SE PUDO HACER Y EN
MUY BUENA FORMA
Orquesta
Sinfónica Nacional, temporada 2022 Concierto del ciclo regular, Director:
Ulises Maino. Solista: Lorena Eckell (Piano). Programa: Obras de Williams,
Schumann y Beethoven. Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional, 13 de Abril
de 2022.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
El concierto
que a continuación comentaré, estuvo en duda hasta unos pocos días antes debido
a que durante el día programado se llevaba a cabo en el mismo lugar la reunión
de parlamentarios del grupo Europa-América Latina. Tras una apelación en las
redes sociales por parte de Ulises Maino, el Director Invitado quien vino de
Austria (donde hoy reside) para este concierto, se tomó nota y se logró la
solución de posponer el horario de inicio en una hora para que esta actividad
pudiera realizarse.
Más allá de las vicisitudes arriba narradas,
pudo apreciarse en el escenario la realidad de la Sinfónica Nacional hoy. La de
una agrupación que por décadas (salvo algunas mesetas) viene siendo
sistemáticamente desvalorizada al punto que hoy vive una crisis de la que solo
podrá emerger con unidad de objetivos por parte de integrantes y funcionarios.
La pandemia aceleró un proceso en el que ya sea por jubilaciones de muchos de
sus miembros y partida de otros ante atrasos salariales, no logra concitar
interés por parte de otros instrumentistas en concursar por los cargos vacantes,
los que momentáneamente su cubren con músicos contratados hasta fines de este
año. Hay negociaciones paritarias las que hasta ahora no han logrado acuerdo en
cuanto a la recomposición salarial se refiere. Y todo esto lleva a que el programa
ofrecido estuviera compuesto por obras en las que se requiere un orgánico de
alrededor de una cincuentena de instrumentistas: “Primera Suite para Orquesta
de Cuerdas” de Don Alberto Williams (Este año se cumplen setenta años de su
fallecimiento. La Sinfónica lo recuerda, pareciera que otras grandes orquestas
no), el Concierto para Piano y Orquesta, Op.54 de Robert Schumann y la Sinfonía
Nº 4 de Ludwig van Beethoven. Como se puede apreciar, una programación para un organismo
un poco más grande que una Orquesta de Cámara.
Desde el vamos se notó la capacidad de Ulises
Maino para la conducción de la Orquesta. Seguro, atento a todos los detalles,
con precisión en las marcaciones, logrando llegar hasta el fondo de cada obra.
En la Suite de Williams extrajo al máximo posible lo que la cuerda de la Sinfónica
puede ofrecer. Vuelvo a detenerme aquí para
explicarles que dada la situación
que expuse líneas más arriba, el director debe lograr el empaste entre quienes
son miembros históricos de la Orquesta y los recién ingresados y Maino logró
eso en gran parte de la noche. Algunas imprecisiones que se percibieron fueron
propias de ese proceso sumado a que faltó algún ensayo producto del no poder
trabajar en el Auditorio Nacional debido a la reunión política detallada al
comienzo de este artículo, por lo cual considero que el resultado final fue
satisfactorio. El corolario de la presentación de la obra de Williams estuvo
dado por una versión prolija, intensa y bien expuesta.
En cuanto al Concierto Op. 54 de Schumann, se
logró el concurso de Lorena Eckell, una solista a la que hacía un largo tiempo
yo no escuchaba. Posee una interesante trayectoria, de hecho pude apreciarla
tiempo atrás con la versión que ofreció de esta misma obra en la Facultad de
Derecho. En esta oportunidad nos encontramos con una solista que ha madurado su
forma de interpretar este verdadero monumento musical. Pasajes de solidez,
sutilezas, manejo de las sonoridades y de una vital conexión con el Director y
la Orquesta y por parte de Maino el ida y vuelta permanente sumado a la
marcación de precisa de cada instrumento o cada ataque de conjunto. Esto fue
muy bien recibido por el público que de manera entusiasta sostuvo el aplauso y
logró que Eckell brindara como bis una magnífica versión de un vals de Chopin
en donde hizo gala de las cualidades antes descriptas.
La parte final estuvo dada por la Sinfonía Nº
4 de Beethoven en una versión intensa y vibrante la que tuvo su mayor lucimiento en el segundo
movimiento en esos pasajes de corte intimista en los que Beethoven describe tan
maravillosamente con su música el paisaje bucólico del lugar de descanso junto a
la familia Guicciardi. Aquí hubo buenas intervenciones por parte del fagot
principal y la flauta solista y un correcto solo de clarinete a cargo de Sofía
Kujta. Maino sostuvo el discurso a un tempi ágil a lo largo de toda la versión
y la Orquesta respondió plenamente culminando de esta forma una labor
convincente. Esperemos entonces que los problemas que acucian a la Sinfónica
Nacional se resuelvan paulatina y sostenidamente.
Donato Decina
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