sábado, 18 de agosto de 2018

Espectacular recital de Maxim Vengerov y Vag Papian en el Colón por el Mozarteum MAJESTUOSIDAD Y VIRTUOSISMO Martha CORA ELISEHT El pasado lunes 13 del corriente tuvo lugar en el Teatro Colón la presentación del violinista ruso Maxim Vengerov dentro del 1° Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino, acompañado por el pianista armenio Vag Papian. El programa incluyó la Sonata para violín y piano n° 3 en Re menor, Op. 106 de Johannes Brahms; la Sonata para violín y piano en Fa menor, Op.6 de George Enescu; la Sonata para violín y piano n° 2 en Sol menor de Maurice Ravel y dos obras de Camille Saint- Saëns: Havannaise en Mi mayor, Op. 83 y la Introducción y Rondó caprichoso en La menor, Op. 28. Maxim Vengerov no sólo es uno de los mejores violinistas del mundo, sino un auténtico virtuoso del violín. Su perfecta técnica, su mágico fraseo y su virtuosismo cautivan y enamoran a melómanos y habitués de salas de conciertos en todo el mundo. En esta ocasión - la tercera vez en nuestro país- , lo hizo de la mano de su pianista acompañante- Vag Papian- que sí se presentó por primera vez en la Argentina. Juntos formaron una dupla monumental, que ofrecieron obras de muy difícil ejecución, reservadas sólo para auténticos virtuosos del instrumento. A diferencia de sus otras dos Sonatas para violín y piano, Brahms concibió la n° 3 no como una obra de cámara, sino para sala de conciertos. Por lo tanto, esta sonata presenta 4 movimientos en lugar de los 3 tradicionales que caracterizan a las obras de cámara (Algro/ Adagio/ Un poco presto e con sentimento/ Presto agitato). Si bien el primer movimiento está planteado con la forma de Sonata característica, Brahms hace uso del ostinato por parte del piano, incrementando su fuerza expresiva, mientras el violín desarrolla el tema. Le sigue un calmo Adagio,- nostálgico- que se contrapone con el ímpetu del Scherzo que caracteriza el 3° movimiento de la mencionada obra. La presente versión se caracterizó por mantener un equilibrio perfecto entre ambos instrumentos, en términos de armonía, melodía y ritmo, que sonó en forma magistral merced a la excelente dupla conformada entre estos dos grandes músicos. Posteriormente, se ofreció la Sonata n° 2 para violín y piano de George Enescu (1881-1955), el más conocido de los compositores rumanos. Se caracterizó por ser un niño prodigio tocando el violín- ingresó al Conservatorio de Viena tan sólo con 7 años- y, posteriormente, estudió piano, violín, armonía y composición en el Conservatorio de París, entidad de la cual egresó a los 18 años. Fue precisamente a esa edad que compuso la presente Sonata que se incluyó en el programa, y que fue interpretada magistralmente por Vengerov y Papian. Se respetaron estrictamente los movimientos (Assez mouvement/ Tranquilement/ Vit) y, al principio, ambos instrumentos suenan al unísono, para luego diferenciarse, en una versión muy equilibrada y bien lograda de una obra que se ejecuta con muy poca frecuencia en nuestro medio, caracterizada por sus movimientos ondulantes y contorneados. Los tres movimientos se representan sin pausas hasta el final. La segunda parte del concierto abrió con una obra excelsa, de difícil interpretación: la Sonata para violín y piano en Sol mayor de Maurice Ravel (1875-1937), que fue lo mejor de la noche. Sus tres movimientos también se ejecutan sin interrupción (Allegretto/ Blues. Moderato/ Perpetuum nobile. Allegro) y reúnen elementos clásicos y del jazz. Si bien el 1° movimiento (Allegretto) arranca con una melodía lírica que compatibiliza a ambos instrumentos, posteriormente, aparecen las diferencias entre los mismos. En el 2° movimiento (Blues. Moderato), el violín se asemeja a un instrumento de cuerda punteada, mientras que el piano toca acordes sincopados. En este caso, la dupla Vengerov/ Papian se comportó como auténticos músicos clásicos, capaces también de tocar jazz. Lo mismo sucedió con el 3° movimiento (Perpetuum nobile) donde ambos músicos se complementaron perfectamente, acorde a las indicaciones del compositor. La interpretación fue magistral y el público respondió con fuertes aplausos y vítores. Las obras de Camille Saint- Saëns son más conocidas, pero representan un auténtico desafío para el violinista. Si bien la versión original de la Havannaise en Mi mayor fue concebida como una obra para violín y piano, con el correr del tiempo prevaleció la versión orquestal. En la presente versión, Maxim Vengerov demostró sus dotes de virtuoso del violín en la cadencia de la habanera, al igual que en la Introducción y Rondó caprichoso, donde el violinista se luce mediante arpegios ascendentes e intervalos descendentes., hasta llegar al vibrante rondó, donde el fraseo del mencionado instrumento se luce en su máxima expresión. En este caso, la versión ofrecida por Vengerov y Papian fue de una extraordinaria calidad interpretativa y pureza sonora, donde el virtuosismo del violín alcanzó un despliegue increíble. Al término del recital, la dupla ofreció tres bises: Caprice chinoise, de Kreisler; Après d’un rêve, de Fauré y una transcripción para violín y piano de la célebre Danza Húngara n° 2, de Brahms. Con excepción de esta última, el resto de las obras tampoco suelen ejecutarse comúnmente en los programas de conciertos; por lo tanto, contribuyeron a cerrar una noche mágica y majestuosa, donde el virtuosismo del violín y el acompañamiento del piano alcanzaron su máxima expresión.

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