martes, 26 de agosto de 2025

 Muy buen desempeño de Bernardo Teruggi al frente de la Orquesta de Cámara del

Congreso


UNA PERFECTA CONJUNCIÓN ENTRE LOCALES Y GRINGOS

Martha CORA ELISEHT


La Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación sigue ofreciendo conciertos

de gran calidad sonora y jerarquía interpretativa en la temporada de su 35° aniversario.

La prestigiosa agrupación se presentó dentro de su habitual ciclo en el Salón de los

Pasos Perdidos del Congreso Nacional el pasado lunes 25 del corriente bajo la dirección

de Bernardo Teruggi, con participación de Paula Pomeraniec (violoncello) en calidad de

solista.

El programa se denominó “CRIOLLOS Y ESLAVOS” y comprendió las

siguientes obras:

- Andante cantábile para violonchelo y orquesta, TH 63- Piotr I.

TCHAIKOVSKY (1840-1893)

- Triste (Adagio doloroso) para violoncello y orquesta- Juan Bautista MASSA

(1885-1938)

- “Piruca y yo” (Historieta sentimental)- Gilardo GILARDI (1889-1963)

- Serenata para cuerdas en Mi bemol mayor, Op.6- Josef SUK (1874-1935)

El nombre del presente concierto temático se debió a que se incluyeron dos obras

de compositores argentinos y el resto, de compositores de origen eslavo como el checo

Josef Suk -quien fuera discípulo y yerno de Antonin Dvořak- y Piotr I, Tchaikovsky,

cuyo Andante cantábile para violoncello y orquesta fue el elegido para abrir la velada.

Forma parte del Cuarteto para cuerdas n°1 en Re mayor, que despertara las lágrimas del

escritor León Tolstoi durante su estreno en 1871. Escrito originalmente para violín en Si

mayor, posteriormente fue orquestado en forma aparte en su tradicional versión para

violoncello y orquesta de cuerdas. Tchaikovsky se inspiró en una canción típica

ucraniana para componer esta bellísima melodía, donde un campesino sueña con su

enamorada y le declara su amor. Una ha escuchado infinidad de versiones por grandes

intérpretes de esta célebre pieza, pero la de Paula Pomeraniec fue brillante,

destacándose con un sonido prístino y profundo en su solo. La orquesta supo

acompañarla a la perfección para culminar con un cálido aplauso por parte del público.

Con motivo de cumplirse el 140° aniversario del nacimiento del compositor

argentino Juan Bautista Massa, se decidió incluir en el programa su Triste para

violoncello y orquesta. Es un adagio doloroso de breve duración y de singular belleza

melódica, cuya apertura está a cargo del violoncello y la orquesta. El instrumento solista

lleva la melodía, que es replicada posteriormente por los violines. En este caso, se

lograron una muy buena profundidad sonora y bellos matices, lo que valió nuevamente

al conjunto y a la solista el aplauso del público.


Seguidamente, el ensamble ofreció una versión jocosa y vibrante de Piruca y yo, del

compositor argentino Gilardo Gilardi. Se trata de una suite para orquesta de cámara de

cuerdas, definida por su autor como “historieta sentimental” que consta de 4 números:

Piruca se quiere ir (milonga, huella y prado) / Piruca se ha ido (vidala) / Piruca quiere

volver (palito) y Piruca ha vuelto (Triunfo y marcha). El autor de Gaucho con botas

nuevas repite el estilo de humorada sinfónica característico de sus composiciones,

logrando un muy buen sonido y marcación de tempi desde los primeros compases del 1°

movimiento, mientras que, en el segundo, impera el carácter triste y melancólico de la

vidala, con una muy buena introducción por parte de las violas, seguida de llanto en los

violines. El 3° movimiento está escrito en ritmo de gato, jovial y alegre, con cuerdas en

fraseo y pizzicato, mientras que el último es un triunfo con aires de zamacueca y

chacarera, con un muy buen contrapunto en cellos y contrabajos. La impecable

marcación de Teruggi hizo posible una muy buena versión de este clásico local, que fue

sumamente aplaudida.

La Serenata para cuerdas en Mi bemol mayor, Op.6 de Josef Suk data de 1892 y fue

dedicada a Antonin Dvořak, quien fuera su profesor en el Conservatorio de Praga. El

célebre compositor checo notó que la música de su alumno era triste y melancólica y,

por lo tanto, le recomendó que compusiera algo más alegre. Basándose en la pieza

homónima de su maestro, Suk interpretó sólo dos movimientos de su obra en 1893 en

Tábor, pero la primera representación completa tuvo lugar en 1895 en el Conservatorio

de Praga bajo la dirección de Antonin Bennevitz, quien fuera su profesor de violín en

dicha institución. Fue muy bien recibida y es la obra de cámara más interpretada de este

compositor. Sus movimientos son: Andante con moto/ Allegro ma non troppo e

grazioso/ Adagio/ Allegro grazioso, ma non troppo presto, que fueron interpretados con

fuste, enjundia y precisión, logrando una versión excelsa, rica en matices, equilibrio,

empaste y profundidad sonora. La interpretación fue sumamente sentida, donde el canto

interno de la orquesta se sintió muy melancólico en el Adagio y brillante en los Allegro.

El presto final fue sublime y la dirección de Bernardo Teruggi, soberbia. Era la primera

vez que la orquesta interpretaba esta bellísima y difícil obra y lo hizo con maestría,

brindando una versión superlativa. Un nuevo mérito del organismo en su larga lista de

logros y una ovación de aplausos y vítores para un excelente concierto.

En la Argentina, la mayor parte de la inmigración eslava se alojó en la Mesopotamia

y, por ser rubios y de ojos claros, se los conoció como los gringos. No sólo se adaptaron

muy bien a la nueva tierra, sino que también se fusionaron con los criollos, dando ese

hermoso crisol de razas típico del país. En este caso, la fusión entre eslavos y criollos se

repitió perfectamente bien en materia de música.

domingo, 24 de agosto de 2025

 


Aurelien Pascal, Manuel Hernandez Silva y la Filarmónica de Buenos Aires, protagonistas de este concierto en la sala grande del Teatro Colón, captados para el Servicio de Prensa del teatro Colón por la certera toma de Juanjo Bruzza.


Muy buen concierto a cargo de Manuel Hernández Silva al frente de la Filarmónica

 

UN PROGRAMA CLÁSICO BIEN LLEVADO A CABO

Martha CORA ELISEHT

 

            Una de las características del presente Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) es que prácticamente todos los conciertos han estado a cargo de directores extranjeros durante el transcurso del corriente año. En este caso, el venezolano Manuel Hernández Silva -quien ha dirigido a la Filarmónica en numerosas ocasiones- retornó nuevamente al escenario del Teatro Colón el pasado sábado 23 del corriente junto al violonchelista francés Aurélien Pascal para ofrecer el siguiente repertorio:

-         Obertura del Festival Académico, Op.80- Johannes BRAHMS (1833-1897)

-         Concierto n°1 en La menor par violoncello y orquesta, Op.33- Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)

-         Sinfonía n°2 en Re mayor, Op.73- Johannes BRAHMS (1833-1897)

      Luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier Inchausti, Manuel Hernández Silva hizo su aparición para comenzar con la mencionada Obertura del Festival Académico, así denominada en agradecimiento por un doctorado honoris causa que la Universidad de Breslau le otorgó a Brahms en 1879. En agradecimiento a dicha mención, el genio de Hamburgo compuso esta famosa pieza en 1880. Se trata de una fantasía sinfónica que incluye motivos de diferentes temas estudiantiles (Wir hatten gebautet, Der Landesvater, Was kommt dort von der Höh y la célebre Gaudeamus igitur, con la cual culmina la obra) perfectamente engarzados y coloreados con una disposición tímbrica distinta. Su duración aproximada es de 10 minutos y se estrenó en Breslau en 1881 bajo la dirección del propio compositor. En la presente versión, hubo varias imprecisiones en la entrada -sobre todo, por parte de los cornos- que, posteriormente, se fueron subsanando a medida que transcurría la música y se logró una interpretación correcta.        

    Seguidamente, Aurélien Pascal hizo su debut sobre el escenario del Colón para brindar una excelsa versión del Concierto n°1 en La menor para violoncello y orquesta, Op.33 de Saint- Saëns, compuesto en 1872 y dedicado a Auguste Tolbecque, descendiente de una prestigiosa familia de músicos franceses y que luchaba por intensificar las virtudes del violoncello como instrumento. En aquella época, el violín y el piano eran los instrumentos solistas por excelencia en Francia y sólo se representaban obras de compositores locales ancianos o muertos. Por lo tanto, su estreno – ocurrido en el conservatorio de París en 1873 con la presencia de Tolbecque como solista- ayudó a mejorar la reputación de Saint- Saëns como compositor, ya que era considerado como “modernista y profeta de Wagner”. Desde su estreno, este concierto fue muy bien recibido y considerado como “uno donde el instrumento solista demuestra todo su registro sin la menor dificultad de penetrar a la orquesta”. En vez de estructurarlo en 3 movimientos, su autor lo escribió en un solo movimiento en forma de sonata, dividido en 3 secciones:  Allegro non troppo/ Allegretto con molto/ Tempo primo. Y, en lugar de la clásica introducción a cargo de la orquesta, ésta se reduce a un breve acorde por parte del organismo, luego del cual el violoncello toma la melodía principal compuesta sobre una base de tresillos. A partir de allí, la orquesta y el solista comienzan un juego de pregunta y repuesta subrayando el discurso melódico mediante un juego de dobles cuerdas en el instrumento solista y un tempo cada vez más rápido, mientras que el movimiento central tiene la forma de un minuetto lírico delicado, que se entrelaza con la orquesta en una melodía majestuosa y turbulenta. Cuando el violoncello entra solo, el resto de la orquesta forma como una caja de música que realza el sonido del instrumento y sus cadencias. El final comienza con los tresillos de la primera sección a cargo de la orquesta, mientras el violoncello ejecuta una serie de síncopas donde el ritmo suena a modo de sarabanda. Mediante una serie de pasajes de extrema dificultad técnica que permiten explorar los matices del instrumento y el virtuosismo del solista en un rondó, los tresillos del tema inicial desembocan en una coda que regresa a la tonalidad inicial para dar fin al concierto. Una versión sublime de esta célebre pieza que una escuchó en infinidad de oportunidades sobre el escenario del Colón por intérpretes de gran jerarquía, pero en este caso, por parte de un auténtico virtuoso en todos los aspectos. El cellista francés fue una total revelación: independientemente de haberlo tocado de memoria, posee un perfecto dominio del fraseo, matices, registro del instrumento y digitación para brindar una interpretación descollante y vibrante. El Colón estalló en aplausos y vítores y, posteriormente, el músico galo ofreció dos encores de compositores de su país natal: el Étude n°7 de Jean- Louis Duport y el 3° movimiento de la Suite para violoncello de Gaspard Cassado (información que el intérprete cedió muy generosamente a esta cronista luego del concierto, ya que no fueron anunciados).   

La celebérrima Sinfonía n°2 en Re mayor, Op. 77 es una de las más hermosas obras de la tetralogía sinfónica de Brahms y consta de 4 movimientos: Allegro non troppo/ Adagio non troppo/ Allegretto grazioso- rondó/ Allegro con spirito. El tema bucólico del 1° movimiento ha hecho que se catalogue a esta sinfonía como “Pastoral” sin realmente serlo, ya que es más bien nostálgico, mientras que el Adagio non troppo es más romántico y envolvente. El vertiginoso Allegretto grazioso es un rondó con un contrapunto magistral, rico en matices, fresco y vivaz hasta desembocar en el monumental Allegro con spirito, escrito en forma de sonata y que representa un auténtico desafío para el director de orquesta. Un muy buen dominio del contrapunto, una perfecta marcación de los tempi, con fuste, garra, entusiasmo e interpretación con impronta y sello personal hicieron que Hernández Silva brindara una muy buena versión de esta sinfonía, que permitió el lucimiento de toda la orquesta y de los principales solistas de grupos de instrumentos.

En esta ocasión, se optó por elegir un repertorio clásico pero muy bien logrado, con la participación de un verdadero virtuoso del instrumento y una de las revelaciones de la presente temporada en materia de conciertos. No obstante, todavía falta para que la Filarmónica recupere ese sonido de calidad que siempre la caracterizó.   

 


La siempre muy bienvenida presencia del tenor Ricardo Gonzalez Dorrego, en este caso en los ciclos del Centro Cultural Paco Urondo. Fotografía de la autora del presente comentario.


Muy buena versión de “TIERKREIS” en el Centro Cultural Paco Urondo

 

UN AUTÉNTIO CALEIDOSCOPIO DE TEXTURAS SONORAS

Martha CORA ELISEHT

 

            Buenos Aires es una de las ciudades con mayor oferta cultural del mundo; no sólo por la cantidad y variedad de espectáculos en todos los géneros, sino también porque muchos son absolutamente gratuitos. Dentro de estos últimos, el Centro Cultural Paco Urondo – sito en la sede del Centro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires- es uno de los pocos reductos donde se puede apreciar música de autores contemporáneos. Precisamente, el pasado viernes 22 del corriente tuvo lugar un concierto en dicha sala que contó con la presencia de los siguientes intérpretes: el Ensamble de Guitarras NUTERPE y Ricardo González Dorrego (tenor), Silvina Suárez (soprano) y Malena Levin (piano) para interpretar el siguiente programa:

-          “TIERKREIS” (ZODÍACO) (versión para tenor, soprano y piano)- Karlheinz STOCKHAUSEN (1928-2007)

-          “Resonancia” (estreno mundial)- Agustina CRESPO

-          “Aguas escritas” – Tomás CAVADO

-          “Cabeza de Orfeo” (estreno local)- Teté DE ELÍAS

 

El ciclo cuenta con la curaduría de un experto en la materia: Marcelo Delgado, quien también ofició como presentador anunciando las obras. En primer lugar, se presentó TIERKREIS de Stockhausen, compuesta en 1974 como una serie de miniaturas para 12 cajas de música, donde cada una representa un signo zodiacal. Sin embargo, no sigue el orden tradicional establecido en el horóscopo, sino que puede comenzar por cualquiera de los signos. Dio la casualidad que justo ese día culminaba el período correspondiente a Leo y, por lo tanto, se comenzó por dicho signo. En la presente versión para tenor, soprano y piano, cada uno de los cantantes canta su línea -que se repite tres veces- en diferentes idiomas: latín, inglés, alemán y español -entre otros- y lo hacen en forma alternada hasta que ambos cantan juntos en el número final. En este caso, correspondió al signo de Cáncer. Silvina Suárez tuvo a su cargo el inicio y los signos de números pares (Libra, Sagitario, Acuario, Aries y Géminis), mientras que Ricardo González Dorrego, los impares (Virgo, Escorpio, Capricornio, Piscis y Tauro) antes de finalizar ambos en Cáncer. En este último número, se comienza cantando a cappella antes de la introducción del piano. La preparación vocal y la interpretación por parte de ambos cantantes fue excelente y, en determinados números, el tenor colocó sus manos alrededor de la boca para regular el volumen de voz. Silvina Suárez posee una voz con muy buenos matices, melodiosa, de amplio registro, mientras que Ricardo González Dorrego se lució en los números ya mencionados: especialmente, Escorpio, donde la tercera línea se canta a bocca chiusa. Malena Levin fue una excelente pianista acompañante, destacándose en los glisssandi y trinos simulando la melodía de las cajas de música para la cuales fue compuesta originalmente. Hubo momentos donde sostuvo la cuerda -en vez de percutirla- para lograr las diferentes texturas sonoras. Una versión que fue sumamente aplaudida en un auditorio a sala llena.

A continuación, el Ensamble NUNTERPE presentó tres obras para cuarteto de guitarras: la primera de ellas, en calidad de estreno mundial (Resonancias, de Agustina Crespo, que contó con la presencia de la compositora argentina en sala). Se inicia con deslizamiento de las manos sobre el encordado que remeda el sonido del agua, mientras el resto puntean y realizan golpes de percusión sobre la caja. La línea melódica posee algunos ribetes españoles y otros, disonantes, que se entrelazan entre sí. La segunda (Aguas escritas, del argentino Tomás Cavado) es para cuarteto de guitarras con cuerdas de acero, donde cada una está afinada en una tonalidad diferente. Sobre una base rítmica de 4 notas, las guitarras se acoplan entre sí logrando un sonido agradable, con matices completamente diferentes y dan el efecto de melodía inconclusa o suspendida. Un verdadero caleidoscopio sonoro, que fue muy aplaudida. Por último, Cabeza de Orfeo pertenece al compositor peruano Teté De Elías y se presentó en carácter de estreno local. Se inicia con un rasgido al unísono en una afinación más grave que lo habitual, donde se pasa muy rápidamente de los tonos agudos a los graves mediante rasgueo y golpes sobre la caja mediante una serie de acordes ascendentes y descendentes y golpes sobre el puente del instrumento. Finaliza con un fuerte rasgueo a todo volumen, que actúa como si fuera una gran caja de resonancia al estar multiplicado. Los intérpretes se retiraron muy aplaudidos.

Este ciclo tiene lugar en este centro cultural los últimos viernes de cada mes, con entrada libre y gratuita y representa una muy buena opción para los artistas que se dedican a interpretar este género. En este caso, una sorpresa muy grata y un verdadero caleidoscopio de texturas sonoras.    


martes, 19 de agosto de 2025

 


Finalmente se produjo el esperado debut del Tenor Jonathan Tetelman en el Teatro Colón de Buenos Aires, acompañado por Angel Rodriguez en el piano y con la sorpresiva participación como invitado de su colega Arturo Chacón Cruz. Creditos: Prensa Teatro Colón con la muy buena fotografía de Juanjo Bruzza.


Muy buen comienzo del Ciclo Aura

 

DEBUT DE JONATHAN TETELMAN EN EL COLÓN

 

Escribe: Graciela Morgenstern

Fotos: Juanjo Bruzza

Domingo 17 de agosto

Teatro Colón

 

Jonathan Tetelman, tenor

Angel Rodríguez, piano

Programa:

Francesco P. Tosti: Ideale, L’alba sepàra dalla luce l’ombra, ‘A vucchella

Vincenzo Bellini: «Casta Diva» de Norma (piano)

Giuseppe Verdi: “Oh figli …” de Macbeth

Jules Massenet: «Pourquoi me réveiller» de Werther

Francesco Cilea: «È la solita storia del pastore» de L’arlesiana

Giacomo Puccini: «Vals de Musetta» de La bohème (piano)

                                «E lucevan le stelle» de Tosca

Ernesto De Curtis: Torna a Surriento, Tu, ca‘ nun chia

Ariel Ramirez: Alfonsina y el Mar (Piano Solo)

Salvatore Cardillo: Core ‘ngrato

Nino Rota: Parla più piano

Gerónimo Giménez: Intermedio de La boda de Luis Alonso (Piano)

Pablo Sorozábal: «No puede ser» de La tabernera del puerto

Agustín Lara: Granada

 

 

El ciclo Aura, que consiste en cuatro recitales de cantantes de relevancia internacional, tuvo un muy buen comienzo con el debut del tenor Jonathan Tetelman. Se trata de un cantante joven con una carrera en ascenso, que se viene desarrollando en los escenarios más emblemáticos de Europa y el Metropolitan de Nueva York.

El programa fue muy variado e incluyó canciones de distinta índole, arias de ópera italiana y francesa, zarzuela, para concluir con “Granada”.

En todas ellas, Tetelman exhibió un material vocal de importantes cualidades. Su voz, con belleza tímbrica, sonó tersa y con brillo. Su importante caudal sonoro y facilidad para abordar la zona aguda impactó en la audiencia en varias oportunidades, en que arrancó calurosos aplausos. Debería cuidar, sin embargo, su fraseo y trabajar para lograr los matices adecuados, sobre todo al momento de “apianar”. Pero es un elemento muy joven y seguramente, lo logrará.   

A su lado, el pianista cubano Angel Rodríguez realizó una actuación destacada   como acompañante y también como solista.

Concluido el programa previsto, ante la efervescencia del público asistente, Tetelman cantó “O sole mio”, con una sorpresa: la aparición del tenor Arturo Chacón-Cruz, quien interpretará “Werther” en los próximos días.  Ambos cantaron no sólo la canzonetta sino también “El día que me quieras”. A eso siguió “Nessun dorma”, con el público haciendo las veces de coro y “Funiculí, funiculà”, también con la participación de la concurrencia que aplaudió enfervorizada la actuación del joven tenor.

El Ciclo Aura seguirá el 14 de septiembre con la presentación de Aigul Akhmetshina, el 20 de octubre, con Elina Garança y concluirá el 3 de diciembre, con Nadine Sierra.

CALIFICACIÓN: MUY BUENO 


lunes, 18 de agosto de 2025

 


El Trío Fainstein Day-Calderari-Mas durante su presentación en la Sala de Cámara de la Usina del Arte de la Ciudad de Buenos Aires. Fotografía de la autora del presente comentario-


Muy buena presentación del Trío Calderari- Fainstein- Mas en la Usina del Arte


LA SUMA DE LAS PARTES LOGRA UN GRAN RESULTADO

Martha CORA ELISEHT


Uno de los ámbitos más propicios para el desarrollo de conciertos es la Sala de

Cámara de la Usina del Arte. No sólo posee una excelente acústica por su revestimiento

en madera de guatambú -que actúa como una gran caja de resonancia-, sino porque es

uno de los edificios más hermosos de la Ciudad de Buenos Aires, donde se puede

disfrutar de una visita guiada o escuchar un buen concierto de manera totalmente

gratuita. El Ciclo de Cámara que tiene lugar los domingos por la mañana reúne a

prestigiosos intérpretes -tanto nacionales como internacionales- y el pasado domingo 17

del corriente se presentó el Trío integrado por Jorge Calderari (violín), María Teresa

Fainstein- Day (violoncello) y Javier Mas (piano) para brindar el siguiente programa:

- Trío para violín, violoncello y piano n°3, Op.1 en Do menor- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

- Trío para violín, violoncello y piano en Sol menor- Héctor PANIZZA (1875-

1967)

Debido a que justo el domingo coincidió con el 175° aniversario del pase a la

inmortalidad del Gral. José de San Martín, los integrantes del trío decidieron

homenajear al Padre de la Patria con música del compositor argentino Héctor Panizza,

del cual se cumplieron recientemente 150 años de su nacimiento. Y, pese a que su obra

figuraba en primer término, el conjunto comenzó el concierto con el Trío par violín,

violoncello y piano n°3, Op.1 de Beethoven, compuesto en 1795 y dedicado no sólo a su

maestro Joseph Haydn, sino también al príncipe Carl von Lichnovsky, en cuya

residencia en Viena se estrenó durante ese mismo año con la participación del propio

compositor en su ejecución. Consta de 4 movimientos (Allegro con brío/ Andante

cantábile con variazioni/ Minuetto: quasi allegro/ Finale: Prestissimo), que, a

diferencia de los otros dos incluidos en la misma serie, posee una vehemencia explosiva

y una belleza lírica oscura, además de ser el único que no reemplaza al minuetto por un

scherzo. Posteriormente, Beethoven revisa la obra y la transforma en su Quinteto para

cuerdas, Op.104. Escrito en forma sonata, el Allegro con brio inicial está escrito en Do

menor en ¾ con apertura al unísono y, posteriormente, el piano ejecuta una serie de

cadencias, escalas y arpegios hasta que el violoncello y el violín toman la melodía, de

carácter lirico y que marca el estilo característico del compositor: intenso, heroico y

tormentoso, lo que permitió el lucimiento de los intérpretes -sobre todo, de Teresa

Fainstein- Day hacia el final, donde el violonchelo toma la iniciativa-. El 2° movimiento

(Andante cantábile con variazioni) está escrito en Mi bemol mayor en 2/4 que permite

el lucimiento de los solistas en las variaciones -sobre todo, el cello y el violín-, mientras

que el 3° vuelve a la tonalidad original en ¾, con un perfecto fraseo por parte de las

cuerdas y los contrastes explosivos característicos del compositor. Por último, el

Prestissimo en 2/2 toma la melodía inicial, donde el piano ejecuta una serie de acordes

cuya melodía es muy similar a la sonata Waldstein, donde Beethoven yuxtapone


violencia y agitación con un tema lírico y tierno. Una extensa coda en pianissimo

permite el lucimiento de los tres instrumentos para desembocar en una resolución

mínima, que fue perfectamente ejecutada por los intérpretes en una versión de muy

buena calidad, coronada por numerosos aplausos.

Si bien Héctor Panizza no fue un compositor muy prolífico en materia de

música de cámara, sus obras son de excelente calidad y de una musicalidad exquisita.

Su Trío para violín, violoncello y piano data de 1902 y fue el único que compuso para

dicha formación de instrumentos. Precisamente, el Trío Calderari- Fainstein- Mas lo

rescató de un prolongado letargo en 2022 mediante la recuperación y digitalización de

la partitura. Está escrito en 4 movimientos: Allegro appasionato/ Andante calmo/

Scherzo- Presto y Finale: Allegro vivace y posee una bellísima línea melódica que -a

diferencia de otros compositores locales- no incluye temas folklóricos argentinos, sino

ribetes operísticos. Su estilo es lírico, de neto corte europeo y el 1° movimiento se inicia

con la exposición de la melodía por parte del violoncello y el violín, que,

posteriormente, es tomada por el piano. Los integrantes se lucieron en cada uno de sus

solos y lograron un soberbio sonido propio, característico de una formación de cámara.

En el 2° movimiento (Andante calmo), el violín lleva la melodía, repicada por el

violoncello en un bellísimo cantábile a cargo de las cuerdas mientras el piano se hace

cargo de la armonía. Los solos fueron de una exquisitez y calidad insuperables,

logrando una versión sublime. A diferencia de los movimientos anteriores -donde

predomina el lirismo-, el Scherzo posee un carácter chispeante y jocoso, donde el piano

lleva la melodía con las cuerdas en pizzicato y luego, en fraseo. Este movimiento posee

ribetes beethovenianos y -por momentos- también remeda a El aprendiz de Brujo de

Paul Dukas. Por último, el Allegro vivace final es de carácter más operístico y posee dos

temas: uno, más lírico, introducido por el pino y desarrollado por las cuerdas en

contrapunto -impecable labor de los tres músicos- y el otro, más romántico, introducido

por el piano y desarrollado por las cuerdas -con ribetes de Granados- que,

posteriormente, desemboca nuevamente en el tema principal para culminar al unísono

con un final brillante. La Sala de Cámara estalló en aplausos y vítores, lo que obligó al

trío a hacer un bis de neto corte patriótico: una transcripción para el trío instrumental de

la Canción a la Bandera de AURORA, de Panizza, que también sonó acorde a la fecha.

Esta particular selección del repertorio permite trazar un paralelismo: ambos tríos en

tonalidad menor, compuestos por 4 movimientos y por autores disímiles, pero

románticos. Dos hermosísimas obras interpretadas por músicos de excelencia, que

lograron versiones soberbias. Independientemente de que cada uno de los integrantes de

la formación se desempeñe como solista y/o director en las orquestas más importantes

del país, el sonido del trío ha sido de alta calidad. El todo es mucho más que la suma de

las partes.

 


Instante de la excepcional presentación de Raul Canosa el pasado Sábado en el Salón Dorado del teatro Colón. Fotografía de la autora del presente comentario.


 Impactante recital de Raúl Canosa en el Salón Dorado del Teatro Colón


UN GRAN CRECIMIENTO PROFESIONAL Y EN VIRTUOSISMO

Martha CORA ELISEHT


Dentro de la nueva generación de pianistas jóvenes, el español Raúl Canosa

sorprende por la calidad y jerarquía de sus interpretaciones. Nacido en Madrid, obtuvo

su título superior de música en el Centro Superior de Enseñanza Musical Katarina

Gurska de Madrid y su debut en público se produjo a los 15 años interpretando el

concierto n°1 de Beethoven. Desde entonces ha sido invitado a presentarse como solista

en numerosas orquestas en España, Estados Unidos y Argentina y ha ofrecido recitales

en diferentes países europeos y americanos. A los 20 años fue admitido en el Master en

Piano en la Coburn School de Los Ángeles y obtuvo su Diploma en la SMU de Dallas.

Se perfecciona actualmente con Bruno Gelber y durante el transcurso del corriente año

participó en el prestigioso Concurso Internacional Chopin en Miami (Estados Unidos),

donde si bien no fue galardonado, tuvo una destacada actuación.

Con el auspicio de la Embajada de España, este joven intérprete brindó un recital

en el Salón Dorado del Teatro Colón el pasado sábado 16 del corriente, donde se

incluyeron las siguientes obras:

- Sonata n°6 en Fa mayor, op.10- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

- Balada n°3 en La bemol mayor, Op.47- Frederic CHOPIN (1810-1849)

- “El Corpus Christi en Sevilla” del Libro I de “Iberia”- Isaac ALBÉNIZ (1860-

1909)

- “Gaspard de la Nuit”- Maurice RAVEL (1875-1937)

Durante el presente recital, quien escribe observó un notable crecimiento

profesional de este joven intérprete luego de su perfeccionamiento y de su participación

en el Concurso Internacional Chopin en Miami durante el transcurso del corriente año.

Ofreció el recital íntegramente de memoria, comenzando con una versión sumamente

precisa de la mencionada Sonata n°6 en Fa mayor de Beethoven, compuesta entre 1796

y 1798 y dedicada a la condesa Anna Margarete von Browne. Consta de tres

movimientos: Allegro/ Allegretto/ Presto, donde el pianista demostró un perfecto

manejo de trinos, tresillos y cadencias desde los primeros compases del allegro inicial,

logrando una versión muy bien marcada y precisa, con un perfecto dominio de la

pulsación y la digitación. Esto se apreció durante toda la obra, pero muy especialmente,

en el movimiento final, donde existe un desarrollo fugado de difícil ejecución. Supo

salir airoso y sumamente aplaudido luego de una interpretación brillante, con sonido

auténticamente beethoveniano.

Seguidamente, Canosa brindó una bellísima versión de la célebre Balada en La

bemol mayor n°3, op.47, compuesta en 1841 y dedicada a la Princesa de Noailles. Es la

más completa de las 4 baladas que escribió Chopin y posee una serie de modulaciones

(dolce/ mezza voce/ piano/ forte) que permiten aumentar la tensión mediante una serie


de cadencias y arpegios que fueron ejecutados de manera sentida, precisa y, a la vez,

romántica desde los primeros compases hasta el final. Una interpretación exquisita y de

gran calidad, con un excelente dominio de la pulsación y la digitación que hizo que el

público estallara en aplausos.

Del Libro I de la suite IBERIA de Albéniz, El Corpus Christi en Sevilla es la

pieza más larga de las tres que lo componen y, a su vez, la de mayor complejidad

técnica en su ejecución, debido a que el compositor dejó plasmadas numerosas

indicaciones de matices, fraseo y expresión. Se estrenó en la Sala Pleyel de París en

1906 y comienza con una sucesión de acordes bien acompasados que semejan el redoble

de un tambor a los que les sigue una marcha basada en la canción popular La tarara

(allegro giocoso). Posteriormente, el segundo tema (La saeta) es de carácter más calmo

y tranquilo. Luego de una transición con motivos típicamente andaluces, se logra un

desarrollo contrapuntístico y rítmico muy rico que culmina en pianissimo. Raúl Canosa

demostró un notable crecimiento profesional en el dominio técnico mediante una

perfecta ejecución de trinos, arpegios, arabescos y glissandi en los temas anteriormente

mencionados, logrando una versión de altísima calidad. El público lo ovacionó tras tan

excelsa interpretación.

Por su enorme dificultad técnica y su profunda estructura musical, Gaspard de la

Nuit está considerada como una de las obras más complicadas del repertorio para piano.

Basada en el poema homónimo de Aloysius Bertrand (Gaspard de la Nuit, Fantasies à

la maniére de Rembrandt et de Callot), Ravel la compuso en 1908 y su estreno se

produjo al año siguiente en París. Posee tres movimientos: Ondine, Le Gibet y Scarbo,

que fueron interpretados de manera sublime y magistral, logrando un sonido mágico y

envolvente desde los primeros compases de Ondine, mientras que Le Gibet se

caracterizó por la riqueza en el manejo de matices y sutilezas para desembocar en una

colosal versión de Scarbo -la más conocida de las tres piezas y la más difícil-. Si a eso

se le suma que la interpretó de memoria, doble mérito para el pianista español, que

brindó una rutilante demostración de virtuosismo en el marco del Salón Dorado del

Colón. La ovación del público no se hizo esperar: un aplauso prolongado motivó a que

Canosa brindara dos bises: el primero, una excelsa versión de la transcripción para

piano de Franz Liszt sobre la Muerte de Amor (Liebestod) de TRISTAN E ISOLDA de

Wagner, donde el español volvió a demostrar su virtuosismo para culminar el recital con

una bellísima versión de la Danza Oriental de Enrique Granados, que sonó magistral.

Es extraordinario poder apreciar la evolución y el crecimiento profesional de un

intérprete en comparación con el último recital ofrecido a fines del año pasado. En este

caso, notable y sorprendente en materia de virtuosismo. Por dichos motivos, ha sido

electo para interpretar el concierto de apertura de la próxima edición del Festival

CHOPINIANA en Octubre. Tiene sobradas condiciones y un gran futuro por delante.

sábado, 16 de agosto de 2025

 

VERDADERA PUESTA EN VALOR DE LA MUSICA ARGENTINA

 

Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, temporada 2025. Concierto a Cargo de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, Director: Pablo Boggiano. Solistas: Fernando Ciancio (Trompeta), Martín Palmeri (Piano), Carla Filipcic Holm (Soprano), Nazareth Aufe (Tenor), Victor Torres (Barítono). Daniel Campomenosi (Actor/Narrador). Coro Nacional de Música Argentina. Puesta en Escena: Carlos Branca, Diseño Visual: Federico Raúl Bongiorno. Programa: Obras de Alsuyet y Palmeri. Palacio Libertad, Auditorio Nacional, 15 de Agosto de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

    Nuevamente la buena música nos convocó al Auditorio Nacional, esta vez para asistir a una nueva presentación de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, la que en esta ocasión estuvo acompañada por el Coro Nacional de Música Argentina, para poder apreciar interesantes trabajos de dos muy buenos creadores argentinos: Martín Palmeri y Claudio Alsuyet.

 

   En primer lugar, la Filiberto, con una muy buena guía del Maestro Boggiano y el concurso del extraordinario trompetista argentino Fernando Ciancio, presentó una nueva interpretación de “Buenos Aires Intimo, casi Secreto” de Claudio Alsuyet. Quiero recordar que en ocasión de la previa al estreno mundial de este trabajo, realizada por la Filarmónica de Buenos Aires con la Dirección el Maestro Enrique Arturo Diemecke, quién comisionó como titular de la Orquesta en ese entonces ésta obra, el Maestro Alsuyet mencionó que el título no era una referencia exclusivamente de la Buenos Aires, porteña, sino, en una forma más abarcativa,  la Buenos Aires provincia, ese gran Buenos Aires, con una alta inspiración en el momento nocturno con sus ruidos y silencios. Esta versión escuchada ahora, con un orgánico más reducido que el  empleado por Diemecke con la Filarmónica, permitió a este cronista percibir con mayor nitidez toda la idea que el maestro Alsuyet expresara en ocasión de su visita a Ntro. programa de streaming por On Radio. A lo largo de los tres movimientos Fernando Ciancio lució en forma magistral en la parte solista con perfecto sonido tanto en trompeta como en el Flugelhorn que interviene en el segundo tiempo, el que ahí si se constituye en un nocturno (como forma musical) pleno de referencias actuales. Fue inmaculada la musicalidad de este intérprete exquisito. Vamos a encontrar a lo largo de los tres movimientos de esta página compases incisivos de música ciudadana, referencias al jazz y un melodismo que le es propio a Alsuyet, al que se lo puede reconocer siguiendo cada una de sus obras. El diálogo Solista/Orquesta fue perfecto en todo momento y eso fue percibido de inmediato por el público presente, el que sostenidamente aplaudió esta labor y que provocó que Ciancio interpretara un “bis”. Saliendo por un instante del repertorio exclusivamente argentino, interpretó un Gershwin sumamente sentido que volvió a arrancar aplausos del público.

 

   Para la segunda parte, se  asistió al estreno mundial del “Requiem” para solistas, coro, orquesta, narrador y ambientación visual de Martín Palmeri, reconocido compositor nacional de extensísima trayectoria, radicado en Francia desde hace ya muchos años y que ha consagrado gran parte de su carrera creativa a un estilo que combina lo ciudadano con lo clásico. Una de sus más reconocidas composiciones es la “Misa Tango”,  de estreno mundial argentino que aún hoy recorre el mundo.

 

  En esta ocasión encontramos una obra muy ambiciosa, la que cuenta con todas las partes del ordinario de la misa de difuntos, cuyos textos litúrgicos son cantados en latin, dividido en cuatro partes en las que previamente a cada una de ellas un actor asume la narración al castellano con el significado de cada uno de los números intervinientes en cada parte, y la lectura en nuestro idioma de los textos que han de cantarse justamente en latín. Una proyección de fondo con imágenes de obras de arte alusivas a la religiosidad de la obra, otras actuales que remiten a las guerras al invocarse la ira de Dios, contrastes entre la vida y la muerte, dolor, sufrimiento, pedidos de paz, luz perpetua para el descanso eterno y la esperanza de que en otra dimensión o en otro plano se producirá el reencuentro con esos seres que han partido.

 

  La obra está completamente escrita en tiempo de tango, debió estrenarse en Europa y el gran tenor argentino Marcelo Alvarez debía ser el solista en dicha cuerda. La pandemia frustró por completo los planes y es así que se llega a esta instancia en el Auditorio Nacional con un excelente equipo de solistas, actor, coro y orquesta comandados por Pablo Boggiano, asistidos por Carlos Branca en la marcación para el narrador y la oportunidad para el despliegue de las proyecciones visuales, en las que se percibe una especie de alerta o llamado de atención frente a lo que ocurre hoy en el mundo, expresado por los contrastes entre las obras pictóricas seleccionadas para su proyección con la dura realidad que universalmente envuelve la vida cotidiana.  Contó para ello con un muy buen diseño visual de Federico Raúl Bongiorno lográndose en esta oportunidad poder amalgamar la imagen proyectada de fondo en la parte superior del escenario del Auditorio Nacional con la música que fluía en la parte inferior del escenario. El actor Daniel Campomenosi tuvo a su cargo y en muy buena forma la narración con claridad y expresividad en su voz.

 

  El desarrollo musical de este trabajo que insumió prácticamente una hora y veinte minutos en su interpretación alternó momentos muy eficaces como en el “Dies Irae”, “Tuba Mirum”, “Rex Tremendae” e “Ingemisco”, con otros de suma corrección y, en cambio, pasajes de desarrollo un tanto extensos como en el ”Liberame Domine” o el “Final”. Empero en un balance general, el trabajo es muy aceptable y reiterando lo expresado líneas arriba en algunos casos es sumamente satisfactorio.

 

  Un aporte fundamental lo constituyó la presencia del propio compositor en el piano, completamente acertado en sus intervenciones, no cabiendo dudas que también su participación logró la mayor comprensión de  la partitura para su interpretación por parte de las fuerzas intervinientes.

 

  Tres solistas vocales de primer nivel intervinieron en este estreno. Sobresalió Carla Filipcic Holm con sus reconocidos y sólidos recursos vocales y su total musicalidad en cada momento en el que le tocó intervenir. Victor Torres, con su innegable oficio tuvo muy acertadas intervenciones. En tanto Nazareth Aufe sorteó con mucha corrección la difícil parte solista del “Ingemisco”, para luego redondear una aceptable labor.

 

  Pablo Boggiano logró empastar con solvencia y jerarquía la labor de todos los participantes. Su concertación de la obra fue impecable, logrando que el balance sonoro fuese mayoritariamente equilibrado. La orquesta, con secciones fundamentalmente decisivas como los bandoneones, de rara participación en una obra de semejantes características, respondió con altísima jerarquía.

 

  Reservo para esta parte final para la intervención del Coro Nacional de Música Argentina, ya que tanto en la gacetilla previa, como en su semblanza y en la verificación visual mía al final de la obra, no se percibe que cuente con un Director a cargo, por lo que infiero que seguramente tanto el compositor (reconocidísimo Director Coral con años de inolvidable trayectoria al frente del Coro de la Facultad de Derecho de Buenos Aires) como el Maestro Boggiano, se encargaron de su preparación  para que sonara con perfecta emisión e inmaculado sonido, lo que constituye  un doble mérito artístico esta participación.

 

  Fin de una noche más que interesante, para jalonar así una nueva página de calidad para la creación argentina.   

 

Donato Decina

viernes, 15 de agosto de 2025

 

SONIDOS REPROGRAMADOS, FIESTA PARA EL PUBLICO

 

Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, temporada 2025. Concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Christian Baldini. Solista: Eduardo Vasallo (Violonchelo). Programa: Obras de Elgar, Mozart y Richard Strauss. Auditorio Nacional, 13 de Agosto de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

   Finalmente, aunque no se sabrá con certeza cuales son las causas por las cuales no se efectuaron los conciertos programados durante el mes de Julio, pudo al menos reprogramarse una de esas fechas con la participación de dos argentinos triunfadores en importantes escenarios del mundo: el violonchelista Eduardo Vasallo y el director de orquesta Christian Baldini. Programa dividido en dos partes. Una, con una obra que remite a una virtual despedida y la segunda a dos de las más importantes obras musicales dedicadas a un mito de todos los tiempos: Don Juan. El gran público no faltó a la cita.

 

 Alguien alguna vez, a mi entender, se refirió a que el Concierto para Violonchelo y Orquesta compuesto por Sir Edward Elgar es una verdadera oda. Una despedida a la belleza. En plena década del diez del pasado siglo, cuando los cañones tenían la palabra, Elgar plasma en el pentagrama una verdadera oda musical, sus compases iniciales a cargo del solista van indicando que estamos ante una despedida. Los tiempos cambian y no solo porque las armas lo digan. Hay tendencias distintas que van imponiéndose ya sea por el dodecafonismo, la irrupción de Stravinsky  o las ideas del expresionismo que Debussy y Ravel  demuestran en cada una de sus obras. Por supuesto que no solamente Elgar se mantiene junto al post-romanticísmo. Encontraremos a Richard Strauss que prefiere mantenerse en esos moldes y otro tanto ocurrirá con Rachmaninoff. Es por eso que descubrimos un largo discurso inicial, verdaderamente descriptivo, el que luego le dará paso a un tema sutilmente vibrante con un magnífico diálogo solista/orquesta que cerrará este primer gran momento. Un tiempo central en el que es el violonchelo quien tiene la palabra, para dar paso a un rotundo movimiento final, con un retorno parcial al tema de apertura de la obra, el que se entrelaza con la idea de este final,  el que le dará cierre a la obra con solista y orquesta virtualmente al unísono.

 

  Eduardo Vasallo, el gran violonchelista argentino a quién este cronista ha tenido el privilegio de seguir a lo largo de su trayectoria, ha sido el brillante solista de esta obra, secundado en gran forma por el Maestro Baldini y los integrantes de la Sinfónica Nacional presentes en el escenario. Mostró plena sonoridad, formidable técnica, seguridad en la exposición de los temas y un total entendimiento con el Maestro Baldini y los músicos. Estos acompañaron en muy buena manera, con pleno enlace con el solista, aunque por momentos hubiese hecho falta un poco de moderación en los ataques de la percusión, ya que justamente en esos instantes sobrepasaban al solista y al resto del conjunto. El público recibió con muchísimo agrado esta versión, lo que obligó al Maestro Vasallo a conceder un “bis”, un Bach en el que toda la concurrencia pudo disfrutar a pleno de las virtudes interpretativas del solista.

 

  Entrando de lleno en la segunda parte, se escuchó una buena versión de la Obertura de “Don Giovanni”, la gran creación de Mozart, en donde la idea central de esta monumental obra es expuesta por el compositor. Aquí encontramos una versión muy ajustada, bien llevada, acertada en los “Tempi”, aunque con un conjunto un tanto excedido en número, el que sin embargo muy bien guiado por Baldini logró llegar a buen puerto.

 

  El final llegó de la mano del ”otro” Don Juan, en este caso el compuesto por Richard Strauss en la forma de un poema sinfónico y que lleva el Op. 20 en su catálogo. Aquí encontramos a la gran  orquesta, esa que lleva implícito el sello post-romántico, y que en manos de Baldini tuvo gran empaste, buen ajuste, “tempi” exacto y buen nervio a lo largo de toda la interpretación. Gran destaque tuvieron los vientos en la sección central, con impecables solos de Oboe, Flauta y Arpa, al igual que los cornos en el ataque que lleva el “leit-motiv”  que el compositor citará nuevamente en otra de sus creaciones, “Vida de Héroe”. Párrafo aparte el público, que respetó maravillosamente a rajatabla el silencio entre el fortissimo tutti y los lúgubres compases con que Strauss cerró la obra. Una buena versión para una página de gloria.

 

  Antes del comienzo, el maestro Baldini tuvo elocuentes palabras para señalar a los funcionarios de turno lo que significa mantener el patrimonio cultural de los argentinos, aquí expresado por la Sinfónica Nacional. Quién esto escribe, seguidor desde hace 43 años de la Orquesta, no puede menos que saludar y adherir en todo a las palabras del Maestro. Que este retorno, sumado al extraordinario concierto de pasado día 1º, sea el comienzo de grandes y sostenidas realizaciones. Por lo menos hay una premisa que se respeta: a igualdad de condiciones, primero los argentinos.

 

Donato Decina

 


Xavier Inchausti, Marcelo Balat y José Antonio Araujo, los integrantes del Trío Ginastera ante el público de los "Conciertos del Mediodía", la gran creación del Mozarteum Argentino, en la "Sala Argentina" del Palacio Libertad. Fotografía de la autora del presente comentario.


Excepcional actuación del Trío Ginastera en la Sala Argentina del Palacio Sarmiento


ALTA CALIDAD, FIEL A SU ESTILO


Martha CORA ELISEHT


Fundado en 2016, el Trío Ginastera se caracteriza no sólo por ser uno de los

mejores grupos de cámara del país, sino también por la difusión del repertorio

camarístico nacional y universal con presentaciones de alta calidad y jerarquía artística.

La agrupación formada por Xavier Inchausti (violín), José Araujo (violoncello) y

Marcelo Balat (piano) se presentó dentro del Ciclo Conciertos del Mediodía del

Mozrteum Argentino el pasado miércoles 13 del corriente en la Sala Argentina del

Centro Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento para ofrecer el siguiente programa:

- Trío para violín, violoncello y piano n°1 en Do menor, Op.8 (“Poema”)- Dmitri

SHOSTAKOVICH (1906-1975)

- Trío para piano, violín y violoncello en La menor, Op.50 (“A la memoria de un

gran artista”)- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)


A raíz de cumplirse recientemente el cincuentenario del fallecimiento de

Shostakovich, el ensamble decidió homenajearlo con una bellísima -y brillante-

interpretación de su Trío n°1 en Do menor, Op.8 (“Poema”), compuesto en 1923

durante unas vacaciones del músico en Crimea para reponer fuerzas luego de una

enfermedad grave. Tenía sólo 17 años y fue su primera pieza de música de cámara. Allá

conoció a Tatiana Glivenko, de quien se enamoró y quien fuera su musa inspiradora. El

conjunto no sólo se lució por la calidad de un sonido homogéneo, compacto y

resplandeciente, sino que cada uno de sus integrantes también lo hizo en sus solos y

variaciones. En el caso de Marcelo Balat, con un perfecto dominio de trinos y

arabescos – particularmente, en el tema romántico-, mientras que Xavier Inchausti y

José Araujo se destacaron por un fraseo impecable en sus respectivos instrumentos y

por un notable manejo de matices, texturas y sutilezas.

Dentro de la extensa producción de música de cámara que dejó Tchaikovsky, el Trío

para violín, violoncello y piano en La menor, Op.50 fue el único escrito para dicho

ensamble instrumental y fue compuesto en 1882 con motivo de cumplirse un año de la

muerte de Nikolai Rubinstein, quien fuera su amigo y un eximio pianista. De ahí

proviene la dedicatoria (“A la memoria de un gran artista”) y fue estrenado al

cumplirse un año de su muerte en el Conservatorio de Moscú, donde su hermano Anton

era profesor. Debido a que Tchaikovsky se encontraba de viaje en el exterior, no pudo

estar presente en el estreno, llevado a cabo por el pianista Sergei Taneyev, el violinista

checo Jan Hřimaly y el violoncelista Wilhelm Fitzenhagen -quien estrenó también las

Variaciones Rococó en 1877-. Consta de dos movimientos: Pezzo elegiaco (Pieza

elegíaca): Moderato assai- Allegro giusto y Tema con variazioni. A su vez, este último

movimiento está compuesto por 12 variaciones sobre un Andante introducido por el

piano y desarrollado por el resto de los instrumentos. Asimismo, la última variación


(Variazione finale e coda) actúa como un tercer movimiento y se divide en tres partes:

Allegro risoluto e con fuoco- Andante con moto- Lúgubre, cerrando con el tema inicial

del extenso primer movimiento, introducido por el violoncello y seguido por el violín en

forma de allegro de sonata hasta la intervención del piano, que asume un rol

protagónico. El ensamble brindó una versión exquisita, sutil y refinada de esta

hermosísima obra, con entradas y cadencias muy precisas por parte de los tres

instrumentos desde los primeros compases del Pezzo elegíaco inicial, con un perfecto

diálogo y donde los crescendi y diminuendi estuvieron muy bien marcados. La labor de

Marcelo Balat en el andante inicial del segundo movimiento -sobre el cual se van a

desarrollar las variaciones- fue sublime, con un perfecto manejo de cadencias y

glissandi que contrastó con el fraseo del violín y violoncello. Mientras que en la primera

variación (Andante) predomina el piano, la segunda (piú mosso) está a cargo del

violoncello y en la tercera (allegro moderato), el piano logra un perfecto contraste

llevando la melodía mientras las cuerdas la desarrollan en pizzicato. La cuarta y quinta

(L‘istesso tempo: allegro moderato- carrillón) permitieron una espectacular versión a

cargo del binomio Inchausti/ Araujo, al igual que la sexta (tempo di valse), que sonó

sublime merced a la maestría de los intérpretes, cosa que también sucedió en la séptima,

octava y novena (Allegro moderato/ Fuga: allegro moderato/ Andante flebile, ma non

tanto). La apertura de la décima (Tempo di mazurka) está a cargo del piano y,

posteriormente, se unen las cuerdas: en este caso, para brindar una versión magistral, al

igual que en la undécima (Moderato). Por último, la variazione finale e coda final no

pudo ser mejor: muy bien lograda, con perfecto dominio de tempi y vuelo instrumental

en su conjunto con un sonido prístino – característico y propio de la formación- para

cerrar con el tema inicial del primer movimiento. El auditorio estalló en aplausos y

vítores tras la brillante interpretación de este monumental trío, que obligó a los

intérpretes a saludar muchas veces.

En esta ocasión, no hubo bises, pero tampoco eran necesarios. Cuando se ofrecen

versiones de esta calidad con intérpretes de tan alta jerarquía, los encore están de más.

Es preferible culminar un concierto donde la interpretación siga permaneciendo en los

oídos del público y que se la recuerde como tal.