Nueva presentación del ciclo de Abono de la Orquesta
Estable en el Colón
RESCATANDO PARTITURAS
DE UN INJUSTO OLVIDO
Martha CORA ELISEHT
Continuando con su respectivo Ciclo
de Abono de conciertos los domingos por la tarde, la Orquesta Estable del Colón
ofreció en el día de la fecha un programa de obras inéditas –y otras, que no se
representaban en nuestro mayor coliseo desde hacía muchos años- bajo la batuta
del Maestro Sebastiano de Filippi, con la participación de la mezzosoprano
Guadalupe Barrientos y el organista Matías Sagreras como solistas.
Se interpretaron las siguientes
obras:
-
Obertura de “Die Zwillingsbrüder” (Los
hermanos gemelos), D. 647- Franz
SCHUBERT (1797-1828)
-
Wesendonck Lieder (Cinco canciones para
voz femenina), WWV 91 (texto:
Mathilde Wesendonck)- Richard WAGNER (1813-1883)
-
Suite en Sol mayor para cuerdas y
órgano, P 58- Ottorino
RESPIGHI (1879-1936)
La mencionada Obertura
de Schubert representa un estreno absoluto tanto en el país como en el
Colón. Fue estrenada en Viena en 1820 como singspiel
(farsa con canto), con libreto de Georg Ernst von Hoffmann y se basa en la
historia de dos gemelos –Franz y Friederich-
que son dados por muertos durante la guerra. Al regresar a su pueblo,
sus paisanos los confunden y eso pone en peligro el compromiso de uno de los
gemelos con la hija del alcalde, que había contraído con anterioridad. Debido a
la precariedad del libreto como al refinamiento de su música, cayó en el olvido
con el correr del tiempo. Posee reminiscencias de las comedias de Mozart y
Rossini, pero con un tinte absolutamente vienés. Esta última característica
sonó muy acorde en la interpretación brindada por la orquesta. Por su parte,
Sebastiano de Filippi la ejecutó con una precisión y una marcación absolutas.
Después de una larga ausencia de los escenarios
locales, las cinco canciones que compuso Wagner entre 1857 y 1858 con letra de
Mathilde Wesendonck volvieron a sonar sobre el escenario del Colón. Originalmente
fueron compuestas para piano y voz femenina –soprano o mezzosoprano- y
posteriormente, orquestadas por Félix Mottl en 1893. Esta versión es la que ha
perdurado hasta la actualidad y que ha sido grabada por numerosos intérpretes.
Comprende 5 números: Der Engel (El ángell),
Stehe still (“¡Detente!” ”Quédate quieto”), Im Treibhaus (En el invernadero),
Schmerzen (Dolores) y Träume (Sueños).
La tercera se denomina también Studie
zu Tristan und Isolde (Estudio sobre “Tristán e Isolda”), porque comienza
con la misma música correspondiente al 3° Acto de dicha ópera –de la cual,
Mathilde Wesendonck fue su musa inspiradora-, mientras que la última se inicia
con la misma música de la Advertencia de
Brangäne (“Einsam wachend in der Nacht”). La versión ofrecida por la
Estable fue soberbia, con una muy buena profundidad sonora en los momentos de
mayor intensidad dramática. En cuanto a la actuación de Guadalupe Barrientos,
la mezzosoprano fue escalando de menor a mayor a medida que iba transcurriendo
la obra. Poseedora de una voz potente y caudalosa, quizás sonó muy intensa al
comienzo, pero fue modulando y endulzando su voz a partir de Stehe still, con excelentes matices en
los graves –llegando prácticamente a un susurro en Träume, con una exquisita interpretación- y con amplio dominio en los agudos. El cambio de look le sentó de maravilla –cabello
lacio, con corte carré-, al igual que
el abordaje del repertorio de lieder. El
solo de viola acompañante en Im
Treibshaus sonó muy bien y una vez más, la marcación de de Filippi fue
perfecta. Al finalizar, el público estalló en aplausos.
La Suite en
Sol mayor para órgano y orquesta de cuerdas P 58 es una obra de juventud de
Ottorino Respighi, de inspiración barroca y que imita la estructura del concertó grosso italiano. Compuesta en
1905, se estrenó en 1906 y se publicó recién en 1956 (20 años después de la
muerte del compositor). No existen registros sobre su interpretación en el
país; por lo tanto, también se considera un estreno local. Posee 4 movimientos:
Preludio, Aria, Pastorale y Cantico. El primero se inicia con un
vibrante allegro en Sol mayor a cargo
de las cuerdas para dar paso al órgano en un diálogo perfecto, que recuerda a
la música de Bach como al barroco italiano, intercalando ritmos y armonías
modernas. Un imponente solo de contrabajo en tono menor abre el Aria para luego, dar paso al órgano y al
resto de las cuerdas, a la usanza del aria
di Chiesa de Alessandro Stradella. La passacaglia
que se escucha en la Pastorale recuerda
a Frescobaldi, donde la melodía es iniciada por las violas, seguida por el
resto de las cuerdas hasta que finalmente, el órgano entra in crescendo en diálogo con las cuerdas en el tema principal. Por
último, el órgano abre el Cantico del
4° movimiento en todos sus matices para que posteriormente, la orquesta entre
cuasi al unísono para dar paso al tema principal en cellos y contrabajos,
seguido por los violines y violas. El movimiento finaliza con una coda y una
capitulación final de las cuerdas in
crescendo para fusionarse en un tutti
con el órgano, logrando un sonido majestuoso –inspirado en Arcángelo
Corelli-. En la presente versión, Matías
Sagreras tocó el órgano desde el palco avant-
scène y lo hizo en forma magistral, exaltando los matices del rey de los
instrumentos. La precisión y marcación de Sebastiano de Filippi hicieron
posible una excelente versión de esta obra, que arrancó numerosos aplausos y
vítores hacia el final.
El público se retiró encantado y sorprendido por la
calidad de los intérpretes y por escuchar obras inéditas hasta entonces. No
sólo ha sido muy bueno innovar en materia de
intérpretes y directores invitados, sino además rescatar del olvido este
tipo de composiciones para poder incluirlas en los Ciclos de Abono de las
orquestas del Colón. Hay mucho material para investigar y muchas obras
injustamente olvidadas para descubrir y apreciar en tiempos de pandemia.
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