martes, 16 de octubre de 2018

Impresionante recital de Yuja Wang en el Teatro Colón UN TORBELLINO ORIENTAL AL TECLADO Martha CORA ELISEHT La talentosa pianista china Yuja Wang hizo su presentación en el Teatro Colón entre los días 8 al 10 del corriente, dentro del Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino. Era la primera vez que se presentó en la Argentina con un recital variado, con obras de extrema dificultad y complejidad para el instrumento solista: los célebres Preludio en Sol menor, Op.23 n° 5 y Vocalise, Op. 38 n° 14 y el menos conocido Étude- tableaux en Mi bemol menor, Op. 39 n° 5 de Sergei Rachmaninov (1873-1943); la Sonata n° 3 en Si menor, Op.58 de Frederik Chopin (1810-1849) y concluyó con la monumental Sonata n° 6 en La mayor, Op. 82 de Sergei Prokofiev (1891-1953). Dentro de la impresionante camada de pianistas chinos de su generación, Yuja Wang se destaca por dos características: su velocísima digitación y su impresionante pulsación. Durante el transcurso del recital ofrecido en el Colón el pasado miércoles 10, sorprendió por su extraordinaria precisión en los pasajes y su fuerza rítmica; a punto tal, que una recordaba las magistrales interpretaciones de Murray Perahia - digno discípulo de Valdimir Horowitz en cuanto a pulsación y digitación-. Pero Yuja Wang se destaca por imponer su sello personal: pujante en los tutti y crescendi y suave e imperceptible en los pianissimi; briosa en los glissandi y potente en los forti: Unido esto a su sorprendente y prodigiosa memoria, una podría describirla como un torbellino oriental sobre el teclado. Carece de la tendencia al show business de su compatriota Lang Lang y, por sobre todas las cosas, se destaca por ser, precisamente, músico. Además, posee unas hermosas piernas y le gusta exhibirlas en público. Astucia y sagacidad femenina para deslumbrar a la audiencia. La primera parte del concierto estuvo dedicada a compositores clásicos (Rachmaninov y Chopin), cuyas obras ya fueron mencionadas en el párrafo anterior. Al comienzo del concierto con el Preludio en Sol menor, Op. 23 n°5, sorprendió por la fuerza y la potencia con las que lo ejecutó- quizás, un poco fuerte para gusto de esta cronista- , con una precisión matemática. Supo contrarrestarlo muy bien con la dulzura con la que cautivó a la audiencia al interpretar el Vocalise (en versión para piano del compositor Zoltan Kocsis) y, finalmente, lució su poderosa y mágica digitación en el Étude- Tableau en Mi bemol menor, obra compuesta por Rachmaninov entre 1916 y 1917. Pertenece al segundo volumen de Estudios y se basa en un tema épico, que alcanza su paroxismo en la parte media de la obra. Se retiró ovacionada por el público y el Colón estalló en aplausos. Posteriormente, interpretó la bellísima Sonata n° 3 en Si menor de Chopin, donde luego de un vertiginoso gesto inicial, el instrumento se luce en una sucesión de acordes majestuosos, que fueron ejecutados con maestría y virtuosismo. Posteriormente, el segundo movimiento de la misma (Allegretto) genera una tormenta sonora desde los tonos graves hasta la casi totalidad del teclado. A esto le sigue un dulce Largo lentissimo, de carácter melancólico y romántico por excelencia, para luego culminar en un Allegro vivace de extraordinaria luminosidad, caracterizado por elementos complejos de técnica pianística, que Wang supo resolver de manera extraordinaria y que motivó numerosos vítores y aplausos por parte de la audiencia. Para la segunda parte del concierto, Yuja Wang sorprendió a todos luciendo una minifalda que dejaba ver sus largas y bellas piernas antes de sentarse al piano para ejecutar la Sonata para piano n° 6 en La mayor, Op. 82 de Sergei Prokofiev. Esta obra fue compuesta en 1939- pocos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial- y se caracteriza por ser una obra donde predominan los acordes ff y numerosas disonancias, con cierto grado de atonalidad; sobre todo, en el 1° movimiento (Allegro moderato), donde numerosos arpegios ascendentes crean una sensación de suspenso, que, posteriormente, se verá contrarrestada por un contrapunto lírico, dando sensación de calma. Luego de la incertidumbre del final del 1° movimiento, el 2° (Allegretto) se presenta dentro de un entorno neoclásico, que se balancea entre conjunción de tonos mayores y menores. Le sigue un Tempo di valze lentissimo en el 3 movimiento de la obra, que, posteriormente, será interrumpido por los tonos oscuros y disonantes que caracterizan esta sonata. La interpretación de Wang fue sublime, donde su prodigiosa digitación y su impresionante pulsación fueron ideales para tocar una obra de extrema complejidad como dicha Sonata. Y esto se potenció en el Vivace final, donde la efervescencia de la música de Prokofiev alcanza su clímax. El Colón estalló en una auténtica ovación y Yuja Wang salió numerosas veces a saludar. Luego de los obsequios florales, se sentó al piano y ejecutó nada más ni nada menos que 6 bises: un Preludio de Mendelssohn, la Toccata n° 3 de Prokofiev, una transcripción para piano de la célebre Melodía de Christopher Gluck y luego, una fusión del célebre Rondó alla turca de Wolfgang Amadeus Mozart con una versión de la misma para jazz. Para ese entonces, el público enloqueció y, no conforme con las magníficas interpretaciones que se escucharon, Yuja Wang redobló la apuesta e interpretó una transcripción para piano de la célebre Chanson bohème de la ópera Carmen, de Georges Bizet, donde se destacó por la velocidad de su digitación y su fuerza interpretativa. Por último, volvió a sentarse al piano para interpretar una dulce y exquisita versión del famoso Vals en Mi bemol menor de Chopin. Se mostró sumamente agradecida y se despidió del público con su simpatía. Ha sido un soberbio recital y el broche de oro de la temporada del Mozarteum Argentino en el Colón. Una noche para recordar, donde la magia y el torbellino de Oriente deslumbraron al público argentino.

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