Momento de la actuación de la flautista Guadalupe Planes acompañada por la Sinfónica de Tres de Febrero bajo la Dirección de su Titular, Ezequiel Fautario. Fotografía de la autora del presente comentario.
Soberbia actuación de la Sinfónica Municipal de 3 de Febrero en el Palacio Sarmiento
NO HAY MAL TIEMPO QUE DETENGA AL ORGULLO
BONAERENSE
Martha CORA ELISEHT
El pasado domingo 30 del corriente amaneció gris y lluvioso sobre Buenos
Aires. Sin embargo, las condiciones climáticas adversas no fueron impedimento para
que los porteños salieran a disfrutar de las numerosas opciones que la Reina del Plata
ofrece en materia cultural: entre los cuales, un concierto que tuvo lugar en el Auditorio
Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento donde participó la Orquesta Sinfónica
Municipal de Tres de Febrero (OSTREF) bajo la dirección de Ezequiel Fautario y la
participación de la flautista Guadalupe Planes como solista.
El programa estuvo integrado por las siguientes obras:
- Obertura “Santos Lugares”- Eliel GARBERI
- Concierto en Re mayor para flauta y orquesta, Op.283- Carl REINECKE (1824-
1910)
- Sinfonía n°41 en Do mayor, K.551 (“Júpiter”)- Wolfgang A. MOZART (1756-
1791)
Luego de que los músicos tomaran sus puestos sobre el escenario, Ezequiel
Fautario se presentó ante la audiencia provisto de un micrófono para brindar una breve
reseña sobre las obras comprendidas en el concierto. Asimismo, agradeció la presencia
del público, a las autoridades del Palacio Libertad por la invitación y a la Orquesta
Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” por haber aportado los timbales
para la ejecución de la obras.
Nacido en Santos Lugares, Eliel Garberi es un joven pianista, compositor y
arreglador que ganó en 2022 el primer premio de la Asociación Argentina de
Compositores por su obra Neblinas con motivo de cumplirse el 40° aniversario de la
Gesta de Malvinas. Compuesta en 2024, la obertura Santos Lugares alude a dicha
localidad del conurbano bonaerense y se ha transformado en la carta de presentación de
la Sinfónica de Tres de Febrero, porque se ha tocado en numerosas ocasiones dentro de
sus ciclos de conciertos. Su duración aproximada es de 9 minutos y es un allegro
maestoso que combina elementos típicos del folklore argentino con un pregón (El
escobero) que alude al vendedor de velas y escobas en la basílica de Lourdes y
cadencias que remedan la música de ciertos compositores europeos como Rachmaninov,
Herbert y Scriabin. El resultado es una obra de bella línea melódica tonal, brillante, muy
bien acompasada, que recibió numerosos aplausos. Se aprovechó también la presencia
del compositor en la sala para hacer extensivo su reconocimiento.
El Concierto para flauta y orquesta en Re mayor, op.283 fue compuesto en 1908
y estrenado un año después por quien fuera director de la Gewandhaus de Leipzig y un
notable pedagogo (fue maestro de Isaac Albéniz, Christian Sinding, Max Bruch,
Frederick Delius, Edvard Grieg, Leoš Janaček y Felix Weingartner, entre tantos otros).
Es una obra de gran solidez estructural e inspiración melódica, que consta de tres
movimientos: Allegro moderato/ Lento e mesto/ Moderato- In tempo animato- Tempo I-
Piú mosso- Piú lento maestoso, que representan un desafío para el solista; sobre todo,
por las cadencias, staccatos y rubatos del último movimiento. Mientras los dos
primeros son de carácter luminoso, el segundo es más sombrío. Guadalupe Planes
brindó una muy buena versión de esta obra merced a sus grandes dotes interpretativas y
por demostrar un profundo conocimiento de la partitura, lo cual se vio reflejado en su
interpretación. Por su parte, la interacción entre la orquesta y la solista fue perfecta, lo
que se tradujo en numerosos aplausos por parte de un Auditorio Nacional prácticamente
colmado de gente pese al mal tiempo imperante.
Como obra de fondo, se eligió la última contribución que Mozart aportó al
género sinfónico: la Sinfonía n°41 en Do mayor (“Júpiter”), compuesta en 1788
durante un período sumamente creativo de su vida, ya que sus últimas tres sinfonías
fueron compuestas con tan sólo un mes de diferencia entre una y otra. El sobrenombre
de Júpiter alude al padre de los dioses en la mitología romana para resumir en un solo
término el carácter triunfal y solemne de la obra. Se supone que el editor alemán
radicado en Inglaterra Johann Peter Salomon fue quien acuñó dicho término en 1819, ya
que el nombre “Sinfonía Júpiter” apreció por primera vez en los programas de
conciertos del Festival de Música de Edimburgo (Escocia). Tuvo la aprobación de
críticos, músicos y compositores desde su estreno, ya que se trata de una obra maestra
estructurada en 4 movimientos, acorde a los cánones del clasicismo: Allegro (Do mayor,
4/4) / Andante cantábile (Fa mayor, ¾) / Menuetto- allegretto- Trío (Do mayor, ¾) y
Molto allegro (Do mayor, 2/2). Escrito en forma de sonata, el 1° movimiento se
caracteriza por la presencia de silencios dentro del flujo rítmico -característica de las
sinfonías de Haydn- con duración irregular y cambiante de las frases, con un conflicto
entre calma y oscuridad en toda la obra, pero que se hace más prevalente en el Andante
cantábile. El Menuetto- allegretto- Trío del 3° movimiento ya es bastante característico
del movimiento cultural Sturm und Drang (Tormenta e Impulso), el cual alcanzará su
máxima expresión con Haydn y Beethoven, mientras que el movimiento final retoma la
tonalidad inicial en compás alla breve con un final excepcional por la riqueza del
lenguaje del contrapunto. La orquesta posee el orgánico necesario para abarcar este tipo
de repertorio y excelentes solistas instrumentales, motivo por el cual se logró una
excelente versión de esta célebre composición, caracterizada por ese sonido cristalino y
equilibrado auténticamente mozartiano. La agrupación fue sumamente aplaudida y
vitoreada tras su interpretación, motivo por el cual el director y los músicos se retiraron
muy satisfechos al término del concierto.
Tal como dice el refrán: “al mal tiempo, buena cara”. Prueba fehaciente de ello
ha sido el numeroso público que se dio cita en el Auditorio Nacional el pasado
domingo. Pese a las inclemencias climáticas, el orgullo bonaerense sigue creciendo en
cada oportunidad y no hay mal tiempo que valga cada vez que la orquesta se presenta en
las principales salas de conciertos.
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