Cierre del Ciclo de Abono de 4 conciertos a cargo de
la Estable del Colón
AL SON DE LOS VIENTOS
Martha CORA ELISEHT
En Alemania, los Coros de
instrumentos de bronce son una tradición. Por pequeña que sea, cada ciudad –o
pueblo- posee su banda, que suele tocar no solamente en festivales y eventos al
aire libre, sino también en los conciertos navideños. No es casual que la
elección de un repertorio íntegramente alemán haya sido el elegido por Enrique
Schneebeli –solista de trombón bajo de la Orquesta Estable del Teatro Colón y
del Ensamble Viento Sur junto a Pablo Fenoglio, Carlos Ovejero y Jorge Urani-
para dirigir el concierto de cierre del Ciclo de Abono a cuatro conciertos de
la Orquesta Estable del Colón en el día de la fecha con un Ensamble de Metales
y Percusión integrado por los siguientes músicos: Osvaldo Lacunza, Werner
Mengel, Oscar López de Calatayud, Cristian Martinelli y Agustina Guidolin (trompetas y flugelhorn); Gustavo
Ibacache, Reinaldo Albornoz y Leonardo Melgarejo (cornos); Pablo Fenoglio, Ignacio Galicchio, Matías Bisulca y Axel
Juárez (trombones y euphonium); Adrián
Nalli (trombón bajo); Pedro Pulzovan (tuba), Gabriel Rodríguez (timbales), Florencia Barrientos y
Federico Taboada (percusión).
El programa estuvo integrado por las
siguientes obras:
-
Terpsichorian Suite- Michael PRÄTORIUS (1571-1621) (arreglos
de Peter Reeve)
-
Concierto de Brandenburgo n° 3 en Sol
mayor, BWV 1048- Johann
S. BACH (1685-1750) (arreglos: Christopher Mowat)
-
“La Llegada de la Reina de Saba”, de la ópera “SOLOMÓN”- Georg Friederich HÄNDEL
(1685-1759) (arreglos: Paul Archibald)
-
“Richte mich, Gott” (“Oriéntame, Dios”)-
Félix MENDELSSOHN
BARTHOLDY (1809-1847) (arreglos: Enrique SCHNEEBELI)
-
Marcha fúnebre de Sigfrido de “EL
OCASO DE LOS DIOSES”- Richard WAGNER (1813-1883) (arreglos: Robert King)
-
“Feierlicher Einzug” (Entrada triunfal
de los Caballeros de la Orden de San Juan)- Richard STRAUSS (1864-1949) (arreglos: Max Reger/
Johannes Koch)
El repertorio no sólo fue variado, sino que fue
yendo progresivamente desde el barroco hacia el romanticismo. La primera de las
obras fue compuesta en 1612 y es una suite
de 8 números donde se hace alabanza a Terpsícore – musa de la danza-.
Además de abundante música sacra y de cámara, Prätorius compuso más de 300
danzas de inspiración francesa (entre otras, bourré, volte y courante)
e italiana (pavana), así como también
la canarie (oriunda de las Islas
Canarias). La transcripción para vientos y percusión realizada por Peter Reeve
para el Philip Jones Brass Ensemble respeta
el carácter barroco, logrando una pieza elegante, con un brillante sonido en la fanfarria que inicia
la obra (Entrée) y un muy buen contrapunto entre tuba y trombón bajo frente
a los agudos de las trompetas, mientras la percusión marca el ritmo. La versión
ofrecida por el Ensemble sonó muy compacta, destacándose el quinteto de
trombones y la magnífica labor ejercida por Agustina Guidolin en flugelhorn, al igual que el solista de
trompeta piccolo.
Seguidamente, Enrique Schneebeli se dirigió al
público –micrófono en mano- no sólo para agradecer su presencia, sino también
para brindar una breve reseña de las obras y dar un instante de reposo a los
músicos entre cada una de las obras que se ofrecieron durante el concierto. Los
instrumentos de metal ejercen una presión continua sobre la boca de los
ejecutantes y requiere un breve descanso entre una obra y la otra. Asimismo,
también agradeció la oportunidad de poder brindar un concierto íntegramente
formado por este tipo de instrumentos –que han sido los más relegados durante
la pandemia-. Tras la explicación, tuvo lugar la transcripción de Christopher
Mowat del Concierto de Brandenburgo n° 3 de
Bach, cuyos 3 movimientos (Allegro
moderato/ Adagio (formado sólo por 2 acordes)/ Allegro) sonaron muy bien merced a la interpretación del conjunto.
Las diferentes secciones de instrumentos de metal sonaron prácticamente al
unísono, pero sin perder los matices. Las intervenciones de Werrner Mengel y de
Gustavo Ibacache en las cadenzas para
trompeta y corno –respectivamente- fueron sumamente destacadas al inicio del
movimiento final.
La versión original de la Entrada de la Reina de Saba de la ópera SOLOMON fue compuesta por Händel en 1749 para dos oboes y cuerdas.
En este caso, la transcripción para instrumentos de viento y percusión de
Archibald consta de una fanfarria triunfal a cargo de la trompeta piccolo y trombones de neto tinte barroco, que fue muy
bien llevada por el Ensamble instrumental en general, con una muy buena labor
por parte de la percusión. A continuación, la mencionada transcripción de la
obra de Mendelssohn sobre el salmo 43 tuvo en Pablo Fenoglio y Adrián Nalli a
dos grandes intérpretes, ya que el trombón tenor y bajo suenan al unísono hasta
que posteriormente, las trompetas inician una fanfarria donde se acopla el
resto de los instrumentos en un canon a
3 voces. Los cornos también tuvieron una destacada labor. Y en el caso de la
célebre Marcha fúnebre de Sigfrido, tanto
los trombones bajos como la tuba inician la obra junto con la percusión, que
posteriormente, es tomada por los cornos y la tuba wagneriana. La labor de los
músicos fue impecable y los trompetistas fueron los que más se destacaron en el
célebre leitmotiv del héroe.
Por último, la Entrada
triunfal de los Caballeros de la Orden de San Juan fue la única obra para
bronces y percusión compuesta por Richard Strauss. En 1909, la mencionada Orden
le solicita al gran músico alemán una obra por encargo. Si bien la
instrumentación original es mucho más abarcativa (12 trompetas, 3 trompetas
solistas, 4 cornos, 4 trombones, 2 tubas y timbales), el arreglo de Johannes
Koch sobre el original de Max Reger requiere un menor número de instrumentos y,
por lo tanto, se adapta muy bien a estos tiempos que corren. Posee
reminiscencias de Así hablara Zaratustra y
un desarrollo característico del compositor, con marcación del contrapunto
entre agudos y graves sumamente solemne. Una gran interpretación cargada de
pasión y brillo hizo que el público aplaudiera intensamente al finalizar la misma.
Si bien no suelen ofrecerse bises en los conciertos de abono, el Ensamble sorprendió con una
excelente versión de Violentango de
Astor Piazzolla. Una decisión muy acertada y un broche de oro –o mejor dicho,
de bronce- para poner punto final a un ciclo de conciertos sumamente exitoso,
caracterizado por obras prácticamente inéditas e intérpretes de gran calidad.
Según palabras del propio Schneebeli: “Nada
se compara como el contacto con el público”. El esfuerzo valió la pena.
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