BUENOS INTERPRETES
PARA UN INTERESANTE PROGRAMA
Teatro
Colón, temporada 2021: Tercera jornada al abono de cuatro conciertos en días
Viernes del mes de Agosto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires,
Director: Diego Censabella. Solistas: Alina Trane (arpa), Javier Dragun
(Contrabajo). Programa: Obras de Méndez Bonomi, Debussy, Bottessini/Bolo y Suk
. 20 de Agosto de 2021.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Este nuevo concierto de la Filarmónica porteña se caracterizó
por la inclusión de dos instrumentos solistas
que menor participación tienen en los abonos habituales de conciertos,
aunque justo es decirlo que en la gestión de Enrique Arturo Diemecke al frente
de la Filarmónica esa tendencia se ha revertido. Pues bien, el arpa y el
contrabajo ocuparon (lógicamente por separado) el centro del escenario para la
escucha de tres obras muy gratas al oído de la concurrencia que ocupó en grado
sumo el aforo con el que por protocolo sanitario tiene permitida la sala del
Colón. Y dos muy buenos solistas hicieron lucir a dichos instrumentos asistidos
por un muy buen acompañamiento para ambos
La velada fue asignada
a Diego Censabella (será la única vez que menciono esto), portador de ilustre
apellido para el Colón. Su desempeño fue muy bueno tanto en las obras que acompañó
como para la meramente orquestal que se reservó para el final. La programación
estableció el comienzo para el arpa en donde Alina Trane (Segunda solista de la
Filarmónica) llevó adelante dos obras muy similares pero compuestas en épocas
muy diferentes. Primero solista y grupo
de cuerdas abordaron el Concertino para Arpa y Cuerdas del compositor uruguayo
Alvaro Méndez Bonomi. Dejando de lado la obra en si y los merecimientos que
pudo tener para que sea programada en este ciclo, resuenan en estos días los
reclamos que encabezó la compositora Argentina Alicia Terzian acerca de la
ausencia de música argentina en esta programación. Si observamos con atención,
más allá de la abundante programación de obras de Astor Piazzolla que
merecieron una serie aparte en Marzo pasado , es indudable que la música
argentina es la gran ausente, pero no lo es solamente ahora, lo es a mi
entender desde hace décadas. Para situarnos más exactamente en el tiempo, yo
establezco como punto de partida el momento en que el Maestro Pedro Ignacio
Calderón dejo de ser titular de la Filarmónica a finales de 1991. Más allá de
desde esa época en adelante se incluyeron obras, algunas de ellas comisionadas,
en la etapa antes mencionada la mayoría
de los conciertos se iniciaban con música argentina, salvo en ocasiones en que
el programa estaba compuesto solo por la obra principal. Obsérvese que no ha
sido de la noche a la mañana, sino que a lo largo de treinta años la creación
nacional se vio desplazada. Solo que es de esperar que el reclamo de la Mtra. Terzián
no sea solo un grito en el desierto. En
cuanto a la obra de Méndez Bonomi, se trata de una página muy inteligentemente
armada que tuvo su estreno en el año 2018. Expresada en forma tonal, con buenas
exigencias para la solista quien debe darle color, matices más el aditamento de saber crear un clima
introspectivo junto al grupo de cuerdas. Alina Trane supo plasmar con creces esas características, tuvo total
entendimiento con Censabella y sus compañeros de la Filarmónica y fue una
obra muy bien recibida por el público. De todas formas, la polémica
sigue abierta y en mi caso también quisiera escuchar obras de compositores
argentinos, que las hay, incluso para formaciones reducidas como las que la Filarmónica
debe emplear actualmente es estas presentaciones.
Luego de la apertura,
Trane, Censabella y los Filarmónicos acometieron con las Danzas Sacra y Profana
de Claude Debussy. Página que requiere de intérpretes consumados, tuvo en Trane
a una muy correcta expositora y a Censabella en un muy buen acompañante que
guió al grupo con exquisito sentido del fraseo, del volumen, y del empaste con
la solista. Trane mostró solvencia técnica, sonido muy puro y muy buenos
momentos interpretativos, dándole el punto justo a ambas páginas. Y si de
compositores argentinos se trata, quisiera apreciarla en el Concierto de
Ginastera o en obras más recientes como
las de Esteban Benzecry para las que le veo plenamente capacitada para hacerlo.
Continuamos luego con
el Contrabajo, el otro protagonista de la noche. Y aquí volvió a lucir Javier
Dragún en repertorio Bottessini (de quien se celebra este año el bicentenario
de su nacimiento). Nacido en 1821, interprete del contrabajo (amén de otros
instrumentos), compositor (ya a través de Dragún conocimos justamente trabajos
suyos), muy buen Director de Orquesta (baste mencionar que fue el concertador
del estreno mundial de un título caro a los sentimientos del Colón y el público
argentino todo: “Aida” de Giuseppe Verdi), tuvimos aquí la oportunidad de
apreciar ahora su fantasía sobre temas de “Lucia di Lamermoor” de Donizetti, la
que en esta oportunidad tuvo orquestación para el acompañamiento de otro
notable contrabajista argentino, integrante histórico de la Filarmónica: Carlos
Bolo.
Una vez más Dragún fue
un notable interprete que supo desplegar sus cualidades al servicio de la obra.
Le extrajo a su instrumento gratísimo sonido y tuvo un pleno entendimiento con
el Director y el grupo instrumental. La obra en sí es corta pero está bien
estructurada, con un final en el que expone la melodía del celebérrimo sexteto,
la que logra conquistar de inmediato al
público como quedó evidenciado al culminar la misma.
El concierto finalizó
con una muy buena versión de la Serenata para Cuerdas de Josef Suk, en la que
Censabella exhibió buenas dotes de concertador, con momentos de buen fraseo,
impecable ajuste y respuesta brillante de las cuerdas que estuvieron en alto
nivel. Es una obra interesante, valió la pena su rescate, aunque al igual que
lo por mi expresado respecto a la presencia de compositores nacionales en los
atriles, quisiera ver obras de sumo compromiso en la programación. Las hay.
Donato Decina
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