¿NACE UN NUEVO “ROMANCE”
PUBLICO-INTERPRETE?
Teatro
Colón, Temporada 2021, Ciclo de Interpretes Internacionales. Actuación de la
Mezzosoprano Elena Maximova, acompañada en piano por Alexandra Goloubitskaia. Programa: Obras de
Rubinstein, Arensky, Rimsky-Korsakov, Tchaickovsky, Shostakovich,
Rachmaninoff y Shchedrin. 09 de
Noviembre de 2021.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE
Y terminó siendo la visita del año. Una interprete exquisita
de quien se tenían vagas referencias y que empezó sorprendiéndonos cuando
leímos su currículum en el programa del concierto en donde vimos bajo las
ordenes de un importante número de Directores de orquesta de renombre bajo
cuyas guías cantó tanto como las salas en las que se desempeñó. El programa que
iba a abordar era dedicado íntegramente a compositores rusos y se integraba mayoritariamente por canciones de cámara que por estas latitudes no se frecuentaban
por parte de cantantes extranjeros desde hacía muchísimo tiempo. Su figura
emergió en el escenario y ya desde el momento en que atacó con la primera
canción (“Noche” de Anton Rubinstein) percibimos que era cosa seria. Voz muy
potente, muy bien manejada, con magnífico énfasis de los pasajes importantes,
resaltando el texto y expresándolo como pocos. Esta tesitura continuó tanto en “Felicidad” de Anton Arensky como en “En las
Colinas de Georgia” de Rimsky-Korsakov. Si bien sorprendió que empleara la
partitura en el ciclo de “Seis canciones francesas dedicadas a Desiree Artot de
Padilla” de Tchaickovsky (probablemente por el tema de ser en otro idioma en
donde hay otras acentuaciones y se requiere otro manejo vocal), al continuar
con cuatro canciones del mismo compositor pero volviendo a la lengua rusa,
comenzamos a percibir que el recital comenzaba a incrementar el voltaje. La
expresión era formidable, el sentimiento que ponía en cada canción era
magnífico y no sorprendió para nada que aún con una sala medianamente llena se
escuchase del público el primer “rugido” de la noche. Había comenzado el ida y
vuelta Público-Interprete. Menos de quince minutos bastaron para que (cambio de
vestuario mediante) retornase a escena y continuara de modo incansable, alcanzando el punto de mayor excelencia con las “Seis Canciones Españolas” de
Shostakovich basadas en melodías que exiliados españoles (sobre todo jóvenes huérfanos)
entonaban en las calles de Moscú tras huir de España luego del triunfo de
Franco, y llegar a la cima definitiva con ocho canciones de Serguei Rachmaninoff
en las que alcanzó la excelencia absoluta: expresión, gestualidad, entrega sin
límites, dicción, entonación y una sorprendente extensión vocal que le permite
ir desde profundas notas de contralto a agudos de soprano y mantener un
formidable centro. Y en el final “formal”, revelarnos fragmentos de “No solo
amor” de Rodrion Shchedrin en el pasaje del segundo acto de la “Canción y las
Cancioncillas de Barbara” (o Varvara en idioma ruso) en donde se pasa de la
tensión a la ironía y se llega a un desolador final. Sostén fundamental de la
interprete fue el acompañamiento que Alexandra Goloubitskaia brindó desde el piano,
atenta al menor detalle, refrescando la memora de la cantante antes de
determinada obra y enfatizando los pasajes musicales de cada una de ellas en
perfecta sincronía texto-música. La insistencia
del público motivó que nos brindase una
nueva canción en Ruso para luego cerrar una noche magnífica con una
espectacular “Seguidilla” de Carmen como pocas veces se la pudo escuchar en los
últimos tiempos. A esta altura el fervor del público era total y le tributó una
espectacular ovación de despedida. Frente a lo que se dijo anteriormente sobre
los recitales pasados, aquí el público encontró a una interprete que se mantuvo
aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos de canto franco y
exquisito. Todos de parabienes, no podía pedirse nada más. Que regrese pronto.
Donato Decina
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