sábado, 29 de febrero de 2020




BROCHE DE ORO PARA UNA BRILLANTE TEMPORADA ESTIVAL

Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional, cierre del ciclo estival 2020. Actuación del “Trío Williams” (Antonio Formaro [Piano], Nicolás Favero [Violín], Siro Bellisomi [Violonchelo]). Programa: Obras de Beethoven, Suk, Calcagno y Dvorak. 28 de Febrero de 2020.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Como cierre de un brillante ciclo estival que incluyó en su programación a notables conjuntos e intérpretes argentinos, se presentó en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner el “Trío Williams” que integran Antonio Formaro en Piano, Nicolás Favero en Violín y Siro Bellisomi en Violonchelo, abordando un muy comprometido y exigente programa que incluyó dos de las piezas musicales fundamentales para este tipo de formación y dos páginas exquisitas y expresivas que cumplimentaron de esta forma al concierto que fue seguido por una muy compacta concurrencia que cubrió más de la mitad de la sala.


  Una sabia decisión de los intérpretes fue el hecho de que al carecer de programa de mano, uno de los integrantes, en este caso Antonio Formaro, explicara al público cada página que iba a interpretarse. Lo hizo en lenguaje sencillo y entendible para que los neófitos también pudieran saberlo. Contribuyó muchísimo, de manera tal que no se registraron aplausos fuera de lugar, lo que permitió una formidable audición de las obras.

   
  Para la apertura, el Williams ofreció una muy inspirada  versión del Trío Nº 3, Op. 1 de Beethoven. Ultimo eslabón de una triada de páginas similares constituyó la primera serie que se publicó de semejante gigante de la historia de la música. Perteneciente a una serie de composiciones de finales de siglo XVIII y de su carrera estudiantil tutelada en esos tiempos nada menos que por Haydn, expresa a lo largo de sus cuatro movimientos una serie de ideas muy sólidas, las que hacen centro justamente en sus dos movimientos medios (Andante con variazioni y Minuetto), mientras que en los movimientos “de punta” hallamos la presentación y un extenso y sutil final, respectivamente. El conjunto logró construir una formidable versión a partir de la sobriedad de Favero, las muy acertadas intervenciones de Bellisomi y, por sobre todo, un inspiradísimo Formaro que logró una expresividad extraordinaria, sosteniendo la labor de sus compañeros y dándole el punto justo a cada matiz. Hubo instantes de los movimientos centrales, de complicadísima escritura para el piano, que los sorteó con una digitación sin macula alguna, alcanzando de esta manera la interpretación un resultado digno de los mayores elogios.

  Dos páginas de muy exquisito gusto tanto en la elección como, por supuesto, en la esencia misma de las obras siguieron tanto para el cierre de la primera parte como para el comienzo de la segunda: “Poema de Zamba” de la compositora argentina Elsa Calcagno, nacida en 1910, integrante de la escuela nacionalista, que conforma un conjunto de seis composiciones basado en aires folckloricos argentinos que el Williams planea grabar muy pronto. Sobre la base de esta forma popular, Calcagno desarrolla con elementos clásicos una idea muy interesante, excelentemente expuesta por los intérpretes, marcando un clima de intimidad y mostrando una paleta de sonoridades que logran impactar al oyente desde el vamos. “Elegía”, Op. 23 de Josef Suk, marcó el comienzo de la segunda parte y aquí el Trío mostró un sonido de bella tersura  y notable homogeneidad.  También la melancolía y la intimidad dijeron presente, ganando una vez más atención y la aceptación del público.

  El cierre mostró al Williams en plena forma en una de las mas espectaculares versiones que este cronista haya escuchado del trío nº 4 en Mi menor, op. 90 “Dumky” de Antonin Dvorak. A lo largo de sus inusuales seis movimientos, el máximo creador Checo se basa en elementos no solo de la “Dumka” rusa, sino también en otros rasgos fundamentales de las melodías de los pueblos eslavos. Aires bohemios, húngaros y gitanos se funden también con la melodía original, la que parte de una lamentación para ir cambiando al brillo y la alegría. Los tres instrumentistas se amalgamaron de tal forma que supieron construir una versión de incomparable belleza, que logró arrancar una gran ovación de los espectadores premiando la magnífica labor, la que fue retribuida por el Trío con una muy sentida interpretación de una “Huella” de Constantino Gaito que ratificó el excelente momento que este magnífico conjunto atraviesa.


Donato Decina

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