estupenda su versión de “Kuda, Kuda”, del Eugene Onegin de

Tchaikowsky y “Pouquoi me revleier”, de Werther de Massenet.

Esta última, al punto de desear que no se vaya para poder

escucharlo en la versión de la opera completa próxima a

representarse en el Colon.


La pianista Carrie-Ann Matheson, estuvo a la altura del cantante

acompañando la expresividad del canto del tenor.

En resumen; un exitoso debut de dos magníficos intérpretes.

Muy bueno. 


                                                                                   Roberto Falcone

domingo, 27 de julio de 2025


https://www.instagram.com/p/DMlvGUDA2Zh/?utm_source=ig_web_copy_link&igsh=MzRlODBiNWFlZA==



Siguiendo el presente enlace, podrán ver la imágen de la pareja protagónica Ayelén Sanchez-Juan Pablo Ledo captada por la lente del Maestro Arnaldo Colombaroli.




 Muy buena actuación del Ballet Estable del Colón en “DON QUIJOTE”


UN CLÁSICO RENOVADO DE LA MANO DE DOS GRANDES

Martha CORA ELISEHT


Dentro de la Temporada 2025 -donde los Cuerpos Estables del Teatro Colón

celebran el centenario de su existencia-, el Ballet Estable incluyó una producción de uno

de los grandes clásicos de la danza: DON QUIJOTE, de Ludwig Minkus (1826-1917)

con libreto de Marius Petipa (1818-1910) basado en el episodio “Las bodas de

Camacho” de EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA, de

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Pero esta vez, este sempiterno clásico

cuenta con coreografía realizada por dos grandes figuras de la talla de Silvia Bazilis y

Raúl Candal- ex primeros bailarines del Ballet Estable-, quienes prepararon

respectivamente al elenco femenino y masculino de esta producción del Ballet Nacional

del SODRE de Montevideo, cuyo estreno tuvo lugar en 2017 y cuyas representaciones

tendrán lugar en el Teatro Colón entre los días 24 de Julio al 3 de Agosto del corriente

año con participación de figuras de prestigio internacional como María Celeste Losa y

David Soares -primeros bailarines del Teatro alla Scala de Milán-; Marianela Núñez -

Royal Ballet de Londres- y Patricio Revé -Queensland Ballet, Australia-. Bajo la

dirección de Julio Bocca al frente del Ballet Estable y con la presencia de Lorena

Fernández Sáez como coreógrafa repositora invitada, la presente producción cuenta con

la siguiente ficha técnica: escenografía y vestuario de Hugo Millán, iluminación de

Pablo Pulido y supervisión de producción de Daniela Renée López, con la presencia del

director Manuel Coves al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.

Quien escribe tuvo oportunidad de asistir a la función correspondiente al Abono

Nocturno, que tuvo lugar el pasado jueves 24 del corriente con el siguiente reparto:

Matías Santos (Don Quijote), Leonardo Reale (Sancho Panza), Noemí Szeleszinsky

(cocinera), Ayelén Sánchez (Kitri/ Dulcinea), Juan Pablo Ledo (Basilio), Lucas Matzkin

(Torero), Milagros Niveyro (Mercedes), Victoria Wolf y Beatriz Boos (amigas de Kitri y

variaciones del Grand Pas de Deux del Acto 3°), Julián Galván (Lorenzo), Emanuel

Abruzzo (Camacho), Jiva Velázquez y Maricel Di Mitri (gitanos), Mora Capasso (Reina

de las Dríadas), Caterina Stutz (Cupido) y Sergio Hochbaum (Tabernero y Cura).

¿Qué motivó al gran coreógrafo de los Teatros Imperiales de Rusia a ambientar

su obra en España?... Petipa vivió durante tres años entre Madrid y Andalucía luego de

dejar su cargo en la Ópera de Bordeaux cuando sólo tenía 23 años y un gran futuro por

delante. Se enamoró de las costumbres y las danzas típicas de Andalucía y perfeccionó

su técnica hasta estar a la altura de los mejores bailarines españoles. Lamentablemente,

tuvo que dejar la Península Ibérica a raíz de un duelo con un marqués -cosa que estaba

terminantemente prohibida en España por aquel entonces- y aceptó la invitación para ir

a San Petersburgo como primer bailarín del Teatro Mariinski. Allí desarrolló una carrera

brillante, donde en 1869 la Dirección de los Teatros Imperiales le encomendó la

realización de un ballet basado en Las bodas de Camacho, episodio de Don Quijote de

Cervantes a estrenarse en Moscú. Al público moscovita le gustaban las obras sencillas y


entretenidas, razón por la cual Petipa decide montar un ballet con personajes reales,

simples y en tono de comedia romántica sobre los amores contrariados de Kitri y

Basilio, la pretensión de su padre de casarla con el rico y estrafalario Camacho y la

ayuda que Don Quijote y Sancho Panza ofrecen a los jóvenes para culminar con un

final brillante. Para ello convocó a Ludwig Minkus, quien ya se había trasladado a

Rusia en ese mismo año y quien compuso temas muy rítmicos sobre bailes típicos

españoles como el bolero, el fandango, las seguidillas y sevillanas. La recepción y la

crítica luego de su estreno en Moscú fueron muy favorables, pero no sucedió lo mismo

en su estreno en Sn Petersburgo en 1871. El público de dicha ciudad tenía gustos más

sofisticados y no fue sino hasta 1900 cuando Alexander Gorski repone Don Quijote en

Moscú con algunos cambios en la coreografía original de Petipa y un rol más escénico

por parte de todos y cada uno de los personajes. Se redujo la versión original de un

prólogo y cuatro actos a un prólogo y tres actos.

En la presente versión, se respetan muchos elementos de las coreografías de

Petipa y Zarko Prebil más las modificaciones introducidas por Gorski, pero se agrega

una de Mikhail Barishnikov -quien otorgó a Julio Bocca el permiso correspondiente

para usarla- en la escena de las copas en la taberna del 3° acto. Las variaciones

introducidas por la dupla Bazilis/ Candal son más notorias en las escenas de conjunto y

en el baile de los gitanos del 2° Acto -con una coreografía totalmente diferente-, al igual

que en el sueño de Don Quijote tras su aventura contra los molinos de viento en el

jardín de las dríadas. Sí se notó la ausencia del abanico en la variación de Kitri del

Grand Pas de Deux del 3° acto, al igual que la manteada que el conjunto de bailarines le

brinda a Sancho Panza durante el 1° acto, levantándolo por el aire luego de vendarle los

ojos y la mayor modificación se aprecia durante la escena del campamento gitano.

Desde el punto de vista musical, la magnífica dirección de Manuel Coves al

frente de la Filarmónica hizo que la orquesta no sólo sonara acompasada al ritmo del

bailarín, sino que le aportó brillo y enjundia en la interpretación. Hubo muy buena

coordinación de las escenas de conjunto y grandes actuaciones de los bailarines que

encararon roles de carácter; sobre todo, Emanuel Abruzzo como Camacho, Matías

Santos como Don Quijote y, especialmente, Leandro Reale, quien dio vida a un

divertido y simpático Sancho Panza. Victoria Wolf y Beatriz Boos se lucieron en sus

respectivas variaciones como las amigas de Kitri en el 1° acto y en el Grand Pas de

Deux del 3°, al igual que la pareja formada por Jiva Velázquez y Maricel De Mitri como

los Gitanos. Él hizo gala de sus dotes acrobáticas y ella, de su técnica e histrionismo.

Por su parte, Caterina Stutz brilló como Cupido en el cuadro del suelo de Don Quijote,

al igual que Mora Capasso como la Reina de las dríadas. Posee una impecable técnica y

muy buena plasticidad, gracia y delicadeza en su interpretación. Una de las grandes

incorporaciones al Ballet Estable al igual que Lucas Matzkin, quien sorprendió como el

Torero Espada. Sus giros, developées y movimientos fueron de una precisión y

plasticidad asombrosas y fue la revelación de la noche. Milagros Niveyro supo

acompañarlo muy bien como Mercedes -la bailarina de la calle-, demostrando un

notable crecimiento profesional.

La pareja protagónica formada por Ayelén Sánchez y Juan Pablo Ledo en los

roles de Kitri y Basilio descolló por la coordinación, precisión -sobre todo, en los

sostenues donde Kitri permanece suspendida en el aire tras el solo de pandereta-y en los


pliés, fouettes, solage, arabesques, panchés y giros, donde se los apreció muy seguros.

Hubo un ligero traspié por parte de Ledo en una variación, que fue rápidamente

subsanado merced a su profesionalismo y que no le restó mérito. Todos los

protagonistas fueron intensamente aplaudidos al finalizar la función y el público

ovacionó a Silvia Bazilis y Raúl Candal cuando salieron a saludar en calidad de

coreógrafos. Ambos recibieron los tradicionales ramos de flores y el reconocimiento del

público como primeras figuras del Ballet Estable que supieron brillar sobre el escenario

del Colón.

En líneas generales, ha sido una muy buena función y se pudo apreciar una

mejor coordinación en las escenas de conjunto en este gran clásico. Las enseñanzas y la

preparación a cargo de grandes maestros dan sus frutos y se aprecian sobre el escenario.

Lo único malo es que siempre se ha dado prioridad para incluir a figuras de fama

internacional dentro del Abono de Ballet, cosa que no sucede durante la presente

Temporada. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de grandes intérpretes y auténticas

figuras de la danza mundial, pero es injusto que alguien que adquiere sus localidades

como abonado en tiempo y en forma tenga que oblar nuevamente otra función para

poderlos apreciar.

 

UN VERDI SUMAMENTE EFECTIVO

 

Compañía “Exsultate Lyrica”, temporada 2025. Opera: “Rigoletto” Drama en tres actos y cuatro cuadros con música de Giuseppe Verdi y Libreto de Francesco María Piave basada en “Le Roi s’Amuse” de Víctor Hugo. Intérpretes: Leonardo Estevez (Rigoletto), Tamara Pepe (Gilda), Patricio Oliveira (Duque de Mantua), Carlos Esquivel (Sparafucile), Mónica Nogales (Maddalena), Tomas Eckart (Monterone), Esteban Miotto (Marullo), Diego Nuñez (Borsa), Víctor Castells (Comte Ceprano), Melitza Torres (Comtessa Ceprano/Giovanna), Alessandra Domínguez Moscoso (Paje).  Orquesta Sinfónica Municipal de Florencio Varela. Vestuario: Producción del Teatro Argentino de La Plata. Preparadora: María Inés Natalucci.  Dirección Musical: Darío Dominguez Xodo. Iluminación y Dirección Escénica: Boris.  Salón de la Federación de Sociedades Españolas en Argentina (“La Patriótica” o “La Española”), Buenos Aires, 25 de Julio de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Muchas veces hay ideas que  a pesar de las mejores intenciones quedan en el camino. Otras se requieren de denodados esfuerzos para llegar a metas medianamente satisfactorias  y, últimamente, son pocas las ocasiones en las que se logra plenamente un espectáculo de verdadera calidad. Esto último  es lo que ha ocurrido con la propuesta que “Exsultate Lyrica”, con la participación de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Florencio Varela, que aportó la invalorable colaboración de su Orquesta Sinfónica, presentó en un espacio que va ganando cada vez más adhesiones entre las agrupaciones líricas privadas de nuestro medio, el de “La Patriótica” de San Telmo en la Capital Federal. “Rigoletto” de Giuseppe Verdi fue el título elegido. Una vez más la historia del bufo deforme, su noble y libertino patrón junto a su corte plena de miserias, una hija oculta que sale a la vida sin saber la durísima realidad que le aguarda y que descubrirá que no siempre el amor es como ella lo imagina, un sicario que a pesar de la dureza de su oficio cede a los ruegos de su hermana, enamorada del noble libertino al que por encargo debe asesinar en el marco de una noche de terrible tormenta. Libreto perfecto, gancho en el público y sala, como en este caso, llena.

 

 Un interesante reparto tomó a su cargo el espectáculo, comenzando por Leonardo Estevez en una memorable faena en el rol protagónico. Absoluta entrega, timbre robusto, muy buena línea de canto e impecable actuación para pasar de las bufonadas al drama con igual intensidad. Tamara Pepe debutando el rol de Gilda con total eficacia, buenos recursos vocales y actorales. A futuro, no cabe duda de que además pulirá detalles que son propios de la forma en que el rol se aborda. Patricio Oliveira, quién también debutó su rol, compuso un muy interesante Duque de Mantua con buena línea de canto, fraseo con momentos de plena musicalidad  y buenos recursos actorales. Carlos Esquivel muy cómodo en el rol de Sparafucile, con presencia actoral y elegancia en lo vocal. Resultó muy interesante la presentación en el rol de Maddalena de la mezzosoprano Mónica Nogales, quién exhibió interesante material vocal y muy buenos recursos actorales. El resto de los integrantes de la plantilla  escénica cumplió acabadamente con cada uno de los roles asignados y en el caso de las voces masculinas intervinientes en dichos roles, conformaron los coros que lleva la ópera (todas intervenciones masculinas) con solidez absoluta en la emisión.

 

  Impecable fue la selección del vestuario que facilitó el Teatro Argentino de La Plata, de época y acorde, incluso, con el ámbito en el que se desarrolló la función. Ingresando entonces de lleno en este punto, en un espacio acondicionado como un pequeño escenario elevado por sobre la ubicación de la orquesta e iluminado de manera acortada pero precisa, Boris logró desplazar muy bien a los cantantes y los hizo actuar con acertada gestualidad. Quedaron muy bien expuestas las líneas argumentales principales de la obra, esto es, relación padre-hija, el celo del padre en mantener en total pureza a la muchacha, el Duque y sus deseos y miserias , cortesanos que mostraron también las suyas y sus ganas de tomarse revancha de  las desafiantes e hirientes bromas del bufo, sin compadecerse en absoluto de haber confundido a la hija de éste, para entregarla al Duque  como una supuesta amante del  protagonista e ignorando que el noble señor ya estaba tras los pasos de la joven. Sin embargo, sorprendió el hecho que en dos momentos fundamentales de la obra, la resolución fue femenina, esto es, en el rapto y en el asesinato de la joven. Son absolutamente válidos y corre por cuenta del espectador el aceptarlo o no. Aquí mayoritariamente ocurrió lo primero.

 

  La  revelación de la función fue la estupenda concertación de Darío Domínguez Xodo al frente de la Orquesta Sinfónica Municipal de Florencio Varela. En un espacio para nada convencional, logró equilibrar el sonido, tener plena conexión con el palco escénico, estar siempre junto a las voces y mantener siempre el pulso y el tiempo de la partitura. Aquí afloró  la  trayectoria y el oficio adquirido por este valioso maestro  en tantos años tanto en el Colón, como en el Argentino de La Plata y en la Sinfónica Nacional.

 

  Por todo lo expuesto, se asistió a un muy digno espectáculo, con intérpretes de reconocida valía por parte del público y de muy buen resultado musical y escénico.

 

Donato Decina

viernes, 25 de julio de 2025

 Muy buena actuación del Coro Polifónico junto a artistas de otras disciplinas en el

Palacio Sarmiento


UNA PROPUESTA INNOVADORA, PLURAL E INTERESANTE

Martha CORA ELISEHT


La historia y la vida del pueblo gitano han sido siempre motivo y fuente de

inspiración de numerosos artistas, tanto escritores como poetas y compositores. Esto

motivó a la Dirección Nacional de Elencos Estables a organizar un espectáculo que

reúne diferentes disciplinas (canto, danza, música y actuación) denominado “POR

PATRIA, EL UNIVERSO” basado en obras donde los gitanos son protagonistas, que

tuvo lugar en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento el pasado

miércoles 23 del corriente, que contó con la dirección musical de Fernando Tomé y la

participación de los siguientes artistas: Juan Gil Navarro (actor), Claudio Santoro y

Lorena Eckell (piano); Néstor Spada, Yanina Martínez, Naty López y La Ruví

(bailarines), el Coro Polifónico Nacional y el Coro Nacional de Niños, dirigidos por

Fernando Tomé y María Isabel Sanz respectivamente, más la presencia de los siguientes

solistas: Dolores Ibarra (soprano), Laura Domínguez y María Luisa Merino Ronda

(mezzosopranos), Sebastián Russo y Norberto Miranda (tenores) y Marcelo Iglesias

Reynes (barítono). La puesta en escena y dramaturgia estuvieron a cargo de María

Concepción y María de la Paz Perré sobre el Romancero Gitano de Federico García

Lorca.

El programa comprendió las siguientes obras:

- Zigeunerleben (Vida de Gitano), Op.29, n°3, para coro y piano- Robert

SCHUMANN (1810-1856)

- “Los gitanos comen queso” (coro de niños y piano)- Zoltan KÓDALY (1882-

1967)

- Danzas húngaras n°1, n°3 y n°5 (para piano a 4 manos)- Johannes BRAHMS

(1833-1897)

- Coro inicial de gitanos de “ALEKO”- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)

Coro de gitanos y toreros del 3° acto de “LA TRAVIATA”- Giuseppe VERDI

(1813-1901)

- Coro de gitanos de “IL TROVATORE”- Giuseppe VERDI (1813-1901)


Ante una sala prácticamente colmada de público -dentro del cual hubo muchos

chicos, con motivo de ser un espectáculo gratuito para toda la familia ofrecido en

vacaciones de invierno-, el Coro Polifónico Nacional hizo su presentación acompañado

por el pianista Claudio Santoro y su director -Fernando Tomé- para brindar una muy

buen versión de Vida de Gitano, Op.29 n°3 de Schumann, donde la coreuta Laura

Delogu se lució en los toques de instrumentos de percusión tales como la pandereta y el

triángulo para que las melodías tuvieran ese toque gipsy. Es un ciclo de 11 canciones

compuestas en 1840 para coro y piano sobre textos de E. Geibel, donde Juan Gil


Navarro recitó un parlamento entre cada una de las melodías (¡Eh, gitano! Pulsa las

cuerdas/ Rema, torrente/ ¿Saben cuándo mi niña es hermosa? / Dios mío, tú sabes/ Un

joven moreno me invita a bailar/ Tres rositas en fila/ A veces, piensas/ Oye al viento

quejarse en las ramas/ Nadie a mi alrededor me tiene en cuenta/ La luna oculta su

rostro/ Pasan rojas nubes antes del atardecer). El coro estuvo muy bien preparado, con

un perfecto equilibrio entre las cuatro voces y poniendo énfasis en los matices de las

melodías más románticas y dramáticas. Por otra parte, Juan Gil Navarro también

permitió que entraran los bailarines en ciertos y determinados momentos para ilustrar el

ciclo de canciones. El acompañamiento al piano de Claudio Santoro fue magistral y la

versión fue muy bien recibida por el público.

Seguidamente, el Coro Nacional de Niños ofreció una interpretación impecable

de una obra sumamente difícil como Los gitanos comen queso de Kódaly. No sólo

descolló por el equilibrio perfecto de las voces, sino también por la estupenda dirección

de María Isabel Sanz, quien una vez más demostró su maestría al frente de la

agrupación, que se retiró sumamente aplaudida y vitoreada por el público. Luego,

Claudio Santoro y Lorena Eckell brindaron una selección de las célebres Danzas

Húngaras de Brahms (n°1 en Sol menor, n°3 en Fa mayor y n°5 en Fa sostenido menor)

para piano a 4 manos. Cuando el genio de Hamburgo las compuso entre 1869 y 1879, su

versión original era para piano a 4 manos y, posteriormente, algunas se orquestaron

(n°4, 5, 6 y 10) mientras que las 10 últimas fueron transcriptas solamente para piano y

hubo un cambio de tonalidad en la orquestación respecto de la tonalidad original para

piano -en el caso particular de la célebre n°5, la versión orquestal es el Sol menor-. Por

tratarse de melodías tan célebres, el público las reconoció y las recibió de muy buen

grado coronando con numerosos aplausos la labor de ambos intérpretes.

A continuación, Juan Gil Navarro puso su voz entonando poemas del

Romancero Gitano de Federico García Lorca para permitir la entrada de Claudio

Santoro y Fernando Tomé para iniciar la segunda parte del concierto con el coro inicial

de los gitanos de la ópera ALEKO, compuesta en 1892 como ejercicio final de

graduación en el Conservatorio de Moscú con libreto de Vladimir Nemirovich-

Dánchenko. Basada en el poema Los gitanos de Alexander Pushkin, es la primera de

los tres aportes que Rachmaninov hizo a la lírica y se estrenó con gran éxito en Moscú

en 1893. Pese a que se representa escasamente, la melodía es bellísima y la parte del

coro es un canon iniciado por las voces femeninas – sopranos y contraltos- que luego,

es repicado por las masculinas -barítonos y tenores-. En la presente versión, hubo un

muy buen equilibrio vocal y una perfecta marcación por parte del director, con un gran

acompañamiento por parte del pianista. El público estalló en aplausos tras su

interpretación.

Posteriormente, los bailarines flamencos entraron al ritmo de las sevillanas para

introducir al público en la siguiente obra: una selección de fragmentos de CARMEN de

Bizet, con los siguientes solistas: María Luisa Merino Ronda (Carmen), Sebastián

Russo (Don José), Dolores Ibarra (Frasquita), Laura Domínguez (Mercedes), Marcelo

Iglesias Reynes (El Dancairo) y Norberto Miranda (El Remendao). Se comenzó con el

célebre coro de los contrabandistas del 3° acto, seguido por la consabida Habanera,

donde la mezzosoprano hizo juego de seducción junto al resto de los solistas y los

bailarines. Se la apreció muy bien en los agudos, pero no tanto en las notas más graves.


En cambio, en el aria final del 2° acto (“Là- bas, là- bas sûr la montagne”) se la pudo

escuchar en toda su plenitud. Excelente desempeño de Sebastián Russo como Don José,

con un perfecto acompañamiento del resto de las voces solistas y el coro, mientras Juan

Gil Navarro y el conjunto de bailarines encabezados por Néstor Spada proporcionaron

salero y color al espectáculo. Con una perfecta dramaturgia a cargo de las hermanas

María Concepción y María de la Paz Perré, los artistas brillaron sobre el escenario del

Auditorio Nacional. Sólo permanecieron sobre el escenario Laura Domínguez y

Marcelo Iglesias Reynes para encarnar a Flora y al Marqués en el Coro de las gitanas y

los Toreros del 3° acto de LA TRAVIATA, donde el Polifónico tuvo un perfecto

desempeño bajo la dirección de Fernando Tomé y el acompañamiento al piano de

Claudio Santoro. Independientemente de la actuación de Laura Delogu como

percusionista, las bailarinas brindaron los golpes de percusión con el zapateo. Néstor

Spada se lució como el torero Piquillo con una coreografía de baile flamenco. Alumno

de José Zartmann -a quien una supo apreciar sobre el escenario del Colón junto al

inolvidable Ángel Pericet y sus hermanas-, hizo honor a las enseñanzas de su maestro y

estuvo muy bien acompañado por las bailarinas. Para cerrar la presente función, se

eligió el celebérrimo Coro de los Gitanos que abre el 2° acto de IL TROVATORE, de

Verdi, donde los bailarines marcaron los golpes de percusión con las castañuelas y el

zapateo. La interpretación del Polifónico fue magistral y Laura Delogu volvió a lucirse

con los golpes de triángulo y los clásicos yunques característicos de este famoso

segmento de la ópera. El público deliró hasta tal punto, que hubo que bisarlo luego de

su interpretación. Aquí, Fernando Tomé invitó a participar al público con palmas en los

golpes de yunques. Luego del bis, todos los artistas se retiraron ovacionados en medio

de un sinfín de aplausos y vítores.

No sólo ha sido una propuesta innovadora, multidisciplinaria e interesante, sino

también un espectáculo de muy alto nivel. Si bien no ha sido un concierto didáctico,

actuó como si lo fuera y esto es sumamente importante a la hora de formar nuevos

públicos. En el caso particular de los chicos, un concierto temático y una invitación

entretenida -e inteligente- para acercarlos tanto al mundo de la ópera como de la música

clásica.

lunes, 21 de julio de 2025

 

Freddy Varela Montero, brillante solista del Concierto para Violín y Orquesta Nº 2 de Serguei Prokofieff. Créditos:Prensa Teatro Colón imagen estupendamente capturada por Juanjo Bruzza.


SIN FASTUOSOS OROPELES PERO MUY EMOTIVO

 

Teatro Colón, temporada 2025. Concierto celebratorio del centenario de la Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Erik Nielsen. Solista: Freddy Varela Montero (violín). Programa: Obras de Beethoven, Prokofieff y Schumann. 20 de Julio de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Finalmente, y ante la cancelación de la gran gala que debió celebrarse el 25 de Mayo pasado, uno de los organismos estables del Teatro Colón, como lo es su Orquesta, brindó un concierto sinfónico bajo la dirección del maestro Erik Nielsen, quien como se sabe concertó de manera impecable el reciente estreno de “Billy Budd” de Britten. Sin introducciones, ni palabras oficiales, ni siquiera una voz en Off que hiciera referencia a la historia del mencionado cuerpo, tan solo el mensaje que se ve en los programas de mano del Equipo Directivo del Teatro. Tampoco hubo presencia de funcionarios de alto rango, realmente una verdadera pena. También hubo ausencia de obras argentinas. Da la Impresión de que Juan José Castro (Puntal en la Municipalización del Teatro y de la creación de la Orquesta), Héctor Panizza (a quién se le tributa homenaje este año) y Alberto Ginastera (Quién compuso encargos para el Colón) no han sido tenidos en cuenta para esta importante ocasión. De todas maneras hubo música de la buena y por estupendos intérpretes.

 

  Fue sumamente bienvenida y también oportuna la inclusión para la apertura del concierto de la obertura “La Consagración de la Casa”, del Op. 124 de Ludwig Van Beethoven.  Esta pieza, compuesta para la reinauguración del teatro Josephstadt de Viena, formó parte de la música incidental para la obra del mismo nombre, trabajo similar a otros que el genio de Bonn efectuó para la escena teatral. Aquí se percibe nítidamente el lenguaje musical del periodo creativo final, ese que ha ejercido influencia en Schubert, Mendelsohn y Schumann entre otros. Se ha encontrado en el Maestro Nielsen a un intérprete de fuste, imbuido por completo en el estilo y claro y preciso en sus gestos para que la Estable respondiera a sus requerimientos. Más allá de algunas pequeñas imprecisiones al inicio, el fondo de la obra estuvo siempre presente.  Valió la pena el rescate de esta página tan poco frecuentada.

 

  Llamó la atención, aunque no es la primera vez que ocurre, que Freddy Varela Montero además de ser el solista del programa ocupara la posición de Concertino en las obras de “punta”. Para poder asumir la interpretación del Concierto para Violín y Orquesta Nº 2 en Sol menor del Op.63  de Serguei Prokofieff delegó la posición en su segunda, Natalia Shishmonina.  Prokofieff encaró la composición de esta obra tras regresar a la Unión Soviética en 1930  luego de su estancia en Estados Unidos. Es una obra de escritura compleja con desafíos para el solista, fundamentalmente técnicos. Un largo discurso basado en la melodía de inicio es el que enmarca al primer movimiento, mientras que una melodía de expansivo lirismo envuelve por completo al segundo y un final dinámico con recursos de percusión llamativos (castañuelas por ejemplo) enmarca el tercero. Freddy Varela Montero dio sobradas muestras de crecimiento interpretativo desde su primer ataque en la obra. Seguro, expresivo y con un formidable despliegue en el segundo movimiento a lo que se sumó su permanente conexión con el Maestro Nielsen y sus compañeros, llegando a un contundente remate en el movimiento final. Nielsen estuvo atento a cada detalle y los músicos respondieron acabadamente en el acompañamiento. La sostenida respuesta del público dio lugar a un bis magníficamente elegido. Con la asistencia del propio Maestro Nielsen (quién ha sido arpista de la Karajan Akademie de Berlín) efectuaron en homenaje al maestro Carlos Pessina (Primer Concertino de la Orquesta) la versión para Violín y Arpa de la Meditación de “Thais” de Massenet en la que el gran maestro argentino descollara. Fue un momento muy emotivo y sentido en el que ambos intérpretes, además de cumplimentarse a la perfección, entregaron lo mejor de sí mismos, ganándose la merecida ovación del público.

 

  Finalmente para el cierre, el Maestro Nielsen eligió la Sinfonía Nº 3 en Mi bemol mayor, Op. 97 “Renana” de Robert Schumann, tal vez una obra que no estaría en los planes de muchos al no ser de final espectacular para una celebración como ésta, pero que si cuenta con una gran luminosidad en su cierre. Aquí debo consignar una vez más la impecable marcación, pero agregar también detalles de fraseo que lamentablemente se ven con muy poca frecuencia, por lo que el maestro no hace más que resaltar pasajes fundamentales de la página en los que muchos no parecen brindarle adecuada atención. Fue una versión intima, despojada de detalles efectistas y que tuvo muy buen remate justamente ahí en donde hacía falta. Tempi exacto y discurso plenamente sostenido. El aplauso genuino del público, al que se sumó el de los propios Maestros de la Orquesta dio la prueba exacta de la calidad de la versión. El final, marcó la despedida del Maestro Ruben Albornoz como Oboísta titular del conjunto. Si bien se dejó entrever que puede ser llamado a reforzar al organismo, se lo extrañará en sus siempre impecables intervenciones.

 

  Más allá de que un aniversario tan significativo merecía un marco acorde, este concierto marcó la potencialidad que la Estable es capaz de brindar.

 

Donato Decina 


sábado, 19 de julio de 2025

 Excelente presentación del Trío del Este en el Salón Dorado del Teatro Colón


DIGNOS GANADORES POR MÉRITO PROPIO


Martha CORA ELISEHT


Recientemente galardonado como mejor Grupo de Cámara correspondiente a la

Temporada 2024 de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina, el Trío del

Este sigue cosechando éxitos y presentándose en diferentes escenarios. Esta vez, la

agrupación integrada por Sebastián Masci (violín y viola), Alicia Belleville (piano) y

Matías Thicourel (clarinete y clarinete bajo) se presentó en el Salón Dorado del Teatro

Colón el pasado miércoles 16 del corriente para ofrecer el siguiente programa:

- Trío para viola, clarinete y piano en Mi bemol mayor, K. 498 (“Kegelstatt”)-

Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- “Invierno Porteño” y “Primavera Porteña” de “Las Cuatro Estaciones

Porteñas” (arreglo: José María BRAGATO)- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

- Suite para violín, clarinete y piano- Alexander ARIUTUNIAN (1920-2012)

Debido a que no se entregan programas de mano en los conciertos que tienen

lugar en el Salón Dorado, Sebastián Masci actuó como presentador anunciando las

obras y brindando una breve reseña sobre las mismas.

En el caso del Trío para viola, clarinete y piano en Mi bemol mayor de Mozart,

el nombre Kegelstatt hace alusión al callejón donde circulan los bolos para derribar los

palos. Mozart ya había compuesto los 12 dúos para corni di bassetto (K.487) mientras

estaba jugando a los bolos en 1786 y luego, añadió este trío, denominado originalmente

“Ein Terzett für Klavier, Viola und Klarinett”, pero no existen evidencias que

demuestren que Mozart le haya puesto ese subtítulo, sino que fue obra de editores

posteriores. Sí se sabe que está dedicado a Franziska Jacquin (1769-1850), amiga y

discípula del compositor, quien se mostraba muy satisfecho por los progresos de su

alumna como pianista. En aquella época, el clarinete era un instrumento prácticamente

nuevo y existían muy pocas obras compuestas para el mismo, de modo que contribuyó a

ampliar el repertorio. Posee 3 movimientos: Andante/ Menuetto/ Allegretto, donde los

músicos lograron un muy buen sonido desde los primeros compases del movimiento

inicial. Cada uno se lució -tanto de manera individual en sus variaciones y solos como

en ensamble- logrando un sonido compacto y envolvente. En el caso particular de

Sebastián Masci, era la primera vez que tocaba la viola en vez del violín y lo hizo muy

bien, merced a un excelente fraseo y ejecución de pasajes. El menuetto central sonó de

manera elegante y precisa, mientras que Matías Thicourel tuvo un excelente desempeño

al inicio del allegretto final, seguido en viola por Sebastián Masci. Mientras el piano

lleva la base rítmica, el clarinete y la viola llevan la melodía. Finalmente, mediante una

serie de variaciones a cargo de cada uno de los instrumentos, los tres suenan al unísono

mediante una coda que deja fascinado al oyente. Tras su interpretación, el público entró

a aplaudir calurosamente.


A continuación, se escucharon dos fragmentos de Las Cuatro Estaciones Porteñas

de Astor Piazzolla: Invierno Porteño y Primavera Porteña, donde Matías Tchicourel

realizó una transcripción para clarinete bajo (clarón) del célebre arreglo del

violonchelista José María Bragato -quien, a su vez, integró el ensamble que conducía

Astor Piazzolla- al mejor estilo del célebre dúo formado por el compositor marplatense

con el saxofonista Gerry Mulligan en los años ’70. En este caso, este arreglo para

clarinete bajo -en reemplazo del violoncello- permitió brindar una textura diferente.

Unido esto a los excelentes glissandi y resolución de cadencias de Alicia Belleville

llevando la melodía en piano mientras el violín da la métrica rítmica en Invierno

Porteño, el clarinete bajo ofrece un magnífico contrapunto. El solo de Matías Tchicourel

fue sublime, mientras Sebastián Masci se distinguió por su maestría como violinista. Y,

en el caso de Primavera Porteña, la entrada al unísono fue perfecta, aunque el violín

solista posee un predominio de matices sonoros. El clarinete bajo brinda los graves

mientras el violín solista desarrolla la fuga inicial. En la parte central de la pieza, el

clarinete bajo lleva la melodía, seguido por el violín y el piano. Los instrumentos

desarrollan sus respectivas variaciones antes de la fuga final al unísono, que sonó

auténticamente piazzoliana. El impecable fraseo de Sebastián Masci -un consabido

intérprete de este repertorio- lo hizo posible y el Salón Dorado estalló en aplausos.

Alexander Ariutunian fue un compositor armenio muy prolífico, que escribió

numerosos conciertos para instrumentos de viento, un concierto para violín y orquesta y

numerosa música de cámara. Adquirió fama tras haber ganado el Premio Stalin en 1949

por su cantata Tierra Madre (Motherland), entre numerosos galardones. Su Suite para

violín, clarinete y piano data de 1992 y está dedicada al Trío Vernier. Posee 4

movimientos: Introducción (Lento)/ Scherzo (Allegretto giocoso) / Diálogo (Lento) y

Finale (Sincopado), donde los movimientos lentos se caracterizan por una inmensa

profundidad sonora, mientras que los rápidos se basan en temas folklóricos armenios.

La interpretación se caracterizó por tener entradas muy precisas, con perfecta ejecución

de los glissandi y trinos por parte del clarinete y del piano, mientras que el violín se

caracterizó por pasajes de un fraseo impecable. El 1° movimiento se inicia desde las

notas graves del piano, seguido por el violín, que toma la melodía. El arabesco inicial a

cargo del clarinete es de carácter oriental, con mucha influencia de la música rusa de

fines del siglo XIX -principalmente, Ippolitov- Ivanov, con pasajes que evocan su

Rapsodia Armenia-. La melodía del 2° movimiento es muy alegre y ricamente

elaborada, mientras que en el 3° (Lento), el violín y el clarinete ejercen un excelente

contrapunto, que desemboca en la síncopa a cargo del piano que marca el inicio del 4°

movimiento. Dicha melodía también es de corte netamente oriental y es tomada por el

violín y el clarinete, quienes protagonizan el 3° movimiento mediante un diálogo en

canon donde se vuelve al tema del Lento inicial para culminar en una recapitulación de

la mencionada síncopa. La maestría y la calidad de los integrantes del Trío del Este se

vio reflejada en esta hermosa obra, que tuvo una ovación de aplausos y vítores luego de

su interpretación. Y, a pesar de que se había acabado el tiempo y los músicos tenían que

cumplir estrictamente el horario por otros compromisos artísticos, hubo tiempo para

ofrecer un bis: una selección de La invitación al castillo, de Francis Poulenc, compuesta

en 1947 como música incidental para la comedia homónima de Jean Anouhil. Una

versión de muy buen gusto y gran jerarquía interpretativa, que también fue muy

aplaudida.


En un contexto difícil para la música de cámara por cierre de espacios para su

difusión y falta de apoyo económico, el hecho de organizar este tipo de actividades con

intérpretes de alta calidad y primer nivel hace que el público se interese y descubra este

vastísimo repertorio, tan o más importante que el sinfónico convencional. Por otra parte,

permite la formación de nuevo público mediante conciertos breves -menores a una hora

de duración-. En este caso, con los ganadores de un premio recientemente obtenido por

mérito propio.

 Estupendo concierto de la Sinfónica Nacional Juvenil en el Palacio Sarmiento


CON SEMEJANTE JUVENTUD, EL FUTURO ESTÁ ASEGURADO

Martha CORA ELISEHT


Una de las principales características de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil

“Libertador Gral. San Martín” es la calidad no sólo de sus integrantes, sino también, de

sus directores asistentes -todos, músicos jóvenes sumamente talentosos-. El prestigioso

organismo sinfónico que dirige el maestro Mario Benzecry cuenta con un gran plantel

de directores asistentes que demostraron su experiencia y maestría en un concierto que

tuvo lugar el pasado jueves 10 del corriente en el Auditorio Nacional del Palacio

Domingo Faustino Sarmiento, con la presencia de los siguientes solistas en el programa

que se detalla a continuación:

- Concierto n°3 para piano y orquesta en Do menor, Op.37- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

Director: Fausto LEMOS

Solista: Franco PEDEMONTE

- “Camino a la peña” (Introducción y malambo para orquesta sinfónica) -

Cristian AXT

Director: Erik Luján BERMAN

- “Chi il bel sogno di Doretta» (LA RONDINE) - Giacomo PUCCCINI (1858-

1924)

- «Chacun le sait» (LA FILLE DU RÉGIMENT) - Gaetano DONIZETTI (1797-

1848)

Director. Erik Luján BERMAN

Solista. Micaela MUSTO (soprano)

- Sinfonía n°8 en Si menor, D.759 (“Inconclusa”)- Franz SCHUBERT (1797-

1828)

Directora: Lourdes SABECKIS


Ante la consabida ausencia de programas de mano, Lourdes Sabeckis actuó

como presentadora oficial del concierto para anunciar las obras comprendidas en el

programa y sus respectivos intérpretes. Posteriormente, el concertino Santiago Bravo

hizo su aparición sobre el escenario para brindar la tradicional afinación de instrumentos

antes de la entrada de Fausto Lemos y Franco Pedemonte, quienes ofrecieron una

magnífica versión del célebre Concierto n°3 para piano y orquesta en Do menor, op.37,

compuesto en 1800 y estrenado en el Theater an der Wien en 1803 con el compositor al

piano. Sus tres movimientos (Allegro con brio/ Largo/ Rondó. Allegro) fueron

ejecutados con suma precisión, tanto por parte del director como del solista. Fausto


Lemos sorprendió por su soberbia marcación y conducción, haciendo que la orquesta

sonara auténticamente beethoveniana, con muy buen ajuste, matices y dominio de

tempi. Y bien es conocida la impecable trayectoria de Franco Pedemonte como pianista,

logrando una interpretación muy sentida, precisa, con una perfecta resolución de

cadencias, pasajes, trinos y arpegios. Una versión perfecta, que fue intensamente

aplaudida luego de su interpretación, motivo por el cual Franco Pedemonte ofreció un

bis: la Romanza n°3, Op.30 de Mendelssohn, que sonó sumamente precisa y romántica

motivo por el cual se retiró luego de otra ovación de aplausos.

Compuesta en 2011 por encargo del director argentino Jorge Llhez para su

estreno con la orquesta del Valle del Cauca en Colombia, Camino a la peña se

transformó en la obra más conocida de Cristian Axt a nivel internacional. El compositor

y pianista argentino radicado en Viena la concibió como una Introducción y malambo

para orquesta sinfónica que narra el viaje de un joven gaucho que atraviesa el desierto

pampeano en una noche de luna llena para llegar a una peña folklórica que arde en el

horizonte. El trayecto pone a prueba su temple hasta que llega a destino, donde se

enfrenta a un duelo de malambo. Cuando queda agotado y la fiesta pareciera que llega a

su fin, otro gaucho revive el duelo y la fiesta prosigue hasta el amanecer. La

introducción a cargo del clarinete con trémolo en cuerdas estuvo muy bien lograda, al

igual que el malambo mediante una serie de contrapuntos en cuerdas, trombones -

especialmente, trombón bajo- y percusión, además de la cadencia a cargo de los metales

en contrapunto con las maderas (requinto y fagot) y cuerdas. La dirección de Erik Luján

Berman fue sumamente precisa, demostrando muy buena marcación y dominio de tempi

en el desarrollo armónico y tonal del malambo. La obra fue sumamente aplaudida y se

invitó a pasar al compositor a saludar al escenario.

Seguidamente, la soprano Micaela Musto hizo su presentación sobre el escenario

junto a Erik Luján Berman para interpretar dos famosas arias de ópera; Chi il bel sogno

di Doretta de LA RONDINE, de Puccini y Chacun le sait de LA FILLE DU RÉGIMENT

de Donizetti. Ganadora del Premio 25° aniversario de la Scala de San Telmo y

semifinalista del 1° Concurso Nacional de Cantantes Líricos Asociados de la República

Argentina (CLARA), se desempeña actualmente como integrante del Coro Polifónico

Provincial de Santa Fe. Posee una voz melódica y potente, que corre, con muy buen

dominio de los agudos y pianissimi, aunque no se la apreció tan bien en las notas graves

de la primera de las dos arias. Su dominio de la coloratura le permitió componer

perfectamente bien la segunda aria y se la apreció en toda su plenitud. El repertorio del

bel canto le sentó de perlas y quien estuvo muy bien fue el director, que ajustó la

orquesta para que la voz de la soprano se pueda lucir. Su desempeño se vio coronado

por numerosos aplausos y vítores.

Para culminar el presente concierto, se eligió la Sinfonía n°8 en Si menor D.759

(“Inconclusa”) de Schubert, bajo la dirección de Lourdes Sabeckis. El músico vienés la

compuso en 1822 para ser admitido como miembro honorario de la Musikverein für

Steiermark (Sociedad Musical de Estiria), bajo la presidencia de Anselm Hüttenbrenner,

amigo personal del compositor. Para finales de ese año, Schubert ya había escrito los

dos primeros movimientos -completamente orquestados- y el scherzo de un tercero (casi

terminado en una reducción para piano). Desgraciadamente, la obra quedó en un cajón y

no se encontró hasta muchos años después de la muerte de Schubert. Recién en 1860,


cuando Joseph Hüttenbrenner la encontró, la consideró un tesoro perdido y convenció al

director de orquesta Johann von Herbeck para que la interpretara. Su estreno se produjo

en 1865 y la partitura de los dos movimientos que la integran (Allegro moderato/

Andante con moto) no se publicó hasta 1867. Es una de las sinfonías más célebres en

toda la historia de la música y la interpretación de la Sinfónica Juvenil al frente de

Lourdes Sabeckis fue magistral, con muy buen dominio de matices, tempi y equilibrio

sonoro. Una de las mejores versiones que esta cronista escuchó por una orquesta

argentina en estos últimos tiempos, cuya interpretación se vio coronada por numerosos

aplausos.

Una de las principales características del presente concierto ha sido la sonoridad

de la orquesta, sumamente compacta y muy bien ajustada en todas las obras

comprendidas en el programa, desde el inicio hasta el final. Con semejante calidad de

intérpretes y tanto talento juvenil, el futuro está asegurado.

miércoles, 9 de julio de 2025

 El viernes 4/7 se presentó la OFBA en la Sala Principal del Teatro Colón con su directora titular M° Zoe Zeniodi

En la primera parte se pudo escuchar de Louise Farrenc la Sinfonía N° 2 en re mayor Op. 35 . Una buena decisión de programación ya que la compositora fue además  pianista y profesora francesa muy destacada en su tiempo pero  poco difundida hoy en día.De acuerdo a los archivos de Primeras Audiciones de Música Sinfónica en Argentina, trabajo realizado por el Licenciado Julio Palacio,  hasta el año 2008( ya que fue  año de su fallecimiento, por lo cual  quedó trunco el archivo en ese año) NUNCA se estrenó en Argentina una obra de la autora
La  obra en cuestión se estrenó en un concierto especial en el mes de mayo de 1849, pocos meses después de haberse  terminado.Según criticas de la época sus sinfonías constituyeron  interesantes manifestaciónes musicales y consagraron a Mme Farrenc, situándola entre los compositores distinguidos de la época
En la segunda parte del concierto se  escucho el Concierto para piano n.º 1 de  Tchaikovsky. Compositor de dotes parejas es recordado como melodista excepcional que no le fue en zaga a su habilidoso ingenio rítmico. Pianista de medios técnicos más que meritorios,el capítulo de su producción para teclado es amplio y variado. El concierto se escucho en la interpretación magnífica de la pianista rusa Anna Geniushene  quien demostró  altísima calidad interpretativa
Siendo uno de los más conocidos del autor, integra con toda comodidad, una lista con los cinco ejemplares más célebres del mundo entero.Refiriéndose a su obra,Tchaicovsky dijo que se trataba más de un duelo que de un “duetto” entre el piano y la orquesta. Respeta la antigua disposición clásica de hacer durar al 1° movimiento  la suma de los dos restantes. El segundo movimiento se inicia con una evocadora melodía confiada al comienzo a la flauta.Aquí cabe destacar la presencia de Amalia Pérez en su rol de solista invitada de la Orquesta, que hizo escuchar el bello sonido de su instrumento, también cabe destacar en este movimiento, un breve pasaje solista de cello  del atril titular de la Orquesta, José Alberto Araujo, siempre haciendo maravillas con su instrumento
Después de grandes aplausos del público presente la solista ofreció como bis la Bagatela Op.33 N° de L.v. Beethoven 

                                                                                                                  Marta Lugo de Palacio

lunes, 7 de julio de 2025

 TRIUNFAL INICIO CON M. BUTTERFLY EN EL MUNICIPAL


Por Jaime Torres Gómez

Inusualmente, recién comenzando julio, arrancó la temporada lírica del Teatro

Municipal de Santiago, esta vez con una de las óperas más amadas del repertorio

como es Madama Butterfly, de Giacomo Puccini.

Luego de ocho años de ausencia en el Municipal, retorna Butterfly como un título

lógico y estratégico para reencantar a los operáticos tradicionales y a la vez para las

nuevas audiencias, estas últimas como público del futuro.

Aún por recuperar los tradicionales seis títulos de ópera pre-pandemia, se ha avanzado

gradualmente, destacando -a la luz de sus estupendos resultados artísticos y

económicos- la incorporación del musical “La Novicia Rebelde” en abril pasado, al ser,

de alguna forma, un derivado del género lírico tal como la opereta y la zarzuela, y por lo

tanto, compatibles de ofrecerse en el patrimonial coliseo artístico nacional. Sólo advertir

a futuro no desproporcionar la programación de este tipo de género en perjuicio de la

cantidad histórica de títulos de ópera, so pretexto de cautivar a nuevas audiencias,

propendiendo así a un natural equilibrio.

Con tan sólo anunciar este título pucciniano, es esperable disponer de una masiva

concurrencia, al punto que se han contemplado varias funciones adicionales ante la

alta demanda de público, validándose así el interés por el cultivo de la ópera como

género.

Cabe señalar los potentes referentes de M. Butterfly en el Municipal, como en 1968 con

la gran Raina Kabaivanska, la recordada y recientemente fallecida Gilda Cruz-Romo

(1977), la legendaria Renata Scotto en 1985, Yoko Watanabe (1990), como la

aclamada producción de Keita Asari en 2001 y 2007, asimismo la provocativa puesta

de Hugo de Ana en 2015.

La presente producción estuvo encabezada por la afamada soprano chilena Verónica

Villarroel, en su debut como regisseur, el destacado diseñador Pablo Núñez en la

escenografía y vestuario, y Ricardo Castro como iluminador. En esta oportunidad, a

diferencia de las producciones de Asari y De Ana, discurrió en una lograda visión

tradicional y libre de mayores alambicamientos discursivos propios de extemporáneas

bases estéticas, que terminan desdibujando la esencialidad de la obra. Empero, hubo

momentos de caprichosas libertades lindantes en lo brutal e inexacto respecto al libreto

original, como caracterizar el personaje de Kate de manera hiperbólicamente altiva,

asimismo, al umbral de lo imperdonable, exacerbar el final con la presencia del niño

mirando el cuerpo de su madre fallecida…

Tal como fue concebida, la acción se situó a finales del siglo 19, respetándose lo macro

de la obra de teatro original de David Belasco más el complemento de los libretistas

Illica y Giacosa, de notable correlación músico-drama. Así, con celebrada limpidez, del

todo logrado el contraste cultural oriente-occidente, sin caer en lo panfletario ni

caricaturesco. Y con certera empatía la caracterización de cada personaje, dándose

natural fluidez al desarrollo del discurso teatral sin rayar en naturalismo.

La disposición espacial, con esenciales elementos corpóreos sin adscribir a lo

minimalista, se mostró proporcionado para el cometido, facilitando un eficaz


desplazamiento de masas. Sin perjuicio de ello, no fue acertado emplazar la casa muy

a un costado, privando total visión al público ubicado en ese flanco, ante lo cual

siempre es deseable situar mejor los puntos de fuga en aras de una mayor

“democratización visual”… Y de refinado gusto la tenue policromía de colores de la

escenografía y vestuario, apostando por una celebrada amabilidad visual,

estupendamente apoyada por un acertado (y empático) apoyo lumínico.

En lo musical, gran concertación de Paolo Bortolameolli, completamente idiomática y

entendiendo a cabalidad las claves del lenguaje pucciniano, de refinada riqueza

armónica, tímbrica y colorística (no es fácil abordar Puccini, por su compleja simbiosis

entre lo peninsular, en lo melódico y expresivo, y lo galo, de exquisito tratamiento de

texturas instrumentales). De equilibrada lectura, con inteligente administración de la

contención y el desgarro, hubo una galería de certeros matices, acentos y

transparencias más una celebrada adopción de tempi. Gran apoyo a las voces,

logrando una interpretación bien integrada entre foso y palco escénico. Completa

adhesión de la Filarmónica de Santiago a la autorizada batuta de Bortolameolli, su

actual Director Titular Designado.

Excelente servicio general de los roles protagónicos y comprimarios, principiando por

una notable Erika Grimaldi como Cio Cio San, de consumada inteligencia y

profundidad interpretativa; sin duda, de las más grandes Butterfly que se tenga

recuerdo en el Municipal. De pareja línea de canto, con fortalezas en firmes agudos

más una formidable administración de las medias voces, compone un physique du rôle

de penetrante psicología enfatizado en una idealización del contexto no

necesariamente de una adolescente de 15 años, sino expandido a toda persona

obsesionada por una causa…

De los demás roles, con hermoso timbre y buenos medios vocales y de actuación, el

tenor José Simerilla Romero logra un entregado Pinkerton, aunque, en momentos, de

proyección errática y ciertas sinuosidades en el passaggio. La mezzo Kai Rüütel-

Pajula, de importante material, ofrece una acertada Suzuki, aunque a ratos poco

audible. Notable como Sharpless el barítono Eleomar Cuello, con una entrega del todo

creíble en musicalidad y actuación. Notable y justificada la venida desde Europa del

tenor Mikeldi Atxalandabaso para el ingrato rol de Goro, normalmente atendido por

cantantes locales, explicándose esta presencia ante, quizás, la escasez de voces

nacionales para dicho rol. De los demás roles comprimarios, acertados resultados de

Matías Moncada como Bonzo, Ismael Correa en un extraordinario Yamadori, Pilar

Garrido como Kate y Pedro Alarcón como Comisario Imperial.

En suma, un triunfal inicio de la temporada lírica del Teatro Municipal de Santiago, y

buen referente para proyectar las futuras temporadas de ópera del decano coliseo

artístico nacional.

 

Una vez mas Miceal O'Rourke dando muestras de su talento, esta vez en la Usina del Arte. Fotografía de la autora del presente comentario


Excelente recital de Miceál O’Rourke en el Ciclo de Cámara de la Usina del Arte


EL SONIDO PRÍSTINO COMO VALOR AGREGADO

Martha CORA ELISEHT


Asiduo visitante de la Argentina en numerosas oportunidades, el pianista

irlandés Miceál O’Rourke es sinónimo de maestría y calidad en sus interpretaciones.

Tras haber actuado durante el transcurso del corriente año en el Salón de Honor del

Palacio Domingo Faustino Sarmiento y en el Salón Dorado del Teatro Colón junto al

Cuarteto BRÍOS, este prestigioso intérprete ofreció el pasado domingo 6 del corriente

un recital de piano dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte, donde se

interpretaron las siguientes obras:

- Variaciones sobre una canción popular rusa en Re menor (Chanson russe

variée)

- Nocturno en Mi menor n°8, H 46- John FIELD (1782-1837)

- Andante spianato y Gran Polonesa brillante, Op.22- Frederic CHOPIN (1810-

1849)

- Cuadros de una Exposición- Modest MUSSORGSKY (1839-1881)

Ante una sala de cámara que contó con numeroso público, Miceál O’Rourke

abrió el recital con dos obras del compositor irlandés John Field, cuya extensa

producción se encargó de rescatar y difundir mediante una serie de grabaciones que se

encuentran disponibles en plataformas digitales. La primera data de 1818 y se trata de

una serie de variaciones sobre un tema popular ruso, que abordó con una interpretación

magistral, diáfana y cristalina. Precisamente, una de las principales características de

este gran pianista es el sonido puro y prístino de sus interpretaciones -

independientemente de su prodigiosa memoria-. No sólo fue muy prolífico, sino que

John Field fue el primer compositor de la historia de la música que escribió quintetos

para piano y cuarteto de cuerdas, además de acuñar el término nocturno para referirse a

una serie de composiciones breves para piano, ya que era un eximio intérprete de dicho

instrumento. Provenía de una acomodada familia de músicos e hizo numerosas giras por

Inglaterra, Francia, Viena y Moscú -donde finalmente, falleció tratando de buscar la

cura contra un cáncer que puso fin a sus días- y escribió 7 conciertos para dicho

instrumento, motivo por el cual se lo considera un compositor emblemático en su país

natal. Por dicho motivo, O’Rourke eligió el Nocturno en Mi menor n°8 H 46, que data

de 1821 y que sonó de manera brillante y precisa.

Siendo ganador de la medalla Chopin por la Sociedad Chopin de Varsovia por la

calidad de sus interpretaciones del poeta del piano, no podía faltar dentro del presente

recital una obra emblemática del gran compositor polaco: el Andante spianato y Gran

Polonesa brillante en Mi bemol mayor, Op.22, que fue compuesta en dos períodos:

primero, la Gran Polonesa brillante en Mi bemol mayor, que data de 1830- 1831.

Posteriormente y, a modo de introducción extensa, Chopin le agrega el Andante

spianato en 1834. A diferencia de la polonesa, está escrito en Sol mayor y, en la


presente versión, Miceál O’Rourke ofreció una interpretación magistral, sutil, vibrante

y, por sobre todas las cosas, solemne de esta célebre obra. El pianista fue sumamente

aplaudido al finalizar la misma y, tras una breve pausa, se dirigió nuevamente al teclado

para ofrecer una versión de fuste de otra obra: Cuadros de una Exposición de

Mussorgsky, compuesta originalmente en 1874 como una suite para piano basada en

una exhibición póstuma de 10 pinturas de su amigo y artista plástico Viktor Hartmann

(1834-1873) organizada por el crítico de arte y asesor del Grupo de los Cinco Vladimir

Stásov (1824-1906). Posteriormente, Maurice Ravel realiza su célebre orquestación en

1922, que forma parte de repertorio de cualquier orquesta sinfónica que se precie como

tal. Los cuadros que la integran son: Gnomos, El viejo castillo, Tullerías, Bydio (cabeza

de ganado), Ballet de los polluelos en sus cáscaras, Samuel Goldenberg y Schmuyle, El

mercado de Limoges, Catacumbas, La cabaña de Baba Yaga (sobre patas de gallina) y

La gran puerta de Kiev. A esto se le suma el motivo conductor (Promenade), donde el

visitante entra al salón donde se exhiben los cuadros. Escrito en estilo diatónico, este

pasaje describe la acción y crea la tensión. Luego de la quinta repetición del motivo, da

la impresión que el visitante se ensambla con los cuadros y forma parte del universo

pictórico.

Desde el punto de vista pianístico, la suite posee dos tipos de armonización: la

diatónica, para los cuadros poéticos, y la cromática, mediante escalas de tonos enteros,

octatónicas y yuxtaposición de pasajes para los cuadros de tono fantástico y misterioso.

En la presente versión, la Promenade sonó solemne desde el principio hasta el final, con

un sonido prístino y una precisión absoluta en cada una de las partes que integran esta

suite. Logró unos matices increíbles en cada una de las partes con un perfecto dominio

de tempi y majestuosidad en la cadencia final que cierra la obra. El público lo ovacionó

y el intérprete ofreció dos bises: El viejo castillo y un Nocturno en Mi menor de Chopin,

que sonaron magistralmente para poner punto final a un brillante recital.

Con un intérprete de semejantes quilates que visita tan asiduamente la Argentina,

sería muy bueno que Miceál O’Rourke tuviera su lugar sobre el escenario del Colón; ya

sea para ofrecer un recital o interpretar algún concierto para piano y orquesta en calidad

de solista. Ha dado muestras de sobra para merecerlo y sería muy bueno que esta

crónica sirva para que las actuales autoridades del Colón lo tengan en cuenta al

momento de programar una próxima temporada.

 Regular desempeño de Zoe Zeniodi al frente de la Filarmónica en el Colón


UN PROGRAMA DESLUCIDO Y BASTANTE OPACO

Martha CORA ELISEHT


Tras el excelente homenaje con motivo del centenario del nacimiento de Luciano

Berio de la semana pasada, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires volvió al ruedo de

la mano de su titular -Zoe Zeniodi- el pasado viernes 4 del corriente en el Teatro Colón

dentro de su tradicional Ciclo de Abono. En esta ocasión, contó con la pianista Anna

Geniushene en calidad de solista para brindar el siguiente programa:

- Sinfonía n°2 en Re mayor, Op.35- Louise FARRENC (1804-1875)

- Concierto n°1 para piano y orquesta en Si bemol menor, Op.23- Piotr I.

TCHAIKOVSKY (1840-1893)

Llama la atención el orden de las obras comprendidas en el programa, ya que figura

una sinfonía como primera obra y un concierto para piano y orquesta tan famoso como

el enunciado en calidad de obra de fondo. Según declaraciones de la directora helénica

en redes, “un concierto para piano y orquesta tan conocido y de semejantes

dimensiones es una obra enorme”. ¿Acaso una sinfonía no lo es, independientemente

de su autor -o autora- en este caso?... Sea como fuere, lo importante es que se incluyó

una obra de una compositora francesa prácticamente desconocida en el medio local:

Louise Farrenc (1804-1875), nacida en París como Jeanne- Louise Dumont y hermana

del escultor Auguste Dumont. Estudió piano y composición en el Conservatorio de París

con Antoine Reicha, Ignaz Moscheles y Johann Nepomuk Hummel. Posteriormente, se

casó con el compositor y editor musical Aristide Farrenc, de quien tomó su apellido y

quien la catapultó a la fama por presentar dotes extraordinarias como pianista y

compositora. Si bien compuso tres sinfonías entre 1843 y 1849, abundante música de

cámara- de las cuales, su Septeto en Mi menor es la más famosa-, obras corales y una

extensa obra para piano, su obra cayó en el olvido por haberse dedicado exclusivamente

a la música instrumental y no haber compuesto ópera, género muy popular en Francia

en el siglo XIX. No obstante, por haber vivido en la misma época que Mendelssohn y

Schumann, su estilo reúne elementos comunes de estos grandes compositores

románticos. Su Sinfonía n°2 en Re mayor – escrita en forma de sonata- data de 1849 y

posee 4 movimientos: Andante- Allegro/ ndante/ Scherzo. Vivace/ Andante. Allegro, que

combinan temas de gran lirismo con coros de maderas que aportan calidez, sonando

muy beethoveniana en determinados pasajes y schumaniana en otros. Con una

formación característica del repertorio romántico, la Filarmónica ofreció una buena

versión de esta obra, que no se caracterizó por poseer gran brillo, excepto en el Scherzo.

Según opinión de quien escribe, se le pudo haber sacado un poco más el jugo

brindándole mayor vuelo orquestal o explorando la paleta tonal en toda su dimensión.

Compuesto en Moscú entre 1874 y 1875, el celebérrimo Concierto n°1 en Si bemol

menor para piano y orquesta, Op.23 de Tchaikovsky constituye el paradigma del

concierto romántico para dicha formación. Originalmente dedicado a Nikolai


Rubinstein- su profesor en el conservatorio de Moscú-, éste manifestó su desagrado

cuando lo ejecutó. Profundamente decepcionado por su actitud, Tchaikovsky decidió

cambiar la dedicatoria a Hans von Bülow, quien lo estrenó en Boston en Octubre de

1875, gozando de un éxito rotundo que predomina hasta la actualidad. Sus tres

movimientos (Allegro non troppo e molto maestoso (en Re bemol mayor)- Allegro con

spirito (en Si bemol menor) / Andantino semplice- Prestissimo (Re bemol mayor) /

Allegro con fuoco (Si bemol mayor)) representan un auténtico desafío para el solista, ya

que las cadencias, arpegios y pasajes son de extrema dificultad técnica. Por ser una

obra tan famosa universalmente, cualquier falla se aprecia enseguida. Si bien se apreció

una mejor calidad de sonido por parte de la orquesta por ser una obra de repertorio, la

pianista incursionó en numerosos errores de interpretación: ralenteo de tempi al final del

1° movimiento, numerosas notas en blanco y algunos errores en la resolución de

pasajes, pese a que su pulsación y el manejo de los arpegios usando elementos de la

escuela rusa era sorprendente. En cambio, los solistas de los principales grupos de

instrumentos tuvieron una destacada actuación en sus solos -José Araujo en violoncello,

Amalia Pérez en flauta, Néstor Garrote en oboe y Juan Ignacio Ferreirós en timbal, entre

otros-. Si bien hubo muy buen dominio de tempi en el movimiento final por ambas

partes, Anna Geniushene volvió a dar notas falsas en el Allegro con fuoco. Una pena

que se haya arruinado un concierto tan hermoso y célebre, a pesar de que fue aplaudido.

La pianista aprovechó para ofrecer un bis: un Impromptu de Schubert, que sonó muy

bien y sumamente prolijo. Ahí se la pudo apreciar en toda su dimensión.

Se están apreciando numerosas irregularidades en el desempeño de Zoe Zeniodi

como directora titular de la Filarmónica en los conciertos que tiene a su cargo. Esta

diferencia es aún mayor y se incrementa luego de haber apreciado el excelente

desempeño y la mejoría de la calidad de sonido de la orquesta por parte de otros

directores invitados. Es hora de tomar una decisión al respecto para salvaguardar el

prestigio de la orquesta y sus integrantes, ya que parece ser que el cargo le queda

demasiado grande o no le sienta bien el sayo con el que la han investido.

domingo, 6 de julio de 2025

 


Final de la escena de la corte marcial de Billy Budd de Benjamin Britten en el Teatro Colón de Buenos Aires. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía de Lucía Rivero.



Estreno argentino de “Billy Budd”, en el Colón

 

UNA MUY BUENA VERSIÓN

Escribe: Graciela Morgenstern

Jueves 3 de julio, 2025

Sala: Teatro Colón

Fotos: Arnaldo Colombaroli, Prensa Teatro Colón

 

“Billy Budd”, de Benjamin Britten

Libreto: Edward Morgan Forster y Eric Crozier

Elenco: John Chest, Toby Spence, Hernán Iturralde, Homero Pérez Miranda, Gonzalo Araya, Alejandro Spies, Fernando Radó Sebastián Angulegui, Santiago Martínez, Leonardo Estévez y otros

Coro Estable del Teatro Colón. Director: Miguel Martínez

Coro de niños del Teatro Colón. Directora: Helena Cánepa

Orquesta Estable del Teatro Colón

 Iluminación: José Luis Fiorruccio.

 Escenografía: Diego Siliano. 

Vestuario: Luciana Gutman.

Dirección de escena: Marcelo Lombardero

Dirección musical: Erik Nielsen

 

Por fin el Teatro Colón materializó el postergado estreno de “Billy Budd”, de Benjamin Britten.  El libreto de E. M. Forster y Eric Crozier, basado en la novela de Herman Melville presenta el conflicto entre la ley y la verdadera justicia, entre la belleza exterior e interior y la maldad. La versión presentada fue muy buena.

El elenco, totalmente masculino fue homogéneo, en términos generales, con muy buen rendimiento vocal tanto de quienes encarnaron los roles principales como de los que cantaron los numerosos papeles comprimarios que la ópera contiene.

John Chest como Billy Budd se desempeñó con soltura escénica y desplegó su voz,  de bello metal y buen caudal, para concretar una excelente actuación. A su lado, Toby Spence (Capitán Vere) cumplió con su papel de manera satisfactoria, a pesar de que se notó un cierto desgaste vocal en algunas notas. A pesar de que el personaje de John Claggart requiere un bajo profundo, Hernán Iturralde realizó una muy buena interpretación del mismo desde todo punto de vista.

El resto del elenco, como ya se dijo, cumplió con sus personajes de manera muy eficiente.

Sin duda, en esta ópera, las escenas corales son de gran relevancia y tal vez, las más atractivas. El Coro Estable mostró una vez más, su solvencia vocal y ductilidad, bajo la dirección de Miguel Martínez, en una magnífica labor.

No menos importante fue la actuación del Coro de Niños, dirigido por: Helena Cánepa.

En tanto, Erik Nielsen dirigió a la Orquesta Estable, realizando un trabajo muy bien logrado en cuanto a tiempos, pulso y equilibrio sonoro.

La marcación escénica, a cargo de Marcelo Lombardero, fue impecable, con importantes contribuciones de Diego Siliano, cuya escenografía estuvo perfectamente adaptada a los ambientes de la obra y permitió cambios de escena rápidos y eficaces. De la misma manera, el adecuado vestuario de Luciana Gutman y la iluminación de José Luis Fiorruccio contribuyeron al espléndido efecto general.

 

Un estreno esperado que fue recibido con entusiasmo por parte del público.

 

CALIFICACIÓN: MUY BUENO