Excelente presentación del CD del Trío Alberto
Williams en el Museo Fernández Blanco
CUANDO SE LLEVA CON
DIGNIDAD UN ILUSTRE APELLIDO
Martha CORA ELISEHT
Dentro de la innumerable oferta de
conciertos que se ofrecen en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, muchos
tienen lugar en museos. Además, el Museo de Arte Hispanoamericano “Isaac
Fernández Blanco” posee una magnífica colección de instrumentos musicales
notables, que fueron adquiridos por este gran coleccionista durante sus
diferentes viajes. Tras un excelente trabajo de identificación y restauración
llevado a cabo con la colaboración de Pablo Saraví- concertino de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y experto en
el tema- , los violines de la colección que se exhiben en dicho museo se pueden
utilizar para brindar conciertos, como el que tuvo lugar en dicha institución
el pasado miércoles 27 del corriente a cargo del Trío Alberto Williams,
integrado por Nicolás Favero (violín), Siro Bellisomi (cello) y Antonio Formaro
(piano).
Además del valor agregado que
representó la ejecución de las obras con los violines de la colección del
museo, el mencionado trío presentó su primer CD (Tríos con Aires Argentinos) tras nueve años de trabajo, con un
programa integrado por las siguientes obras: Trío en Re menor, Op. 25 de Constantino Gaito (1878-1945), Scherzo de la Sonata FAE para violín y piano, de Johannes Brahms (1833-1897), el Trío para violín, cello y piano en Re menor, Op. 63 de Robert
Schumann (1810-1856) y Dos danzas
populares para Trío: Huella y Bailecito, de Luis Gianneo (1897-1968).
Esta agrupación comenzó sus
actividades en 2011 y su debut se produjo con el Triple Concierto para violín, cello y piano de Ludwig van Beethoven
bajo la dirección de Alejo Pérez al frente de la Orquesta Estable del Teatro
Argentino de La Plata. A partir de allí,
desarrolló una intensísima actividad presentándose en las principales salas de
conciertos del país y su repertorio no sólo comprende las numerosas obras de
cámara para trío instrumental de la música universal, sino que también hace
hincapié en la difusión de compositores argentinos y latinoamericanos. Y lleva
el nombre del ilustre músico y compositor argentino Alberto Williams
(1862-1952) por ser el primer autor nacional que compuso un Trío en La menor para violín, cello y piano
Op. 54 en 1904. No sólo fue un prolífico compositor, sino también una
figura clave en la difusión de la música –tanto en la práctica como en la
didáctica- mediante la creación de numerosos conservatorios en el interior del
país, y principalmente, en la región pampeana. Además, incorporó elementos del
folklore argentino siguiendo la tradicional formación europea, lo que resultó
fundamental para el surgimiento del nacionalismo musical argentino.
Previamente, Nicolás Favero realizó
los comentarios sobre los diferentes violines que se utilizaron para
interpretar las obras. Para el Trío de
Constantino Gaito, Favero empleó un Guadanini
construido en Piacenza en 1730. Desde el inicio de la obra, el trío logró un
sonido perfecto, diáfano y muy compacto, logrando una interpretación
caracterizada por su versatilidad y exquisitez durante los tres movimientos de
la obra (Allegro moderato/ Lento/Allegro
enérgico). En este último, el tema del 1° movimiento –con ribetes de música
urbana de Buenos Aires- se retoma y se
desarrolla mediante una fuga que sonó magistralmente, seguida de un soberbio cantábile a cargo del violín antes del
cierre en Sol mayor. Ante una sala colmada de público, el mismo respondió con
un aplauso cálido y prolongado. Seguidamente, Nicolás Favero presentó el
segundo de los violines de la colección para la obra de Brahms: un Santo Serafín construido en Venecia en
1730, de madera lustrada con numerosas vetas y con una sonoridad estupenda
(según el solista, uno de los mejores instrumentos que ejecutó en su vida y
asimismo, uno de sus predilectos). Por lo tanto, resultó sumamente apropiado
para la excelente versión del Scherzo de
la mencionada Sonata para violín y piano de
Brahms, donde Favero y Formaro brindaron una versión brillante, con un sonido
espléndido. Pero lo mejor de la noche fue el Trío en Re menor, Op. 63 de
Schumann. Compuesto en 1847, es una de las obras más bellas de este eximio
compositor alemán y posee cuatro movimientos: Mit Energie und Leidenschaft (Con energía y pasión)/ Lebhaft, doch
nicht zu rasch (vivo, pero no
demasiado rápido)/ Langsam mit inniger Empfindung/ Bewegter/ Tempo/ Attaca
(Lento con sensación sincera/ Movido/Tempo/ Attaca)/ Mit Feuer/ Nach und nach
schneller (Con fuego/ más y más rápido). No sólo se respetaron los tempi y la partitura a rajatabla, sino
que la ejecución fue impecable, muy precisa y con una maestría tal que los
intérpretes lograron una profundidad sonora muy marcada. Siro Bellisomi ejecutó
un magnífico contrapunto a cargo del cello y Nicolás Favero empleó un Guarnieri del Gesú de 1732. Un auténtico
placer auditivo al ejecutar tan hermosa obra con el sonido de un instrumento
emblemático. Mientras que el segundo movimiento posee aires de un Länder (danza popular alemana) en el scherzo, el tercero arranca en tono
menor, que posteriormente, va creciendo en intensidad hasta culminar en el
monumental 4° movimiento, a partir de una magnífica fuga en tono mayor, con un
contrapunto espléndido entre los tres instrumentos. Tras los aplausos y los
vítores del público, el Trío usó los mismos instrumentos para cerrar un
concierto excelente con la mencionada obra de Luis Gianneo. Alumno de Gaito,
pasó mucho tiempo en Tucumán y por lo tanto, su música recrea los ritmos
folklóricos del noroeste argentino. En la Huella,
el violín y el cello desarrollan la melodía mediante un soberbio
contrapunto, mientras el piano sostiene la melodía principal. Posteriormente,
el piano desarrolla dicho tema mientras el violín y el cello sostienen la
melodía principal mediante un contrapunto con punteo. El Bailecito arranca con un Allegro
molto en tono menor en 6/8 que permite el lucimiento de los instrumentos,
seguido de un Lento a cargo del cello
–impecable actuación de Siro Bellisomi- que es retomado por el piano –soberbia
ejecución de Antonio Formaro- para
luego, recapitular sobre el primer tema a cargo del violín. La interpretación
fue magistral y los músicos se
retiraron ovacionados entre aplausos y vítores. Tras los mismos, Formaro
agradeció la presencia del público y el hecho de poder presentar su primer CD
luego de nueve años de trabajo.
La velada siguió en los jardines
del museo- recientemente restaurados-,
donde el público tuvo oportunidad de poder conversar con los músicos, las
autoridades de la institución y degustar un espumante reservado para tal
ocasión-a cargo de una bodega patrocinante-. Pero independientemente de ese
detalle, la sede del Fernández Blanco constituyó el marco perfecto para un
concierto de gran calidad y jerarquía con instrumentos de colección, donde los
integrantes de la agrupación no sólo demostraron ser tres excelentes músicos,
sino que además, honraron con creces el ilustre apellido del conjunto.
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