lunes, 25 de mayo de 2020


Impresionante versión por streaming de “FAUST” de Gounod en el Metropolitan

LAS CONSECUENCIAS DE PACTAR CON EL DIABLO
Martha CORA ELISEHT

            Siguiendo con las excelentes transmisiones por streaming que ofrece el Metropolitan Opera House de New York, el pasado domingo 24 del corriente se ofreció “FAUST” de Charles Gounod (1818-1893) con el siguiente elenco: Jonas Kaufmann (Faust), Marina Poplavskaya (Marguérite), René Pape (Mefistófeles), Rusell Braun (Valentin), Michèle Loisier (Siebel), Jonathan Beyer (Wagner, compañero de Valentin) y Wendy White (Marthe, vecina de Marguérite). La dirección orquestal estuvo a cargo de Yannick Nézet- Ségium y la dirección coral, de Donald Palumbo. La producción general estuvo a cargo de Des Mc Anuff, con escenografía de Robert Brill, vestuario de Paul Tazewell, iluminación de Peter Mumford y coreografía de Kelly Devine. En esta ocasión, la presentación estuvo a cargo de Joyce Di Donato.
            Esta producción del Met data de 2011 y está ambientada en 1945, poco antes de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. En el laboratorio del Doctor Faust se desarrolla una máquina –en clara alusión a la bomba atómica- que puede ocasionar un daño muy grave si la manejan manos inexpertas. Para recrear el ámbito desde el mismo Prólogo, Robert Brill creó una escenografía muy sencilla: dos escaleras hacia ambos lados del escenario, donde van a tener lugar todas las escenas de los 5 actos de esta grand opéra y se deja un espacio central al fondo para proyección de video del retrato de Marguérite, del jardín de la protagonista, del altar de la Iglesia y del descenso a los infiernos.. Todo esto se complementa con efectos de iluminación en claroscuro y diferentes colores (rojo para las rosas del jardín de Marguérite, haciendo alusión a la pasión de Faust y verde y negro para la Noche de Walpurgis). Con respecto al vestuario, los ayudantes del Doctor Faust entran en el Prólogo con guardapolvos grises, mientras que el protagonista lo hace con un traje a saco de corte inglés en color gris oscuro, con capa que cubre el saco y bombín. Al principio, aparece canoso, pensativo y con gesto adusto, en contraste con la juventud de Marguérite (“Rien à faire! En vain j’ai intetrogué”), mientras que Mefistófeles aparece íntegramente vestido de blanco, con un moño rojo y una flor del mismo color en la solapa del saco. Entra como un auténtico caballero, con sombrero y bastón –que utilizará para hacer sus pases mágicos y hechizos- (“Me voici”).Cuando el protagonista reclama la juventud (“Je veux la jeunesse”), luego de firmar el pacto con el Diablo, la copa de veneno con la que quería poner fin a sus días se transforma en un elixir de juventud y aparece vestido con un traje a saco clásico color gris perla, con chaleco blanco. En ese momento, los científicos que trabajan en su laboratorio lucen guardapolvos blancos. Para la escena de la Taberna, los soldados, Wagner y Valentin lucen uniformes tradicionales, mientras que Marguérite aparece ataviada con un vestido celeste de corte clásico, sin mangas y falda amplia –sinónimo de pureza, virtud y criatura angelical-, con su cabello largo y rubio recogido con una cinta al tono. Por su parte, Siebel luce un traje común con pantalones cortos y corbatín rojo en tono claro, mientras que Marthe usa un típico traje de aldeana, con mantilla blanca y delantal. Para la escena del jardín y la posterior seducción de la protagonista, tanto Faust como Mefistófeles usan el clásico smoking negro, vestimenta que se va a mantener hasta la última escena. La única excepción es que Mefistófeles conserva su rosa roja en la solapa, mientras que la de Faust es blanca. Ese detalle se mantendrá hasta el final de la obra.
            Como consecuencia de la seducción del protagonista, Marguérite ha quedado embarazada y se la observa con su cabello atado con una trenza, una camisa blanca, falda azul larga y saquito gris frente a su máquina de coser, siendo despreciada por todos por haber perdido su virtud y añorando a su amado (“Il ne revient pas”). Sólo Siebel y Marthe permanecen a su lado. Luego de la maldición de su hermano antes de morir (“Marguérite, soi maudite!”) y tras haber matado a su hijo, aparece en la escena de la prisión con un vestido celeste oscuro típico de reclusa, con mangas largas y cabello corto –presentándose como la sombra de lo que fue-. Mientras Faust es arrastrado a las profundidades del infierno, ella logra redimirse ante Dios merced a su fe y asciende al Cielo mediante una escalera íntegramente iluminada de blanco. Y en la escena final, Faust aparece igual que al principio, donde muere luego de beber la copa de veneno. Todas las alegorías están perfectamente manejadas mediante efectos de iluminación y recursos sencillos.
            La dirección orquestal a cargo del canadiense Yannick Nézet- Séguin fue magistral, dando todos los matices que requiere la poderosa orquestación de esta obra. Esto se notó más en las arias y los fragmentos más célebres (invocación de Valentin: “Avant de quitter ces lieux…”, la provocativa  aria de Mefistófeles sobre el becerro de oro (“Le veau d’or est toujours débout”), el celebérrimo Vals del 2° Acto (“Ainsi que la brise legère…”), el aria del Rey de Thule y el preámbulo entre cellos y contrabajos del 4° Acto, que indican que algo grave e inevitable va a suceder). El solo de violín que acompaña el aria más conocida de la ópera (“Salut, démeure chaste et pure”) fue excelente, al igual que la intervención de la orquesta en los momentos de mayor dramatismo. También fueron soberbios los solos de órgano que marcan el arrepentimiento de Marguérite pidiendo su salvación en la Iglesia y su posterior ascensión al Cielo. El coro también tuvo una destacadísima actuación en las arias principales donde el mismo interviene (escena de la taberna, vals del 2° Acto,  el Coro de los Soldados  (“Gloire inmortslle de nos aïeux”) y la escena final (“Sauvée! Chris test resucité”) y la coreografía de Kelly Devine fue muy efectiva para el número de la Noche de Walpurgis.
            En cuanto a los principales intérpretes, Jonas Kaufmann encarnó un estupendo Faust, atormentado por la falta de juventud y su irrefrenable deseo de amar a la bella y joven Marguérite. Descolló en las principales arias y se destacó en los dúos con Marguérite (“Laissez moi régarder ton visage” y “Heuresse nuit d’amour”) y Méfistófeles. Sus insuperables pianissimi y su perfecto dominio de las notas agudas hicieron vibrar al Met, recibiendo numerosas ovaciones al respecto. También fue sublime la interpretación de René Pape como Mefistófeles, tanto desde el punto de vista vocal como actoral. Además de la mencionada aria del becerro de oro, su actuación fue magistral en la invocación a la noche (“O nuit! Étends sûr eux ton ombre…”), la socarrona serenata de alusión al amante en el 4° Acto  (“Vous, qui faites l’endormie”) y el descenso a los infiernos (“Une, deux et trois”). Y la soprano rusa Marina Poplavskaya resultó ser la intérprete ideal para encarnar a una angelical, pura y dolida Marguérite. Su participación en la mencionada aria (“Il était une fois un Roi de Thule”) se vio coronada posteriormente no sólo por su magistral interpretación de los dúos de amor, sino también por el aria de las joyas (Ah! Je ris de me voir si belle en ce mirroir”), cuando se siente abandonada (“Il ne revient pas”) y cuando invoca su salvación a los ángeles (“Anges purs, anges radieux”). Sus excelentes pianissimi contribuyeron a que su melodiosa voz luciera aún más angelical, pero también supo componer muy bien los momentos de mayor intensidad dramática por ser despreciada y sentirse víctima de una traición. Por su parte, la soprano francesa Michèle Loisir encarnó un locamente enamorado y entusiasta Siebel, preocupado porque las flores que le deja siempre a Marguérite no se marchiten por el hechizo de Mefistófeles (“Faites-lui mes aveux”), mientras que Rusell Braun tuvo a su cargo una magnífica interpretación de Vaelntin desde su primera intervención, cuando su hermana le dona su medallón antes de partir a combate (“Sainte medalle!”) y cuando se da cuenta que Faust la ha deshonrado, se bate con él a duelo y éste le da la estocada final. Antes de morir, llama a su hermana en un aria de gran intensidad dramática (“Écoutez-moi, Marguérite!”) y la maldice “Marguérite, soi maudite”). Demostró ser un barítono de raza y un excelente intérprete. La mezzosoprano Wendy White dio vida a una muy buena Marthe y se lució junto a los protagonistas principales en el cuarteto del 3° Acto, mientras que el barítono Jonathan Beyer interpretó un correcto Wagner.
            Merced a la tecnología, se pueden volver a transmitir y apreciar estas excelentes versiones, con intérpretes de jerarquía excelsa que tratan un tema tan atemporal como la eterna lucha entre el Bien y el Mal. Y que tampoco puede salir nada bueno si se hace un pacto con el Diablo –encarnación del Mal- o si se busca ser eternamente joven. Cada edad tiene su encanto y hay que darle la bienvenida a la vejez con filosofía, sin querer reeditar las locuras que uno cometió cuando  tenía 20 años. Es la gran lección que nos deja esta gran ópera.
           

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