Muy buen desempeño de Bernardo Teruggi al frente de la Orquesta de Cámara del
Congreso
UNA PERFECTA CONJUNCIÓN ENTRE LOCALES Y GRINGOS
Martha CORA ELISEHT
La Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación sigue ofreciendo conciertos
de gran calidad sonora y jerarquía interpretativa en la temporada de su 35° aniversario.
La prestigiosa agrupación se presentó dentro de su habitual ciclo en el Salón de los
Pasos Perdidos del Congreso Nacional el pasado lunes 25 del corriente bajo la dirección
de Bernardo Teruggi, con participación de Paula Pomeraniec (violoncello) en calidad de
solista.
El programa se denominó “CRIOLLOS Y ESLAVOS” y comprendió las
siguientes obras:
- Andante cantábile para violonchelo y orquesta, TH 63- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
- Triste (Adagio doloroso) para violoncello y orquesta- Juan Bautista MASSA
(1885-1938)
- “Piruca y yo” (Historieta sentimental)- Gilardo GILARDI (1889-1963)
- Serenata para cuerdas en Mi bemol mayor, Op.6- Josef SUK (1874-1935)
El nombre del presente concierto temático se debió a que se incluyeron dos obras
de compositores argentinos y el resto, de compositores de origen eslavo como el checo
Josef Suk -quien fuera discípulo y yerno de Antonin Dvořak- y Piotr I, Tchaikovsky,
cuyo Andante cantábile para violoncello y orquesta fue el elegido para abrir la velada.
Forma parte del Cuarteto para cuerdas n°1 en Re mayor, que despertara las lágrimas del
escritor León Tolstoi durante su estreno en 1871. Escrito originalmente para violín en Si
mayor, posteriormente fue orquestado en forma aparte en su tradicional versión para
violoncello y orquesta de cuerdas. Tchaikovsky se inspiró en una canción típica
ucraniana para componer esta bellísima melodía, donde un campesino sueña con su
enamorada y le declara su amor. Una ha escuchado infinidad de versiones por grandes
intérpretes de esta célebre pieza, pero la de Paula Pomeraniec fue brillante,
destacándose con un sonido prístino y profundo en su solo. La orquesta supo
acompañarla a la perfección para culminar con un cálido aplauso por parte del público.
Con motivo de cumplirse el 140° aniversario del nacimiento del compositor
argentino Juan Bautista Massa, se decidió incluir en el programa su Triste para
violoncello y orquesta. Es un adagio doloroso de breve duración y de singular belleza
melódica, cuya apertura está a cargo del violoncello y la orquesta. El instrumento solista
lleva la melodía, que es replicada posteriormente por los violines. En este caso, se
lograron una muy buena profundidad sonora y bellos matices, lo que valió nuevamente
al conjunto y a la solista el aplauso del público.
Seguidamente, el ensamble ofreció una versión jocosa y vibrante de Piruca y yo, del
compositor argentino Gilardo Gilardi. Se trata de una suite para orquesta de cámara de
cuerdas, definida por su autor como “historieta sentimental” que consta de 4 números:
Piruca se quiere ir (milonga, huella y prado) / Piruca se ha ido (vidala) / Piruca quiere
volver (palito) y Piruca ha vuelto (Triunfo y marcha). El autor de Gaucho con botas
nuevas repite el estilo de humorada sinfónica característico de sus composiciones,
logrando un muy buen sonido y marcación de tempi desde los primeros compases del 1°
movimiento, mientras que, en el segundo, impera el carácter triste y melancólico de la
vidala, con una muy buena introducción por parte de las violas, seguida de llanto en los
violines. El 3° movimiento está escrito en ritmo de gato, jovial y alegre, con cuerdas en
fraseo y pizzicato, mientras que el último es un triunfo con aires de zamacueca y
chacarera, con un muy buen contrapunto en cellos y contrabajos. La impecable
marcación de Teruggi hizo posible una muy buena versión de este clásico local, que fue
sumamente aplaudida.
La Serenata para cuerdas en Mi bemol mayor, Op.6 de Josef Suk data de 1892 y fue
dedicada a Antonin Dvořak, quien fuera su profesor en el Conservatorio de Praga. El
célebre compositor checo notó que la música de su alumno era triste y melancólica y,
por lo tanto, le recomendó que compusiera algo más alegre. Basándose en la pieza
homónima de su maestro, Suk interpretó sólo dos movimientos de su obra en 1893 en
Tábor, pero la primera representación completa tuvo lugar en 1895 en el Conservatorio
de Praga bajo la dirección de Antonin Bennevitz, quien fuera su profesor de violín en
dicha institución. Fue muy bien recibida y es la obra de cámara más interpretada de este
compositor. Sus movimientos son: Andante con moto/ Allegro ma non troppo e
grazioso/ Adagio/ Allegro grazioso, ma non troppo presto, que fueron interpretados con
fuste, enjundia y precisión, logrando una versión excelsa, rica en matices, equilibrio,
empaste y profundidad sonora. La interpretación fue sumamente sentida, donde el canto
interno de la orquesta se sintió muy melancólico en el Adagio y brillante en los Allegro.
El presto final fue sublime y la dirección de Bernardo Teruggi, soberbia. Era la primera
vez que la orquesta interpretaba esta bellísima y difícil obra y lo hizo con maestría,
brindando una versión superlativa. Un nuevo mérito del organismo en su larga lista de
logros y una ovación de aplausos y vítores para un excelente concierto.
En la Argentina, la mayor parte de la inmigración eslava se alojó en la Mesopotamia
y, por ser rubios y de ojos claros, se los conoció como los gringos. No sólo se adaptaron
muy bien a la nueva tierra, sino que también se fusionaron con los criollos, dando ese
hermoso crisol de razas típico del país. En este caso, la fusión entre eslavos y criollos se
repitió perfectamente bien en materia de música.