martes, 14 de enero de 2025

 

CON LA CASACA BIEN PUESTA

 

 

Ciclo de Conciertos de Verano de la Orquesta Sinfónica Municipal de General Pueyrredón (Mar del Plata). Concierto de Apertura, Director: Guillermo Becerra (Titular del Organismo). Programa: Obras de Grieg y Mendelsohn. Teatro Municipal Colón (Mar del Plata), 11 de Enero de 2025.

 

NUESTRA OPINIÓN: MUY BUENO

 

  Desde hace 63 temporadas, quien esto escribe concurre a pasar sus vacaciones a la ciudad de Mar del Plata. Es decir, que he transitado el paso de un lugar de descanso para la clase alta y media alta al turismo social y a la pujanza de la clase media. También los vaivenes económicos del último medio siglo desde el Rodrigazo de 1975 hasta el presente. De ver como las amistades perdurables de cada verano se iban hacia otros destinos estivales con preeminencia de Brasil y Uruguay para luego decir que Miami, el Caribe y Europa eran las presas más codiciadas. Hoy, cuando una vez más la rueda se detiene en un punto tan igual a lo que acabo de narrar,  observo con detenimiento que lejos de ofrecer alternativas superadores a las memorables temporadas que tenían como invitados a los Calderón, Perusso, Benzecry, Fontenla y titulares como Washington Castro, Carlos Vieu, Guillermo Scarabino, Susana Frangi o Guillermo Becerra (hoy en su segunda gestión), a la Secretaría de Cultura Municipal se la recategoriza y degrada a una dependencia dentro del Ente Municipal de Turísmo (recordar el paso por nuestro programa, traído pro Ntro. corresponsal allí, Eduardo Balestena,de Nino Ramella, acaso el hombre que más sabe de gestión cultural en Mar del Plata, donde tenazmente se opuso a este cambio). Desde mucho antes que el actual Presidente de la Nación expresara su ya famoso “No hay plata”,  comenzaron los éxodos de los organismos musicales marplatenses ya sea por renuncias o jubilaciones y, salvo por titularizar cargos vacantes en donde los integrantes actuales de los conjuntos califican con prioridad, los demás no se cubren, no se materializan los concursos, los refuerzos por concierto para hacer obras de mayor envergadura se contratan cuando hay caja y ni hablar de invitar solistas o directores externos, los que si vienen lo hacen de la mano de contribuciones desinteresadas. En cuanto al organismo que hoy nos convoca para el análisis de su presentación, se estima en veinte (20) los cargos a cubrir. Mientras tanto la preocupación reside en que la juventud viaje hacia allá para disfrutar de la previa, los food trucks y del ruido como si eso solamente salvara una temporada estival de lo más paupérrima que este cronista recuerde, solo superada por de la salida de la pandemia. Urge mayor responsabilidad, devolverle a la ciudad la secretaría de cultura como corresponde, potenciar circuitos como sus museos con Villa Victoria al frente, mostrar la capacidad de los artistas marplatenses, a los que muchas veces en premios como el “Estrella de Mar” se los hace competir en rubros con total desigualdad de condiciones y potenciar así la gran vidriera del verano ante el público de todo el país. Dicho sea de paso y en cuanto a la música clásica se refiere, Mar del Plata le debe al país su festival estival como en los grandes países del mundo. Pareciera que ni siquiera la presencia reiterada de los Cuerpos Estables del Teatro Colón de Buenos Aires (Quienes perfectamente pueden darle cabida a los marplatenses en un evento de esas características), no ha sido suficiente para darse cuenta de eso.

 

  Como consecuencia de lo que acabo de exponer, es que hubo que recurrir a un repertorio que garantizara calidad y buenos resultados artísticos. En la primera parte la Sinfónica Marplatense bajo la dirección de Guillermo Becerra ofreció un programa para cuerdas integrado por páginas de Edward Grieg. Aparecieron entonces en los atriles las “Dos Melodías Elegíacas” integradas por “El Corazón Herido” de neto corte dramático y “La Ultima Primavera”, esta última de un transcurrir más calmo. Las cuerdas fueron de menor a mayor. Tras unas pequeñas imperfecciones en el comienzo, la versión fue creciendo durante la interpretación con un convincente remate en la segunda parte.

 

  Ingresando en un territorio más conocido, se tuvo oportunidad de escuchar una muy buena versión de la Suite “De Los Tiempos de Holberg” en la que a lo largo de sus cinco movimientos tuvo, intensidad, ajuste, dinamismo, entrega total de los instrumentistas y una dirección firma del maestro Becerra, quien se revelo como un buen conocedor de este repertorio.

 

  Tras un breve intervalo, la Orquesta, ya con su orgánico actual en el escenario y con la estupenda conducción de Becerra, ofreció una muy buena versión de la Sinfonía Nº 4, Op. 90 “Italiana” de Félix Mendelsohn en donde hubo vibración. magnífico empaste, sonido homogéneo, acertados “Tempi”· y un estupendo enfoque interpretativo por parte del Director . La respuesta de todo el conjunto fue de una rotunda categoría, pero sería injusto si no destacara la descollante labor del contrabajista Sebastián Sartal (único interprete de ese instrumento en el conjunto [leyeron bien]). Su entrega fue tal que logró que no se notase que faltan al menos cuatro contrabajistas más para equilibrar ese sector.

 

  La ovación que el público tributó a todos obró como disparador para que el Maestro Becerra agradeciera al público que llenó la sala por la presencia y el cariño.  Recalcó las virtudes de cada uno de los integrantes del conjunto, quienes ingresaron por concursos de antecedentes y recordar que llegaron a cada atril por estudio, esfuerzo y dedicación, no por arte de magia. Lo demostraron con creces en el escenario, transpirando la casaca de la Orquesta como nunca y bridándole al público del país, no solo al marplatense, una gran demostración de talento.

 

Donato Decina  

domingo, 12 de enero de 2025

 Exitosa clausura de Temporada USM


Por Jaime Torres Gómez

Con una tradición por más de 80 años, la Temporada Artística de la

Universidad Federico Santa María ha sido de las más gravitantes a nivel

nacional, por su calidad y diversidad programática.

Asimismo, fundamental ha sido el buen uso histórico de su magnífica Aula

Magna, en Valparaíso, con una de las mejores acústicas del país, asimismo,

con una importante capacidad de público y una excelente infraestructura que

permite una adecuada multifuncionalidad.

La Temporada 2024, recientemente finalizada, mantuvo la tradición de un

celebrado equilibrio entre lo docto y lo popular con contenido. En lo musical,

hubo interesantes propuestas en formatos sinfónicos y de cámara, aunque, en

el caso de los escasos dos programas a cargo de la Sinfónica Nacional -

históricamente presente desde los inicios de esta temporada-, debieron tener

mejor contenido…, considerando la amplitud de repertorio en su temporada de

Santiago. Asimismo, ante la poca llegada de orquestas grandes a la Región de

Valparaíso (a diferencia de antaño, con repeticiones íntegras de los programas

de abono de la Sinfónica Nacional en el Aula Magna USM…), es menester

brindar mayor valor agregado programático, conforme la tradición…

Y justamente la Sinfónica Nacional clausuró, como es tradicional, esta

importante temporada, copando la capacidad del Aula Magna, y dando cuenta

de la alta demanda en la macro zona del Gran Valparaíso por la oferta musical

docta, reflejado ante una buena asistencia promedio a lo largo del año.

Con una gala lírica denominada “¡Viva la ópera!, muy bien dirigida por el titular

Sinfónico, maestro Rodolfo Saglimbeni, convocó a destacadas voces solistas

nacionales y al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile (dirigido por Juan

Pablo Villarroel), ofreciendo una interesante selección de arias, duetos, coros y

extractos orquestales de famosas óperas decimonónicas.

A la vez, a raíz de esta presentación, ineludible rememorar las recordadas

puestas en escena en la misma Aula Magna USM de óperas tan queridas como

Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Aida y La Traviata, en el año 1979… en

estupendas producciones desde el Teatro Municipal de Santiago con

excelentes cantantes internacionales como Margarita Castro-Alberty, Roberta

Palmer, Ruth Staerke, Marta Rose, Gaetano Scano, Carlos Pizzini, Nelson

Portella, Brian Schneider, Nino Meneguetti, Carlos Haiquel, etc., junto a

recordados directores como Henrique Morelenbaum y Miguel Patrón Marchand,

aprovechándose, en propiedad, el foso para la orquesta y la amplia dimensión

del escenario, esperándose a futuro la reedición de temporadas de óperas

propiamente tales en la USM.

De la presentación misma, no obstante la variedad ofrecida, no hubo mayor

espacio para piezas orquestales, siendo pertinente haber considerado alguna

obertura rossiniana o verdiana, asimismo, algún intermezzo conocido como

alguno de los entrañables de Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Manon Lescaut,

Madama Butterfly, o de L´Amico Fritz. Además, hubo una innecesaria


hegemonía asignada a la ópera Carmen (Bizet) en perjuicio de una mayor

variedad global.

Asimismo, se celebra la inclusión de piezas muy ausentes en formato de gala

lírica como el notable Regina Coeli, de Cavalleria Rusticana, como la

secuencia final del primer acto de La Bohème (“Che gelida manina”, “Si, mi

chiamano Mimi”, y el dúo “O soave fanciulla”), como el extraordinario Te Deum

de la ópera Tosca. Y del todo acertados el despliegue de recursos escénicos

por parte de los solistas, brindado una ágil dinámica, máxime al ser el género

operístico esencialmente música dramatizada.

Meritorias participaciones de la mezzo Francisca Muñoz, especialmente en la

Habanera de Carmen (aún por pulir ciertos detalles de agilidad), asimismo, la

soprano Carolina García, muy bien en su intervención junto al coro en el

Regina Coeli de Cavalleria Rusticana y con debido esmero sus intervenciones

en La Bohème. A su vez, el bajo-barítono Homero Pérez-Miranda, si bien no

se le vio homogéneo en la Canción del Toreador de la ópera Carmen, estuvo

formidable en el exigente Te Deum de Tosca, junto al coro. Y deslumbrante

José Azócar, sin duda el gran tenor chileno por décadas…, quien mantiene

intactas sus grandes condiciones vocales, ofreciendo entregas de antología en

“Che gelida manina” y “O soave fanciulla”, de La Bohème, dando cuenta de su

plena vigencia y extrañando no haya sido convocado últimamente a las

temporadas de ópera del Teatro Municipal de Santiago, considerando casi no

hay voces locales de su cuerda.

Mención aparte el desempeño del Coro y la Sinfónica, no habituales en

repertorios líricos, mostrando debida elasticidad, magnífico esmalte sonoro y

ajuste, reconociéndose la estupenda labor de sendos directores.

En suma, un atractivo cierre de la Temporada Artística USM junto a la

Sinfónica Nacional de Chile, agradeciéndose su llegada junto al Coro Sinfónico

de la Universidad de Chile y solistas invitados con un programa lírico en

formato grande, de escaso perfil local…

 Boris Giltburg: un pianista de marca mayor


Por Jaime Torres Gómez

Recientemente se presentó el destacado pianista ruso-israelí Boris Giltburg, conocido en

Chile desde años.

Realizado en el Teatro Corpartes, espacio de excelente acústica y hoy en plena

utilización post pandemia, se aprovechó la presencia de Giltburg por Sud América,

recalando en Santiago con un programa de “generosa duración” y alta exigencia musical.

Ganador de los prestigiosos concursos “Paloma O´Shea” (España) y “Reina Elizabeth”

(Bélgica), la carrera de este pianista ha sido meteórica al presentarse en importantes salas

internacionales y como solista en grandes orquestas, además, colaborador permanente del

prestigioso sello Naxos, habiendo grabado un vasto repertorio. De sus actuaciones previas

en Chile, se recuerda su importante desempeño en el Concierto N° 2 de Saint-Saëns junto

a la Filarmónica de Santiago en el Teatro Municipal, asimismo, de completa solidez la

mayoría de los registros disponibles de sus actuaciones en vivo y grabaciones de estudio.

La presencia de Giltburg se suma a otros pianistas internacionalmente aclamados como

Peter Donohe junto a la Sinfónica Nacional a comienzo de año, Martina Filjak con la

Filarmónica, y el debut del extraordinario Danill Trifonov (inaugurando el nuevo piano del

Municipal de Santiago), más estupendas presentaciones de los pianistas nacionales Luis

Alberto Latorre, Danor Quinteros, Alfredo Perl, Gustavo Miranda y Liza Chung, entre

varios.

En la presentación de Corpartes, nuevamente Giltburg reafirmó su solvencia artística,

servida de una formidable técnica, acabada formación musical y en general buen criterio

en el abordaje de las obras. Y si bien el Steinway disponible no se apreció en buen estado

sonoro, considerando un histórico buen recuerdo del piano de Corpartes, en esta

oportunidad se percibió con un metálico timbre, condicionando, en parte, la audición del

programa, no obstante el excelente desempeño del pianista visitante.

Abrió con la Sonata N° 14, Op. 27 N° 2 “Claro de Luna”, de L.V. Beethoven, obra

original para época, principalmente por la libertad del tratamiento formal respecto los aún

vigentes clásicos cánones mozartianos y haydnianos. De calibrada claridad, no obstante la

incomodidad del metálico sonido, Giltburg logró “amigarse” con las limitaciones de marras,

obteniendo nitidez de voces y coherencia interna.

Seguidamente, y con mayor vuelo expresivo, una formidable versión de la exigente Sonata

en si menor de Franz Liszt, obra cumbre del pianismo. De dialéctico carácter (como

imagen del Fausto goetheniano, con las figuras de Fausto, Gretchen y Mefistófeles),

musicalmente plasma una irrefrenable evolución cíclica con admirables transiciones y

desarrollos. Giltburg, del todo empoderado, comprendió a fondo todos estos elementos,

pintando, con notable claridad conceptual, cada cuadro, no obstante, a ratos, con excesivo

arrebato en los pasajes de mayor bravura expresiva. Logros irrefutables en la

administración del rubato, dinámicas, fraseos y contrastes, más inteligentes matices y gran

calidad de sonido global.

La segunda parte consultó un monográfico Sergej Rachmaninoff, no convenciendo del

todo su inclusión post la catedrálica sonata lisztiana, esta última más lógica para finalizar

un programa. Como contrapartida, debe destacarse la completa afinidad y dominio de

Giltburg con la música rachmaninoffiana, ante un gran nivel de entrega.


Comenzando con una secuencia de Preludios bien seleccionados e inteligentemente

agrupados, dio cuenta de cabal organicidad. Piezas de particulares individualidades,

conforman un collage discursivo de atrapante contenido, discurriendo por distintos estados

anímicos, asimismo por variopintas temáticas. A sus anchas, el formidable pianista ofreció

versiones de antología. Gran manejo del color y transparencias, amén de una certera

administración de las transiciones más empática claridad expositiva global.

En el caso de la famosa Sonata N° 2 -obra extraña y quizás no necesariamente de

consumada belleza, aunque bien construida-, en palabras del mismo Rachmaninoff al

decir: “…miro algunas de mis obras anteriores y veo cuánto hay de superfluo. Incluso en

esta Sonata hay tantas voces que se mueven simultáneamente, y es tan larga. La Sonata

de Chopin dura diecinueve minutos y todo está dicho…”, en parte, no obstante ciertas

dispersiones y algunas ideas vagas, no existen “superficialidades”. Deslumbrante versión

del pianista visitante, con soberbio dominio del “pathos interno”, en sí complejo. Si bien el

abordaje de esta obra requiere completo virtuosismo -aquí derrochado a borbotones-, a la

postre, se impuso una profundidad interpretativa que ayudó a una mejor comprensión de la

pieza, mérito propio de un gran artista como Boris Giltburg…

En suma, una presentación de altísimo nivel que deja un importante referente para una

mayor llegada de artistas de clase mundial…