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miércoles, 19 de septiembre de 2018
resentación del bajo galés Sir Bryn Terfel en el Teatro Colón
UN GRANDE DE LA LÍRICA MUNDIAL EN BUENOS AIRES
Martha CORA ELISEHT
Dentro del Ciclo “Grandes Intérpretes Internacionales”, el pasado miércoles 5 del corriente hizo su presentación en el Teatro Colón el bajo- barítono galés Bryn Terfel, acompañado por la pianista rusa Natalia Katyukova. Ofreció un recital muy variado, que incluyó no sólo cancines populares inglesas, irlandesas y galesas, sino también, fragmentos de ópera y Lieder de Schubert y Schumann, para concluir magistralmente con temas de John Charles Thomas- barítono estadounidense que ejerció una influencia decisiva en su carrera-.
Era la primera vez que este gran artista- designado Sir por la reina Isabel II de Inglaterra- se presentó en nuestro mayor coliseo, luego de haber cumplido una extensa carrera de más de 25 años de trayectoria, que lo llevó a recorrer y triunfar en los principales escenarios del mundo. Nacido en 1961, estudió en la Academia Guilford en Oxford e hizo su debut en 1990 en la Ópera Nacional de Gales como Guglielmo en Cosi fan Tutte, de Mozart. A partir de allí, siguió incorporando los roles principales de su cuerda y comenzó una carrera ascendente. En un impecable inglés, se dirigió al público explicando las razones por las cuales había elegido ese repertorio: se trató de una síntesis de su vasta carrera, que comprendió desde las viejas canciones de los compositores galeses Ioris Lewis (Canción del Dragón Rojo) y Owen Williams (Domingo de Ramos)- que ofreció en su idioma natal-, pasando por Friederich Keel y las tradicionales Songs of the Celtic Islands (Canciones de las Islas Celtas)- en inglés, galés y gaélico irlandés- hasta abarcar el célebre Moritat de La Ópera de Dos Centavos, de Kurt Weill, para concluir la primera parte del mencionado recital con el aria de Mefistófeles “Son lo Spirito che nega”, de Arrigo Boito. En todas sus interpretaciones, Terfel demostró la gran versatilidad de su voz, un perfecto dominio escénico en cada una de sus variadas interpretaciones y una increíble musicalidad, con el perfecto acompañamiento de la extraordinaria pianista rusa Natalia Katyukova- quien se desempeña como Maestra Interna en la Metropolitan Opera House de New York, y que ejerce sus actividades en la Julliard School of Music de dicha ciudad- , que ofreció un sonido prístino y una maravillosa interpretación.
Para la segunda parte del recital, Bryn Terfel eligió los siguientes Lieder de Robert Schumann: Belsatzar, Zwei venetzianische Lieder (Dos canciones venecianas) y Mein Wagen rollet langsam (Mi carruaje anda lentamente), los cuales fueron interpretados de manera exquisita, con una finura y delicadeza dignas de un gran artista. Lo mismo sucedió con sus homónimos de Franz Schubert: Liebesshotschaft (Mensaje de Amor), Das Fischermädchen (La pescadora), pero el momento más trascendente -que marcó el clímax del recital- fue su magnífica y excelente interpretación de Litanei auf das Fest aller Seelen (Letanía para la fiesta de los Fieles Difuntos), donde recibió una ovación de aplausos. Siguió luego con Die Tauberpost (La paloma mensajera) y, posteriormente, eligió cinco canciones de John Charles Thomas para cerrar uno de los mejores recitales que un bajo- barítono ofreciera en el Colón. Por otra parte, es raro que un bajo cante Lieder- al estilo de Dietrich Fischer- Dieskau, quien era uno de los mejores barítonos intérpretes de Lieder, pero que nunca cantó en el Colón-, y Terfel lo hizo magistralmente. Sólo realizó un bis: la celebérrima aria del lechero Tevye de El violinista sobre el tejado (Si yo fuera rico), donde desplegó todas sus dotes histriónicas en escena- hasta dando pasos de música kletzmer- y su versatilidad vocal. Y se retiró ovacionado.
Bryn Terfel no sólo agradeció el cariño y los aplausos del público, sino que, además, hizo alusión a un célebre comentario que hizo Jonas Kaufmann sobre la excelente acústica del Colón: en resumidas cuentas, manifestó que no quería perderse la oportunidad de actuar en el teatro que posee la mejor acústica del mundo. No sólo lo logró, sino que a partir de esa noche, inició un romance con el público argentino. Esperemos volver a ver pronto a este auténtico gigante de la lírica en el escenario de nuestro mayor coliseo interpretando una ópera completa. Tal cual manifestó en inglés: “el Colón es una casa de ópera, y debo cantar una ópera”. Que así sea.
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