LOS SOLISTAS ESTABAN
EN LA ORQUESTA
Teatro Colón,
temporada 2021: Decimotercer y último concierto de abono a cargo de la Orquesta
Filarmónica de Buenos Aires (Celebratorio de su 75º Aniversario), Director:
Enrique Arturo Diemecke. Solista: Andrés Cardenes (Violín). Programa: Obras de
Ludwig Van Beethoven y Richard Strauss (26 de Noviembre de 2021).
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Antes de
desarrollar el siguiente comentario, vaya en nombre de mis compañeros de equipo
y en el mío propio nuestro más cordial saludo a la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires que cumple 75 años de fecunda existencia y a la que en más de la mitad
de su rica historia hemos seguido de algún modo todos nosotros. En lo personal
hago votos para que de retornar a la plena normalidad se la pueda apreciar a
pleno dada la categoría de los instrumentistas que la componen. Y también mi
gratitud y saludos a los Maestros Julio Hermes Peressini y Mauricio Veber
quienes tras este concierto se acogerán al beneficio de la jubilación luego de
haberles dado todo a este conjunto. Ha sido muy bueno apreciar que ex
integrantes de la Orquesta fueran invitados a presenciar el Concierto. En buena
hora que se los haya tenido en cuenta.
El Maestro Enrique Arturo Diemecke manifestó
al público presente que para el programa de la noche aniversario decidió
retomar la agenda pendiente del frustrado año Beethoven y por eso la inclusión
del Concierto para Violín y Orquesta en Re mayor, Op. 61 en el mismo. El
solista seleccionado fue el violinista Andrés Cardenes, oriundo de Cuba y
poseedor de una amplísima trayectoria internacional, la que incluye el segundo
premio de la edición 1982 del Concurso Tchaickovsky de Moscú. Actuaciones con
batutas de alto nivel internacional y grabaciones galardonadas para diferentes
sellos discográficos resaltan en su trayectoria. La versión escuchada fue muy prolija, con un correcto desempeño
del solista, con un sonido chico, buena técnica y correcta musicalidad. Para el
gusto de quien esto escribe hubo escasa enjundia, careció de intensidad y de un
poco más de vuelo interpretativo, Diemecke y los músicos lo siguieron
atentamente, pero en los ataques únicamente orquestales uno tenía la percepción
de que se salían de la vaina por entregar mucho más y que al retomar el solista
la labor se acomodaban a su tiempo. La reacción del público fue en igual
dirección. Correctos aplausos que hicieron retornar una vez sola al solista, el
que pidió la compañía de Diemecke para ello y muy poco más. Quedó flotando en
la sala la impresión de que si se convocaba a algún exponente del medio para
que fuera el solista, lo hubiera hecho mucho mejor, sea de la propia
Filarmónica o de otros conjuntos.
La parte final nos devolvió al mejor
Diemecke, quien demostró mucha pericia para enfrentar las restricciones de
orgánico por la pandemia. Así como abrió de modo estupendo con la reducción que
Arnold Schönberg hiciera de “La Canción de la Tierra” de Gustav Mahler, en el
cierre presentó una magnífica versión de la música para la ambientación de
escena de “El Burgues Gentilhombre” de Moliere que Richard Strauss compusiera a
partir de material desechado de su ópera “Ariadna en Naxos” y que aquí se
transforma en una verdadera Suite con todos los clásicos toques “Straussianos”,
incluso los de su humor más corrosivo. Diemecke permitió el lucimiento de sus primeros
atriles desde Nestor Garrote en Oboe, Fernando Ciancio en trompeta, Mariano Rey
(cada día más inmenso) en clarinete, la medida y exquisita percusión guiada
desde el timbal por un histórico como Juan Ringer, para llegar a los dos puntos
más altos de toda la noche con los desempeños solistas de un espectacular José
Antonio Araujo y la solidez y el exquisito sonido del Concertino Titular,
Xavier Inchausti.
La constante del ciclo 2021 ha sido recuperar
obras que en otras circunstancias son relegadas, a veces de manera injusta,
para dar paso a desafíos de mayor peso (tanto orquestales como el número de
integrantes que se emplean en ello). Mayoritariamente acertó Diemecke en la
programación, al igual que en la convocatoria a la mayoría de los artistas que
intervinieron en el ciclo. Con limitaciones de aforo, protocolos, cuerdas
solamente al comienzo, interrupción de tres meses por el rebrote post-semana
santa, fueron 13 conciertos, dos o tres menos que la media últimamente habitual.
No es poco y eso explica que haya sido la propia Directora General del Teatro,
María Victoria Alcaraz quien entregase en mano en el escenario los ramos de
flores al Concertino y en su nombre a toda la Orquesta, al igual que a Diemecke
como Titular del organismo. Ya por esa segunda parte, bien valió la noche
entera.
Donato Decina
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