martes, 25 de agosto de 2020

 Histórica transmisión por streaming de “HANSEL Y GRETEL” desde el Metropolitan

 

CON LA MAGIA Y EL ENCANTO DE LOS HERMANOS GRIMM

Martha CORA ELISEHT

 

            En todo teatro lírico que se precie de tal, no sólo se programan óperas clásicas –tanto dramáticas como románticas y cómicas-, sino también ópera para niños. Quizás, la más conocida y representada en todo el mundo sea “HANSEL Y GRETEL” del compositor alemán Engelbert Humperdinck (1854-1921), que se transmitió por streaming desde el Metropolitan Opera House de New York el domingo 23 del corriente, con producción de 1982 ideada por Nathanaiel Merrill, con escenografía y vestuario de Robert O’Hearn, dirección de escena de Bruce Donnell, iluminación de Gil Wechsler y coreografía de Zacchary Solov. La dirección orquestal estuvo a cargo de Thomas Fulton y participó el Coro de Niños de la institución, bajo la dirección de Mildred Horner.

            La presente transmisión se cantó en inglés y contó con un elenco de notables encabezado por Frederica Von Stade (Hansel), Judith Blegen (Gretel), Rosalind Elias (la Bruja), Jean Kraft (Gertrude, la madre), Michael Devlin (Peter, el padre), Diane Kelsey (Duende de Arena) y Betsy Norden (Hada del Rocío). El ballet de la institución encarnó a los Ángeles que velan  el sueño de los niños, los animales del bosque y los insectos.

            Esta joya de la ópera infantil suele interpretarse en el idioma original de cada país para facilitar la comprensión del público. Su autor no sólo fue asistente y discípulo de Richard Wagner –debutó en Bayreuth como asistente de PARSIFAL- sino también un músico prestigioso y gran pedagogo, que puso su influencia wagneriana al servicio de la música popular y especialmente, infantil.  Si bien HANSEL Y GRETEL es su obra más emblemática, ha compuesto otras óperas para niños (Los siete Geislein, Cuatro lieder para niños, La Bella Durmiente, Los Hijos del Rey y Sueño de Navidad, entre otros títulos). Su hermana –Adelhaide Wette- colaboró con el libreto basándose en el cuento original de los hermanos Grimm y se estrenó en Hamburgo en 1894, bajo la dirección de Gustav Mahler. Los dos actos en los que se divide la ópera pueden presentarse juntos o separados mediante un interludio orquestal, donde predominan los diferentes leitmotives característicos de los protagonistas, conjuntamente con melodías folklóricas alemanas y danesas. El resultado es una melodía exquisita, que ilustra a la perfección el célebre cuento para niños.

            En la presente producción, se proyectan imágenes alusivas a los protagonistas durante la Obertura hasta que la apertura del telón muestra la casa humilde en medio del bosque donde viven los hermanos junto a sus padres. La caracterización de todos los personajes fue perfecta –con típicos trajes de aldeanos- y los cambios de escena se hicieron mediante interludios orquestales –pasaje de la casa al bosque y luego de pasar la noche en el bosque, el castillo de la Bruja-. Este último se presenta como la casa con filigranas de azúcar y dulces, coronado por cinco torres en forma del típico sombrero de bruja en color verde oscuro –coincidente con el vestido de la misma-.Hacia un costado se ubica el horno, mientras que la jaula donde encierra a Hansel se ve del otro lado. Y en la escena donde los niños se pierden en el bosque, aparece el Duende de Arena echando arena en los ojos a los niños, obligándolos a dormir y protegiéndolos. Posteriormente, los ángeles que velan el sueño de Gretel aparecen ataviados con pelucas rubias y alas doradas sobre túnicas celestes. Cuando despiertan, el Hada del Rocío los cubre y los despierta. Y luego de meter a la Bruja en el horno, el hechizo se rompe. Los insectos recuperan su forma humana y comienzan a cantar a medida que los hermanos los tocan. El bien triunfa sobre el mal, los padres recuperan a sus hijos y la algarabía reina en la magistral escena final.

            Thomas Fulton tuvo la grata tarea de dirigir la bellísima música brindando un equilibrio sonoro perfecto, caracterizado por su frescura y espontaneidad. La dirección del Coro de Niños a cargo de Mildred Horner fue muy buena, al igual que la coreografía de Zacchary Solov para ilustrar la versión de este célebre cuento. Una muy joven –y talentosa- Frederica Von Stade dio vida a Hansel, destacándose junto a la soprano Judith Blegen como Gretel en el Aria de la Danza del 1° Acto, al igual que en la Canción del Cucú mientras se encuentra juntando frutillas en el bosque. Ambas cantantes también interpretaron a la perfección la Oración vespertina (Abendsiege), pero Judith Blegen hizo gala de sus espléndidos agudos al cantar el Aria del Sueño cuando se despierta (“Guten Morgen!”), al igual que en el dúo al llegar a la casa de la Bruja (Aria de los dulces). Y tras cocinarla en el horno, ambos festejan su libertad (“Wir sind freie”) antes de liberar a los niños dándoles la mano y rompiendo el hechizo. La contralto Jean Kraft brindó una muy buena Gertrude y se destacó en su aria, al igual que el barítono Michael Devlin como su esposo Peter. Ambos cantantes tuvieron una merecida actuación, al igual que la soprano ligera Betsy Norden como el Hada del Rocío, donde brindó unos agudos insuperables. Lo mismo sucedió con Diane Kesley como el simpático Duende de Arena. Y como no podía ser de otra manera, la legendaria Rosalind Elias tuvo a su cargo ser la mala del cuento: una magistral interpretación de la Bruja, destacándose por sus soberbios falsetes. Su caracterización fue perfecta y al finalizar la función, apareció volando en una escoba antes de saludar junto al resto de los artistas. Un efecto genial y se retiró ovacionada.

            Al igual que en otras ocasiones, el material fílmico y sonoro se caracterizó por su alta fidelidad. Una condición indispensable para disfrutar plenamente de este gran clásico infantil, que gusta a todos y que transporta al mundo de los cuentos de hadas. Para ese niño que todos llevamos dentro al revivir la magia de los hermanos Grimm

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