domingo, 11 de abril de 2021

 

Interesante concierto de compositores argentinos poco representados en el CCK

 

PRIMERO, LO NUESTRO

Martha CORA ELISEHT

 

            Con el correr del tiempo, el Centro Cultural Kirchner (CCK) se ha consolidado como la principal sala de conciertos del país: no sólo por la variedad de espectáculos que en él se ofrecen, sino también por la riqueza de los intérpretes. En este caso, el pasado viernes 9 del corriente se ofreció un concierto de cámara en la Sala Argentina de dicha institución a cargo del trío compuesto por Jorge Calderari (violín), Teresa Fainstein Day (cello) y Javier Mas (piano), quienes interpretaron el siguiente repertorio:

-          “Impresiones de mi tierra”- Manuel GÓMEZ CARRILLO (1883-1968)

-          “Aires pampeanos” para violín y piano-  Gilardo GILARDI (1889-1963)

-          “Réverie” para violín y piano- Héctor PANIZZA (1875-1967)

-          “Kleine Elegie” para cello y piano- Carlos OLIVARES (1890-1972)

-          Tres piezas breves para cello y piano, Op.4- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

-          Trío n° 2 para violín, cello y piano- Luis GIANNEO (1897-1968)

Debido a la carencia de programas de mano, Javier Mas se dirigió al público para brindar una breve reseña de cada obra y la vida de los compositores. El repertorio se caracterizó por ser obras muy poco difundidas de compositores argentinos que vivieron y fallecieron más o menos en la misma época y que cayeron injustamente en el olvido. Merced al impecable trabajo de rescate del Instituto de Musicología “Carlos Vega”, se han recuperado y hoy en día se pueden apreciar. Desgraciadamente, otras tantas se han perdido –tal es el caso del Trío n° 1 para violín, cello y piano de Luis Gianneo- y por eso se interpretó el Trío n° 2 del mencionado autor.

Manuel Gómez Carrillo fue un compositor santiagueño vinculado a la obra de Andrés Chazarreta y autor de la recopilación Música Nativa del Norte Argentino (1920), que supo fusionar los ritmos característicos de su tierra natal con la música europea. Tal es así que Impresiones de mi tierra está escrita como rapsodia que se inicia con pericón, prosigue con bailecito y huella en una perfecta conjunción clásica/ folklórica introducida por el piano en cada uno de los ritmos que integran la misma. El diálogo entre los tres instrumentos se caracterizó por un perfecto equilibrio sonoro, muy compacto, bien llevado y por una excelente interpretación, donde Jorge Calderari se destacó en sus solos del pasaje lento. Seguidamente, Jorge Calderari y Javier Mas interpretaron las dos obras para violín y piano: Aires pampeanos de Gilardi y Réverie (Ensoñación) de Héctor Panizza. Ambas obras fueron compuestas en 1945, pero de características muy diferentes: mientras que la primera fusiona melodías folklóricas de la pampa con ribetes de música de cámara europea –al estilo de Luigi Boccherini-, la segunda posee una línea melódica netamente europea, ricamente elaborada y de tinte impresionista, que permite el lucimiento del fraseo del violín en escalas ascendentes y descendentes que dan el efecto onírico acorde al título de la obra, retomado por el piano en escala diatónica. La labor de ambos instrumentistas fue magistral, brindando una interpretación de altísimo nivel.

Tras una breve pausa,  el dúo formado por Javier Mas y Teresa Fainstein Day ofreció las dos obras para sus respectivos instrumentos: Kleine Elegie (Pequeña Elegía) de Carlos Olivares y las Tres piezas breves para cello y piano de Astor Piazzolla. La primera está escrita en forma de sonata, donde el piano introduce el tema para permitir el lucimiento del cello en su fraseo, brindando el tono elegíaco. No sólo Olivares fue cellista, sino también un músico muy importante en su época. Fundó la Orquesta Sinfónica de Tucumán y fue maestro de Teresa Fainstein Day, quien agradeció poder interpretar su obra. A continuación, se ejecutaron las Tres piezas breves Op. 4 de Piazzolla. Es una obra de juventud, muy diferente del estilo que caracterizó al músico marplatense en todo el mundo, que consta de tres movimientos: Adagio/ Serenata/ Siciliana. El primero es una Pastoral donde el cello desarrolla el tema principal, mientras que el piano acompaña con arabescos y glissandi. En el segundo (Serenata), el piano abre la melodía con ciertas disonancias- notoria influencia de Nadia Boulanger, quien fuera su maestra durante sus años de perfeccionamiento en París- hasta que el cello toma la línea melódica. En la última (Siciliana), el cello abre el diálogo con el piano en pizzicato en una pasacaglia que recuerda la pieza homónima de Fauré (Siciliènne), pero con un estilo más contemporáneo. Muy buena labor de ambos instrumentistas, que recibió un fuerte aplauso por parte del público.

Por último, el conjunto ofreció una excelente versión del Trío n° 2 de Luis Gianneo, que consta de tres movimientos: Introducción- vivace/ Molto andante/ Allegro energico. Previamente al vibrante Vivace del 1° movimiento, la Introducción fue ejecutada de manera muy solemne al unísono por los tres instrumentos. Es una obra donde Gianneo toma fragmentos de otras de sus composiciones (El tarco en flor, Concierto Aymará y el Pericón Nacional –fue quien realizó la orquestación de dicha obra, que perdura hasta la actualidad-) y las conjuga –a modo de caleidoscopio- de manera magistral mediante recursos de contrapunto, capitulación y fuga. El pizzicato a cargo del cello estuvo en perfecto contrapunto con el piano y el violín y posteriormente, cada uno de los instrumentos tiene a su cargo una variación, mientras el otro desarrolla el tema principal. Esto se puso de manifiesto en el fragmento del Pericón, donde el trémolo de las cuerdas contrastó con la melodía –a cargo del piano- en una gran interpretación. En el Andante, la introducción está a cargo del cello y posteriormente, el piano retoma la melodía. El solo de violín posee reminiscencias del Concierto Aymará –escrito para dicho instrumento solista-, donde Calderari brindó una interpretación exquisita. El movimiento final está escrito como una pasacaglia donde se alternan el tempo de Allegro energico con cantábile, donde se aprecian las melodías de El tarco en flor con el Pericón Nacional que cierra la obra. Tras los fervientes aplausos por parte del público, no podía faltar un bis: una magistral versión de Oblivion de Astor Piazzolla, “obra que no necesita presentación”, según palabras textuales de Jorge Calderari.

Ha sido una experiencia maravillosa y un auténtico placer poder descubrir obras inéditas para la mayoría del público, de una insuperable belleza melódica y que han despertado luego de un prolongado letargo. La Argentina ha dado grandes talentos en materia de composición musical que han escrito obras hermosas, de gran calidad y jerarquía que es necesario escucharlas y aprender a descubrirlas mediante una adecuada difusión para que formen parte de los repertorios habituales de conciertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario